Mucho se ha hablado últimamente de la aprobación por parte de la comunidad internacional de los Objetivos de Desarrollo Sostenible el
 pasado año. Estas metas que nos hemos marcado entre todos para mejorar 
la situación de sociedades a lo largo y ancho del mundo y del planeta en
 sí han generado considerable optimismo y una buena dosis de esperanza.
Sin embargo, estas imágenes dejan ver la otra cara del desarrollo y el 
consumo. Una cara menos amable que la que se nos presenta cuando se 
habla de las cadenas de valor mundiales,
 pero sin duda una que está siempre presente al final del proceso de 
producción y comercio. La gestión de los residuos es particularmente 
deficiente en los países menos desarrollados, pero también en aquéllos 
que se consideran emergentes. Un informe de McKinsey&Co demuestra
 la importancia de la correcta regulación de estas actividades y alerta 
de sus consecuencias para el desarrollo económico. Aquí está el lado 
oscuro del consumo.
La Isla de Basura. 100.000.000 toneladas de residuos.
Mucho se ha hablado de la existencia de una isla en el Pacífico Norte 
que sería del tamaño de Texas, la llamada Isla de Basura o Great Pacific
 Garbage Patch por su nombre en inglés, descubierta supuestamente en 
1997. Esta isla se habría formado supuestamente debido a la acción de 
las diferentes corrientes marinas que actúan en el norte del Océano 
Pacífico. Los desperdicios, mayoritariamente de plástico, que llegan al 
océano desde Asia Oriental y Norteamérica, se arremolinarían debido a 
estas corrientes llegando a formar una verdadera isla de plástico 
apreciable a simple vista.
Sin embargo, numerosos estudios se llevaron a cabo y desmintieron esa 
creencia. Pese a ello, el riesgo continúa siendo real. Según National Geographic existen dos ‘islas’ que son realmente aglomeraciones de desechos,
 una en la zona oriental y otra en la occidental del Pacífico Norte. Los
 residuos de una y otra se mueven debido a las corrientes marinas y 
crean una espiral de basura que abarca toda la zona septentrional del 
océano.
El mito de la gran Isla de Basura se convirtió en el símbolo de una 
degradación innegable que sufren nuestros océanos en todos los puntos 
del planeta. Unestudio publicado en 2015 en la revista Science alertaba
 de que el nivel de desechos plásticos que los estados litorales vierten
 a los mares no para de incrementarse, alcanzando hasta 13 millones de 
toneladas sólo en el año 2010. Es más, la predicción que
 el mismo estudio se atreve a lanzar para 2025 es escalofriante, con una
 proporción de 10 bolsas de plástico por cada 0,3 metros de costa. Esto 
tiene un impacto devastador en la biodiversidad y las condiciones 
ambientales de nuestros océanos. Por suerte, se han puesto en marcha iniciativas públicas y privadas para la limpieza de esos residuos con resultados esperanzadores.
Bordo Poniente (México DF, México). 40.000.000 toneladas de residuos.

Una mujer clasifica la basura en el 
vertedero de Bordo Poniente, considerado como una de las principales 
fuentes de gases de efecto invernadero del país. Photo by YURI 
CORTEZ/Getty Images
México es uno de los países que mayor potencial económico presenta en la
 esfera global. Normalmente, el crecimiento acelerado va de la mano con 
un mayor consumo y, a su vez, esto provoca un mayor nivel de generación 
de residuos. Por ello, es clave que las potencias que están adquiriendo 
más relevancia en los mercados internacionales también presten atención a
 la gestión de estos residuos dentro de sus fronteras. Ya en 2004, la 
producción anual de residuos en el país era de unos 34,6 millones de toneladas.
La ciudad de México DF produce, al día, alrededor 12.000 toneladas de 
residuos y, en gran parte, van a parar al vertedero de Bordo Poniente. 
Este lugar tiene su origen en 1985, cuando los devastadores terremotos 
que asolaron la ciudad hicieron necesaria la creación de una escombrera 
donde depositar los diferentes restos arquitectónicos que habían quedado
 demolidos por el temblor. Sin embargo, desde 1994 Bordo Poniente se ha 
estado utilizando como vertedero para residuos sólidos urbanos del DF, 
provocando importantes daños ambientales en las aguas del Lago de Texcoco. A estos problemas sanitarios relacionados con la salubridad se les unieron los derivados del hedor que desprende el vertedero, afectando incluso a México DF.
Las quejas de los vecinos y la movilización de grupos ecologistas en el 
país llevaron al Gobierno federal a decretar en 2010 el cierre de Bordo 
Poniente, actuación que sería efectiva en 2012. Sin embargo, la clausura
 del basurero se realizó de forma repentina y descoordinada, provocando 
la aglomeración de camiones que transportaban residuos en la entrada del
 recinto. Incluso años más tarde de ese cierre, el vertedero sigue 
siendo el mayor de México y sigue provocando importantes problemas sanitarios.
 Por tanto, Bordo Poniente es el perfecto ejemplo de que los retos de 
una correcta gestión de residuos no se terminan con el cierre de la 
localización, sino que requieren una estrategia a medio y largo plazo 
con decisiones efectivas en materia medioambiental y sanitaria.
Olushosun (Lagos, Nigeria). 17.150.000 toneladas de residuos.

Una comunidad entera vive en el basurero. La chatarra es su forma de ganarse la vida. Photo by LIONEL HEALING/Getty Images
La ciudad más poblada el país, Lagos, se ha convertido en objeto de las 
miradas de emprendedores y curiosos que se han visto atraídos por lo que
 muchos ya conocen como el Silicon Valley africano.
Sin embargo, la ciudad está lejos de ser un modelo de habitabilidad, pese a tener una de las tasas de crecimiento demográfico más altas del mundo. Lagos presenta importantes carencias en cuanto a infraestructura básica y a suministro de electricidad,
 dos aspectos básicos para hacer de una ciudad un nudo logístico y 
empresarial. Además, alrededor del 25% de los 16 millones de habitantes 
de la ciudad viven en una situación precaria, normalmente hacinados en 
barrios marginales como el de Makoko.
Estos problemas se agravan en lo que a gestión de residuos se refiere. Lagos produce alrededor de 10.000 toneladas de desechos al día que
 van a parar mayoritariamente al gran vertedero de Olushosun. Como en 
otros ejemplos de esta lista, la acumulación incesante de residuos  y la
 falta de tratamientos adecuados han provocado que las aguas cercanas queden contaminadas con
 diferentes elementos tóxicos con niveles por encima de los recomendados
 como saludables por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pese a 
ello, la Autoridad de Gestión de Residuos de Lagos se ha puesto manos a 
la obra para buscar soluciones a Olushosun. Una de las opciones es la 
creación de plantas de transformación de residuos en electricidad,
 uno de los bienes escasos de la ciudad. Este proyecto se estima que 
dure cinco años, tras los cuales la autoridad ha anunciado que cerrarán Olushosun para convertirlo en una zona de recreo.
La Duquesa (Santo Domingo, República Dominicana). 14.700.000 toneladas de residuos.

Numerosos animales se alimentan de la basura de este vertedero dominicano. Photo by ERIKA SANTELICES/Getty Images
Pese a su nombre, La Duquesa está lejos de ser la imagen de la 
aristocracia, la riqueza y el bienestar. Al contrario, en él se acumulan
 alrededor de 15.000.000 de toneladas de desperdicios resultantes de la 
recogida de basura municipal de Santo Domingo, pero también residuos 
tóxicos procedentes de industrias de la zona. Pese a ello, La Duquesa ha
 conseguido atraer la atención de inversores extranjeros dispuestos a 
hacer negocio con el contenido de este vertedero.
Empresarios de India o Estados Unidos se han mostrado dispuestos a 
convertir La Duquesa en una planta de tratamiento de residuos con un 
componente sostenible, normalmente dirigido a la creación de 
biocombustibles. Sin embargo, estas inversiones nunca se han llegado a 
materializar, quedando La Duquesa en manos de la empresa Recicladora de 
Plásticos Dominicana desde 2009. El objetivo de esta concesión era el 
tratamiento de los residuos para la extracción de biogas, pero medios 
locales informan de que se ha producido un escaso progreso en el 
proyecto, tratando únicamente un 1% de
 todos los residuos reutilizables que llegan a La Duquesa. 
Aparentemente, la falta de voluntad política por parte de las 
autoridades de Santo Domingo ha propiciado el bajo rendimiento de este 
proyecto.
Desde 2010, el Mecanismo para el Desarrollo Limpio de la Convención 
Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) aprobó la 
concesión de un proyecto internacional con apoyo de Francia y Reino Unido. En 2011, la multinacional HSA Golden ha comenzado a realizar visitas de mantenimientoal
 vertedero para asesorar a la gestora sobre maneras sostenibles de 
administrar el lugar. Pese a los esfuerzos por mejorar las condiciones 
del lugar y la vida de los vecinos, todas estas iniciativas se vieron 
truncadas en 2014, cuando un inmenso incendio arrasó
 parte del vertedero por abandono de las empresas encargadas de su 
gestión. Las autoridades locales y nacionales reaccionaron y declararon 
que La Duquesa “es un serio peligro sanitario”. Sin embargo, aún hoy sigue habiendo falta de coordinación entre instituciones e inversores.
Ghazipur (Delhi, India). 9.800.000 toneladas de residuos.
Aun siendo una de las grandes potencias emergentes, el consumo per capita de India todavía permanece muy por debajo de las economías industrializadas, pero los expertos ya han alertado de los importantes obstáculos y barreraspara la realización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el país.

El reciclaje y la chatarra constituyen 
un importante negocio en la India. Estas actividades tienen 
consecuencias nefastas tanto para el medioambiente como para la salud de
 los trabajadores. Photo by DANIEL BEREHULAK/Getty Images
Un ejemplo de esto es el estado de Ghazipur, uno de los mayores 
vertederos de India y el principal destino de ese moderado consumo de 
los ciudadanos de Delhi. Su utilización se remonta a 1984 y ya intentó 
limitarse su tamaño en 2002. Sin embargo, la falta de alternativas y de 
voluntad política por parte de las autoridades competentes han alargado 
su vida útil y sigue siendo destino de alrededor de 3.500 toneladas de 
residuos al día.
La cara más amarga de Ghazipur se encuentra en las 1.500 familias que
 viven en el suburbio que se sitúa a sólo 200 metros del vertedero que, a
 su vez, se convierte en su principal fuente de ingresos gracias a la recolección de chatarra.
 Dada su situación precaria, no sólo son vulnerables a los peligros que 
derivan directamente de la insalubridad, sino que estos habitantes de 
barrios marginales son también víctimas de los abusos de las 
autoridades. Muchas familias fueron desahuciadas para extender una de 
las líneas de metro de Delhi.
En 2014, el Tribunal Superior de Delhi declaró que debía limitarse el 
nivel de residuos que se vertía en Ghazipur e instaba a las autoridades a
 construir nuevos vertederos para hacer frente al “desastre medioambiental y sanitario”
 que supone el basurero. Pese a ello, su sobreexplotación ha tocado 
techo, incluso suponiendo un riesgo más directo a la vida de las 
familias que viven en sus inmediaciones debido a los numerosos incendios que se originan en el lugar por las altas emisiones de metano.
Vertedero municipal de Bishkek (Bishkek, Kirguistán). 7.500.000 toneladas de residuos.
La capital de Kirguistán, Bishkek, ha superado ya el millón de 
habitantes y gran parte de ellos viven en suburbios que presentan 
condiciones infrahumanas. No se sabe con certeza cuántos kirguises 
residen en estos barrios marginales debido a la dificultad de recoger 
datos censales.
Pese a la falta de cifras exactas, sí que existe una certeza: el 
tratamiento de residuos es deficiente. El ejemplo más claro es el 
vertedero de Bishkek, en el que se acumulan los residuos de una ciudad 
que no deja de crecer y que carece de los medios para tratar estos 
desperdicios de una forma salubre y sostenible.
En el caso de Bishkek, su situación en Asia Central ha favorecido la 
atracción de inversiones públicas de instituciones internacionales, 
especialmente por parte de la Unión Europea, lo que le ha convertido en 
uno de los vertederos de esta lista que más proyectos e inversiones ha 
recibido para la mejora de sus condiciones. En 2010, la Comisión Europea
 aprobó dos ayudas por una suma de alrededor de 8 millones de euros para
 la inversión en infraestructuras que mejoraran la recolección de basura
 y el tratamiento de residuos de acuerdo a los estándares de la UE. En 
2013, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo presentó un proyecto alternativo que
 era parte de una inversión internacional que sumaba la cantidad de 22 
millones de euros. En 2015, se amplió con un presupuesto de 600.000 euros adicionales. El impacto real de estas iniciativas todavía no se conoce.
Al Akaider (Irbid, Jordania). 5.250.000 toneladas de residuos.
En el norte de Jordania se encuentra el campo de Al Akaider un 
macro-vertedero abierto en 1981 para recibir residuos sólidos 
municipales de numerosas industrias cercanas, desde mataderos hasta 
industrias textiles.
Según un estudio, este basurero recibe alrededor de 700 toneladas de residuos al día.
 Pese a no ser el mayordel país, sí se ha convertido en el más polémico 
dada su situación junto a la frontera sirio-jordana. La acumulación de 
residuos allí provocó un desbordamiento hacia Siria que afectó a granjas
 de la zona e incluso contaminó el río Yarmouk, muy cercano a Al Akaider
 y principal fuente de agua potable de la zona. Esto creó importantes tensiones políticasentre Jordania y su país vecino.
Pese a las dimensiones y a los impactos medioambientales del vertedero, 
existe poca información sobre Al Akaider y el tratamiento de sus 
residuos. Sin embargo, la comunidad académica jordana se ha volcado en 
poner en marcha proyectos para la mitigación de sus efectos adversos en
 la sanidad y el medio ambiente. Finalmente, se ha programado el cierre 
del campo en 2020 y, desde 2012, la Unión Europea ha financiado un 
proyecto para su rehabilitación con la creación de plantas de compostaje y de tratamiento de aguas.
K’ara K’ara (Cochabamba, Bolivia). 2.750.000 toneladas de residuos.
El país más pobre de América Latina cuenta con uno de los mayores 
vertederos del mundo. Cochabamba ostenta el título de tercera ciudad de 
Bolivia en términos económicos, pero también es la principal fuente de 
residuos para K’ara K’ara. Desgraciadamente, la pobreza y la falta de 
voluntad política han hecho poco por la salubridad del vertedero, 
provocando que se disparen los niveles de compuestos perjudiciales para 
la salud como sulfatos y cloruros derivados de las 350 toneladas diarias que allí se depositan.
Estos impactos adversos también se acrecientan en lo referente al medio 
ambiente. Más concretamente a los escasos recursos hídricos de la 
región. Bien conocida es la llamada Guerra del Agua en Cochabamba, que 
ha provocado un conflicto social entre ciudadanos y administraciones. 
Las privatizaciones del gobierno de Hugo Banzer afectaron también al suministro de este recurso escaso, dejando con acceso limitado a agua potable al 60% de la población.
 Esto desató una respuesta social inmediata que ha continuado hasta hoy 
día, extendiéndose también a otras áreas económicas como las industrias 
extractivas.
Este tipo de protestas también se dieron en torno a la gestión de K’ara 
K’ara, provocando una reacción en las administraciones locales y 
regionales, que prometieron por primera vez cerrar el vertedero con un 
proceso que duraríaentre 2001 y 2003. Sin embargo, esto no se materializó hasta 2009, cuando se anunció un plan de construcción de un basurero con
 mejores condiciones sanitarias. Todo quedó en un brindis al sol cuando 
las autoridades de Cochabamba extendieron la vida útil de K’ara K’ara por tres años más,
 con un compromiso de mejora en el tratamiento de residuos. Desde 
entonces, y hasta el año 2015, el vertedero ha continuado operativo, 
siendo objetivo de protestas y bloqueos vecinales que piden unas condiciones de vida dignas y una solución para su situación precaria. Hoy día K’ara K’ara sigue activo debido a convenios que sortean las resoluciones judiciales y los compromisos políticos.
Agbogbloshie (Accra, Ghana). 1.750.000 toneladas de residuos.
Pese a la creciente preocupación de los consumidores occidentales por el
 origen de los productos que compran y por cómo se obtienen sus 
materiales, poco sabemos sobre dónde van a parar estos utensilios 
tecnológicos cuando dejan de tener utilidad. Ese lugar será, 
probablemente, Agbogbloshie. Situado en lo que antaño eran unos 
humedales, allí se encuentra el vertedero de materiales tecnológicos más
 grande del mundo.
Pese a que la Convención de Basilea prohíbe
 la exportación de residuos electrónicos desde países desarrollados a 
países en desarrollo, el Gobierno de Ghana informó en 2009 que alrededor
 del 15% de los productos tecnológicos que importa son en realidad residuos.
 El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó en
 2015 sobre el problema que suponía la falta de cumplimiento de estos 
acuerdos, elevando el comercio de residuos electrónicos hasta los 19.000 billones de dólares.
En Agbogbloshie, niños y adultos intentan aprovechar ese vacío en el 
derecho internacional para ganarse la vida. El cobre que se encuentra en
 estos componentes electrónicos se convierte en su vía de escape para 
poder traer dinero a casa, pero también se vuelve un arma silenciosa 
contra su salud y bienestar. La extracción bajo procedimientos muy 
rudimentarios provoca enfermedades, heridas, cortes y quemaduras. 
Desgraciadamente, la mayoría de los jóvenes que trabajan extrayendo 
cobre mueren de cáncer antes de cumplir los treinta.
Sofa (Rafah, Palestina). 650.000 toneladas de residuos.

En algunas partes del mundo los niños 
sobreviven gracias a la venta de residuos reciclables y otros deshechos 
recogidos de los vertederos. Photo by SAID KHATIB/Getty Images
Si vivir en una constante situación de tensión internacional no fuera suficientemente duro para una población sumida en la pobreza,
 Palestina también se enfrenta a los desafíos de la insalubridad y el 
deterioro ambiental que presenta la gestión de los residuos municipales.
 Numerosos problemas han surgido ya debido a la deficiente gestión de 
residuos en diversos puntos de Cisjordania, donde el 42% de la población declara
 estar sufriendo los impactos negativos de los vertederos a cielo 
abierto. Recientemente, también Jerusalén Este se ha convertido en 
objeto de protestas debido a la decisión de Israel de expropiar terrenos a unos 120 beduinos para crear un nuevo vertedero.
Uno de los mayores vertederos de la Franja de Gaza, el de Sofa, cerca de
 la ciudad de Rafah, supone importantes riesgos para la salud de los 
palestinos. En la Franja, y teniendo en cuenta la limitación de espacio,
 se genera alrededor de un kilo de desechos por habitante al día. Uno de
 los principales peligros de este vertedero es el alto índice de 
contaminación de agua que presenta. Los agricultores de la zona dependen
 de esta agua para poder hacer crecer sus cultivos, lo que supone una amenaza directa al bienestar tanto
 de productores como de consumidores. En abril de 2016, el Programa para
 el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) ha puesto en marcha un proyecto
 para la creación de una planta de tratamiento de aguas en un intento de
 hacer frente a la insalubridad derivada de la presente mala gestión de 
residuos.
Lagoon (Juba, Sudán del Sur). 630.000 toneladas de residuos.
Los problemas con la gestión de basuras siempre fueron un grave problema en Juba, la capital del estado más joven del mundo.
 Los residuos llevan desde 2008 acumulándose a cielo abierto en el 
vertedero de Lagoon, a unos 13 kilómetros de la ciudad, recibiendo unas 
500 toneladas de desechos al día. En 2012, unos meses después de que 
Sudán del Sur declarara su independencia, la empresa que gestionaba 
Lagoon dejó de operar debido a altos costes y al mal estado de los accesos. Esto dejó la gestión de residuos de Juba completamente paralizada.

La basura se hacina a lo largo de 
kilómetros y kilómetros, llegando incluso a acumularse alrededor de las 
tumbas. Photo by YASUYOSHI CHIBA/Getty Images
La increíblemente delicada situación del país y la abundancia de 
desechos en Juba empujó a las familias de la capital a dedicarse a la recolección de chatarra o plásticos para
 poder venderla más tarde a comerciantes de Uganda y Kenia. Gracias a la
 acción de la ONG local Programa de Rehabilitación Medioambiental (ERP),
 las mujeres de Juba pueden vender todo lo que recolectan a cambio de 
suficiente dinero para comprar comida, teniendo efectos beneficiosos en 
el empoderamiento de las mujeres en la sociedad de la capital. Sin 
embargo, el trabajo de recolección sigue estando plagado de riesgos 
sanitarios para ellas, pero también para los niños y jóvenes que 
realizan también estas tareas. En 2013, el Programa de Naciones Unidas 
para el Medio Ambiente (PNUMA) comenzó a trabajar con ellos para evitar más muertes de niños en Lagoon, que habían repuntado desde la independencia.
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