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Manifiesto por una Democracia Soberana
Los abajo firmantes, miembros de IU con una larga ejecutoria de militancia en la misma, nos dirigimos tanto a nuestra organización como al resto de organizaciones, políticas, sociales, colectivos, plataformas y movimientos que luchan por cambiar la situación económica, social y política de nuestro país. Y lo hacen en aras de un horizonte de Derechos Humanos plenos y generalizados a toda la población española. También nos dirigimos de una manera especial al conjunto de la ciudadanía que, sin estar organizada, comparte la necesidad de implicarse en esta situación de excepcionalidad y desea aportar su esfuerzo a la tarea común de buscar salida a este estado de postración en el que vivimos. Partimos de la convicción de que es urgente poner en marcha un proceso de amplísima base popular capaz de abordar inmediatamente la satisfacción de las necesidades más urgentes de la población a la vez que siente las bases para un proyecto de regeneración nacional mediante el impulso de un proceso constituyente que ponga los fundamentos sobre los que asiente un proyecto económico, social, político y ético que la mayoría social haga suyo.
La situación de emergencia nacional, agravada por la crisis sistémica del capitalismo, se manifiesta en los grandes problemas históricos que la Transición y el régimen salido de ella no han resuelto y que ahora se presentan de manera perentoria: la consecución de un Estado Social y Democrático de Derecho, la construcción de un Estado capaz de servir como marco común de convivencia, justicia, solidaridad y garantías democráticas a las naciones y territorios que componen España, la plasmación efectiva de un Estado laico y la explicitación expresa de la voluntad de la soberanía nacional en torno a la forma de Estado: República o Monarquía.
Esta coyuntura que acabamos de describir referida a los problemas seculares no resueltos, se agrava como consecuencia de cinco procesos de creciente degradación a lo largo de las últimas décadas: la pérdida de Soberanía Nacional como consecuencia de la cesión de la misma a entidades e instituciones de la UE que, carentes de origen democrático, imponen políticas económicas atentatorias contra los derechos y principios reconocidos en la Constitución. Las decisiones y directrices de organismos internacionales (FMI, OCDE, BCE, BM) que, de manera hipócrita, lamentan las consecuencias sociales de las políticas que imponen pero continúan exigiéndolas con insistencia. La pérdida de horizonte y de futuro para la juventud española, una pérdida que supone la desaparición progresiva de España como sociedad con entidad propia sin que, a cambio, se instituya un poder político trasnacional que garantice lo que la Constitución reconoce. La entronización de la corrupción como un hábitat económico, mental y de contravalores en la que un Estado paralelo de mafias se ha instalado en los tres Poderes del Estado oficial y en las más altas magistraturas del mismo. Y por último las inminentes consecuencias del Acuerdo Transatlántico de Comercio (TTIP en siglas inglesas) en que con tanto sigilo y oscuridad están negociando USA y la UE. Unas consecuencias que afectarán a pymes, comercio minorista y trabajadores en general porque los intereses de la mayoría se subordinan a una concepción de la sociedad inaceptable.
Afortunadamente y de un tiempo acá, la anomia social y el desinterés que como caldo de cultivo han promovidos tanto por el discurso oficial como por los mecanismos de reproducción ideológica dominantes, se han ido transformando en una creciente contestación social organizada de una y mil maneras diversas que han conseguido, aunque todavía sin la cohesión necesaria, establecer una situación en la que el orden del día ya no está dictado unilateralmente por las iniciativas del poder y su plasmación política: el bipartito y adheridos coyunturales. En este proceso de creciente auto-organización cívica se contiene el germen de la energía que con la de otras instancias sociales, políticas y culturales pueda poner en marcha y desarrollar el proceso constituyente al que ya aludimos y que no es otra cosa que la formación de un contrapoder popular como alternativa de Estado plenamente democrático.
Saludamos y sentimos como algo propio las expectativas electorales que se abren para determinadas fuerzas políticas que comparten con nosotros los mensajes de cambio, de transformación, de construcción de otro país democrático, justo, ético y digno. Pero, y precisamente por ello, nos sentimos obligados a hacer una reflexión que conduce a una propuesta. El Poder y su expresión política, el bipartito, saben perfectamente que los triunfos electorales pueden ser flor de un día si tras ellos no hay una fuerza cívica cohesionada que traduzca la victoria electoral conseguida en Poder cívico que se erija en la Constitución Material capaz de culminar el proceso constituyente. Y esa precisamente es la motivación que nos mueve al redactar estas líneas. En consecuencia:
Hacemos un llamamiento a nuestra fuerza política, a las demás fuerzas que compartan con organizaciones, movimientos, plataformas, frentes, colectivos, etc. el proyecto de cambio democrático profundo. Un cambio democrático que no lo será sin transformaciones en la economía, en el funcionamiento de las instituciones, en la política internacional, pero sobre todo, si no se acometen de inmediato medidas que palien la dramática situación de una mayoría de españoles y españolas. Sobre ese cañamazo de medidas urgentes, inmediatas, perentorias se debe tejer la fuerza social que, en su momento, lleve al cambio con un Estado Federal Republicano y Solidario y con una Soberanía Nacional recuperada y ejercida en todos los ámbitos.
No pretendemos, porque no confundimos los deseos con las realidades, promover una alianza electoral inmediata en torno a un programa de regeneración en todos los órdenes, pero sí creemos que desde ya puede procederse a poner a punto una sintonía que en momento la haga factible. Pero si aún esto no fuera, por desgracia, posible, se debería llegar a un acuerdo explícito para el día siguiente del hecho electoral. Para ello se hace imprescindible que todas las fuerzas y colectivos referenciados, absolutamente todos, pongan sus esfuerzos en paralelo con el compromiso de que tras el acuerdo, la negociación y, con la vista puesta en lo que nuestro pueblo demanda, se concrete la base económica, social, política y ética inherente a los contenidos del proceso constituyente.
De la misma manera hacemos un llamamiento a la ciudadanía que no milita aún, no participa o simplemente tampoco asiste a la convocatoria de actividades ciudadanas tendentes a resolver los problemas que nos afectan, para que cambie de actitud y considere que ahora o nunca. El futuro de los hijos y nietos así como el nuestro propio, no pude descansar sobre los hombros de los más concienciados sino de la inmensa mayoría que sufre la situación.
Pero no sería de recibo ni honesto tampoco, el que nos limitásemos a demandar a los demás un esfuerzo y una capacidad de supeditar los intereses particulares al interés general de la mayoría social si por nuestra parte no diésemos ejemplos. En IU se ha iniciado un proceso de cambio que todo el mundo considera necesario. La política de confluencia y convergencia aprobada desde hace tiempo es justa y acorde con los tiempos. Sin embargo se imponen dos medidas que, a nuestro juicio, darán credibilidad y profundidad a nuestra política, por una parte, y por otra nos darán la autoridad moral para pedir a los demás la que en este escrito demandamos. La primera consiste en simultanear el desarrollo de la política de convergencia con la renovación de la direcciones en todos los niveles y al ritmo conveniente. La segunda no es otra que poner fin al gobierno conjunto en Andalucía y marcar con más claridad nuestra condición de oposición en Extremadura. Si se abomina del bipartito, por las razones que todos compartimos, la existencia de situaciones que desmienten en los hechos nuestras críticas, no puede ayudar a pedir a los demás lo que le estamos pidiendo en orden al cambio profundo.
(*) Primeros firmantes: Julio Anguita González, Ramón Franquesa Artés, Antonio Herreros Herreros, Héctor Illueca Ballester, Sebastián Martín Recio, Manuel Monereo Pérez, Pedro Montes Fernández, Diosdado Toledano González. Javier Aguilera Galera, Pedro Antúnez Marín, Mariano Aragón Pascual, David Arrabalí Campos, Andoni Basterra Urrutia, Javier Bernad Aguilar, Víctor Casco Ruiz, Manuel Colomer i Lluch, Jorge Cortegana López, Yolanda Diaz Pérez, Albert Escofet Sánchez, Rafael Escudero Alday, Santiago Fernández Vecilla, Jorge García Castaño, Margarita González Jubete, Alberto Herbera López, Pedro Jiménez Muñoz, Salvador Jové Peres, Antoni Luchetti Farré, Jose Manuel Martín Medem, Hugo Martínez Abarca, José Martínez Coy, Encarna Milla González, Neus Molina Moreno, Agustín Moreno García, Rosana Montalbán Moya, María Dolores Nieto, Araceli Ortiz Arteaga, Gumer Pardo i Peiró, Carmen Pérez Carballo, Franz Pérez Esteban, Pepa Polonio Armada, Clara Rivas Sugrañes y Enrique Santiago Romero.
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