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El patrimonio de los 62 principales multimillonarios ha aumentado en un 44%, en detrimento de la mayoría. Xavier  Febrés - 24/01/2016 - 
      
  
 Resultan demoledoras las cifras sobre aumento acelerado de la 
desigualdad social presentadas en el último informe “La economía al 
servicio del 1%”, recién publicado por la organización internacional 
Oxfam coincidiendo con la celebración del Fórum Económico Mundial de 
Davos de los líderes políticos y económicos, si no fuese porque ya nos 
hemos acostumbrado. Se basa en el Informe sobre la Riqueza 2015 del 
banco Credit Suisse para reconfirmar que en estos momentos el patrimonio
 acumulado por el 1% de la población mundial equivale al de todo el 
resto de los 700 millones de habitantes del planeta y que durante los 
últimos cinco años el patrimonio de los 62 principales multimillonarios 
ha aumentado en un 44%, en detrimento de la mayoría de los demás 
ciudadanos.
  
 En Europa en particular, España es considerada el segundo país más 
desigual (después de Letonia) y la actual política económica favorece    esa concentración de riqueza en vez de apuntar a la redistribución y la equidad.  
  El informe señala como causas el sistema fiscal insuficiente sobre la 
acumulación de patrimonio y la transferencia de beneficios a los 
paraísos fiscales.   
 “Los ricos no pueden seguir defendiendo la idea de que su riqueza 
beneficia a todo el mundo. Al contrario, su extrema riqueza es un 
síntoma de una economía global enferma”, ha manifestado Winnie Byanyima,
 directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
  También en 
Catalunya el resultado de la última crisis económica ha sido inapelable y
 reconocido: los especuladores que la causaron con prácticas corruptas y
 burbujas fraudulentas han sido rescatados con dinero público a cambio 
de recortar puestos de trabajo, servicios públicos y derechos de la 
mayoría de la sociedad. No ha representado tan solo una crisis 
económica, sino una crisis de la democracia, una resoplido del 
salvajismo de la ley del más fuerte, un vaciado de contenido del sistema
 representativo y redistributivo.
 
 Todos dan por descontado que la lenta recuperación intentará llevarse a
 cabo a costa de consolidar la precarización de los puestos de trabajo 
disminuidos, de los salarios y los derechos sociales. El refuerzo de los
 responsables de la crisis y el debilitamiento de sus víctimas ha sido 
posible por la complicidad de los organismos políticos representativos y
 la falta de oposición durante largos períodos de los ciudadanos 
desmovilizados, convertidos en electores irrelevantes.
 
 La metralla del diagnóstico se ve avalada por numerosos y reiterados 
estudios. Uno de los escasos ingredientes democráticos que se salva es 
la información, tal vez porque ha servido de poco frente al saqueo 
organizado.
  
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