23 Sep 2016 http://blogs.publico.es/un-paso-al-frente/2016/09/23/6144/
Esperanza, en otro país más avanzado tus palabras te habrían conducido a una prisión y
tus actos al repudio público. De hecho, en paisajes menos anacrónicos,
muchos de los que estáis o habéis estado en política ya habríais sido
invitados a unas cómodas estancias en un centro penitenciario, aunque
hubieran tenido que construirlo para vosotros. Por desgracia, en España
los vómitos fascistoides se consideran una seña de exclusividad, una
especie de lenguaje cifrado entre las élites.
Sé que el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial son uno,
grande y libre en un país que antes gobernaba con puño de acero el salvador
Franco y ahora el capitalismo salvaje. Por eso las elecciones las gana
el PP o el PSOE, por eso los escándalos de corrupción no suponen ni un
rasguño a uno de los regímenes más perfectos de la historia, por eso los medios de comunicación españoles son los menos fiables de Europa y por eso nuestro jefe de Estado fue impuesto por un sanguinario dictador.
Entiendo, pues, que si habéis conseguido que escriban loas vuestras en los libros de texto, que la Real Academia de Historia no considerase dictador a Franco hasta 2015 o que los medios de comunicación soporten vuestras broncas públicas, ello os haga sentir los amos de este país. Probablemente lo seáis.
Hace tiempo te escribí porque tuviste la desfachatez de afirmar que España no estuvo en la guerra de Irak.
Según tu retorcida interpretación de los acontecimientos, las guerras
concluyen con las invasiones y todo lo que acontece después son misiones
humanitarias. Tus palabras insultaron a los militares que estuvieron en
Irak, a los que se suicidaron porque no soportaron lo que vieron y
a las familias de los que murieron o resultaron heridos. Conseguiste
escupir sobre los muertos mientras intentabas justificar un catastrófico
crimen de guerra cuyas consecuencias todavía azotan al mundo.
Ahora resulta que te sientas a comer en la mesa de la extrema derecha
sin pudor y abogas por la continuidad de la calle de Millán Astray
porque “es una ofensa para todos los caballeros legionarios que se le quiera quitar la calle“. Es decir, en la misma línea que Jorge Fernández Díaz, ese rancio fanático que aseveró que “algunos pretenden ganar la guerra civil no sé cuántos años después”.
Si no fuera porque el aparato mediático transforma tus violentas
palizas a la historia y al sentido común en votos, todo esto haría
gracia. Puede que si no hubiera más de 115.000 cadáveres en las cunetas
hasta me reiría contigo. A lo mejor, si lo ocurrido en Badajoz y el
resto de España no hubiera sido tan espantoso que horrorizase incluso
a los nazis, (¡A los nazis, Esperanza!), todo esto sería otro chiste
populista de los tuyos.
Sucede, por si no lo sabías o no has querido saberlo, que el terror
que observó el teniente coronel nazi Hans von Funck le hizo afirmar: “Soy
un soldado acostumbrado a la lucha, que he combatido en Francia durante
la Gran Guerra, pero que jamás he contemplado la brutalidad y la
ferocidad con que el Ejército Expedicionario de África desarrolla sus
operaciones. Por ello desaconsejo el envío de tropas regulares alemanas a
España, porque, ante tal salvajismo, los soldados alemanes se
desmoralizarían“. Y en ese terror tuvo mucho que ver Millán Astray: “Su
contribución al ideario violento de la extrema derecha española fue
única, gracias a la creación del Tercio de Extranjeros. En él
institucionalizó y evangelizó los valores brutales y embrutecedores con
que Franco libró y ganó la guerra civil española” (Paul Preston, Las tres Españas del 36; Millán Astray, El novio de la muerte).
Esperanza, entiendo que lo tuyo es ese estiércol que poco a poco
aflora en Madrid, por lo que creo que deberías seguir frecuentando las
cloacas y respetar el cementerio, más aún las cunetas, porque bastante
necrofilia practicaron los que te precedieron como para que ahora se te
ocurra a ti carroñear los cuerpos de los asesinados.
No me queda más remedio que recomendarte que dejes de ultrajar a los
muertos y a las familias de estos y respetes, si es posible, el dolor
acumulado en tantas y tantas personas. Es suficiente losa para
muchos que España sea el segundo país del mundo con más desaparecidos,
que Irak haya provocado un millón de muertos, que en el mundo haya más
de 65 millones de desplazados o que algunos de los militares que
estuvieron en Irak se hayan suicidado o tengan problemas psicológicos.
Ni tú ni yo somos capaces de imaginar el dolor y el daño causado a
tantos inocentes como tampoco somos capaces de llegar a sentir el horror
de los crímenes de guerra y genocidios cometidos hace ochenta años en
nuestras tierras…
Así pues, chistes populistas, los que quieras; restregarte en la
pocilga de la corrupción, a tu gusto; seguir destrozando vidas, mientras
te sigan votando, sírvete tú misma; pero los muertos merecen respeto.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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