Punto y seguido: Nazanín Armanian - 5 diciembre 2016
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3632/en-medio-de-la-matanza-de-los-rohinyas-china-pierde-a-myanmar/
La limpieza étnica que sufre la minoría étnica rohinyás, de religión
musulmana, a mano del régimen birmano y la ultra derecha budista
coincide con una cruenta lucha entre China, las grandes compañías
occidentales, India y Japón por los recursos naturales del país y el
control sobre su estratégica geográfica.
Alrededor de 130.000 de los 800.000 rohinyás, a los que llaman Kalar
«negro» en sanscrito, por su tez oscura, han huido de sus hogares,
refugiándose en las fronteras de China y Bangladesh. Otros 250.000 ya
llevan varios años en los campos de refugiados de Bangladesh. A pesar de
que viven en Myanmar desde hace generaciones, el gobierno de la “raza
única” se niega a reconocerles como una minoría étnica de las 135 que
habitan el país, acusándoles de ser inmigrantes indocumentados
bengalíes. Que buena parte de los recursos naturales –minas de oro,
jade, los depósitos de gas y petróleo, o maderas como teca, entre otros-
se encuentre en las zonas montañosas donde viven las comunidades
étnicas, ha sido el motivo de las guerras locales (patrocinadas por los
militares) y por ende el desplazamiento de cientos de miles de personas.
Éste país asiático fue noticia cuando el presidente Obama promovió la
“primavera Myanmar” en 2011, y apoyando a Aung San Suu Kyi, la
luchadora por la democracia en su país, con el fin de convertirla en una
alternativa a la junta militar que gobierna el país con 2185 kilómetros
de frontera común con China y 1463 con la India, las dos letras de
BRICS.
Desde su doctrina de Regreso a Asia para contener a China,
era imperioso para Obama recuperar a un Myanmar gobernado por los
militares, y corregir uno de los “errores” de la política exterior de
EEUU: Pues, China ha sido el gran beneficiario de la aplicación de la
Ley de Asistencia al Exterior de EEUU que obliga a Washington a recortar
relaciones con los regímenes golpistas (¡ley no aplicada al Chile de
Pinochet, ni al Egipto de Al Sisi!). La imposición de embargos
económicos por parte de Occidente a la junta militar dejó la vía
despejada para que China entrara a lo grande en el país, siendo aun hoy
el mayor inversor y primer socio comercial de Myanmar.
A partir de noviembre del 2015, por las presiones de EEUU, la junta
militar se coloca en un segundo plano para convertir a Suu Kyi en la
presidenta de facto del país. Suu Kyi, una de las “amiguísimas”
de Hillary Clinton, se ha posicionado claramente contra las empresas
chinas, por su “falta de transparencia” elogiando a las compañías
occidentales como Chevron y Total.
Desde hace varios meses se ha intensificado el ataque de las turbas “budistas”
a los rohinyás en la provincia Rakhine. Mujeres violadas, casas
destruidas, cadáveres quemados con alcohol para ofenderles aun más si
cabe forman este macabro paisaje. A la tensión en esa región se ha
añadido la ofensiva del ejército a las posiciones de la guerrilla
Kachin, provincia limítrofe con China, la mayor mina de jade del mundo y
la principal región del país en producción del opio, causando la
suspensión de parte de los megaproyectos chinos en el país.
El valor de Myanmar para China
Beijing mira al país «fuerte y rápido» (significado de la palabra Myanmar) a través de tres enfoques:
1. Seguridad: ya que forma parte de su periferia. Hace de Estado
“tapón” entre China e India, y “aun” está libre de bases militares de
EEUU.
2. Estratégico-económico: con 126 proyectos de carreteras, puentes,
presas, etc. en marcha, Myanmar iba a ser el acceso chino al
subcontinente indio, sudeste asiático y el Océano Índico. Desde el
puerto Sittwe planeaba reducir su dependencia del congestionado estrecho
de Malaca (por el que recibe el 80% de las importaciones de petróleo de
Medio Oriente y África) en el Mar de China Oriental, recibiendo materia
prima procedente de África y el petróleo de Oriente próximo, y enviando
sus productos a medio mundo. Hubiera sido una de las piezas del “Collar
de perlas”, término que refiere a los puertos estratégicos que China ha
alquilado por todo el planeta. El conflicto en Rakhine está
militarizando la zona, impidiendo las obras de la doble tubería de gas y
petróleo chinos que iban a atravesar Myanmar para alcanzar el sur de
China. Curiosamente, Chevron consiguió en 2014 los derechos de
perforación en la cuenca Rakhine. Lo mismo pasa con la enorme presa de
Myitsone, con una inversión de 3.600 millones de dólares, que había
causado las protestas de las comunidades vecinas y de los ecologistas.
El proyecto se ha suspendido, creando grandes pérdidas económicas no
sólo a China (que iba a recibir la mayor parte de la electricidad
generada), sino también al gobierno birmano: tendrá que indemnizar a las
compañías chinas, a la vez que pierde los cientos de millones de
dólares que podría haber ganado con la presa funcionando.
3. Militar: su presencia impedía la construcción de bases militares
de EEUU en el país. Junto con Afganistán, Myanmar podría ser otro vecino
desde donde EEUU apuntase sus misiles a Beijing.
La violencia política ha beneficiado a EEUU en su afán de bloquear
las inversiones chinas. A pesar de todo, el régimen birmano intenta
mantener el control sobre los ingentes recursos gasíferos del país y de
su potencial estratégico privilegiado para diversificar sus alianzas.
La entrada de Occidente en el mercado de Myanmar también puede
provocar un conflicto con el vecino Bangladesh: pues, el posible
traslado de las empresas de textil occidentales a Myanmar perjudicaría a
la posición dominante de los bengalíes en el mercado de ropa. Algo del
que no renunciarían sin más.
La nueva alineación política de Myanmar advierte de nuevos conflictos
internos y regionales que se está gestando y que afectaría a la paz de
la región y a la vida de millones de los trabajadores del sudeste
asiático, así como al equilibrio de las fuerzas a nivel internacional.
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