Vie, 5 Ago 2016 - Coral Bravo es Doctora en Filología
http://www.elplural.com/2016/08/05/sin-gobierno-y-pequena-loa-los-diferentes
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Desde que era una niña me ha solido ocurrir que mi visión de las cosas ha sido muy diferente a la de la mayoría. Más de una vez me he sentido contra corriente; y me he preguntado si mis neuronas son muy diferentes a las del resto, puesto que mis esquemas mentales e intelectuales, con cierta frecuencia, se han alejado de los moldes con que suelen discernir (o no discernir) la gran parte de la gente de que, en buena parte de mi vida, me he visto rodeada. Me han parecido evidentes cosas que la mayoría no percibían ni por asomo; y, al contrario, opiniones y creencias aceptadas como normativas a mí me han parecido deleznables. Y no lo digo a modo de autoalabanza, como algunos pudieran pensar. Al contrario, confieso que más de una vez ser consciente de ello me lo hacía pasar mal. Ya se sabe, las ovejas negras del rebaño no suelen gustar al rebaño, y se sienten diferentes. Quizás porque lo son.Y ello tanto en cuestiones nimias o prosaicas como en temas vitales y trascendentes. Por poner un ejemplo muy simple que me viene a la mente a vuela pluma, desde la misma infancia me han solido gustar las personas que no gustan a nadie, los diferentes, los que hacían cosas distintas a las que hacen los demás, los que percibía que se atrevían a salir de los modelos impuestos, aunque ello les supusiera la crítica del resto, que, por cierto, por lo general era, y es, la crítica de los envidiosos, los hipócritas y los mediocres. Los diferentes suelen inspirar rechazo, a mí admiración, porque tienen personalidad propia, y porque suelen ser libres, algo que en este país no suele gustar. Con el tiempo fui entendiendo que vivimos inmersos en una sociedad de intensa tradición judeocristiana, es decir, adoctrinada en el mimetismo, en la idiotez, en una moral artera que premia la mediocridad y la desidia, y no acepta la diversidad ni la diferencia. Y en eso seguimos todavía.Viene a cuento esta pequeña disertación, que me ha surgido espontáneamente, porque he vuelto a percibir algo parecido con respecto a lo que inspira la situación política inaudita que ahora vivimos los españoles. Permítaseme la licencia, porque en pleno verano pensar mucho en Rajoy y sus secuaces cuesta. Buena parte de los que habitamos la vieja y vapuleada piel de toro ansían con vehemencia que se forme un gobierno a costa de lo que sea. Las críticas de los españoles a la clase política se han multiplicado en las últimas semanas, pero no en torno al deseo de una regeneración democrática del país y de sus instituciones, lo cual es, en mi opinión, lo que más urge, sino en el apremio, ya digo, de que tengamos un gobierno sin importar por quiénes esté formado.Hace unos días alguien me comentaba, como en tantos corrillos mediáticos, que le parecía vergonzoso que en este país estemos sin gobierno, que es algo que no se puede admitir, que sin gobierno no se hacen leyes ni se avanza; y parece que esa idea es la que prevalece en estos momentos en el ideario colectivo de los españoles. Quizás, como en otras ocasiones, mis ideas son contrarias a las de la mayoría. Seré, quizás, una oveja negra del rebaño, pero lo que más me importa como ciudadana es que el próximo gobierno de España, se constituya en días, semanas o meses, sea un gobierno, ya no eficiente, sino al menos mínimamente democrático y decente. Prefiero que no nos gobierne nadie a que los que lo hagan nos lleven al precipicio, a que se carguen a golpe de decretos los derechos ciudadanos y su dignidad. Prefiero no avanzar a retroceder, prefiero que no se cambien leyes en beneficio de los voraces y en detrimento de la mayoría.Quizás vaya contra corriente, pero me parece surrealista que buena parte de los ciudadanos se escandalicen por el paréntesis político que estamos viviendo y no lo hagan ante la idea de que nos pueda volver a gobernar un partido político inmerso en tramas corruptas, implicado en supuestos delitos de cohecho, de malversación de fondos públicos, de nepotismo, y especialista en gestiones destinadas a saquear el país en beneficio propio y de sus amigos; un partido político que expande el idiotismo como herramienta secular de sumisión, que apoya a los ricos y vapulea a los más vulnerables, que ignora y desprecia a las minorías y a los “diferentes”.Honestamente, en esa tesitura la actual eventualidad se me hace más apetecible y mucho menos peligrosa que volver a tener un terrible y siniestro gobierno neoliberal, aunque sea sin mayoría absoluta.Que Rajoy vierta la responsabilidad de que haya un gobierno al PSOE me parece surrealista. Está más que claro que si Sánchez hubiera apoyado a Rajoy la izquierda de este país que aún apoya al partido socialista saldría en desbandada. Se convertiría en cómplice de la tortura política a la que hemos sido sometidos, y sería, muy probablemente, su fin. Aunque, …quizás la culpa de todo la siga teniendo Zapatero, y no una izquierda dividida y desnortada, ni una derecha terrible y voraz que ha asolado el país convirtiéndole en uno de los países más corruptos, tiranos y absurdos de Europa; ni una parte de la sociedad española, intolerante, cerril y acrítica, que la sigue votando. Una parte de la sociedad que, como dice el comunicador Risto Mejide, sinceramente, me avergüenza. Y, de nuevo sin que, aparentemente, venga mucho a cuento, dedico esta reflexión a los “diferentes”, a esos que odian y vapulean el clero y la derecha, a esos que se desmarcan de la estupidez inducida, a esos que piensan, a esos que son libres y hacen que el mundo sea mucho más rico, más grato, más tierno y más habitable.
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