Francisco Etxeberria / Profesor de Medicina Legal y Forense
http://ctxt.es/es/20160420/Politica/5495/memoria-historica-fosas-exhumaciones-franquismo-represion-Lasa-Zabala-GAL-PSOE-Felipe-Gonzalez-Espa%C3%B1a-Entrevistas.htm Isabel Camacho - Bilbao | 20 de Abril de 2016
Francisco Etxeberria (Beasain, Gipuzkoa, 1957) es uno de 
los forenses más prestigiosos del mundo. Capaz de demostrar que Salvador
 Allende se suicidó. Ahondar en la hipótesis de que a Pablo Neruda le 
mataron inoculándole gérmenes patógenos. Propiciar con su investigación 
la identidad de los autores de los tiros a Victor Jara, quien cantaba 
que “la vida es eterna en cinco minutos”. Identificar los huesos 
enterrados en cal de las primeras víctimas de los GAL: “caso Lasa y 
Zabala”. Recuperar más de 8.500 esqueletos de asesinados fuera del campo
 de batalla y enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil o 
recoger el estremecedor testimonio de mil torturados en la España 
democrática. 
Es presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, 
profesor de la UPV y espeleólogo de afición “Allí solo escucho el latido
 del corazón”.  Le acaban de conceder el premio Gernika por la Paz, 
junto al expresidente de Uruguay José Mujica, por su contribución a la 
recuperación de la memoria histórica.  
Durante los últimos 16 años que está volcado en la 
recuperación de la memoria histórica, ha llegado a tres conclusiones. 
Primera: la represión fue generalizada en toda España. Segunda: se 
asesinó a mujeres, ancianos y niños. El 4% de los asesinados fueron 
mujeres. Y tercera: nunca antes se habían investigado los hechos. “Habrá
  algunos que dirán vaya simpleza, que ya se sabía. Pero no hablo por 
hablar sino que es el resultado de mi trabajo y el de mi equipo. Y esas 
conclusiones son indiscutibles”. Su experiencia le permite aseverar que 
los hombres no son buenos por naturaleza. “Para convertirse en canalla 
bastan cinco minutos”.
Comenzó hace 16 años frente al silencio administrativo de más de 60 años.  ¿Recuerda los inicios?
En el año 2000 surgió una solicitud muy concreta y se creó
 un equipo, en el que yo me integré, y desde entonces hasta ahora hemos 
abierto más de 350 fosas comunes en toda España, hallado más de 8.000 
esqueletos… Aquel caso es el primero que se realizó con una metodología y
 un equipo. No se puede olvidar que hasta entonces y tras la muerte de 
Franco se exhumaron muchas fosas. Pero lo hicieron los familiares por su
 cuenta y sin el apoyo de nadie. Se paralizó con el golpe de Estado de 
Tejero y se reactiva especialmente en 2000. Y cuando surgió yo si creí 
que era necesario que no lo hicieran los familiares a solas,  ni de 
cualquier manera. No podía ser posible que en el siglo XXI se hicieran 
exhumaciones sin implicación de organismos universitarios e 
 instituciones o centros y laboratorios. 
¿Cómo eran aquellos años en los que les prohibían 
abrir una fosa, buscar en un archivo militar o en los de la Dirección de
 Instituciones Penitenciarias?
La Ley de la Memoria Histórica, aprobada en 2007, ha 
recibido muchas críticas pero para lo que sí ha servido es para que los 
archivos, por fin, sean accesibles a los investigadores y a los 
historiadores siempre que tengan una antigüedad superior a los 50 años, 
que es lo que dice la ley.
Con respecto a las fosas, ha sido un poquito distinto pero
 ha ido creciendo la implicación institucional, aunque con desigualdades
 totales. No tiene nada que ver lo que pasa ahora mismo en el País 
Vasco, donde hay una ventanilla a la que el ciudadano puede acudir e 
instar a que se investigue su caso, con otros lugares en los que esto no
 existe.   
¿No hay una instancia concreta adonde acudir?
No, no existe. Se han hecho cosas en Andalucía, en 
Cataluña, en Extremadura, en Aragón… pero hay zonas donde no se ha hecho
 absolutamente nada de nada de nada.
¿Y recurren a usted y su equipo? 
A nosotros nos ha ocurrido también otro fenómeno y es que 
como mucha gente emigró al País Vasco después de la guerra y son 
ciudadanos  vascos y tienen a su hermano mayor enterrado en un pueblo de
 Zamora o Albacete o Sevilla, nos hemos trasladado a esos lugares 
después de que la gente nos pidiera que les echáramos una mano pero no 
hay financiación. Entre  2000 y 2016 son más los años en los que no ha 
habido ningún apoyo económico que en los que sí la hubo, que fue durante
 el Gobierno de (José Luis) Zapatero. 
Y actualmente, ¿tienen apoyo económico del Gobierno?
Del Gobierno vasco lo hemos tenido siempre pero de los 
gobiernos del PP no hemos recibido absolutamente nada en lo económico. 
Pero tampoco nada en apoyo organizativo. Tiene que haber un apoyo 
organizativo, de medios  y personas para realizar este trabajo. Se 
pueden favorecer estas cosas sin gastar tanto dinero poniendo a 
funcionar lo que ya está inventado, como laboratorios o equipos. Pero 
tampoco se ha hecho.
¿No hay interés? 
Ningún interés del partido ni de la institución. Sin 
embargo, a veces, sí lo encuentras a nivel individual de militantes de 
ese partido. 
Algunos todavía les acusan de querer reabrir las 
heridas de la Guerra Civil. ¿Hay que explicar por qué sigue siendo 
vigente reconocer a las víctimas del franquismo? ¿Es una deuda de la 
democracia?
Lo que dicen es que esto divide a los ciudadanos o reabre 
heridas. Y no es así. Lo tenemos estudiado. Lo que ocurre es que reabre 
un debate, abierto en otros lugares del mundo, pero aquí puede no gustar
 a las maquinarias de los partidos, no a las personas. Un partido que 
está pensando en estrategias, en cálculos inconfesables, esto no les ha 
sentado demasiado bien. No fue diseño de ellos y se desconcertaron. 
Cuando se sabe que es un movimiento civil, no controlado políticamente 
por nadie, aunque haya habido partidos que se hayan acercado, no ha 
gustado mucho. 
¿Tendrá algo que ver con que el PP es en cierta medida heredero del franquismo? 
Claro. La sociología del franquismo llega hasta nuestros 
días. El éxito del franquismo es haberse perpetuado, en algunas formas, 
actitudes o maneras, hasta nuestros días. Y ello alcanza a unos más que a
 otros, naturalmente. Y se nota más en un partido político que en otro. 
Pero hay más cosas que alcanzan a la totalidad y a todos: un complejo de
 culpabilidad por no haber sabido hacer algo más de lo que se hizo.  
¿Es una deuda de la democracia?
Estoy convencidísimo. Pero, además, está pasando en otros 
lugares del mundo. Algunos creen que esto es algo local. ¿Es correcto 
que tú puedas vivir en un término municipal en el que existan 
enterramientos clandestinos en sus montes y gente asesinada dentro de 
esas fosas y que no se haya tomado  nota, no digo ya que se exhume? Se 
puede decir: no vamos a exhumar pero vamos a señalizar, a proteger. Pues
 eso no se ha hecho. 
En cambio, el Gobierno español sí había acordado el traslado de militares españoles de la División Azul enterrados en Rusia? 
Desde luego. Es que, precisamente, una de las cosas que 
también espoleó en 2000 es saber que existía ese plan que se hizo con 
presupuestos públicos y al que nadie se opuso. Yo tampoco me opongo y me
 parece necesario. Pero lo asombroso es que parece más fácil  poder 
exhumar una fosa que está en tu pueblo o las afueras. No faltan personas
 en España que se han preguntado si se puede ir a la que fuera Unión 
Soviética a hacer ese rescate, cómo  no se va a poder hacer esto otro 
que lo tengo aquí lado.  
Afortunadamente, la memoria histórica no es solo cosa de 
fosas, sino que ha servido para abrir un espacio más amplio: como 
cineastas que hacen películas sobre el particular, se hacen tesis 
doctorales en España o se organizan cursos o música rock o recitales de 
poesía, obras de teatro… Y creo que esto no se puede parar. No es una 
cuestión de ser vengativos sino de atender una serie de hechos que no se
 han atendido, aunque  algunos ya son imposibles, como el derecho a la 
justicia, que ya es imposible por el tiempo transcurrido. Pero el 
derecho a la verdad, sí.
   
A menudo, los familiares solo pedían que la 
Administración les informara de si la víctima fue fusilada o le habían 
enterrado en una cuneta.
Es el derecho a saberlo y por escrito. Los familiares, a 
veces, ya saben, aproximadamente, lo que ocurrió pero nadie se lo ha 
puesto por escrito. Y nadie se lo ha enviado por escrito. Lo que hacemos
 en el País Vasco es esto que estás preguntado tú. Existe una ventanilla
 a la que pueden acudir los ciudadanos en busca de información. Unos 
expertos investigan y esa información técnica que se genera la envía 
formalmente el Gobierno vasco  al domicilio del solicitante, del 
familiar. Esta es la clave: que la Administración entiende que también 
tiene la obligación de atender esa demanda. Y esto no se ha hecho 
adecuadamente en otros sitios de España.  
Frente a la actitud oficial de abandono, la gratitud de los familiares. ¿Algún recuerdo especial entre tantas emociones? 
Me viene a la cabeza una exhumación que hicimos por la 
zona de Burgos, donde el hijo del desaparecido, que vive en Madrid, y 
que estuvo en la exhumación, nos contó que el momento más trágico de su 
infancia no es cuando matan a su padre y él siendo niño no termina de 
entender el significado de esa muerte, sino tres años y medio después. 
Agarrado de la mano de su madre fue al monte a depositar unas flores en 
la fosa y los del pueblo les apedrearon y tuvieron que salir corriendo 
del pueblo.  Fíjate qué peligro representaban para España esa mujer y 
ese niño. Otro caso, en Aragón, tras el asesinato del padre, se entregó a
 la familia un papel en el que les daban 48 horas para abandonar el 
pueblo o correr la misma suerte. El día de la exhumación, todavía 
conservaban el escrito y nos lo enseñaron.
¿Cuántas exhumaciones llevan realizadas, cuántas identificaciones? ¿Han elaborado un mapa de emplazamientos?  
En España, hemos exhumado entre unos equipos y otros casi 
400 fosas distintas en estos 16 años, recuperando más de 8.500 
esqueletos. Se dice que son ciento y pico  mil los desaparecidos. No 
llegaremos nunca a encontrar los restos de cien mil personas. En cuanto a
 la identificación de los restos es desigual. Hay casos en los que se ha
 identificado a todos y otros en los que ha sido muy difícil.  Difícil 
es todo: encontrar la fosa e identificar a quienes están. Nosotros hemos
 identificado a uno de cada tres a través de pruebas genéticas. Cuando 
identificas sin duda a algunos, puedes saber quiénes son los otros que 
están en la misma fosa por deducción. A veces no hay descendientes con 
quienes podamos hacer un cotejo o las muestras están tan degradadas que 
es imposible extraer ADN, aunque esta parte técnica del ADN, que es lo 
que más le gusta a la gente hoy en día, no es lo más importante que 
tenemos entre manos. 
La idea es sacarlos de las fosas, aunque solo sea por no 
dejarlos en el lugar donde fueron abandonados por sus asesinos. Después,
 pueden hacerse cosas tan raras como volver a enterrarlos en el mismo 
lugar, llevarlo a un panteón familiar, incinerarlo… Ese no es el 
problema. Cuando los familiares ven que hay un esfuerzo de búsqueda, y 
si además, a veces, es exitosa, lo agradecen mucho.  
¿Quiere decir que todos estos muertos se encontraban fuera del  campo de batalla?
Sí. La verdad no se ha explicado correctamente. Se ha 
venido diciendo que la gente se murió porque hubo una guerra con dos 
bandos que se sacaban las tripas unos a otros. Pero yo no hablo de los 
muertos en combate, sino de gente civil asesinada donde no hubo ninguna 
guerra. Y eso pasó, sobre todo, al principio de la guerra.
   
Algunos no han hablado nunca de asesinatos, sino de muertes entre españoles o hermanos.
Sí. Y lo más fácil para comprender esto es cuando en el 
Parlamento español, a veces, aún se ve cómo quienes hablan de esa etapa 
histórica se refieren al régimen anterior. Eso es un insulto. En lugar 
de decir la dictadura fascista de Franco, por no usar las palabras 
adecuadas, se inventan lo del régimen anterior. En lo que sí ha existido
 unanimidad discretísima es en la condena del Parlamento de Madrid al 
franquismo por primera vez el 20 de noviembre de 2002.  Tuvimos que 
esperar hasta esa fecha. 
¿Se cerrará algún día esta tragedia?
Pues no sé si se llegará a cerrar porque en ningún otro 
lugar del mundo se cierra en esos términos. En Alemania se ha hecho una 
reflexión pero aquí no. Yo lo que creo es que hay un valor pedagógico 
detrás de esto y cada vez hay más profesores que incorporan a sus clases
 los resultados del trabajo que hemos estado haciendo.   
Fue llamado para esclarecer la muerte de Salvador 
Allende y su  investigación concluyó que se  había suicidado. Creo que 
ese trabajo le impresionó especialmente.  
En el año 1973 yo era estudiante en Valladolid cuando nos 
enteramos del golpe de Estado en Chile y no nos lo podíamos creer.  En 
España se estaba extinguiendo la dictadura de  Franco y en otro lado del
 mundo, que contaba con nuestra simpatía, se inauguraba una. Así que fue
 muy emotivo cuando me llamaron para participar en una comisión 
internacional para esclarecer su muerte. Había una versión oficial, que 
podría haber sido falsa porque la fiabilidad que tenía la fiscalía 
militar en aquella época era escasa. Pero nosotros llegamos a la misma 
conclusión tras la investigación: que sí era un suicidio. Estoy 
totalmente seguro. Lo hemos demostrado técnicamente. Salvador Allende se
 suicidó cuando se dio cuenta de que no tenía solución porque nadie le 
apoyaba desde el extranjero. Se sintió solo y al hacerlo se  refugió en 
el único lugar donde puede refugiarse una persona que se encuentra sola,
 en el suicidio. A algunos su  suicidio puede parecerles menos heroico 
que si hubiera sido asesinado, pero para mí, es exactamente igual. Sobre
 todo por sus discursos de horas antes que tienen una fuerza increíble. 
Fue un acto de dignidad.
Claro. En cierta forma no aceptó nunca lo que le 
propusieron. Abandonar su país y marcharse al exilio a México y después,
 ya se vería. No, no.
También ha participado en el esclarecimiento de 
las causas de la  muerte del  poeta Pablo Neruda, amigo de Allende, 
ocurrida diez días después del golpe de Pinochet. 
Lo repentino de su muerte y en el momento en que ocurrió 
levantó sospechas de que lo habían envenenado. Y eso se explica porque 
muere rápidamente después de que le pusieran una inyección estando 
hospitalizado. Nosotros lo estudiamos y no hay nada que permita sostener
 esa versión. Lo que pasa es que ha surgido otra hipótesis y la estamos 
investigando. Sería que lo que le inyectaron no fue un veneno sino 
gérmenes patógenos. Las muestras están muy degradadas, hay que aclarar 
de qué cepas, de qué gérmenes  se trata… Es muy, muy difícil.
¿Se puede matar inoculando gérmenes? 
Sí, sí. Hay algún antecedente en tiempos posteriores y en 
Chile. No deja ni rastro. Inyectan en vena una serie de gérmenes y 
entras en una sepsis, mueres y todo el mundo puede pensar que es una 
muerte natural por infección.
Por la edad, seguro que usted había  tarareado en 
alguna ocasión `Te recuerdo Amanda´, del chileno Víctor Jara. Su trabajo
 ayudó a conocer la identidad de sus asesinos. ¿Qué le supuso 
personalmente?
Este caso es muy emocionante para mí. Cuando Víctor Jara 
canta esa canción está recordando a su madre, que se llamaba Amanda. Y 
eso no lo sabe casi nadie. Y su padre se llamaba Manuel. Es decir, está 
recordando cuando Amanda va a llevar la comida a Manuel a la fábrica.  Y
 esa es mi vida como guipuzcoano. Mi padre trabajaba en una fábrica y mi
 madre le llevaba la comida todos los días. Es la misma historia. No 
solo para mí, sino para miles de personas. 
Y, profesionalmente, lo interesante es que cuando hicimos 
la investigación de cómo fueron los disparos en la cabeza, el juez 
ordenó la detención de varios militares que entonces eran muy jóvenes y 
ahora son ancianos. Los asesinos se han acusado mutuamente y han 
empezado a discutir entre ellos. Pero lo mejor es que a la vista de los 
nuevos datos, se sabe quiénes participaron y han tenido que presentarse 
ante el juez y declarar. Y derivado de la investigación judicial, no 
solamente del aspecto  forense, el juez ha ordenado la detención de 
varios de ellos y sobre uno que vive en Estados Unidos ha recaído una 
orden de extradición.  
En Euskadi, sobre todo, ha quedado en la memoria su intervención en la identificación de Lasa y Zabala.
Este es el caso. No puede haber un ejemplo mayor de 
terrorismo de Estado en el que con dinero y funcionarios públicos se 
cometen hechos delictivos tan graves con conocimiento de las autoridades
 políticas. Lo tiene todo. Y, además, en otro país soberano, que es 
Francia. Más es imposible. Algunos políticos (del PSOE) tuvieron la 
desfachatez, cuando se reclamó su posible secuestro y desaparición, de 
decir “estarán en México”, un insulto para las familias. Pero los habían
 torturado, asesinado y enterrado en cal viva. Tenían 18 años. Es un 
caso muy interesante porque una vez que se hallan los restos, la 
pregunta es quién lo hizo. Y al aceptar el crimen se termina sabiendo 
quién ha sido. Si hubiera ocurrido al revés, habría concluido en que “se
 cayó por una escalera”, “unos empujones”. 
Era un tiempo en el que se  actuaba sin control 
¿Cree que el Gobierno de Felipe González estaba al tanto de las acciones
 de los GAL?
Por supuesto. Tú no puedes hacer ese tipo de cosas sin ser
  entendido, amparado y protegido. No tengo ni idea de si Felipe 
González es la X pero sí que un guardia civil de Intxaurrondo, que está 
cabreado un sábado a la tarde, y porque ha bebido más de la cuenta, con 
otros dos individuos, dan una paliza y torturan… hombre, no. Además, si 
ocurriera así, los autores serían sancionados. A nadie se le ocurre motu proprio.
¿Qué opinión le merece que el líder de Podemos, 
Pablo Iglesias, culpara al PSOE de tener las  manos manchadas de cal, en
 relación con este caso? 
No me parece ni bien ni mal. Pero no parece sorprendente 
que estos reproches se hagan. Ustedes no pueden negociar con nosotros 
porque  habrá alguien entre ustedes que se lo está impidiendo, se está 
refiriendo a Felipe González, y los que por ahí pueden llamarte por 
teléfono “oye, Julián (San Cristobal, gobernador civil de Bizkaia y 
condenado por el secuestro del ciudadano Segundo Marey, autoría de los 
GAL), no se te ocurra tal cosa.  Iglesias hizo el reproche en ese 
sentido y luego ya caliente mencionó a Felipe González porque era el 
presidente del Gobierno. A mí no me extraña que estas cosas puedan 
surgir.
¿Habrá reconocimiento algún día?
En la memoria que estamos haciendo sobre torturas en el 
País Vasco, estamos recogiendo testimonios de víctimas. Y a  veces, al 
finalizar se les pregunta “¿qué preferirías, que se juzgue a tus 
torturadores y que se les sancione o que se reconozca públicamente que 
te han torturado? ¿Y qué crees que dicen? Dicen “los torturadores, 
seguramente, obedecían órdenes y formaban parte de una maquinaria 
perversa, a mí me tocó, me desguazaron… Pero lo que no soporto es que 
pase el tiempo y no se reconozca y, encima, que digan que es mentira, 
que me lo he inventado”. 
El reconocimiento tienen dos dimensiones: institucional y 
social. Las víctimas de ETA tienen un buen reconocimiento institucional,
 pero en el País Vasco no tienen el reconocimiento social que se 
merecen. Sin embargo, en otras víctimas ocurre lo contrario. 
Y si me preguntas si quiero equiparar a los que se han 
convertido en víctimas te diré que claro que quiero. Porque todas las 
víctimas tienen los mismos derechos y yo que soy ajeno por no serlo 
tengo que atender  sus derechos. Las víctimas se igualan en cuanto a 
derechos. Lo quiero explicar un poco mejor. Cuando las víctimas se 
convierten en víctimas  tienen derechos y los demás tenemos que atender 
esos derechos. No son iguales de origen ni quieren ser iguales. Y esos 
derechos son atendidos desigualmente. Por lo tanto, yo llego a una 
conclusión: a las víctimas hay que darles lo que les falta. Las 
 víctimas de ETA tienen insuficiente reconocimiento social pues en eso 
hay que trabajar. A las del franquismo les falta el reconocimiento 
institucional. 
¿Y a las víctimas de la guerra sucia?
A  las víctimas de la guerra sucia o de los abusos 
policiales les falta el reconocimiento institucional y sí tienen el 
social, la calle, el pueblo. Es uno de los derechos. En el País Vasco, 
el punto número 6 del Plan de Paz, algunos lo criticarán pero a mí me 
parece bien que exista este plan creado por el Gobierno vasco, se 
refiere a las torturas y reconoce que han existido. Lo que pasa es que 
hay  que  medir. Y lo que estamos haciendo es precisamente medirlo entre
 el año 1960  y la actualidad. 
¿Dirige la investigación?
Sí. Estamos más de 40 personas. Va a ser el asunto más 
complejo pero tenemos información y cuando la pongamos encima de la mesa
 servirá para que algunos digan “no me creo nada” y otros “sí me lo creo
 todo”. Por esto no se va a dividir la sociedad. 
¿Puede adelantar algún dato?
Si te enseño lo que tenemos, no lo crees. Ahora tenemos ya
 miles de casos, cintas magnetofónicas escondidas, fotografías que nunca
 se habían visto, informes del médico de empresa que te da de baja 
porque no puedes incorporarte al trabajo. Te voy a contar un ejemplo muy
 reciente. El otro día recibimos de un ayuntamiento de Gipuzkoa un 
escrito en el que se detalla que hacia el año 1980 el alcalde envía un 
escrito al gobernador civil protestando porque a un taxista del pueblo 
que acudió a recoger el carné de identidad de su hija al cuartelillo de 
la Guardia Civil le propinaron tal paliza que le tuvieron que 
hospitalizar. El alcalde, con otras personas más, fue a visitarle y 
todos se quedaron tan impresionados al ver el estado del hombre que 
protestaron ante el Gobierno Civil. 
 En 1981 hubo una comisión sobre las torturas que venía 
del Parlamento de Madrid y que por influencia de Juan Mari  Bandrés 
(diputado de Euskadiko Ezkerra entre 1979 y 1989) se logra poner en 
marcha. Franco se había muerto, se había aprobado la Constitución y 
seguía torturándose. Y en 1981 hubo una investigación cuyos resultados 
siguen siendo secretos y el  Parlamento no nos los quiere facilitar.  El
 Estado, que no garantizó los derechos de los detenidos, ahora es 
exquisito y quiere garantizar su anonimato. Y no da los datos pero hemos
 conseguido una parte de esa documentación y tenemos algo para 
reconstruir esos hechos. Se ha torturado. ¿Al cien por cien? No sé, pero
 es preocupante. 
¿Le consta que en esa época, año 1981, no solo no 
se sancionaba sino que se apoyaba ese tipo de actuaciones policiales y 
había una impunidad total?
Por supuesto. La impunidad era total. Tenemos muchos 
ejemplos de lo que pasaba aquí en el País Vasco en aquellos tiempos. 
¿Quién ponía las bombas a la librería Bilintx (uno de los centros más 
significativos de la cultura vasca)? ¿El obispo de Calahorra…? Es así. 
 ¿Quién colocó una bomba en el coche del fiscal Luis Moles?... Lo que 
podemos imaginar es una reunión solemne en la que algunos políticos no 
sabiendo lo que se podía hacer lo dejaron en manos de otros. “Déjenlo 
que yo lo arreglo. Usted no me pregunte, pero esto se lo arreglo yo”. La
 frase del general Galindo en el juicio por los asesinatos de Lasa y 
Zabala, “yo, con seis hombres puedo tomar Sudamérica” es de mentalidad 
militar, quizá lógico en ese mundo,   pero muy significativa. 
Nos adentramos en el tema de las torturas. Tuvo la
 valentía de referirse a su uso sistemático en la España de los años 80 y
 90.  ¿Es el ejemplo de la maldad humana, de cuando nadie nos ve?  
Es una ventaja el poder torturar y resolver los asuntos. 
Lo que pasa es que los torturadores se colocan en el mismo nivel que los
 propios criminales a los que se persigue. Se ha utilizado mucho y otras
 veces, menos. Lo que me permite pensar que sí hay algunas directrices, 
en momentos determinados, del tipo “de esto, no”, “cuidado”, “a ver, 
explícame. De eso, tampoco”. Las cosas pueden ser incluso cambiantes. 
Hubo muchísimos años en los que ser detenido y no sufrir torturas era 
imposible. Este es un asunto al que yo le doy mucha importancia porque 
espero vivir en un país en donde estas cosas no ocurran. Y aspiro a que 
si ocurrieran, existan sanciones y no mecanismos de impunidad. Los 
autores de casos de tortura demostrados con sentencia por el Tribunal 
Supremo han sido elevados de rango. Aspiro a que cuando ocurra, con 
independencia de la cárcel, que no sé si sirve para algo, sean 
inhabilitados profesionalmente. Si se descubre que  quien tiene que 
proteger los derechos de los detenidos comete un acto así, tiene que ser
 inhabilitado.
Es como si se demuestra que un pederasta trabaja de 
conserje en un colegio de niños, no puede continuar. Me llama la 
atención que cuando un policía o guardia civil es torturador y ha habido
 sentencia, normalmente salen los ministros a encubrir. Y yo, que he 
tenido un primo que ha sido ministro de Educación (Ángel Gabilondo), no 
le he visto a él ni a ningún otro que salga a defender que un pederasta 
de no sé qué pueblo se le haya descubierto. Probablemente si se le 
preguntara. Diría que asuma sus consecuencias y además, como ministro 
pondrá las consecuencias para que no vuelva a ocurrir. Eso en el 
Ministerio del Interior no pasa nunca.
Te voy a contar el caso de mi primo  Mikel Azkue 
Gabilondo, médico jubilado, detenido en Zaragoza por ser militante del 
partido comunista o algo así. Pasaron los años y vio en la televisión 
cómo el PSOE nombraba como responsable de la Seguridad del Estado a 
quien le había torturado. Mi primo escribió en un periódico el caso,  lo
 increíble que resultaba que en un Estado democrático un torturador que 
había subido en el escalafón policial tuviera semejante puesto en el 
Ministerio del Interior. El policía nunca se querelló contra mi primo y a
 raíz de eso, un montón de víctimas más apuntó al “carnicero de 
Zaragoza”.     
Yo solía hablar de estas cosas con mi primo, que estuvo 15
 días arrestado, y en la cárcel más de un año, condenado por el tribunal
 franquista de orden público. Y me contó que el torturador les decía 
“vosotros, comunistas de mierda, un día mandaréis en este país, pero yo 
seguiré siendo policía” y eso es lo que ha ocurrido. El único ministerio
 en el que no se han  introducido transformaciones ha sido en el del 
Interior.
Después de examinar cientos de víctimas de la crueldad humana. ¿Cree que el hombre es malo por naturaleza? 
No creo que seamos buenos por naturaleza a la vista de las
 cosas que vemos de cerca. Modulamos nuestros impulsos por la educación y
 la cultura, de lo contrario seríamos unos canallas en un instante. Se 
puede adiestrar a una persona para ser canalla pero es muy fácil 
transformarse en cinco minutos. Hay veces que el ambiente lo favorece y 
otras que lo puede proteger. Para convertirse en canalla bastan cinco 
minutos. 
Cualquiera puede transformarse en diablo dependiendo de las circunstancias.
Sí. Ahora se habla mucho de lo que ha pasado en Francia. 
Pero es que la radicalización de esa gente francesa, pero con origen en 
otros lugares del mundo, se puede hacer en dos tardes porque tienen un 
móvil y están viendo cómo bombardean hospitales en el pueblo de donde es
 su abuelo. ¿De qué nos extrañamos? Lo puedo entender perfectamente. 
Están viendo en directo hechos que para ellos son injustos. No quiero 
justificar pero se puede comprender que se radicalicen. Y, entonces, 
pueden bombardear un autobús con niños. Solo se necesita un argumento. 
¿Qué ha aprendido sobre la naturaleza humana?
Hay una frase que no es mía pero que me parece tremenda. A
 menudo se demuestra que las convicciones más arraigadas son falsas. Me 
tiene preocupadísimo. Yo cada vez soy más crítico, no me creo nada de lo
 que me cuentan. Estamos en quiebra, no nos lo pueden decir y hablan de 
crecimiento sostenible. No sé cómo saldremos de la que estamos. 
 
 
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