jueves, 23 de junio de 2016

Ha empezado la guerra

No pudieron hacer el tamayazo en la investidura, quieren hacer un tamayazo en simulación en diferido. El caso Zapata es la primera advertencia. 
El chiste es que Esperanza Aguirre, que no ha dimitido por la Gürtel o la Púnica, haya pedido la dimisión de Zapata.
Un chiste es homófobo cuando lo hace un homófobo. Pero hacer un chiste sobre el Holocausto no te convierte en nazi.
Ceder a la presión ha sido un síntoma de debilidad frente a un oponente que no tiene piedad, pero bienvenido sea si sirve para defenderse de próximos ataques.
Javier Gallego es el director de Carne Cruda, el programa de eldiario.es que se emite los martes y jueves a las 12h en www.carnecruda.es. Este martes hablan de confluencia con Alberto Garzón, Juan Carlos Monedero, Inés Sabanés y Xosé Manuel Beiras.
La guerra ha empezado y se ha cobrado su primera víctima: Guillermo Zapata. Manuela Carmena le ha apartado de la concejalía de Cultura por sus polémicos tuits. No les han dado ni 100 días de gobierno, solo uno para hacerles el primer ataque y forzar la primera dimisión. Los chistes citados por Zapata eran desafortunados, él mismo lo ha reconocido, pero no justifican el linchamiento, montado únicamente para atacar al recién nombrado gobierno de Carmena. No pudieron hacer el tamayazo en la investidura, quieren hacer un tamayazo en simulación en diferido.
Zapata estuvo torpe al escribir esos mensajes que se prestan a la mala interpretación y al mantener en su perfil palabras que son intolerables en un edil público. Pero en menos de un día, ha reconocido su error, ha pedido perdón a las personas que se hayan sentido heridas como Irene Villa y se ha disculpado personalmente con el padre de Marta del Castillo. Por mucho más, han hecho mucho menos la mayoría de políticos de este país. Podría haber bastado. Al padre de Marta le bastaba. Pero a la jauría mediática, no. Quieren más sangre: quieren que deje el acta de concejal. ¡Por citar unos chistes hace 4 años! Vamos, hombre, venga ya. Han atrapado a la presa y no la quieren soltar. De eso se trata. Se trata de conseguir mediáticamente lo que no consiguieron democráticamente.
Si de verdad les importasen el dolor ajeno, pedirían la cabeza de Rafael Hernando y Pablo Casado por mofarse de las víctimas del franquismo o la de Andrea Fabra por decirles a los parados que se jodan. La diferencia es que estos no lo dijeron en broma sino en serio. La diferencia es el rasero con el que se ha juzgado a Zapata. La diferencia es que Zapata hizo hace años unas bromas y ha dimitido, pero los que llevan años haciendo daño en serio siguen en el puesto. El humor no expolia ni desahucia ni empobrece como han hecho tantos cargos políticos que siguen en activo. El chiste es que Esperanza Aguirre, que no ha dimitido por la Gürtel o la Púnica, haya pedido la dimisión de Zapata. El chiste es que la derecha que no dimite por robar, mentir o insultar, pida la ejemplaridad que ellos nunca han tenido. Se puede robar pero no bromear. Se puede hacer políticas incorrectas pero no ser políticamente incorrecto. Se puede tener dinero negro pero no hacer humor negro.
Hay una falacia sobre el humor negro que han repetido hasta la saciedad no sólo en la derecha, también en la izquierda: decir que esos chistes son racistas e incitan al odio. Lo son cuando se hacen con la intención de hacer daño, que no es el caso. Un chiste es homófobo cuando lo hace un homófobo. Pero hacer un chiste sobre el Holocausto no te convierte en nazi. Ricky Gervais o Sarah Silverman, dos de los mejores monologuistas del mundo, se han reído del Holocausto y todo el mundo sabe que no son antisemitas. De hecho ella es judía. Porque hay dos tipos de humor negro: el que se hace para humillar y el que se hace para romper un tabú. El segundo desactiva al primero. Por eso los negros, judíos, homosexuales y demás víctimas hacen chistes sobre sí mismos. Por eso a Irene Villa le hacen gracia algunos chistes crueles sobre ella. Por eso los homosexuales se llaman a sí mismos “maricones”, las lesbianas, “bolleras” y los negros, “negratas”. Cuando haces tuyo el insulto con el que te atacan, el insulto desaparece.
Cuando somos capaces de reírnos de un hecho doloroso y trágico, es porque la herida ha empezado a cerrarse. El humor es curativo. El ser humano siempre se ha reído de aquello que más le duele o le horroriza. Como decía Woody Allen, comedia es igual a tragedia más tiempo. Yo afinaría aún más: comedia es igual a tragedia más distancia (temporal o espacial). Para acortar la distancia, trabajan los humoristas más ácidos. Se atreven a meter el dedo en la llaga y echar limón para curarnos de tragedias, tabúes y prejuicios. El chiste pica, claro, pero lo que no pica, no cura. Una sociedad que se ríe de sí misma es una sociedad más abierta y democrática. Una sociedad que es capaz de hacer reír a sus víctimas, se ríe con ellas, no de ellas, es una sociedad más sana.
Los chistes de Zapata ofendieron y han hecho daño a algunos afectados y por eso ha dimitido. Hoy habrían hecho dimitir también a Gila por reírse de la guerra. Árbitro, creo que ha sido una dimisión demasiado rigurosa y un síntoma de debilidad frente a un oponente que no tiene piedad, pero bienvenida sea como muestra de ejemplaridad si sirve para defenderse de próximos ataques y pedir el mismo rigor al resto. Aunque eso es mucho pedirle a esta derecha. La jueza Carmena ha sido salomónica. Mejor perder una batalla que perder una guerra. Si quiere ganarla, no debe achantarse más sino hacer como Gila, coger el teléfono y decir: “¿Está el enemigo? Que se ponga”.

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