rosa maría artal el 21 mayo 2016
https://rosamariaartal.com/2016/05/21/por-que-voy-a-ser-candidata-al-congreso-con-podemos/
Ha sido una de las decisiones más difíciles de mi vida.  He aceptado 
ser candidata al Congreso por Zaragoza como independiente con Podemos, 
en la lista de Unidos Podemos (en el número 2). Zaragoza es mi ciudad 
natal. Muchas horas sopesando pros y contras, de analizar hasta 
comportamientos vitales. Nunca milité en un partido  ni tuve implicación
 directa con ninguno, porque prefería guardar una cierta distancia como 
periodista. Por supuesto, se vota y se tiene ideología: la mía es la 
socialdemocracia, la mítica que pusieron en marcha  los países nórdicos.
 Con su espíritu de ciudadanía y su cultura. Y, desde luego, desde la 
máxima honestidad.
Entrar en política es cambiar de profesión y es complicado dar el 
salto. Para mí lo es. He dedicado toda mi carrera al periodismo, a 
procurar dignificarlo también. Y, sin embargo, lo encuentro en tan 
profundo deterioro ahora que empieza a parecerme una batalla pérdida.  
Casi pérdida. Numerosos compañeros siguen haciendo un periodismo 
riguroso y valiente, de enorme vigor. Menos mal, los caminos de la 
regeneración están abiertos. No pienso dejar de ser periodista, no 
podría evitarlo porque forma parte de mí, pero ahora no va a ser mi 
prioridad.
El periodismo, el de verdad, es una de las mejores profesiones del 
mundo; entre las peores suele citarse el ejercicio de la política (no la
 Política, por supuesto). Hace años que se encuentra entre los 
principales problemas de los españoles. También hay que restaurarlo. 
 Porque, por lo que he podido corroborar,  entrar en política se ve como
 un estigma.  Y no es sano para la democracia.
La oferta de Podemos me produjo auténtico vértigo. Ni una sola de las
 personas que he consultado en mi círculo de afectos ha dejado de 
advertirme del camino de dificultades que se me abrirían de aceptar. “Si
 por lo menos fuese en el PSOE”, decía alguno. Podemos concita –en el 
genuino significado del verbo- una campaña en contra de tal calibre que 
ni el franquismo la tuvo y la tiene.  Pero yo creo que la coalición 
Unidos Podemos es la única que ofrece cambios y que los necesitamos 
vitalmente. Ojala el PSOE reflexionara sobre las decepciones que ha 
producido su trayectoria. Y las consecuencias que ha tenido.
Es un camino duro.  Pero si lo miro, llevo varios años diciendo lo 
mismo. En cada libro y artículo. Desde Reacciona, el libro que coordiné y
 que fue el ensayo español más vendido en 2011, todos los autores 
advertimos de la crisis económica, social y política que nos había 
poseído. Ha ido a peor, en la línea que se preveía y así seguirá de no 
variar el rumbo. Como periodista o en cualquiera de las actividades que 
emprenda,  como ser humano, no puedo sino decir exactamente lo mismo y 
con la misma independencia. Se han agrandado las desigualdades sociales,
 los pobres son más y cada día más pobres y los ricos más y cada día más
 ricos, los recortes han sido ideológicos, en sectores clave como la 
salud y la educación. El PP se ha pertrechado de unas reformas legales 
que penalizan la protesta y las libertades.  Aun con todo ello, su 
gestión económica deja unos agujeros, como el la Deuda Pública o las 
pensiones, de muy ardua solución. Una argolla al cuello.
Esta senda errática como país obliga a tomar partido. Personalmente 
me ha influido también la injusta persecución de Podemos porque pretenda
 operar cambios.  No debería ser así, es intolerable,  pero también esto
 ha de empezar a cambiar.  Así he llegado a esta encrucijada.  Una senda
 que se prevé con zancadillas, pero nunca fue fácil avanzar. Un reto. 
Pero es la única vía para solucionar problemas.  Cuando el dedo está 
roto parece que duele cuanto toca. Es el dedo el problema. El origen 
enviciado.
Si lo miramos, aquel viejo descontento que estalló el 15M sigue 
evolucionando. Desde distintos puntos de arranque, en distintas ramas, 
en similares objetivos. Mirar atrás es ver un resultado espectacular 
para tan corto espacio de tiempo.  Pedíamos que la gentes se implicara y
 en estos días, a ratos, he pensado cuánto más cómodo sería seguir desde
 la orilla el proceso.  Pero cada mañana, la realidad nos abofetea con 
su carga de despropósitos, cada día. Así no se puede continuar.  Cuesta 
permanecer impasible. Y obliga a optar, el momento lo exige, y me apunto
 a intentarlo.  Sin duda, Podemos, Unidos Podemos,  tienen defectos 
¡quién no! Muy inferiores, en mi opinión, a quienes nos han traído hasta
 aquí y persisten en sus actitudes. Y estoy convencida de que la inmensa
 mayoría de sus miembros piensa en el bien común antes que en sus 
intereses.  Intentarlo, al menos, me merece la pena.
Escribía Ítalo Calvino: “El infierno de los vivos no es algo por 
venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos 
los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. 
La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de
 él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige 
atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, 
en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle 
espacio”. Es lo que me ha ocurrido con Podemos y cuantos confluyen y 
confluirán.
Políticos somos todos. Pero nunca pensé en que fuera mi dedicación 
preferente. Digo lo que pienso y, como aragonesa, sin doblez.  Tras 
llegar a la decisión final de optar al Congreso, me embarga la emoción y
 la responsabilidad.  Es un honor poder representar a tus conciudadanos 
y  trabajar por ellos, por sus necesidades y sus proyectos. De ser 
elegida, espero aprender a hacerlo poniendo el mismo interés que siempre
 empleo en cada cometido. Y que me ayudéis a lograrlo. Porque Unidos 
Podemos.
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