Emanuele Cozzo, activista (@ecozzo) 3/8/15
Ahora en Común es IU. Las primarias de Podemos son antidemocráticas y así no se ganan elecciones hoy. Éstos, en –no tan extrema– síntesis, son los términos mayoritarios del debate. Ambas afirmaciones contienen ciertos elementos reales, aunque los presentan de manera parcial y deformada.
La primera, lanzada a la esfera público-mediática por la dirección de Podemos, se adscribe al mecanismo de las teorías conspiranoicas, un tipo de operación común y que suele funcionar. Funciona porque simplifica lo complejo dando la impresión a cualquiera de comprender lo que está pasando, permitiéndole tomar posición de manera ‘informada’. Lo hace apuntando a un agente oculto, denunciándolo como arquitecto de todo lo sucedido y ‘demostrando’ cómo los hechos lo benefician. En nuestro caso es cierto que IU tiene alguna presencia en el proceso de constitución de Ahora en Común (AeC). Mucha de su militancia se encuentra entre los que lo apoyan y es indudable que algún sector de IU, el de Garzón, lo vea muy favorablemente.
La afirmación, lanzada a la esfera público-mediática por la dirección de Podemos, se adscribe a las teorías conspiranoicas
La parcialidad del mensaje podemita reside en el hecho de que ni IU como organización ni sectores de IU son los inventores o impulsores de AeC. Un efecto colateral de esta estrategia discursiva es el de otorgar al ‘enemigo’ un poder y una capacidad operativa mucho mayor de la que efectivamente dispone. Cuando la dirección de Podemos denuncia que AeC es una operación de IU, está implícitamente diciendo que IU tendría la capacidad para hacerlo. Lo que entra en contradicción con la otra parte de su discurso, la de que IU es un zombi político. La coherencia interna no suele ser un mérito de las teorías conspiranoicas, así que este error no es un problema en términos de difusión y persuasión. Pero el problema ‘estalla’ exactamente cuando la estrategia se hace efectiva: si ganas, y todo el mundo acaba creyéndose tu teoría, entonces también se creerá su premisa implícita. Acabas haciendo a tu ‘enemigo’ más fuerte de lo que es.
Esto tiene dos efectos negativos para Podemos. En el caso de que AeC cumpla sus promesas y haya un proceso de confluencia amplia, la dirección de Podemos deberá adaptarse a un escenario en el que interactúa un actor crecido que podría disputarle poder simbólico. En el caso de que la apuesta de AeC fracase, Podemos tendrá en IU un competidor electoral bastante más fuerte del que hubiese tenido en caso de no haber lanzado esta ofensiva.
La segunda afirmación, utilizada muy a menudo, al menos por una parte de los defensores de la apuesta confluente, también es una estrategia discursiva muy común y que suele tener cierto éxito. El secreto del mismo también es simplificar lo complejo a través de una hipótesis que construye un mito: explicando el desarrollo amplio y tortuoso de un proceso social a través de un único hecho que marca un comienzo muy concreto y que explicaría el todo en tanto que consecuencias del mismo. Es cierto que el reglamento de las primarias –y la pregunta sobre la metodología de confluencia– de Podemos tiene un sabor plebiscitario que choca mucho con las prácticas democráticas post-15M y ha desencadenado acciones de repulsa. La parcialidad del argumento reside en borrar todo el proceso –interno y externo a Podemos– que ha llevado a que estas primarias fuesen como son y al hecho de que esta vuelta a lo plebiscitario pueda tener cierta explicación política.
El efecto no deseado evidente es el de despotenciar la posibilidad de crítica. Focalizando toda la atención en un solo momento se pierde visión de conjunto, y en este campo tan estrecho cualquier opción es defendible, sólo es una cuestión de gustos y vaticinios: este método de primarias es más plural/democrático, mis sondeos me dicen que esta manera de concurrir a elecciones permite ganar...
El hecho es que ambas estrategias son útiles a la hora de fundar y compactar una comunidad, pero son completamente inútiles, e incluso dañinas, para entablar un diálogo. Probablemente era casi obligatorio pasar por ellas. Han tenido cierta utilidad a la hora de marcar los puntos de partida del debate. Pero es el momento de abandonarlas y complejizar ambos discursos, ya que sólo bajando al nivel concreto de la estrategia política defendida por cada proyecto será posible llegar al momento electoral con una propuesta organizativa y electoral capaz de cosechar los resultados que se necesitan para impulsar un cambio político de profundización democrática a la altura del reto lanzado y capaz de perdurar en el tiempo.
La primera, lanzada a la esfera público-mediática por la dirección de Podemos, se adscribe al mecanismo de las teorías conspiranoicas, un tipo de operación común y que suele funcionar. Funciona porque simplifica lo complejo dando la impresión a cualquiera de comprender lo que está pasando, permitiéndole tomar posición de manera ‘informada’. Lo hace apuntando a un agente oculto, denunciándolo como arquitecto de todo lo sucedido y ‘demostrando’ cómo los hechos lo benefician. En nuestro caso es cierto que IU tiene alguna presencia en el proceso de constitución de Ahora en Común (AeC). Mucha de su militancia se encuentra entre los que lo apoyan y es indudable que algún sector de IU, el de Garzón, lo vea muy favorablemente.
La afirmación, lanzada a la esfera público-mediática por la dirección de Podemos, se adscribe a las teorías conspiranoicas
La parcialidad del mensaje podemita reside en el hecho de que ni IU como organización ni sectores de IU son los inventores o impulsores de AeC. Un efecto colateral de esta estrategia discursiva es el de otorgar al ‘enemigo’ un poder y una capacidad operativa mucho mayor de la que efectivamente dispone. Cuando la dirección de Podemos denuncia que AeC es una operación de IU, está implícitamente diciendo que IU tendría la capacidad para hacerlo. Lo que entra en contradicción con la otra parte de su discurso, la de que IU es un zombi político. La coherencia interna no suele ser un mérito de las teorías conspiranoicas, así que este error no es un problema en términos de difusión y persuasión. Pero el problema ‘estalla’ exactamente cuando la estrategia se hace efectiva: si ganas, y todo el mundo acaba creyéndose tu teoría, entonces también se creerá su premisa implícita. Acabas haciendo a tu ‘enemigo’ más fuerte de lo que es.
Esto tiene dos efectos negativos para Podemos. En el caso de que AeC cumpla sus promesas y haya un proceso de confluencia amplia, la dirección de Podemos deberá adaptarse a un escenario en el que interactúa un actor crecido que podría disputarle poder simbólico. En el caso de que la apuesta de AeC fracase, Podemos tendrá en IU un competidor electoral bastante más fuerte del que hubiese tenido en caso de no haber lanzado esta ofensiva.
La segunda afirmación, utilizada muy a menudo, al menos por una parte de los defensores de la apuesta confluente, también es una estrategia discursiva muy común y que suele tener cierto éxito. El secreto del mismo también es simplificar lo complejo a través de una hipótesis que construye un mito: explicando el desarrollo amplio y tortuoso de un proceso social a través de un único hecho que marca un comienzo muy concreto y que explicaría el todo en tanto que consecuencias del mismo. Es cierto que el reglamento de las primarias –y la pregunta sobre la metodología de confluencia– de Podemos tiene un sabor plebiscitario que choca mucho con las prácticas democráticas post-15M y ha desencadenado acciones de repulsa. La parcialidad del argumento reside en borrar todo el proceso –interno y externo a Podemos– que ha llevado a que estas primarias fuesen como son y al hecho de que esta vuelta a lo plebiscitario pueda tener cierta explicación política.
El efecto no deseado evidente es el de despotenciar la posibilidad de crítica. Focalizando toda la atención en un solo momento se pierde visión de conjunto, y en este campo tan estrecho cualquier opción es defendible, sólo es una cuestión de gustos y vaticinios: este método de primarias es más plural/democrático, mis sondeos me dicen que esta manera de concurrir a elecciones permite ganar...
El hecho es que ambas estrategias son útiles a la hora de fundar y compactar una comunidad, pero son completamente inútiles, e incluso dañinas, para entablar un diálogo. Probablemente era casi obligatorio pasar por ellas. Han tenido cierta utilidad a la hora de marcar los puntos de partida del debate. Pero es el momento de abandonarlas y complejizar ambos discursos, ya que sólo bajando al nivel concreto de la estrategia política defendida por cada proyecto será posible llegar al momento electoral con una propuesta organizativa y electoral capaz de cosechar los resultados que se necesitan para impulsar un cambio político de profundización democrática a la altura del reto lanzado y capaz de perdurar en el tiempo.
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