El pasado 29 de noviembre las y los
 trabajador@s de EEUU que no votaron a Trump ni seguramente tampoco a 
Clinton salieron a la calle para decir “Estamos aquí y seguimos 
exigiendo lo mismo a unos y a otros”. Las y los olvidados por la 
saliente y entrante administración, quienes trabajan y vuelven a casa 
todos los días con la pobreza en el monedero, volvieron a coordinarse en
 diferentes estados y muchísimas ciudades para exigir, al igual que el 
11 de noviembre del año pasado y otras varias jornadas de huelga 
anteriores, un salario mínimo de 15 dólares.
El 
movimiento Fight for $15, que nació hace ya cuatro años y no tiene 
problema en reivindicarse heredero de Occupy Wall Street, prendió la 
mecha en el multitudinario y mal pagado sector de la comida rápida. Todo
 comenzó el 29 de noviembre de 2012, con más de 100 trabajador@s de 
McDonald’s, Burger King, Wendy’s, Domino, Papa John’s, Kentucky Fried 
Chicken y Pizza Hut en Nueva  York en huelga por salarios más altos, 
mejor condiciones de trabajo y el derecho a formar un sindicato sin 
represalias de sus gerentes. 
La 
huelga fue organizada por más de 40 personas de las Communitues por 
Change y contó con el apoyo del Sindicato internacional de empleados de 
servicio. El 4 de abril de 2013, coincidiendo con el 45º aniversario del
 asesinato de Martin Luther King, más de 200 trabajador@s de comida 
rápida se declararon en huelga en la misma ciudad, veinte días después 
cientos lo hicieron en Chicago, en Detroit el 10 de mayo, en St. Louis 
el 9 y 10 de mayo, en Milwaukee el 15 de mayo y en Seattle el 30 de 
mayo. 
Pero 
estas acciones no quedaron en un “calentón sindical de primavera” en 
unas cuantas ciudades. Aproximadamente 2.200 emplead@s volvieron a la 
huelga el 29 de julio de ese 2013 en todas las ciudades donde los 
trabajador@s de comida rápida habían estado previamente en huelga con la
 adición de Flint, Michigan y Kansas y Missouri. Ésta se convirtió sin 
preverlo en la mayor huelga de la historia de la industria de la comida 
rápida y fue el inicio de un movimiento que le estalló a la 
administración Obama en su segundo mandato y difícilmente ha podido 
sofocar el Partido Demócrata.
El 6 de 
diciembre otras huelgas de comida rápida tuvieron lugar a nivel estatal 
en cada vez más estados y se inició esta vez una campaña coordinada a 
elevar el salario mínimo a 15 dólares por hora. Jóvenes en 
establecimientos de este tipo fueron a la vez víctimas de la brutalidad 
policial y alimentaron el estallido del Black Lives Matter. El 4 de 
septiembre de 2014 en más de 150 ciudades miles de trabajador@s de 
cuidado en el hogar se unieron a l@s de comida rápida, y por primavera 
vez Obama habló en público de la necesidad de regular un salario digno.
De este 
modo el movimiento Fight for 15$ y sus reivindicaciones, ya no sólo por 
una subida de los salarios mínimos, tomó rápidamente fuerza en todo el 
país yendo de una costa a otra y obligando a que los estados demócratas 
tuvieran que comprometerse a implementarlos. Los organizadores cambiaron
 las tácticas y alentaron los actos de desobediencia civil, como 
sentadas delante de los establecimientos o en las calles principales de 
las ciudades. La consecuencia fueron los entre 159 y 436 arrestos y un 
alto apoyo popular. 
El 4 de 
diciembre de 2014, miles de trabajador@s de comida rápida faltaron al 
trabajo en 190 ciudades con cuidador@s y emplead@s del aeropuerto, 
reforzados por la ira por las muertes de Michael Brown. Kendall Fells, 
organizador de Fast Food Forward, afirmó que las huelgas eran “peleas 
contra la injusticia en los EEUU”. El 15 de abril de 2015, fueron 200 
ciudades con masivos paros, describiendo la fecha como la mayor protesta
 por un aumento salarial en la historia de Estados Unidos. En esta 
ocasión se unieron asistentes de atención domiciliaria, trabajador@s de 
Walmart, ayudantes de cuidado infantil y docentes, como el movimiento de
 Chicago.
Lo que 
es realmente significativo en el movimiento Fight for $ 15 es que se 
trata en su mayoría de colectivos de trabajador@s cubiertos por un 
acuerdo de negociación colectiva en el que sindicatos locales y 
estatales coordinados ayudan a organizar en la comunidad a quienes no lo
 están para que no se sitúen al margen de la economía. El Sindicato 
internacional de empleados de servicio sirve de paraguas legal para 
todas las pequeñas y medianas agrupaciones sindicales. 
La 
última huelga hasta el pasado 29 de noviembre tuvo lugar hace un año. 
Para entonces la de la subida de los salarios mínimos era ya una de las 
nuevas pugnas que marcarían la carrera electoral americana. Nueva York 
ya se había convertido en el 1º estado de todo el país en impulsar ese 
incremento para todos sus funcionarios. También California, 
Massachusetts y Oregón han asumido los 15 dólares la hora a lograr en un
 horizonte de 3 años. La fuerza del movimiento Fight for 15$ ha logrado 
pasar el salario mínimo medio  en EEUU de 5,25 a 7,25 dólares por hora. 
En la 
jornada de huelga del 11 de noviembre de 2015, en plena precampaña 
electoral, el conjunto de trabajador@s tuvo el apoyo del senador 
estadounidense Bernie Sanders en un mitin en Washington, aunque 
posteriormente fue rebajada considerablemente la cifra en su programa a 
la candidatura demócrata. Las organizaciones anticapitalistas Socialist 
Alternative y Socialist Action, sin embargo, siempre han participado 
desde el inicio del movimiento, sin utilizarlo políticamente. 
Ya este 
año, mientras muchos sindicalistas de todo el país han expresado temor a
 las políticas de Washington durante los próximos cuatro años con Donald
 Trump, el movimiento Fight for $15 muestra el camino a seguir. 
Construye sobre sus victorias nuevas jornadas de lucha, acciones 
planeadas independientemente de quién fuera elegido residente de la Casa
 Blanca. Ni siquiera cuando el alcalde de Pittsburgh anunció el salario 
mínimo para emplead@s de la ciudad, al igual que su homólogo en Nueva 
York, Bill de Blasio.
La 
masiva huelga del pasado 29 de noviembre, apoyada por cientos de 
manifestantes anti-Trump que desde su victoria electoral seguían 
desafiando al cansancio, afectó a la normalidad de 340 ciudades y 20 
aeropuertos de todo Estados Unidos. Comenzó con 200 trabajador@s en 
huelga en Nueva York, centrados en el Bajo Manhattan. Cientos de 
manifestantes salieron del Parque Zucotti hasta un restaurante 
McDonald’s. El organizador de Fight for 15$ en la ciudad, Kendall Falls,
 declaró: “Con cambio en la Casa Blanca nosotros no vamos a retroceder 
ni vamos a ser intimidados”.
Una vez 
más, nuevos sectores y grupos de trabajador@s se sumaron a las acciones 
estatales. Esta es la primera vez que los chófers de Uber Drivers se 
unieron a la lucha por 15 dólares la hora, sobre todo concentrados en 
San Francisco, sede de la compañía. Estos empleados con contratos 
temporales a menudo trabajan por períodos brevísimos son a menudo 
pasados por alto por los sindicatos tradicionales, pero se han 
encontrado con la cálida bienvenida en el creciente movimiento de 
trabajador@s con salarios bajos.
También 
hubo una acción más tradicional en el Centro médico de la universidad de
 Pittsburgh, donde las y los trabajador@s se declararon en huelga para 
protestar contra los salarios de pobreza y los derechos sindicales. Los 
choferes y el personal de limpieza protestaron porque se les impidiera 
unirse a SEIU-Health Care Pennsylvania, que es el sindicato sanitario 
más grande del estado y representa a 45.000 trabajadores. Un caso 
similar ocurrió en Chicago, donde trabajador@s de Fight for 15$ se 
sumaron al mediodía al medio millar de huelguistas del aeropuerto 
Internacional O’Hare.
En 
ciudades donde el movimiento ha sido fuerte estos años, el tamaño de las
 huelgas y manifestaciones sigue aumentando. Kansas City, la Bahía de 
San Francisco, Hartford y Chicago muestran que Fight for 15$ está con 
energía sin resentirse tras la victoria de Trump. Las cargas de 
Minneapolis, donde 21 personas fueron arrestadas, incluyendo a 
periodistas, y en Los Ángeles, única ciudad donde una fuerza policial 
militarizada se empleó para arrestar con violencia, tampoco hicieron 
mella en el ánimo.
La lucha
 por un salario mínimo de 15 dólares ha traído un incremento de 61.500 
millones de dólares en aumentos a la clase trabajadora norteamericana 
con ínfimos salarios, según un informe del Proyecto Nacional de Ley de 
Empleo. El estudio estimó que esto significa un aumento de salarios para
 19 millones de trabajador@s. Como resultado, los demócratas en algunos 
estados se han movido, pero muchos sindicalistas han redoblado sus 
demandas, señalando que cualquier cosa menor de 15 dólares es un salario
 de pobreza. 
Alvin 
Major, que trabaja en Brooklyn, Nueva York, cree que nunca se ganará la 
batalla y hay que continuar. Hizo la primera huelga en su 
establecimiento de comida rápida en 2012 cuando ganaba 7,25 dólares y 
ahora cobra 10,50$, pero dice que continuará por los 15 dólares y sabe 
que la huelga ha sido la única herramienta para organizarse y trabajar 
más dignamente. “Tenía miedo con la huelga la primera vez. Ya no. Somos 
muchos, somos imparables, y ninguna administración nos hará caso si no 
peleamos”.
Artículo de Tomás Martínez Peña, militante de Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR
  
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