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 "Una persona solo
 es olvidada cuando su nombre es olvidado". 
Esta cita es la que inspira 
al artista alemán Gunter Demnig desde 1993. Fue entonces cuando comenzó a
 idear un proyecto para recordar a las víctimas del nazismo. Bajo el 
nombre  stolpersteine (en alemán, piedra en el 
camino), empezó a fabricar unos pequeños adoquines cuadrados de cemento,
 coronados por una placa de latón. En ella inscribía el nombre de la 
víctima, su año de nacimiento, la fecha de su deportación y de su 
muerte.
 Hoy su iniciativa 
se ha convertido en el mayor monumento global a las víctimas del nazismo
 del planeta. En más de 1.800 localidades repartidas por una veintena de
 países europeos se han instalado más de 60.000 piedras de memoria, que 
se instalan en el pavimento de la calle, como un adoquín más, frente al 
lugar en que vivió o murió el homenajeado.
  Unos 9.300 españoles y españolas fueron deportados a campos de concentración nazis, pero aquí solo se han colocado cinco,  todas en el municipio barcelonés de Navàs. A finales de enero se instalarán tres más también en distintas localidades de la provincia catalana.
 Pero el aterrizaje masivo de  stolpersteine en
 España puede venir de la mano de un grupo de historiadores y activistas
 que se ha conjurado para importar el proyecto a nuestro país a gran 
escala. El objetivo más inmediato es llenar Madrid. De hecho, a 
principios del año que viene presentarán el proyecto a los grupos 
municipales del ayuntamiento.
Lo harán coincidiendo  con el 20 aniversario de la instalación de la primera  stolperstein en Alemania a manos de su creador Gunter Demnig. La colocó en 1997, sin permiso municipal, en el distrito berlinés de Kreuzberg.
 
    550 madrileños en los campos nazis
 "
 Sería una buena forma de hacer pedagogía y de conseguir que la gente se
 entere, de una vez por todas, de nuestra verdadera Historia "
 , afirma Jesús Rodríguez, uno de los activistas que lideran la 
iniciativa. Junto a él están embarcados en el proyecto, entre otros, el 
historiador y periodista Ingo Niebel y el historiador alemán 
especializado en la resistencia contra el nazismo Ulrich Eumann.
 Cuentan ya con el apoyo del creador de las  stolpersteine,
 Gunter Demnig, que en conversación con eldiario resume desde Berlín la 
importancia de que su proyecto se extienda a toda España:  " Estos hombres y mujeres a los que los SS llamaban Rotspanier (rojos españoles) fueron víctimas directas de los nazis "
  y por ello merecen este homenaje. Este comprometido artista alemán es 
hijo de uno de los aviadores de la Legión Cóndor, enviada por Hitler 
para apoyar la sublevación franquista.
La primera opción que barajan los promotores de la iniciativa para 
materializarla es la búsqueda de apoyo institucional en el consistorio 
madrileño.  "Doy por hecho que los cuatro grupos 
municipales aplaudirían la iniciativa. Se trata de una acción a nivel 
europea y que ya es una realidad en naciones tan diversas como 
Bielorrusia, Francia, Noruega, Alemania, Austria, Italia o Grecia. ¿Cómo
 podría alguien negarse a formar parte de un memorial paneuropeo?", 
señala Rodríguez.
 Aún así 
el apoyo que más buscarán es el de los familiares de los cerca de 550 
madrileños que fueron enviados a campos de concentración nazis por 
decisión consensuada entre Franco y Adolf Hitler: "Sin duda, eso será lo
 más bonito, que los descendientes hagan suya esta iniciativa y 
participen en la colocación de la  stolperstein frente a la casa en la que vivió el deportado o la deportada", concluye.
La memoria de las víctimas
 "Tienen que reconocerles de una vez, no pueden seguir permaneciendo en 
el olvido". Quien así habla es Josefa Fontanet, hija de un madrileño 
asesinado en el campo de concentración nazi de Mauthausen. "No me 
acuerdo de él porque yo era muy pequeña cuando se fue a la guerra. Sin 
embargo siempre ha estado muy presente en mi vida. No le he olvidado ni 
le olvidaré jamás".
José Fontanet vivió con su
 esposa e hija en el madrileño Paseo de Extremadura y en un humilde piso
 del barrio del Carabanchel. Su historia es similar a la del resto de 
deportados españoles: defendió la democracia durante la Guerra Civil, 
huyó a Francia tras el triunfo franquista, se alistó en las filas del 
ejército francés, fue capturado por los nazis y enviado a morir en el 
infierno de Mauthausen.
 
    
Josefa creció pensando que su padre estaba vivo, había 
rehecho su vida en Francia y la había abandonado. El Estado español no 
se preocupó ni siquiera de informarle sobre el verdadero destino que 
había sufrido José. No fue hasta marzo de 2014, a través de un 
periodista, cuando supo la verdad.
"Al principio, 
cuando recibí la noticia, me sentí muy mal. Se me puso la piel de 
gallina. Sin embargo, muy pronto me invadió una sensación de paz. 
Después de 70 años supe que mi padre no nos había abandonado. No volvió 
no porque no nos quisiera, no regresó porque no le dejaron, nos lo 
mataron. Para mí sería una gran alegría que se le recordara con una de 
estas piedras".
Jesús Rodríguez, que también encabeza
 la lucha para crear un museo de la Memoria en el recinto donde se 
erigió la cárcel de Carabanchel, se topó con la primera  stolperstein
 en Freiburg: "Al principio pensé que la iniciativa estaba encaminada 
solo a recordar a víctimas judías. Luego descubrí que no era así, que 
había placas dedicadas a represaliados de todo tipo, desde víctimas de 
experimentos clínicos y eutanasia a homosexuales y pacifistas. Fue 
entonces cuando pensé: ¿Por qué no en España? ¿Por qué no en Madrid?".
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