http://www.eldiario.es/zonacritica/van-colar_6_596750327.html
El PP ha decidido solucionar un problema que no 
existe. La instrucción de los procesos penales por parte del juez. El 
PSOE está muy de acuerdo en apoyarle en ello. Podrán pactar y acordar un
 cambio que no soluciona nada que nos acucie, pero que a ambos partidos 
les debe parecer prioritario. Han comenzado ya los movimientos de 
formación de la opinión pública para hacernos aplaudir un cambio que no 
sólo no es necesario, ni mucho menos urgente, sino que puede ser 
peligroso y contraproducente para el funcionamiento del Estado de 
Derecho. Nos la van a colar y encima van a pretender que les aplaudamos 
el empeño.
No es un tema tan técnico como pretenden. 
Trata del control del poder y eso lo vamos a entender todos rápido. Fue 
Felipe González el que comenzó a pensar que los jueces en este país 
tenían “demasiado poder”. No es raro. Se arriesgaba a que le enviaran a 
prisión a unos cuantos cargos importantes. Lo resolvió reformando la 
manera en la que el juez podía adoptar la prisión preventiva e introdujo
 la obligatoriedad de la petición acusatoria, para meter al fiscal por 
medio. Sólo doy datos. El PP siempre estuvo en contra de entregar la 
instrucción a la Fiscalía, arrebatándosela a los jueces. No hace falta 
ser un lince para saber cómo y por qué se han caído ahora del caballo y 
se han reconvertido, después de ver el calvario judicial que han 
atravesado en los últimos años. Intentar controlar a los jueces, a 
través de nombramientos y otras zanahorias y palos, es complejo, 
indirecto y no totalmente satisfactorio. Las carnes de los populares lo 
saben, y los ciudadanos también. En cambio, hacer que la Infanta no sea 
acusada o que no se impulse la acción penal en temas como los Papeles de
 Bárcenas, Pujol y otros muchos, que arrancaron gracias a acusaciones 
populares, no resulta tan difícil. A las pruebas me remito.
Así que han decidido solucionarnos ese problema que nos 
inquieta tanto y que estriba en que los jueces instruyan con 
independencia, aunque sin medios, que esa también es otra forma de 
ponerle palos a la rueda.
Los argumentos que se 
esgrimen, para vendernos una idea que a ciertos políticos les encanta, 
son fácilmente rebatibles. Ni importa que el juez instructor sea una 
figura diferente a la de otros países, ni es fácil llevarla a cabo con 
el número de fiscales existentes, ni es aceptable que un fiscal 
dependiente jerárquicamente pueda investigar y tomar medidas contra los 
ciudadanos por mucho que a posteriori las controle el juez. No pongo en 
duda a los integrantes de la Fiscalía, pero sí a quiénes mandan y en 
modo alguno van a dejar de hacerlo.
Ni yo, ni ninguno
 de los detractores de este cambio innecesario y peligroso, tenemos nada
 que objetar a la capacidad profesional de los fiscales españoles, pero 
me temo que la tenemos toda contra los dos grandes partidos que han 
politizado y manipulado durante décadas las reglas del juego para buscar
 crear una burbuja de impunidad para el poder.
Si de 
verdad es tan operativo que sea el fiscal el instructor, no veo otra 
salida que convertir a los fiscales en parte del Poder Judicial y 
hacerlos totalmente independientes, como sucede en otros países, por 
cierto.
La instrucción penal sólo puede estar en 
manos independientes del poder en una democracia. No dejemos que nos la 
cuelen de nuevo. Los cambios, los pactos en sí, no merecen aplauso 
alguno. Es su contenido el que debe satisfacer la necesidad de una 
sociedad más libre y de una auténtica regeneración democrática que la 
inmensa mayoría de los españoles desea y que es la única esperanza de 
progreso para todos. Eso es lo que deben de reformar y pactar. Que no 
nos la cuelen de nuevo. 
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