http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=4753
Víctor, Luis y Francisco forman parte
del Comité estatal de Huelga de los técnicos de Movistar, de Teléfonica.
Ya son más de 15.000 técnicos en todo el Estado los que están en huelga
indefinida. Indefinida, porque “no hay marcha atrás” aseguran. “Nos han
quitado tanto que nos han quitado el miedo”, explica Luis, y era
imposible vivir en las condiciones impuestas por la multinacional de las
telecomunicaciones, la primera de Europa y la quinta del mundo. Mundo
Obrero quedó con ellos cuando los trabajadores llevaban ya 31 días de
huelga sin tener ninguna respuesta por parte de Telefónica, a pesar de
las 5 cartas entregadas a la empresa y a las tres manifestaciones
realizadas en el corazón de Madrid. La última de ellas, el pasado 23 de
abril, fue de Atocha a la sede de Telefónica en la calle Gran Vía y
detuvo el tráfico durante tres horas. Se quejan de que la manifestación
quedara invisibilizada por los grandes medios de comunicación. De algo
sirve que Telefónica tenga acciones en Prisa y que el BBVA, accionista
de Telefónica, también lo sea de Vocento (ABC y regionales), por
ejemplo. También está la mano de otros accionistas como el Santander y
La Caixa. Añadir a esto los ingentes desembolsos publicitarios en medios
que sobreviven en la crisis.
Telefónica ha ido tensando y tensando de la cuerda hasta que se ha roto. Francisco cuenta que esta huelga se inició a partir de un grupo de whatsap de 4 personas y que rápidamente se fue extendiendo como la pólvora. La pólvora ya estaba lista. El detonante fue la última vuelta de tuerca aplicado por la antigua empresa estatal, en forma de nuevo contrato marco con nuevos baremos y precios para la contratas. Hasta hace poco los técnicos cobraban 12 euros por instalar una nueva línea de Movistar, ahora sólo cobran 4 euros, y las cuentas no salen.
Francisco, se remonta a mediados de los años 70, para hablar de los orígenes de esta situación de precariedad, cuando Telefónica creo Sintel, de gestión pública que luego se privatizaría, y acabaría con un ERE de más de 900 trabajadores y con una heroica resistencia obrera de los trabajadores que acamparon en el centro de la capital durante 187 días en el llamado “Campamento de la Esperanza”. Telefónica fue creando más y más subcontratas. Y se fue privatizando, primero con Felipe González, luego con Aznar. Lo que fue un servicio público rentable, pero con sueldos dignos, se fue descapitalizando para despedir y subcontratar a muchos más empleados con salarios de miseria y condiciones de precariedad absoluta.
A través de sucesivos EREs la plantilla se redujo de 80.000 a poco más de 20.000 trabajadores, aunque las más de 100 subcontratas de Telefónica emplean cerca de 100.000 personas. Cobra, según Víctor, es una de las contratas directas, reproduce el esquema: tiene 10 técnicos propios y más de 600 subcontratados. Así es como los operarios de Movistar trabajan para contratas, que a su vez tienen subcontratas, que pueden tener otras subcontratas y también falsos autónomos. Y a medida que la cadena se alarga se precariza el trabajo. Por una instalación, Telefónica paga 18 euros a una contrata directa, que a su vez paga 11 euros por esa misma instalación a una subcontrata, que acaba pagando 6 euros al autónomo. Pero Francisco denuncia que el día de la Junta de Accionistas, cuando la empresa presenta su balance de cuentas, los 20.000 trabajadores directos de Telefónica, se convierten en 102.000 para incluir hasta el último eslabón de la cadena de explotación.
Cuando un técnico de Telefónica llega a una casa para instalar una línea nueva, por la que cobrará 6 euros, se presentará con un carné de Movistar, aunque trabaje para una contrata o subcontrata. Francisco lo hacía con un contrato de 2 horas, y Víctor consiguió tener uno de 4. Pero la jornada diaria real de trabajo puede ser de 10 o 12 horas diarias... depende de la empresa que es quien acuerda las citas, algo que antes hacían directamente los técnicos. “Ahora, como las conciertan ellos hay días que no te dejan tiempo para comer”, lamenta Francisco. Los ingresos limpios a final de mes pueden rondar los 800 o 1.000 euros, sin pagas ni vacaciones. El resultado es que la empresa cotiza por dos o cuatro horas de trabajo -lo que luego repercute en jubilaciones y prestaciones de desempleo o enfermedad-, y el resto lo paga en negro, provocando un fraude descarado a Hacienda y a la Seguridad Social, un fraude conocido, porque todos los meses hay que enviar los TC-1 y TC-2 donde viene el tipo de contrato que tienen, según argumenta Víctor Sánchez.
En la información que los técnicos reparten para explicar sus motivos de huelga, explican que en un contrato de 4 horas diarias, el trabajador tiene que pagar a su jefe 300 euros al mes para que éste le pague la seguridad social. Y 600 euros mensuales por un contrato de 8 horas.
Además del carné, los técnicos llevan el uniforme azul de Movistar, que se han tenido que pagar de su bolsillo. Igual que se pagan el equipo EPI, de protección, el desplazamiento, la gasolina, el estacionamiento, el control médico obligatorio y hasta algunos cursos que pueden llegar a costar 450 euros, aseguran. A esto se suman los descuentos por sanciones. Telefónica tiene estipulado una garantía de 3 meses. Si en ese tiempo hay una avería, Telefónica penaliza con 9 euros, aunque la avería sea ajena a la instalación. Luis pone un ejemplo. El día de la instalación no ha llegado el router. Cuando llega, el cliente no sabe instalarlo y llama para quejarse que le funciona internet. Esa queja se traduce en penalización y hace que el técnico acabe perdiendo dinero en esa instalación.
Las subcontratas más valoradas se llevarán un plus del 28% de la producción, que nunca llegará a los técnicos pero que sirve para presionarles. Si al concluir el trabajo, el cliente valora la calidad del trato de Movistar -no exclusivamente del técnico, puede ser de los comerciales- en menos de un 8,5 sobre 10, empiezan los problemas, según explicó Luis: “y te hacen ir a un curso de reciclaje, que es una forma de degradarte y humillarte”. Esas valoraciones se revisan cada quince días. La segunda vez que el técnico no llegue al baremo se le deja una semana sin trabajar, y a la tercera semana se le quita la tarjeta. Luis añade que una vez le tuvieron 15 días sin trabajar por no acudir a una cita de la que no le habían avisado. Algunos también denuncian que les obligan a trabajar los fines de semana bajo amenaza de no darles trabajo el lunes siguiente.
Cuando toca trabajar en un pueblo la situación es aún peor ya que las distancias, el tiempo de desplazamiento y el coste son mayores y a veces hay que subirse a los pósters. Cuentan otro caso extremo, el de una empresa que cogió a más de 400 jóvenes por los que cotizaba menos de 50 euros a la Seguridad Social. Les daba una semana de clase (por la que algunos tuvieron que pagar 450 euros) y después de pasar otra semana con un compañero un poco más experto, tenía que hacer las instalaciones solo. Además tenía que alquilar la fusionadora a la empresa a un precio de 150 euros al mes, poner el coche, la gasolina, etc. Como tenían poca experiencia y a veces no podían acabar el trabajo les penalizaban con 250 euros. Dicen que un chico no sabía cómo decirle a su padre que le dejara dinero porque después de haber estado trabajando todo un mes no le había llegado para pagar la fusionadora.
Las condiciones de trabajo no son peores que en otros gigantes del oligopolio de las telefónicas. Lo que de momento marca la diferencia con los técnicos de la competencia es básicamente que los otros llegan a final de mes con algo más de dinero, y por eso no se unen a la huelga. “No se dan cuenta que ésta no es sólo nuestra lucha. Esta es la lucha de todo el gremio de las telecomunicaciones. Pero no lo entienden. Es más, es la lucha de todos. Se han montado un negocio a costa de la precariedad del trabajador, y ese sistema se está implantando en todo el país. Estamos perdiendo todos los derechos. Hemos retrocedido más de 40 años” argumenta Víctor.
Las reivindicaciones de los técnicos de Movistar son sencillas y se reducen a tres. La primera, e irrevocable, es la retira del “contrato bucle” que ha tirado las remuneraciones a la baja. La segunda, la regularización del sector con un sueldo digno, que incluya vacaciones, pagas y en la que sea la empresa la que ponga el material de trabajo, gasolina, etc. Y la tercera, garantizar que no se ejerza ningún tipo de represalia contra los que participan en esta huelga. También piden que no se les incluya en el convenio del metal sino un convenio específico como el que tiene Telefónica.
El primer resultado del “hasta aquí hemos llegado” fue una primera asamblea de 1.600 técnicos el 17 de marzo en Madrid. Ahí se tomó la decisión de ir a la huelga indefinida, que comenzó el 28 de marzo, tras el plazo de aviso reglamentario y que durará “hasta que las fuerzas den de sí”. Para ello se ha puesto en marcha una caja de resistencia que ayude a mantener esta huelga contra la gran multinacional. “Ellos son una transnacional, pero nosotros somos trasraciales” apuntó Luis López: “han conseguido que en esta lucha nos unamos todos, de diferente países y de diferentes culturas”. Francisco Amaro recuerda que este es el cuarto intento de huelga. Los tres primeros vinieron de la mano de las subcontratas pero no se llegaron a poner de acuerdo porque tienen mucha competencia entre ellas. Pero esta vez la huelga ha sido de los trabajadores. Víctor puntualizó que hay contratas que están con los técnicos desde el primer día “porque saben que si no ganamos la huelga, en las condiciones impuestas por Telefónica tendrán que cerrar ya que no les quedará margen de ganancia”.
El Comité de Huelga de los técnicos de Movistar envió una carta a todos los grupos parlamentarios y el primero en recibirlos fue el de Izquierda Unida. Se entrevistaron en el Congreso con Cayo
Lara y José Antonio García Rubio, responsable de Economía y Empleo de Izquierda Unida. Allí IU se unió a sus denuncias sobre la precariedad de las condiciones laborales, incluidas jornadas muy superiores a los límites establecidos por la legislación. “Además, estamos también de acuerdo en la reivindicación de los afectados para que haya una regulación del sector y se persiga la competencia desleal que aplican las distintas contratas, que se traduce en el incremento de la precariedad, con sus consecuencias sobre la salud y la seguridad en el trabajo, así como un importante descenso de los salarios” declaró el coordinador federal de IU.
Ante estas condiciones de trabajo y ante la amenaza de rebajar los baremos de pago en el próximo contrato de Movistar con las distintas contratas, Izquierda Unida trasladó también su “total respaldo” a las exigencias expresadas por los afectados sobre derogación del contrato mercantil, jornadas laborales de ocho horas, igualdad de condiciones en contratas y subcontratas, salario base bruto mínimo de 2.008 euros, además de incorporación en plantilla de los autónomos y personal subcontratado.
Cayo Lara se comprometió a exigir que el Gobierno de Mariano Rajoy se pronuncie sobre este conflicto a través de las iniciativas parlamentarias que están preparando. Y como muestra de ese apoyo, Cayo Lara y José Antonio García Rubio participaron en la manifestación del 23 de abril.
Es difícil combatir con el gigante de Telefónica, que controla además los medios de comunicación, con acciones y publicidad, por eso son conscientes de que hay que dar la batalla desde Europa donde Telefónica pierde su hegemonía, y ahí seguirá su lucha. Pero la primera cita será en las manifestaciones del 1 de mayo.
Luis se despide con una invitación a sumarse a la Huelga: “Compañeros, uniros a nosotros, no tenéis nada que perder, excepto las cadenas”.
Telefónica ha ido tensando y tensando de la cuerda hasta que se ha roto. Francisco cuenta que esta huelga se inició a partir de un grupo de whatsap de 4 personas y que rápidamente se fue extendiendo como la pólvora. La pólvora ya estaba lista. El detonante fue la última vuelta de tuerca aplicado por la antigua empresa estatal, en forma de nuevo contrato marco con nuevos baremos y precios para la contratas. Hasta hace poco los técnicos cobraban 12 euros por instalar una nueva línea de Movistar, ahora sólo cobran 4 euros, y las cuentas no salen.
Francisco, se remonta a mediados de los años 70, para hablar de los orígenes de esta situación de precariedad, cuando Telefónica creo Sintel, de gestión pública que luego se privatizaría, y acabaría con un ERE de más de 900 trabajadores y con una heroica resistencia obrera de los trabajadores que acamparon en el centro de la capital durante 187 días en el llamado “Campamento de la Esperanza”. Telefónica fue creando más y más subcontratas. Y se fue privatizando, primero con Felipe González, luego con Aznar. Lo que fue un servicio público rentable, pero con sueldos dignos, se fue descapitalizando para despedir y subcontratar a muchos más empleados con salarios de miseria y condiciones de precariedad absoluta.
A través de sucesivos EREs la plantilla se redujo de 80.000 a poco más de 20.000 trabajadores, aunque las más de 100 subcontratas de Telefónica emplean cerca de 100.000 personas. Cobra, según Víctor, es una de las contratas directas, reproduce el esquema: tiene 10 técnicos propios y más de 600 subcontratados. Así es como los operarios de Movistar trabajan para contratas, que a su vez tienen subcontratas, que pueden tener otras subcontratas y también falsos autónomos. Y a medida que la cadena se alarga se precariza el trabajo. Por una instalación, Telefónica paga 18 euros a una contrata directa, que a su vez paga 11 euros por esa misma instalación a una subcontrata, que acaba pagando 6 euros al autónomo. Pero Francisco denuncia que el día de la Junta de Accionistas, cuando la empresa presenta su balance de cuentas, los 20.000 trabajadores directos de Telefónica, se convierten en 102.000 para incluir hasta el último eslabón de la cadena de explotación.
Cuando un técnico de Telefónica llega a una casa para instalar una línea nueva, por la que cobrará 6 euros, se presentará con un carné de Movistar, aunque trabaje para una contrata o subcontrata. Francisco lo hacía con un contrato de 2 horas, y Víctor consiguió tener uno de 4. Pero la jornada diaria real de trabajo puede ser de 10 o 12 horas diarias... depende de la empresa que es quien acuerda las citas, algo que antes hacían directamente los técnicos. “Ahora, como las conciertan ellos hay días que no te dejan tiempo para comer”, lamenta Francisco. Los ingresos limpios a final de mes pueden rondar los 800 o 1.000 euros, sin pagas ni vacaciones. El resultado es que la empresa cotiza por dos o cuatro horas de trabajo -lo que luego repercute en jubilaciones y prestaciones de desempleo o enfermedad-, y el resto lo paga en negro, provocando un fraude descarado a Hacienda y a la Seguridad Social, un fraude conocido, porque todos los meses hay que enviar los TC-1 y TC-2 donde viene el tipo de contrato que tienen, según argumenta Víctor Sánchez.
En la información que los técnicos reparten para explicar sus motivos de huelga, explican que en un contrato de 4 horas diarias, el trabajador tiene que pagar a su jefe 300 euros al mes para que éste le pague la seguridad social. Y 600 euros mensuales por un contrato de 8 horas.
Además del carné, los técnicos llevan el uniforme azul de Movistar, que se han tenido que pagar de su bolsillo. Igual que se pagan el equipo EPI, de protección, el desplazamiento, la gasolina, el estacionamiento, el control médico obligatorio y hasta algunos cursos que pueden llegar a costar 450 euros, aseguran. A esto se suman los descuentos por sanciones. Telefónica tiene estipulado una garantía de 3 meses. Si en ese tiempo hay una avería, Telefónica penaliza con 9 euros, aunque la avería sea ajena a la instalación. Luis pone un ejemplo. El día de la instalación no ha llegado el router. Cuando llega, el cliente no sabe instalarlo y llama para quejarse que le funciona internet. Esa queja se traduce en penalización y hace que el técnico acabe perdiendo dinero en esa instalación.
Las subcontratas más valoradas se llevarán un plus del 28% de la producción, que nunca llegará a los técnicos pero que sirve para presionarles. Si al concluir el trabajo, el cliente valora la calidad del trato de Movistar -no exclusivamente del técnico, puede ser de los comerciales- en menos de un 8,5 sobre 10, empiezan los problemas, según explicó Luis: “y te hacen ir a un curso de reciclaje, que es una forma de degradarte y humillarte”. Esas valoraciones se revisan cada quince días. La segunda vez que el técnico no llegue al baremo se le deja una semana sin trabajar, y a la tercera semana se le quita la tarjeta. Luis añade que una vez le tuvieron 15 días sin trabajar por no acudir a una cita de la que no le habían avisado. Algunos también denuncian que les obligan a trabajar los fines de semana bajo amenaza de no darles trabajo el lunes siguiente.
Cuando toca trabajar en un pueblo la situación es aún peor ya que las distancias, el tiempo de desplazamiento y el coste son mayores y a veces hay que subirse a los pósters. Cuentan otro caso extremo, el de una empresa que cogió a más de 400 jóvenes por los que cotizaba menos de 50 euros a la Seguridad Social. Les daba una semana de clase (por la que algunos tuvieron que pagar 450 euros) y después de pasar otra semana con un compañero un poco más experto, tenía que hacer las instalaciones solo. Además tenía que alquilar la fusionadora a la empresa a un precio de 150 euros al mes, poner el coche, la gasolina, etc. Como tenían poca experiencia y a veces no podían acabar el trabajo les penalizaban con 250 euros. Dicen que un chico no sabía cómo decirle a su padre que le dejara dinero porque después de haber estado trabajando todo un mes no le había llegado para pagar la fusionadora.
Las condiciones de trabajo no son peores que en otros gigantes del oligopolio de las telefónicas. Lo que de momento marca la diferencia con los técnicos de la competencia es básicamente que los otros llegan a final de mes con algo más de dinero, y por eso no se unen a la huelga. “No se dan cuenta que ésta no es sólo nuestra lucha. Esta es la lucha de todo el gremio de las telecomunicaciones. Pero no lo entienden. Es más, es la lucha de todos. Se han montado un negocio a costa de la precariedad del trabajador, y ese sistema se está implantando en todo el país. Estamos perdiendo todos los derechos. Hemos retrocedido más de 40 años” argumenta Víctor.
Las reivindicaciones de los técnicos de Movistar son sencillas y se reducen a tres. La primera, e irrevocable, es la retira del “contrato bucle” que ha tirado las remuneraciones a la baja. La segunda, la regularización del sector con un sueldo digno, que incluya vacaciones, pagas y en la que sea la empresa la que ponga el material de trabajo, gasolina, etc. Y la tercera, garantizar que no se ejerza ningún tipo de represalia contra los que participan en esta huelga. También piden que no se les incluya en el convenio del metal sino un convenio específico como el que tiene Telefónica.
El primer resultado del “hasta aquí hemos llegado” fue una primera asamblea de 1.600 técnicos el 17 de marzo en Madrid. Ahí se tomó la decisión de ir a la huelga indefinida, que comenzó el 28 de marzo, tras el plazo de aviso reglamentario y que durará “hasta que las fuerzas den de sí”. Para ello se ha puesto en marcha una caja de resistencia que ayude a mantener esta huelga contra la gran multinacional. “Ellos son una transnacional, pero nosotros somos trasraciales” apuntó Luis López: “han conseguido que en esta lucha nos unamos todos, de diferente países y de diferentes culturas”. Francisco Amaro recuerda que este es el cuarto intento de huelga. Los tres primeros vinieron de la mano de las subcontratas pero no se llegaron a poner de acuerdo porque tienen mucha competencia entre ellas. Pero esta vez la huelga ha sido de los trabajadores. Víctor puntualizó que hay contratas que están con los técnicos desde el primer día “porque saben que si no ganamos la huelga, en las condiciones impuestas por Telefónica tendrán que cerrar ya que no les quedará margen de ganancia”.
El Comité de Huelga de los técnicos de Movistar envió una carta a todos los grupos parlamentarios y el primero en recibirlos fue el de Izquierda Unida. Se entrevistaron en el Congreso con Cayo
Lara y José Antonio García Rubio, responsable de Economía y Empleo de Izquierda Unida. Allí IU se unió a sus denuncias sobre la precariedad de las condiciones laborales, incluidas jornadas muy superiores a los límites establecidos por la legislación. “Además, estamos también de acuerdo en la reivindicación de los afectados para que haya una regulación del sector y se persiga la competencia desleal que aplican las distintas contratas, que se traduce en el incremento de la precariedad, con sus consecuencias sobre la salud y la seguridad en el trabajo, así como un importante descenso de los salarios” declaró el coordinador federal de IU.
Ante estas condiciones de trabajo y ante la amenaza de rebajar los baremos de pago en el próximo contrato de Movistar con las distintas contratas, Izquierda Unida trasladó también su “total respaldo” a las exigencias expresadas por los afectados sobre derogación del contrato mercantil, jornadas laborales de ocho horas, igualdad de condiciones en contratas y subcontratas, salario base bruto mínimo de 2.008 euros, además de incorporación en plantilla de los autónomos y personal subcontratado.
Cayo Lara se comprometió a exigir que el Gobierno de Mariano Rajoy se pronuncie sobre este conflicto a través de las iniciativas parlamentarias que están preparando. Y como muestra de ese apoyo, Cayo Lara y José Antonio García Rubio participaron en la manifestación del 23 de abril.
Es difícil combatir con el gigante de Telefónica, que controla además los medios de comunicación, con acciones y publicidad, por eso son conscientes de que hay que dar la batalla desde Europa donde Telefónica pierde su hegemonía, y ahí seguirá su lucha. Pero la primera cita será en las manifestaciones del 1 de mayo.
Luis se despide con una invitación a sumarse a la Huelga: “Compañeros, uniros a nosotros, no tenéis nada que perder, excepto las cadenas”.
Publicado en el Nº 284 de la edición impresa de Mundo Obrero abril 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario