Anticapitalistas: Las compañeras Teresa Rodríguez y Rommy Arce desarrollan los argumentos que explican que el próximo 20D hay que apostar por quitarle el poder al IBEX 35. Sólo así podremos dotarnos de las herramientas necesarias para construir una sociedad verdaderamente democrática que derribe los muros de las instituciones y en la que la mayoría social se represente a sí misma.
http://www.eldiario.es/tribunaabierta/Ganar-vivir-miedo_6_449415074.html
Quienes firmamos este artículo formamos parte de una
 generación que no vivió ni padeció la Transición y el “desencanto” 
posterior. Pero sí hemos sufrido sus consecuencias. Durante largos años 
hemos escuchado discursos y relatos sobre ese desencanto, sobre la 
frustración de las oportunidades perdidas, sobre las derrotas políticas y
 sociales de antaño, sobre las claudicaciones y las impotencias de 
entonces. Por suerte, hay otra herencia, muchas veces oculta, 
subterránea, de luchas, batallas, huelgas, que no tiene mucho que ver 
con las medallas que se cuelgan algunos “progres” reconvertidos por 
correr ante los grises, que consiguió muchas cosas. Cosas concretas: 
derechos, mejoras en las vida cotidiana. Esa parte de la historia vivida
 por gente humilde capaz de soñar cosas reales no se cuenta muy a 
menudo, porque al final quienes vencieron fueron los de siempre. Se 
consiguieron mejoras importantes, pero el poder efectivo, el que está 
detrás de los focos, quedó intacto.
Nos negamos a ser
 parte de un 'revival' lastimoso de la Historia. Nos negamos a asumir 
que esta vez va a cambiar algo para que todo siga igual. Queremos 
mejoras concretas, pero queremos que no queden intactas las relaciones 
económicas y políticas estructurales, de poder, que permiten que unos 
pocos se apropien de la riqueza de los que viven de sus manos. Hoy, las 
oportunidades que abrieron el conjunto de movilizaciones y luchas 
sociales que se iniciaron con el 15-M (mucho más determinantes en la 
crisis de régimen que los propios efectos de la crisis económica o la 
corrupción) siguen operando, aunque de forma más limitada. Es por ello 
que las próximas elecciones del 20D nos jugamos mucho: mantener y 
profundizar el escenario de inestabilidad política o, por el contrario, 
transitar hacia un reajuste por arriba que cierre las opciones de 
transformación que se han expresado en las calles en los últimos años.
Queremos que no queden intactas las relaciones económicas y políticas estructurales, de poder, que permiten que unos pocos se apropien de la riqueza
Creemos que ante estas elecciones hay dos riesgos que 
nos pueden atenazar. Desde arriba, la amenaza de la regeneración 
fantasma con nuevos y viejos actores al servicio de los intereses de las
 élites, de una reforma constitucional incompleta e insuficiente que nos
 aleje del objetivo de abrir procesos constituyentes donde podamos 
discutir sobre todo y abrir todos los grilletes. Por abajo, un clima de 
resignación que vaya cubriendo el escenario de una parálisis en la 
movilización social que no ayude a un proyecto de cambio para los y las 
de abajo. Un estado de ánimo que trate de repetirnos que no es posible, 
que no se puede. Ante ambas amenazas nos rebelamos. Somos conscientes de
 los errores propios y los aciertos ajenos en la disputa política de los
 últimos meses.
En esos errores, de hecho, podemos 
encontrar los efectos del trabajo sistemático por tratar de liquidar ese
 estado de ánimo colectivo que impulsó la idea de cambio inmediato. Pero
 no es tiempo de lamentos. Ya llegará el tiempo de los balances, de los 
debates estratégicos ante los nuevos escenarios por venir. Hoy, como 
ayer, toca apostar por seguir profundizando en la inestabilidad del 
desorden corrupto y austericida imperante. Y esa inestabilidad pasa por 
la derrota del IBEX-35 y sus partidos (PP, PSOE y C's) porque no hay 
espacio para la conciliación con quienes han ejercido de pirómanos y 
saqueadores de derechos. En esta campaña, por tanto, toca dividir el 
espacio: frente a los mayordomos de los ricos hay que confrontar con la 
auto-organización popular de quienes sufren la precariedad, la 
explotación o el exilio. Tengamos memoria: el PP y el PSOE dicen una 
cosa en campaña electoral y luego hacen otra cuando gobiernan. Que nadie
 se crea sus mentiras. Que nadie se olvide que son ellos los 
responsables de que haya 6 millones de desempleados y desempleadas, que 
los grandes empresarios ganen más con la crisis, que muchos pequeños 
negocios han cerrado porque sólo se beneficia a las grandes 
multinacionales, que los salarios han bajado, que la sanidad y la 
educación se han precarizado para pagar la deuda aunque sigan 
funcionando gracias al esfuerzo de miles de profesionales, que aquí se 
ha robado con impunidad. Nosotras planteamos que todo esto tiene que 
acabarse porque podemos. Nos indignamos porque tenemos que hacerlo. 
Sabemos que no va a ser fácil, no prometemos por prometer: solo pedimos 
que no se olvide nadie de lo que han hecho las élites políticas y 
económicas mafiosas y explotadoras que han saqueado este país.
Podemos sigue siendo quien mejor encarna las posibilidades de derrotar 
al pasado y ganar las instituciones para la gente de abajo. Por fortuna,
 otros actores acompañan este proceso. La candidatura que impulsa 
Barcelona en Común o la dinámica unitaria en Galicia son expresiones de 
la posibilidad de conformar un sujeto electoral potente, diverso, 
plural. Esta multiplicidad de actores y experiencias, más allá del 
equilibrio inestable que siempre implican, pueden ser un mecanismo 
fundamental para acercarnos al necesario éxito en lo electoral. Pero 
sabemos que eso solo no basta. La experiencia griega muestra los límites
 al cambio que establecen las actuales instituciones. O los recientes 
sucesos en Portugal y el golpe de Estado parlamentario de la derecha 
muestran cómo el conflicto sigue operando más allá de los resultados 
electorales. Es en la disputa política (en todas sus dimensiones) y en 
la lucha social donde se sigue dirimiendo la guerra social de la minoría
 privilegiada y la mayoría social, de intereses antagónicos.
Por eso creemos que el 20D es un hito fundamental que, en gran medida, 
va a delimitar el terreno de juego de la acción política, de las luchas 
sociales en el próximo periodo, de las posibilidades de que se nos 
escuche, de lograr conquistar mejoras para la gente. Pero va a haber 
vida más allá de la contienda electoral. Si queremos “ganar” en un 
sentido de la profundización democrática necesaria (lo cual, como decía 
Pablo Iglesias, implica expropiar el poder de los pocos para dárselo a 
los más) debemos ganar en todos los ámbitos donde hay disputa por el 
poder. Y eso pasa por ganar los necesarios combates de ideas y revertir 
la hegemonía dominante en ese terreno. Pero también pasa por ganar en 
todos los espacios donde se expresa el conflicto social. Ganar ahora, 
por tanto, en lo electoral, en lo político y en lo social. Ganar, en 
definitiva, para sacudirnos el miedo, para algo tan simple como que todo
 el mundo pueda tener una vida digna, sin estar atenazados y atenazadas 
por el miedo a la pobreza, a los desahucios, al exilio económico, al 
paro. Estamos convencidas de que la justicia social es algo 
innegociable, que no hay excusas. El 20D salimos a ganar, en definitiva,
 para sacudirnos el miedo, para construir el nuevo escenario de lo 
común.
 *Teresa Rodríguez y Rommy Arce son militantes de Anticapitalistas
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