Este domingo, 'El País' pedía en su editorial que
 dieran un paso atrás Rajoy y Sánchez. Aseguraba que “unas terceras 
elecciones supondrían un fraude a la democracia”. Un fraude es que 
concurra un partido corrupto y que la prensa lo apoye. Rosa María Artal http://ctxt.es/es/20160831/Firmas/8201/El-Pais-periodismo-hemeroteca-Maruja-Torres-Montero.htm
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                        "¡Es increíble que no se atasque con el grosor de las manipulaciones!"
J.R. Mora
J.R. Mora
5 de
        Septiembre de
        2016 
En la tarde de calor casi 
mortífero, con la música desaforada que llega desde un edificio vecino 
que celebra una fiesta, reviso papeles a ver si aligero contenidos y 
recuerdos. Como mal menor. En una pequeña carpeta --de piel, 
inusualmente–, aparecen varios artículos de opinión recortados con 
esmero –lo que tampoco es habitual porque conservo páginas enteras--. 
Casi todos son de El País en este caso. Mi particular 
hemeroteca se nutrió de este periódico con cierta preferencia sobre 
otros españoles, aun antes de que supiera que llegaría a escribir en él.
 Antes de que supiera que conseguiría escribir en él, para ser más 
precisos. Era una meta soñada, como Informe Semanal de TVE.
27 de marzo de 1983. El desconcierto. Firma 
José Luis Sampedro. Cuando tras pasar –y seguir guardando-- auténticas 
joyas, he visto su artículo, lo he apartado para leerlo. Tampoco le 
conocía aún personalmente. Dos páginas. Ideas premonitorias. “El nuevo orden económico internacional
 ya resulta viejo aun no habiendo nacido. El Tercer Mundo hará bien en 
sacar lo que pueda de ese proyecto anticuado, pero mucho mejor si 
defiende sus culturas propias y lucha por economías nacionales menos 
dependientes”.
Sampedro llamaba a luchar “por la pluralidad de los 
estilos de vida y contra la uniformidad planetaria”. Y concluía 
planteando una “doble estrategia para aprovechar la crisis como 
transición hasta el desarrollo integral del hombre que no es sólo homo economicus
 (mero productor y consumidor) sino también hombre estético, ético, 
religioso, y simplemente vividor y gozador de sí mismo en un empleo 
sensato de la vida”.
Mi particular hemeroteca se nutrió de este periódico con cierta preferencia sobre otros españoles, aun antes de que supiera que llegaría a escribir en él
3 de septiembre de 1983, también. Glosa al escalofrío.
 Camilo José Cela. Al releerlo pienso que en aquellos días apenas 
arrancaban en las costumbres leyes liberalizadoras de la prolongada 
represión. Por eso el que sería premio Nobel español (en 1989) escribía:
 “A poco que se mudase el contenido de nuestros valores sociales en uso,
 la locura y la razón habrían de correr por cauces quizás algo 
distintos. Podría ser racional, por ejemplo, el desligar sexo y 
matrimonio, el aprender técnicas anticonceptivas y el dejar de proyectar
 sobre los demiurgos el asunto de la planificación familiar al grito de 
'hijos los que Dios envíe'. Y podría ser demencial, también por ejemplo,
 el aceptar una situación trágica bajo el muy panglossiano argumento de 
que las cosas son como son y nuestro mundo, por evidente ausencia, de 
cualquier otro el mejor de todos los posibles”.
Julio Cortázar. 4 de agosto de 1983. De una infancia medrosa.
 Cortázar, colaborador de Opinión y bordando cada fragmento de principio
 a fin. Éste por ejemplo: “Si el miedo me llenó de infelicidad en la 
niñez, multiplicó en cambio las posibilidades de mi imaginación y me 
llevó a exorcizarlo a través de la palabra. Y, contra mi propio miedo, 
inventé el miedo para otros, aunque está por verse si los otros me lo 
han agradecido. En todo caso, creo que un mundo sin miedo sería un mundo
 demasiado seguro de sí mismo, demasiado mecánico. Desconfío de los que 
afirman no haber tenido nunca miedo; o mienten o son robots disimulados y
 hay que ver el miedo que me dan a mí los robots”.
José Luis Aranguren, Gabriel García Márquez, Mario 
Benedetti, eran colaboradores asiduos también. Tan pocas mujeres 
escribiendo opinión todavía, no demasiadas hoy. Maruja Torres que, en su
 brillantez, ya entonces buscaba resortes para “no ser devorada por el 
aburrimiento”. En uno de mis recortes andaba peleada con un doctor 
rompesueños. “Quiero hablar hoy de los sueños, de mis sueños, de 
vuestros sueños, de los sueños de todos nosotros. De nuestros asesinatos
 y nuestros actos de amor nocturnos, de esa vida de gnomos camuflados 
que llevamos entre sábanas cuando nadie nos ve, ni nosotros mismos. Una 
existencia que desarrollamos a espaldas de las buenas costumbres”. 
Comprar y leer El País era un rito que algunos –cada vez menos-- aún conservan. Dedicarle toda la tarde de los domingos...
De Rosa Montero guardé por ejemplo uno en el que 
hablaba del hambre: una estadística daba cuenta de la muerte de 50 
millones de personas durante 1979 por esa causa. “Estamos tan 
acostumbrados a distanciar y enfriar el horror por medio de estadísticas
 que me siento tentada de repetirlo, son 50 millones de cadáveres, una 
colosal legión de hombres, de niños, de mujeres, con las barrigas 
bamboleantes y la felicidad reducida a un plato de arroz. Calambres en 
el estómago, pústulas de avitaminosis y una larga agonía. Es una muerte 
lenta e ignominiosa la del hambre”. Qué pocas cosas han cambiado.
Ni quito ni pongo nada. Ha sido una pesca al azar, 
apenas un apunte, entre tantas ideas que quise guardar. Cualquier 
carpeta, de muchas otras épocas, hubiera ofrecido similar interés. Y la 
miro con la memoria de cuantos nos abrieron inmensos horizontes desde 
Madrid y las corresponsalías en el extranjero. Con la de mi propio 
trabajo allí, modestamente desde Aragón, plena de orgullo, y mucho más 
tarde en Opinión. Nos llenó de periodismo. Comprar y leer El País
 era un rito que algunos –cada vez menos-- aún conservan. Dedicarle toda
 la tarde de los domingos. Llevarlo en la mano acarreaba hasta críticas 
de la eterna caspa conservadora que jamás ha desaparecido y hoy 
reverdece en su mugre. La caspa entre los conservadores; la parte, no el
 todo. Y es que continúa presente de igual modo la senda de los errores,
 y la escabechina que expulsó a tantos valores en plenitud de conocimiento, también ahí.
Cualquier tiempo pasado no es mejor. No debería serlo 
siquiera porque la vida debe avanzar, ir hacia adelante. Cualquier 
tiempo pasado es mejor, cuando sí lo es. Simplemente. El País 
había salido el 23 de febrero de 1981 --con Tejero dentro del Congreso--
 con una edición que llevaba en su portada un valiente “El País con la 
Constitución”. Pero he preferido recordar esos contenidos que, con 
muchos otros, formaban su tejido, el que lo cimentó y le dio gran 
prestigio.
Este domingo en la errática senda que ha emprendido y de la que ya tenemos ejemplos abrumadores, El País
 pedía en su editorial que dieran un paso atrás Rajoy y Sánchez. Este, 
el líder socialista, porque no obedece a su empecinada exigencia de 
abstenerse para que gobierne el PP. Aseguraba, dejándonos boquiabiertos,
 que “unas terceras elecciones supondrían un fraude a la democracia que 
no debe ser consentido”. Un fraude es que concurra un partido corrupto y
 que la prensa lo apoye.
Y una frase se agrandaba helando las venas: “Hay que evitar la repetición de elecciones a cualquier precio”. A cualquier precio.
Le quisimos mucho. Descanse en paz. Pero en paz, por favor. 
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