Emir Sader es profesor universitario brasileiro, autor, entre otros, de 'El nuevo topo - Los caminos de la izquierda latinoamericana' (Ed. El Viejo Topo). 6/7/2014
Los intelectuales latinoamericanos han tenido, especialmente a partir de la mitad del siglo pasado, un rol importante en la historia del continente, primero como intérpretes de los procesos vividos por los países y por el continente, y también como protagonistas en los gobiernos progresistas y en fuerzas políticas de izquierda.
Los momentos más importantes América Latina siempre han coincidido con el desarrollo del pensamiento crítico latinoamericano, con nuevas teorías e interpretaciones. Esos grandes momentos han planteado grandes dilemas a los gobiernos y a los intectuales, que han respondido con nuevas formas de interpretación y propuestas políticas.
Fué así como vieron la luz las teorías de la Cepal, que han representando una revolución copernicana en la forma de comprender nuestras relaciones con el centro del capitalismo y un proyecto alternativo de industrialización. Teorías como las de la dependencia – en su version clásica y en su version marxista – fueron otras tantas contribuciones de la intelectualidad latinoamericana.
En las últimas décadas del siglo pasado, las convulsiones por las que ha pasado el mundo han representado otros tantos dilemas políticos y teóricos para America Latina: el fin del campo soviético, el paso del capitalismo a su era neoliberal, dictaduras militares y gobiernos neoliberales en nuestro continente. Fenómenos que han planteado interrogantes nuevos tanto en el campo político como en el teórico.
El plano intelectual no ha estado exento de los efectos de esas trasformaciones. Por una parte, el resurgimiento del liberalismo y la derrota de la primera forma histórica de existencia del socialismo, y por otro, la mercantilizacion de la vida social y el fortalecimento del carácter corporativo de las universidades, han presionado negativamente la movilizacion política del trabajo intelectual.
Lo cierto es que America Latina vive desafios nuevos y complejos, que demandan la creatividad política de sus fuerzas populares, que a la vez requieren que el pensamiento crítico analice, discuta y proponga. Esto supone la movilización de los intelectuales para que, además, participen con sus posiciones en la lucha política e ideológica.
Si tomamos como ejemplo significativo actual un tema como el de las negociaciones de Argentina con los fondos buitre, salvo algunos sectores fuertemente comprometidos políticamente, es apreciable la falta de la intervención política de la intelectualidad, no sólo argentina, sino latinoamericana en casi su totalidad. Pareciera ser más cómodo refugiarse en la crítica , en el denuncismo, que nunca logra construir alternativas, o en las atividades académicas en sentido estricto, despolitizadas por definición.
Un enfrentamiento como el de Argentina contra los fondos buitre define, en el plano político, cómo chocan dos comportamientos ejemplares: el del gobierno argentino, de renegociar una deuda impagable heredada de gobiernos de derecha. Y el de los fondos buitre, de intentar perpetúar las deudas en contra de la soberanía de los países.
Se podría suponer que el gobierno argentino catalizara el apoyo de todos los sectores nacionales e internacionales, salvo la derecha tradicional, incluso de algunos sectores menos extremistas de la derecha, y que la intelectualidad argentina y latinoamericana estuviera en primera línea de combate.
Sin embargo, hace falta más que nunca en un momento como éste la presencia de instancias que convoquen a la intelectuliadad crítica a una movilización política y a que debata las alternativas que no sólo el gobierno argentino, sino varios otros de la región, tienen frente a la hegemonia que el capital especulativo sigue teniendo, a escala mundial, así como en nuestros países.
El pensamiento crítico latinoamericano tiene una larga y fuerte tradición de articulación entre la teoría y la política, el trabajo intelectual y el compromisso con los proyectos progresistas de trasformación de la realidad. Los rasgos particulares de los problemas que enfrenta el continente frente a un mundo guiado todavía por los preceptos neoliberales, debieran ser un aliciente más para que ese pensamiento cumpla con sus responsabilidades teóricas y políticas con el presente y el futuro de América Latina.
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