Ehsan Ullah Khan, la figura que encabeza la lucha contra el trabajo de los más pequeños, ha estado recientemente en Gran Canaria
Este pakistaní asegura que el 100% de la producción de Zara en Asia se sustenta con mano de obra infantil
El año pasado se desplazó a Arteixo para entrevistarse con Pablo Isla y preguntarle por la situación de las industrias que trabajan con niños
    Alicia  Justo
  
  
  
  
  - Las Palmas de Gran Canaria - 28/04/2015 Este pakistaní asegura que el 100% de la producción de Zara en Asia se sustenta con mano de obra infantil
El año pasado se desplazó a Arteixo para entrevistarse con Pablo Isla y preguntarle por la situación de las industrias que trabajan con niños
http://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/esclavitud-infantil-trabajo-Asia-ninos_0_382161784.html
“El 100% de la producción de Zara en Asia es trabajo
 infantil”, confiesa Ehsan Ullah Khan, el líder pakistaní contra la 
esclavitud de niños y niñas que ha estado recientemente en Gran 
Canaria invitado por el Ayuntamiento de Santa Lucía para conmemorar el 
25 aniversario del Espal. Encabeza un movimiento a nivel mundial que 
denuncia el trabajo forzoso que padecen 400 millones de niños en el 
mundo. Khan lleva tiempo centrando su combate, su batalla “personal” en 
Inditex, la multinacional española que ha incrementado sus beneficios en
 un 5% en 2014 pero que según Khan, mantiene a miles de menores cosiendo
 en industrias que forman parte del abrupto tejido de subcontratas que 
se expanden principalmente por Asia.
 El año pasado,
 este pakistaní se desplazó a Arteixo para entrevistarse con Pablo Isla,
 presidente del gigante textil, pero "no me quiso recibir y envió a un 
responsable de la empresa”, recuerda Ullah Khan. Ese día, le cuestionó 
al directivo por qué no trasladaba las industrias a España, un país 
azotado por la crisis económica y un alto nivel de desempleo. “Su 
respuesta fue que los españoles son unos vagos que no quieren trabajar”.
Ullah Khan llegó por casualidad a convertirse en uno de 
los referentes mundiales contra la esclavitud infantil. Era periodista y
 trabajaba en un diario local, pero en 1967 se cruzó con un chico de 18 
años, esclavo, con los ojos llenos de lágrimas apostado a un lado de la 
carretera. “Quise ayudarle, le dije que él era libre como cualquier otra
 persona que nace en otra parte del mundo, pero él solo quería morirse”.
 En este instante decidió emprender su lucha, fundó el Frente de 
Liberación del Trabajo Forzado, que lo llevó a prisión y a sufrir varios
 intentos de asesinato. Desde 1995 vive “forzosamente” en el exilio en 
Suecia sin posibilidad de poder regresar a su tierra. En el país nórdico
 creó el movimiento  Marcha Global desde
 donde articula la lucha para erradicar la explotación  infantil con 
políticas de educación. Khan ha logrado que cinco empresas de Pakistán 
cierren sus instalaciones y la liberación de cientos de niños.
Un menor que trabaja en una fábrica de Pakistán, de Camboya o de 
Bangladesh entra a las 4 de la mañana y sale a las 6 de la tarde. Los 
horarios rondan entre las 10 y las 16 horas  y el salario no supera los 
2€ al día. Las industrias de ropa, alfombras, fútbol o de material 
médico se sustentan con el trabajo de menores que son vendidos a las 
mafias o a las empresas por sus propios padres. “Comprar un niño en 
Pakistán es muy barato y una vez que lo has hecho, puedes hacer con él 
lo que quieras”. Así le sucedió a Iqbal Masih, vendido por su madre 
cuando tenía cinco años a cambio de 600 rupias (12 €). Masil comenzó a 
trabajar en una fábrica de alfombras persas destinadas al mercado 
occidental donde además era maltratado y despojado de todos sus 
derechos. Con 10 años se cruzó en su camino el Frente del Ullah Khan 
quien consiguió liberarlo y convertirlo en una figura contra la 
esclavitud de los niños. Después de un viaje a Estados Unidos, la mafia 
lo asesinó cuando tenía 12 años. 
“Por eso siempre 
digo que no compren en empresas como Zara, Mango, Ikea o H&M, porque
 con el dinero que les entregas, ellos compran 5 esclavos más”. Khan 
sostiene que los gobiernos y grandes multinacionales son cómplices de 
este entramado que saca partido de los oprimidos y los convierte en mano
 de obra barata. “Este es un gran problema político, social, económico y
 militar pero a ninguno de ellos les interesa cambiar el sistema”.
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