Ignacio Sánchez-Cuenca
Publicada 28/06/2016
La caída de la socialdemocracia fue el título del artículo que publiqué en infoLibre
hace dos semanas. A la vista de los resultados electorales, parece
justo dedicar un artículo ahora a la caída de Unidos Podemos. Mientras
que aquella mostraba un proceso descendente de largo plazo, acelerado en
los últimos tiempos de crisis, lo que hemos visto en estas elecciones
es una caída muy significativa en unos pocos meses del voto más izquierdista. ¿A qué se puede deber?
Comencemos por repasar lo que ha sucedido. Según muestra el siguiente gráfico, se ha producido una pequeña inversión entre los dos bloques ideológicos. La izquierda (PSOE, Podemos e IU) sumaron más que la derecha en 2015. En cambio, en 2016, la izquierda ha bajado 2,1 puntos y la derecha ha subido 3,5. Estas diferencias han hecho que se inviertan las tornas y que, sin tener en cuenta a los partidos de ámbito regional, se haya producido una mayoría de derechas en España (46,1% frente a 43,8% de la izquierda).
La caída es consecuencia fundamentalmente de Unidos Podemos. Por separado, Podemos e IU sumaron 6.116.000 votos. En coalición, Unidos Podemos ha caído hasta 5.049.734 votos. Por el camino se han perdido 1.066.000 votos. ¿A dónde han ido a parar?
Puesto que el PSOE ha perdido ligeramente (ha pasado de 5.530.000 a 5.424.000 votos), lo lógico es pensar que la mayor parte del voto perdido ha acabado en la abstención. La abstención, de hecho, ha aumentado en 1.189.000 votos, una cifra bastante similar a la pérdida de Unidos Podemos.
¿Por qué ha perdido tanto la fuerza más izquierdista? Aquí se abren múltiples hipótesis. Algunos dirán que el narcisismo de Pablo Iglesias ha sido un pesado lastre; otros pensarán que resucitar a Julio Anguita en campaña (y derramar alguna lagrima en su presencia) no ha ayudado mucho a consolidar la imagen transversal de Podemos como partido de los indignados y los azotados por la crisis; habrá también quien alegue que los vaivenes ideológicos entre el comunismo y la socialdemocracia han podido confundir a algunos votantes o les ha podido llevar a pensar que Podemos tiene un exceso de oportunismo ideológico.
Estas hipótesis, a pesar de que sean interesantes y tengan una cierta verosimilitud, son muy difíciles de someter a prueba empírica y no abordan la cuestión clave de los efectos que ha tenido la coalición entre Podemos e IU.
En general, los datos demuestran que aquellas provincias en las que IU obtuvo un mayor porcentaje de voto en las elecciones de 2015 son justamente las que han registrado una mayor pérdida de Unidos Podemos.
He calculado la diferencia entre el voto a Unidos Podemos en 2016 y la suma de votos a Podemos e IU en 2015 y, a continuación, he elaborado un diagrama que muestra la relación entre dicha diferencia y el porcentaje que obtuvo IU en 2015. El resultado puede observarse aquí:
Puede verse claramente que cuanto más elevado fue el voto a IU en 2015, mayor es la pérdida de Unidos Podemos en 2016. La relación es estadísticamente significativa. Es interesante subrayar que si en el eje horizontal representamos el porcentaje de voto a Podemos en 2015, no se aprecia relación alguna.
Llama la atención el caso de Las Palmas, que tiene la mayor caída de toda España a pesar de tener tan solo un nivel medio de voto a IU: se debe a la división interna en el grupo de Podemos en esta circunscripción, con una pelea entre dos facciones enfrentadas, así como al escándalo que rodeó a la jueza Rosell. Quitando el caso un tanto excepcional de Las Palmas, la mayor caída se produce en Asturias, la provincia con mayor apoyo a IU: como es bien sabido, Gaspar Llamazares no ocultó su oposición a la coalición de IU con Podemos.
Alguien podría pensar que la relación encontrada se debe a que IU no se presentó en 2015 ni en Galicia ni en Cataluña. Pero incluso si eliminamos las provincias de estas dos comunidades autónomas, la relación sigue siendo estadísticamente significativa.
El hecho de que ni en Galicia ni en Cataluña se presentara IU en 2015 nos pone sobre aviso de otra posible hipótesis: en general, parece que Podemos resiste mejor en aquellas provincias con un fuerte grado de nacionalismo.
Para examinar esta cuestión con más detalle, he calculado la media de las preferencias territoriales en cada provincia cogiendo los datos de la encuesta preelectoral del CIS. En concreto, se le pregunta al entrevistado, en una escala de cinco valores, si debería haber menor o mayor descentralización en España (el valor mínimo, 1, significa que la persona quiere un Gobierno central sin autonomías y el valor máximo, 5, que se apoya la posibilidad de que las CCAA accedan a la independencia).
Los resultados aparecen en el siguiente gráfico:
En el gráfico se observa cómo las provincias que mejor resisten son justamente las que tienen preferencias más favorables a la descentralización y la independencia.
No se trata de factores explicativos excluyentes, pues IU solía ser más débil en las circunscripciones con mayores preferencias independentistas. En cualquier caso, si se introducen las dos variables en un análisis de regresión, ambas son estadísticamente significativas.
Parece, pues, que Unidos Podemos se atascó sobre todo allí donde IU era más fuerte y donde hay menor comprensión hacia las demandas de los grupos nacionalistas periféricos. Este último factor requiere un análisis más detallado que no puedo ofrecer en esta ocasión. ¿Se debe a las posiciones de Podemos en torno a la cuestión catalana? ¿O más bien a que en las comunidades autónomas en las que hay demandas de independencia la izquierda tiene una implantación social más fuerte?
Comencemos por repasar lo que ha sucedido. Según muestra el siguiente gráfico, se ha producido una pequeña inversión entre los dos bloques ideológicos. La izquierda (PSOE, Podemos e IU) sumaron más que la derecha en 2015. En cambio, en 2016, la izquierda ha bajado 2,1 puntos y la derecha ha subido 3,5. Estas diferencias han hecho que se inviertan las tornas y que, sin tener en cuenta a los partidos de ámbito regional, se haya producido una mayoría de derechas en España (46,1% frente a 43,8% de la izquierda).
La caída es consecuencia fundamentalmente de Unidos Podemos. Por separado, Podemos e IU sumaron 6.116.000 votos. En coalición, Unidos Podemos ha caído hasta 5.049.734 votos. Por el camino se han perdido 1.066.000 votos. ¿A dónde han ido a parar?
Puesto que el PSOE ha perdido ligeramente (ha pasado de 5.530.000 a 5.424.000 votos), lo lógico es pensar que la mayor parte del voto perdido ha acabado en la abstención. La abstención, de hecho, ha aumentado en 1.189.000 votos, una cifra bastante similar a la pérdida de Unidos Podemos.
¿Por qué ha perdido tanto la fuerza más izquierdista? Aquí se abren múltiples hipótesis. Algunos dirán que el narcisismo de Pablo Iglesias ha sido un pesado lastre; otros pensarán que resucitar a Julio Anguita en campaña (y derramar alguna lagrima en su presencia) no ha ayudado mucho a consolidar la imagen transversal de Podemos como partido de los indignados y los azotados por la crisis; habrá también quien alegue que los vaivenes ideológicos entre el comunismo y la socialdemocracia han podido confundir a algunos votantes o les ha podido llevar a pensar que Podemos tiene un exceso de oportunismo ideológico.
Estas hipótesis, a pesar de que sean interesantes y tengan una cierta verosimilitud, son muy difíciles de someter a prueba empírica y no abordan la cuestión clave de los efectos que ha tenido la coalición entre Podemos e IU.
En general, los datos demuestran que aquellas provincias en las que IU obtuvo un mayor porcentaje de voto en las elecciones de 2015 son justamente las que han registrado una mayor pérdida de Unidos Podemos.
He calculado la diferencia entre el voto a Unidos Podemos en 2016 y la suma de votos a Podemos e IU en 2015 y, a continuación, he elaborado un diagrama que muestra la relación entre dicha diferencia y el porcentaje que obtuvo IU en 2015. El resultado puede observarse aquí:
Puede verse claramente que cuanto más elevado fue el voto a IU en 2015, mayor es la pérdida de Unidos Podemos en 2016. La relación es estadísticamente significativa. Es interesante subrayar que si en el eje horizontal representamos el porcentaje de voto a Podemos en 2015, no se aprecia relación alguna.
Llama la atención el caso de Las Palmas, que tiene la mayor caída de toda España a pesar de tener tan solo un nivel medio de voto a IU: se debe a la división interna en el grupo de Podemos en esta circunscripción, con una pelea entre dos facciones enfrentadas, así como al escándalo que rodeó a la jueza Rosell. Quitando el caso un tanto excepcional de Las Palmas, la mayor caída se produce en Asturias, la provincia con mayor apoyo a IU: como es bien sabido, Gaspar Llamazares no ocultó su oposición a la coalición de IU con Podemos.
Alguien podría pensar que la relación encontrada se debe a que IU no se presentó en 2015 ni en Galicia ni en Cataluña. Pero incluso si eliminamos las provincias de estas dos comunidades autónomas, la relación sigue siendo estadísticamente significativa.
El hecho de que ni en Galicia ni en Cataluña se presentara IU en 2015 nos pone sobre aviso de otra posible hipótesis: en general, parece que Podemos resiste mejor en aquellas provincias con un fuerte grado de nacionalismo.
Para examinar esta cuestión con más detalle, he calculado la media de las preferencias territoriales en cada provincia cogiendo los datos de la encuesta preelectoral del CIS. En concreto, se le pregunta al entrevistado, en una escala de cinco valores, si debería haber menor o mayor descentralización en España (el valor mínimo, 1, significa que la persona quiere un Gobierno central sin autonomías y el valor máximo, 5, que se apoya la posibilidad de que las CCAA accedan a la independencia).
Los resultados aparecen en el siguiente gráfico:
En el gráfico se observa cómo las provincias que mejor resisten son justamente las que tienen preferencias más favorables a la descentralización y la independencia.
No se trata de factores explicativos excluyentes, pues IU solía ser más débil en las circunscripciones con mayores preferencias independentistas. En cualquier caso, si se introducen las dos variables en un análisis de regresión, ambas son estadísticamente significativas.
Parece, pues, que Unidos Podemos se atascó sobre todo allí donde IU era más fuerte y donde hay menor comprensión hacia las demandas de los grupos nacionalistas periféricos. Este último factor requiere un análisis más detallado que no puedo ofrecer en esta ocasión. ¿Se debe a las posiciones de Podemos en torno a la cuestión catalana? ¿O más bien a que en las comunidades autónomas en las que hay demandas de independencia la izquierda tiene una implantación social más fuerte?
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