http://kaosenlared.net/la-gran-hipocresia-de-los-grandes-medios-de-informacion-y-persuasion-los-casos-de-lagarde-y-galeano/
Han ocurrido en estas últimas semanas
unos hechos cuya cobertura mediática merece especial atención. Uno ha
sido las declaraciones de la Presidenta del Fondo Monetario
Internacional (FMI), la Sra. Christine Lagarde, subrayando que un
fenómeno muy negativo y preocupante que ha estado ocurriendo en el
mundo, incluyendo en los países a los dos lados del Atlántico Norte, es
el enorme crecimiento de las desigualdades que está interfiriendo, no
solo en la eficiencia de las economías, sino también en el bienestar de
las poblaciones. Estas declaraciones han sido transmitidas y comentadas
positivamente por los mayores medios de información en España,
presentándolas como indicador de la sensibilidad social del FMI e
incluso como muestra de una preocupación de tal institución por la
calidad de vida de la mayoría de las poblaciones afectadas negativamente
por tal incremento de las desigualdades.
En ninguna parte de estos mayores medios
se ha publicado, sin embargo, que el FMI ha sido y continúa siendo una
de las instituciones más responsables de dicho crecimiento de las
desigualdades. Veamos, por ejemplo, lo que ha pasado y continua pasando
en Grecia. La falta de protección que el Banco Central Europeo, BCE,,
(que ha sido más bien un lobby de la banca en vez de un Banco Central)
ha ofrecido a los Estados de la Eurozona, incluyendo al Estado griego,
frente a la especulación de los mercados financieros explica que los
bancos privados alemanes, franceses, españoles y griegos, entre otros,
se forraran de dinero comprando deuda pública al Estado griego a unos
intereses abusivamente altos. Estos bancos privados conseguían dinero a
unos intereses bajísimos del BCE y con este dinero compraban deuda
pública griega a unos intereses altísimos. Sin duda era el chollo del
año para el capital financiero. (Ver mi artículo “El escándalo y
latrocinio de la deuda griega”, Público, 3 de febrero de 2015).
Pero, como sanguijuelas que son, tales
bancos privados chuparon tanto del cuerpo (en este caso, el Estado
griego) que éste estuvo a punto de morir. Y si hubiera muerto, los
bancos habrían sufrido unas enormes pérdidas. De ahí que el FMI, el BCE
y los Estados de la Eurozona les compraran enseguida a los bancos
privados la deuda pública que tenían, evitando por tanto que éstos
colapsaran. Es lo que se llamó “rescate bancario”. Tanto los Estados
como el FMI y el BCE son organismos públicos, es decir, financiados
públicamente, lo cual quiere decir que la ciudadanía de esos Estados
–gente como usted y yo, lector- pagó millones y millones de euros a los
bancos privados para su rescate. Y ahora la Sra. Lagarde le está
exigiendo al Estado griego que le pague a la institución que dirige, el
dinero que se gastó salvando a los bancos.
¿Y quién se benefició de este rescate?
¿Quiénes dentro de los bancos? Pues les aseguro que no fue la gente
normal y corriente. Los que se beneficiaron enormemente fueron los
banqueros y los accionistas de tales bancos, además de los depositarios
de grandes fondos de depósitos. En contra de la teoría neoliberal del
capitalismo popular (en el que supuestamente la gente común es la que
posee acciones en las instituciones financieras) la concentración de la
propiedad del capital financiero es enorme. Un porcentaje muy reducido
de la población –los ricos y los súper-ricos- son los que tienen la gran
mayoría de los depósitos y acciones en los bancos. Este rescate a los
bancos benefició, pues, a estos ricos y súper-ricos, a costa del dinero
de los ciudadanos que, además de ver cómo sus servicios públicos iban
siendo recortados (para que el Estado pudiera pagar el rescate) eran los
que tenían que pagar los impuestos, para pagar los rescates. Sería
difícil diseñar un proceso más perverso, en beneficio de una minoría
privilegiada y a costa de la mayoría. Y uno de los diseñadores del
sistema fue y continúa siendo el FMI, que la Sra. Lagarde preside, la
misma señora que ahora lamenta que las desigualdades estén creciendo
tanto. Mientras, los mayores medios de información (endeudados hasta la
médula), todos ellos serviles al capital financiero, no dicen ni pío,
alabando a la Sr. Lagarde por su supuesta sensibilidad social.
Por cierto, acabo de leer en El País
las declaraciones del Sr. Blanchard, Director del mismísimo FMI, y del
Sr. Draghi, Presidente del BCE, lamentándose de que España tenga un
desempleo tan elevado, proponiendo, una vez más, que el gobierno Rajoy
desregule todavía más el mercado de trabajo que, como toda la evidencia
ha mostrado, empeorará todavía más la situación, aumentando el
desempleo. Es impresionante ver el grado de dogmatismo que tales
personajes tienen, impermeables a la evidencia científica tan abundante y
convincente que existe de que las reformas laborales propuestas por
tales personajes y llevadas a cabo por los gobiernos españoles, han sido
en gran parte responsables del incremento del desempleo.
El otro gran caso de la hipocresía de esta semana
El otro hecho remarcable estos días ha
sido la cobertura mediática en los grandes medios de la muerte de
Eduardo Galeano, uno de los escritores más coherentes que ha producido
Latinoamérica, cuya pluma estaba al servicio de la población súper
explotada que vive en aquel continente. Conocí a Eduardo cuando los dos
servimos en el Tribunal de los Pueblos, un tribunal popular establecido
para juzgar las enormes violaciones de derechos humanos que estaban
ocurriendo en aquel continente. El Tribunal se reunió en varios Estados
en Latinoamérica, no siempre en condiciones fáciles ni normales, donde
estaban teniendo lugar tales violaciones. Era una persona que irradiaba
sencillez, camaradería, bien hacer y compromiso con aquellos que no
tienen voz. No hay duda que es el autor más conocido y estimado a nivel
de calle en Latinoamérica. Ignorado y marginado por los grandes centros
del establishment latinoamericano y europeo, sus escritos han sido
leídos y han impactado a millones y millones de lectores que siempre
terminaban la lectura agradeciéndole, como amigo, que hablara y
escribiera en nombre de todos ellos. Era la voz de los sin voz, que son
la mayoría.
Es, pues, notorio, que su muerte haya
tenido tanta resonancia en los mayores medios del establishment. Todos
ellos –los cinco rotativos más importantes del país y los seis canales
de mayor audiencia de televisión-, que durante todos estos años han
marginado su trabajo (mientras promovían al escritor Mario Vargas Llosa,
la voz del Capital en América Latina, defensor a ultranza del
neoliberalismo que ha causado tanto dolor y sufrimiento en aquel
continente) le han dedicado grandes elogios. Sin embargo no es
sorprendente, era predecible: siempre hacen igual. Estos medios
celebran las voces críticas cuando se mueren, no tanto para celebrarlo,
sino para aparentar, con sus alabanzas, que son equilibrados y que
reflejan una diversidad en sus páginas que en su vida diaria niegan y
carecen de ella. Sus páginas laudatorias post mortem a Eduardo Galeano
son la hoja de parra que oculta su desnudez. Son otro ejemplo de su
enorme hipocresía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario