- El abogado Endika Zulueta asegura que el Gobierno "teme a los movimientos sociales como agentes políticos con los que tratar de tú a tú y por eso los criminaliza con la excusa de la violencia".
- "La cárcel es el máximo símbolo del desamparo, llena de personas pobres y solas", denuncia.
- "Se está legitimando la represión policial como una herramienta para resolver los problemas", sostiene Zulueta
- "Se está legitimando la represión policial como una herramienta para resolver los problemas", sostiene Zulueta
Texto de Eduardo Azumendi - 11/7/2014
Endika Zulueta (San Sebastián, 1964) es un letrado donostiarra que desde hace más de 20 años trabaja en Madrid vinculado a movimientos alternativos y antiglobalización en la defensa de los derechos fundamentales. Miembro de la Asociación Libre de Abogados, pertenece, desde su inicio, a la Comisión Legal del 15 M en Madrid. Recientemente ha intervenido en los cursos de verano de la Universidad del País Vasco (UPV), donde ha alertado de la progresiva "criminalización de la pobreza" por parte del Gobierno. "Estamos gobernados por psicópatas, no sienten el dolor que causan", se lamenta y tacha al Código Penal como "el código represivo por excelencia", encaminado a "enjuiciar a la población más pobre y más disidente con la actual situación socioeconómica.
El progresivo endurecimiento del Código Penal augura malos tiempos para la movilización ciudadana.
Se está aplicando el derecho penal de autor. Aquí no se está criminalizando los hechos, sino las personas. No es tan importante lo que uno hace, sino lo que uno es. Si es pobre, inmigrante, vive en determinados lugares y viste con una ropa característica es objeto de sospecha e interviene el estado con su mecanismo policial-judicial. Es decir, hay una presunción de culpa. Además, se ha creado una legislación para criminalizar los comportamientos de personas con escasos recursos económicos. Lo que hacen las personas de las élites favorecidas nunca es delito, pueden desalojar a la gente de sus casas, pueden estafar....la posibilidad de que cometan un delito es difícil porque no está tipificado como tal. El Código Penal es el código represivo por excelencia. La clase política que defiende los intereses de las clases más privilegiadas es la que establece qué es y qué no es delito. Por eso, se enjuicia a la población más pobre y más disidente con la actual situación socioeconómica. El Gobierno teme a los movimientos sociales como agentes políticos con los que tratar de tú a tú y por eso los criminaliza con la excusa de la violencia.
Las reformas del Código Penal persiguen la disidencia política, por más pacífica que esta sea, a través de la superprotección de la autoridad. Se considera delito el atentado a la autoridad, la resistencia a la autoridad, la desobediencia a la autoridad, la desconsideración debida a la autoridad...
La cárcel está llena de pobres.
Sí, pero pobres de solemnidad. La cárcel es el máximo símbolo del desamparo, llena de personas pobres y solas. Una gran parte de los reclusos está enferma por la adicción a las drogas. ¿Delincuentes? Se trata de personas que cometen delitos con el fin de poder conseguir la sustancia que les ayuda a sobrevivir en un mundo que les quita la esperanza.
Es decir, que se criminaliza la pobreza.
El nuevo proyecto de ley prevé la penalización de conductas que deberían estar amparadas por los derechos fundamentales de manifestación, de reunión y de libertad de expresión. Todo ello forma parte del 'golpe de Estado' al llamado Estado de bienestar protagonizado por los mercados. Ya no hace falta que salgan los tanques a la calle para encontrarnos con una policía altamente militarizada, regida por valores típicos militares y en una situación en la que se criminaliza la legítima protesta política. Se está legitimando la represión policial como una herramienta para resolver los problemas.
Pero una parte de la sociedad ha aceptado esa situación.
El juego de los votos lo que ha conseguido es que bajo una apariencia formalmente democrática, bajo una teoría de que existen los tres poderes (ejecutivo, legislativo, judicial) que se contraponen unos a otros y un parlamento elegido por los ciudadanos, todo lo que emane de ahí tiene que ser democrático. Y esta premisa resulta ser falsa. La política económica no la hacen las personas a las que votamos, sino que viene de arriba. La conocida como troika que es la impone las condiciones: despedir y reprimir. Los políticos españoles son meros gestores, ya no tienen el poder. Gestionan las decisiones de unos entes que no se presentan a las elecciones. Estamos gobernados por psicópatas, no sienten el dolor que causan.
Algunos derechos sociales, como el acceso a la vivienda, se han vuelto inaccesibles.
Se ha quebrado el estado de bienestar porque unos señores han decidido que en este juego del monopoly que ellos han diseñado lo que tenían era poco y lo poco que creíamos que era de todos, como la educación, la sanidad, la vivienda y el trabajo, ya no lo es. Ya no son derechos sociales, son objeto de enriquecimiento de una minoría, como en el caso de la vivienda. Es inaccesible para amplias capas de la población, se privatiza lo social y derechos fundamentales. Por ejemplo, se habla de privatizar el acceso al turno de oficio; con la Ley de Tasas es más difícil que los ciudadanos hagan reclamaciones judiciales y así sucesivamente.
Podemos es la plasmación del 15-M en política. ¿Se puede encauzar en una democracia tan institucional como la de España sin que pierda su esencia?
Podemos tien un reto por delante muy importante. Es como si pretendes meter en un túnel de diez centímetros un coche, con una capcidad de gestionar por parte de las instituciones tan limitada. Lo cierto es que Podemos puede tener la habilidad de crear conciencia para que las cosas vayan cambiando. Estamos mal acostumbrados a recibir respuestas inmediatas y de lo que se trata es ir creando conciencia.
¿Cómo se convence al votante medio de que más vale lo bueno desconocido que lo malo que ya se conoce?
Lo malo conocido no es permanente. Tal y como estamos ahora mismo no podemos seguir mucho más tiempo. El barco se hundee. Si el sistema socioeconómico no cambia, la siguiente generación ni lo va a ver. El acaparamiento de recursos económicos, la hiperproducción.....o cambiamos la forma de hacer cosas o no habrá cosas. No vale el dicho de más vale lo malo conocido. Solo se vive una vez y merece la pena dedicarla a luchar por un modelo más justo e igualitario, que no haya gente desamparada.
La clase media no tiene acceso a las ayudas sociales.
Los ricos cada vez son más ricos y los pobres más pobres. En España sucede a pasos agigantados. La gente más depauperada tiene acceso a unos recursos sociales y los más ricos siguen aumentando su patrimonio. En el medio, los que no pueden invertir, pero no están en la indigencia. Esto lo que hace es atemorizar a la población y meterle el miendo: a no tener trabajo, a perderlo....Lo único bueno es que se crean lazos de solidaridad que hasta hace muy poco eran impensables. Esas clases medias tienen la conciencia de que la cuestión debe cambiar.
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