La calidad de la dieta en los hogares de los países empobrecidos depende del acceso de las madres a recursos sociales y económicos. Un estudio en Nicaragua muestra que si las madres gestionan esos recursos, mejora la alimentación de todos los miembros del hogar, y de los niños en particular. La educación de estas mujeres es otro factor esencial. 17 febrero 2015
http://www.agenciasinc.es/Noticias/La-seguridad-alimentaria-de-los-ninos-mejora-si-las-madres-tienen-poder-y-educacion
El acceso de las madres a recursos 
sociales y económicos determina la seguridad alimentaria en los hogares 
con niños de Nicaragua, según publica un amplio estudio llevado a cabo 
en la ciudad de León, la segunda más importante del país, y publicado en
 la revista Public Health Nutrition.
Si las mujeres tienen en sus manos los 
recursos necesarios porque contribuyen a los ingresos económicos de la 
unidad familiar o porque los gestionan, los habitantes de la casa, y los
 niños en particular, tienden a cubrir sus necesidades nutritivas mejor 
que si todo depende de los hombres.
La Organización de las Naciones Unidas 
para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su siglas en inglés) 
define la seguridad alimentaria como la situación en que las personas 
tienen “acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y 
nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus 
preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y
 sana”.
Para medir un concepto tan abstracto, 
los investigadores se han fijado en una nueva medida recientemente 
validada, la escala latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria 
(ELCSA). “Está basada en una medida estadounidense sobre percepción de 
inseguridad alimentaria que sirve de referencia para todas las regiones 
del mundo”, explica Kammi K. Schmeer, investigador del departamento de 
Sociología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU).
Así, un miembro del hogar informa sobre 
sobre la frecuencia en la que se ha preocupado por la falta de alimentos
 en los tres últimos meses, si su dieta ha sido saludable o si niños y 
adultos han pasado hambre por falta de recursos económicos.
El estudio contabilizó más de 400 
hogares de la ciudad de León en los que había niños de entre 3 y 11 
años. En el 25% de los casos se detectaron problemas graves de 
inseguridad alimentaria, mientras que aproximadamente la mitad ofrecían 
un nivel medio y solo un 25% tenía unas condiciones de alimentación 
adecuadas.
Al analizar pormenorizadamente los 
datos, los investigadores descubrieron que si las madres contribuyen 
significativamente a los ingresos del hogar, las probabilidades de tener
 una situación grave descienden un 34% con respecto a si es su pareja el
 principal proveedor de la familia. Además, si las madres gestionan el 
dinero del hogar, las probabilidades de inseguridad alimentaria caen un 
60%.
Independientemente de su acceso a los 
recursos económicos, la educación de las mujeres también se revela como 
un factor esencial. Por ejemplo, las probabilidades de inseguridad 
alimentaria en un hogar descienden un 48% cuando han cursado enseñanza 
secundaria.
“Las mujeres más educadas tienen mayor 
poder dentro del hogar para tomar decisiones, más capacidad para obtener
 trabajo o recursos para el transporte y el cuidado de los niños, así 
como el contacto con redes sociales de mayor calidad, básicamente, otras
 mujeres que también tienen un alto grado de alfabetización”, asegura el
 investigador.
Razones de la diferencia
“Las mujeres siempre han sido 
reconocidas como la clave para la salud y el bienestar infantil en 
países con ingresos medios y bajos”, señala Schmeer. Los científicos le 
encuentran varias explicaciones posibles relacionadas con el rol 
femenino. Por ejemplo, “las mujeres y las madres en particular tienen 
una responsabilidad social con respecto al bienestar infantil que le 
hacen ser más conscientes de las necesidades de protección de los niños 
que los hombres”, comenta.
Otra posible explicación está en su 
mayor participación en las actividades relacionadas con los alimentos, 
como comprar, cocinar y servir la comida, lo que hace que observen la 
ingesta diaria de los niños y, por lo tanto, conocer con mayor exactitud
 sus necesidades nutricionales. “Esto las hace más capaces de tomar 
decisiones sobre la asignación de recursos relacionada con el consumo de
 alimentos”, apunta el sociólogo.
La ciudad adecuada para el estudio
La elección de la ciudad de León para 
este estudio no es casual, ya que cuenta con el único centro de 
investigación en América Latina que ha establecido un sistema de salud y
 vigilancia demográfica (HDSS, por sus siglas en inglés). Es el Centro 
de Investigación en Demografía y Salud (CIDS), vinculado a la 
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León (UNAN-León), una 
importante herramienta para realizar este tipo de estudios.
Para Schmeer, las consecuencias de este 
estudio están claras. Además de tener el rol de cuidadoras, las madres 
tienen importantes funciones sociales y económicas y las sociedades que 
dejan a la mujer en desventaja económica, social o política “lo hacen a 
costa del bienestar infantil”. En próximas investigaciones, espera poder
 abordar la relación de la inseguridad alimentaria con la salud tanto 
materna como infantil.
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