domingo, 9 de octubre de 2016

Andrés Perelló / Miembro del Comité Federal del PSOE “Alguien, no sé quién, considera que un gobierno de izquierda en España es inaceptable”, de Gorka Castillo


<p>Andrés, Perelló.</p>
Andrés, Perelló. 8 Octubre 2016.  Texto de Gorka Castillo

Exeurodiputado del PSOE y miembro de la corriente Izquierda Socialista en el Comité Federal, Andrés Perelló (Buñol, Valencia, 1957) fue uno de los 107 asistentes al plenario que apoyaron a Pedro Sánchez frente a la posición de los críticos. Derrotado tras 12 horas de tensión, no oculta su preocupación en torno al futuro que aguarda a su partido, “deshecho y sin capacidad de reacción si a Mariano Rajoy le da por convocar unas terceras elecciones”. Pero este abogado al que un sorteo le premió, o castigó, con la pesada carga de abrir fuego en aquel congreso extraordinario traumático de 1979 en el que el PSOE decidió renunciar al marxismo como ideología oficial del partido, no quiere poner más paños calientes a las profundas heridas que desangran a una formación con 137 años de historia. “Sólo tienen que seguir empeñados en actuar en el siglo XXI como lo hacían en el siglo XX para que nos hundamos definitivamente”, sentencia   
¿Qué ocurre en el PSOE?
Está viviendo un trauma debido a la situación de España pero también a la desorientación en la que se encuentra sumida toda la socialdemocracia europea. El PSOE es víctima de la carencia que muestra esta corriente ideológica para conformar un relato político de cara a los próximos 50 años.   
El líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, también sufrió un intento de impeachment similar al que ha acabado con Pedro Sánchez pero la diferencia es que en el Reino Unido el debate de ideas ha empezado, ¿Qué temor existe en España?
En España, algunos dirigentes del PSOE siguen pensando que estamos para suceder a los gobiernos de la derecha mientras que otros como Corbyn consideran que se debe sustituir a los políticos de derecha. Y coincido con él. Sustituir significa cambiar políticas y, si hace falta, reformar el sistema. Ya no vale formar parte del establishmenten el que todo funciona y hacer pequeñas correcciones que no molesten a las entidades financieras. Esa no es la labor de un partido socialista.
Hay quien asegura que la crisis del PSOE comienza con Felipe González. 
El declive empieza en 1991, cuando perdimos las elecciones en algunas capitales importantes del país y, cuatro años después, cinco gobiernos autónomos. Así que los que ahora han pedido responsabilidades a Pedro Sánchez por sus malos resultados también perdieron elecciones con anterioridad. La realidad es que Sánchez obtuvo la misma cuota de voto que hoy tienen otros partidos socialistas europeos, lastrados por el surgimiento de nuevas fuerzas políticas a su izquierda y a su derecha que han fragmentado los parlamentos. Acostumbrados a gobernar con mayorías, el PSOE se ha desorientado y es víctima del vértigo que le produce no saber dialogar ni formar gobiernos amplios. Falta práctica e interés por aprender.
El retroceso del PSOE es anterior al nacimiento de Podemos. ¿Nunca les preocupó? 
La respuesta ha sido cerrar los ojos, como hace un niño ante el temor. Hoy siguen pensando que a su izquierda sólo está el abismo político y el que se mueva de ahí no sale en la foto. Esta situación les ha empujado a no reconocer la diversidad que existe dentro del partido aunque las circunstancias les hayan obligado a reconocer el pluralismo externo porque si no, no gobernaríamos en Valencia, Extremadura, Asturias e incluso en Toledo. Y esto les puso nerviosísimos. La realidad es que hemos perdido 5 millones de votos por la izquierda porque nadie hasta ahora ha sido capaz de explicarme cuántos votos se han ido a la derecha. El problema es que cuando hemos tenido que empezar a hablar el idioma del pluralismo, en lugar de aprenderlo rápidamente en otros países, decidimos que lo mejor es devolver los resultados al pueblo para que nos lo arregle y hasta que no tengamos mayoría absoluta no podemos gobernar. ¡Gran espectáculo de mezquindad política y de cortas miras el que estamos ofreciendo!


¿No hay una resistencia a aceptar que la España de 1982, la de Felipe González, es muy diferente a la España actual?
Por supuesto. Es que la población que hoy tiene 50 años no votó la Constitución y dos tercios de aquellos ya no viven. Pretender que esa gente comprenda que aquello es inamovible resulta una barbaridad. Lo único que consiguen es que el PSOE se muera de un ataque de nostalgia. Los avances sociales no se producen desde esa posición sino desde la audacia y la osadía para cambiar las cosas. Pero, claro, para hacerlo hay que tener claro qué se quiere cambiar y tener mucha capacidad pedagógica para convencer a los demás, que es lo que al PSOE le falta ahora. Yo conozco gente de 80 años que me dice que vota a Podemos porque defienden lo que nosotros defendíamos en 1979.
Una desorientación que afecta a toda la socialdemocracia europea.
No se han construido respuestas. La socialdemocracia no sabe cómo sostener el Estado del bienestar en estos tiempos de crisis, cómo distribuir las cargas fiscales, cómo garantizar un sistema de servicios públicos para que no acabe siendo una mercancía más. Pero, claro, cuando se construyó este modelo estaba el Muro de Berlín y la amenaza de que los comunistas vendrían a quitarnos nuestras propiedades privadas y eso forzó a la derecha a pactar el pago de impuestos a cambio de protección para sus intereses. Ahora que ya no existe el Pacto de Varsovia, sus nietos no sólo no quieren pagar lo que pactaron sus abuelos sino que quieren cobrar lo que pactaron sus abuelos. Y esto, la socialdemocracia europea parece no querer verlo.
El rival del PSOE no parece ser el PP sino Unidos Podemos y los nacionalistas. ¿Por qué?
Es el absurdo que provoca la división entre constitucionalistas y no constitucionalistas, que es una idiotez como la copa de un pino. Por esa regla, yo, que soy republicano, tampoco tendría cabida en la Constitución. Todos los partidos con representación en el Congreso, incluido Bildu, son constitucionales porque si no, no estarían sentados ahí. Y, por lo tanto, tienes que aprender a dialogar con ellos, más aún con un partido fragmentado como el nuestro. La pregunta que yo he hecho en el PSOE y que nadie me ha respondido todavía es que si seguimos haciendo independentistas a troquel en la factoría de La Moncloa y continuamos facilitando los ejercicios de separatismo catalán en el Parlament, ¿tendremos presos políticos en diciembre para que Albert Rivera pueda ahorrarse el pasaje a Caracas e ir a verlos a la cárcel Modelo de Barcelona? ¿Meteremos los tanques en junio? Por esta vía, donde cada uno tira hacia un lado, no hay nada. ¿No será mejor sentarse en medio para abrir un diálogo que trate de encontrar la mejor solución? Y ahí incluyo dialogar sobre el referéndum como solución a largo plazo. 
¿Hasta qué punto la sintonía que el PSOE ha construido con las élites económicas ha forzado su decisión de preferir al PP antes que a Podemos?
Aunque nos situemos en el terreno de la especulación, quienes piensan así pueden tener razón. No niego que hay críticos que han hecho lo que han hecho convencidos de que tienen razón. Otros, quizá, buscando su confortabilidad en el cargo y muy pocos obedeciendo la orden de una élite. Lo que puedo asegurar es que mientras se celebraba el Comité Federal tuve la sensación de que las decisiones se estaban tomando muy lejos de allí. Quiero decir que alguien, no sé quién, considera que un gobierno de izquierda aquí es un riesgo inaceptable para los poderes financieros. No porque Pedro Sánchez sea la Pasionaria, que está claro que no lo es, sino porque estaba construyendo un imaginario de izquierda que aglutinaba gente que, de nuevo, ha vuelto la mirada a Unidos Podemos. Y fracturando esta opción, también quebraban una posible alianza en la península Ibérica y en el resto de la izquierda del continente, con los países del sur como Grecia, Portugal y España, a los que podrían unirse Italia y lo que queda de la izquierda en Francia, para conformar una fuerza de presión ideológica que inicie un cambio de rumbo en Europa. 
Los nuevos dirigentes del PSOE apelan a la apertura de un debate que repare los daños causados, ¿lo cree posible?
Ahora hay que coser y coser el partido, dicen. No es que no lo crea posible sino que me parece de un cursi insoportable. Que aquellos que han provocado este desgarro en el partido vengan ahora de inocentes costureras me resulta ridículo. Esas tonterías me provocan náuseas.
Tras el espectáculo del Comité Federal y el cisma interno, el PP ha ganado. ¿Qué capacidad de maniobra le queda al PSOE?
El PSOE ha quedado en muy mala posición. Dije a los teóricos de la abstención que ahora dicen que deben hacer mucha pedagogía para justificar la posición que igual no necesitan abstenerse. Porque para que puedan hacerlo, Rajoy tendrá que anunciar antes que se presenta a una investidura. Y en el supuesto de que lo haga ya me dirán qué título de la oposición van a tener tras facilitar un gobierno del PP y con un partido con más de 5 millones de votos a su izquierda. La pedagogía no sirve de nada si no hay razones que sostengan lo que dices. 
¿Hay un serio de riesgo de ruptura en el PSOE?
No estamos todavía en ese punto pero no sería el primer partido socialista que desaparece en Europa. Ahí está el italiano y el PASOK griego que está a punto de desaparecer. A los teóricos del suelo del PSOE, los de 130-150 diputados, no les he vuelto a ver aparecer porque resulta que tenemos dos o tres sótanos y no sabemos en cuál de ellos nos encontramos. Claro que puede romperse. Sólo tienen que seguir empeñados en decir lo contrario de lo que piensan y actuando en el siglo XXI como lo hacían en el siglo XX para que nos hundamos definitivamente.

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