Este es un texto en el que no oculto mi creciente ansiedad por el día después de la auto-destrucción de la izquierda http://ctxt.es/es/20170201/Firmas/10905/PSOE-Podemos-insignificancia-izquierda.htm  
El inevitable camino hacia la insignificancia de PSOE y Podemos forma parte de la autodestrucción de la izquierda, un desastre de dimensiones históricas por el que nadie va a pedir responsabilidades. 1 de Febrero de 2017
El inevitable camino hacia la insignificancia de PSOE y Podemos forma parte de la autodestrucción de la izquierda, un desastre de dimensiones históricas por el que nadie va a pedir responsabilidades. 1 de Febrero de 2017
Los suicidios del PSOE y Podemos, y
 su inevitable camino hacia la insignificancia (como ya ocurrió antes 
con el PCE y después con Izquierda Unida), plantean un caso intrigante 
de psicología política que habrá de ser estudiado en los próximos años. 
En estos dos casos se observa claramente un Síndrome de Sansón: “Caiga 
conmigo todo el templo y hundámonos todos antes de permitir tu victoria,
 malvado”.
Es difícil comprender cuáles son los mecanismos 
psicosociales que conducen a este síndrome. Me atrevo a hacer una 
conjetura (quizás falsa): En primer lugar, nunca hay que despreciar ni 
el azar ni la contingencia ni los factores personales. Aunque se crea 
mucho en las fuerzas históricas, lo cierto es que la psicología personal
 sigue siendo un factor fundamental. El carácter y temperamento de los 
cuadros y líderes sigue siendo central para explicar ciertas derivas. En
 segundo lugar, me parece que el mecanismo básico es una realimentación 
epidémica de a) miedo al otro, b) imaginario estereotípico sobre el 
otro, c) terror a perder el propio estatus.
El miedo generado por la imaginación, que a su vez 
produce estereotipos, que a su vez produce desequilibrios en los planes 
de vida, es un circuito vicioso que se extiende rápidamente desde los 
vértices a las bases de las organizaciones. Lo objetivo, los factores 
desencadenantes, al menos en el caso de Podemos, fueron la no 
satisfacción de las expectativas de voto en dos elecciones sucesivas. El
 fracaso no había sido muy grande, de hecho fue un éxito pasar de la 
nada a bastantes diputados. Lo suyo hubiera sido decir: hemos logrado 
más de lo que merecíamos. Ahora pongámonos a devolver el préstamo oyendo
 con claridad lo que se pide de nosotros y buscando los mejores medios 
de ponerlo en marcha.
Curiosamente, a las dos semanas ya estaba resuelta la 
explicación de los fracasos, cuando el misterio de por qué tantos 
votos/por qué tan pocos seguía sin resolverse. Aquí hay que acudir a los
 sesgos psicológicos: aversión al riesgo. Los dirigentes acudieron a la 
explicación más reconfortante. Lo que ocurrió, como ocurre con todas las
 explicaciones ad hocpara tranquilizarse, es que producen inestabilidad psicológica. Y así comenzó el mecanismo de realimentación negativa.
Un segundo factor objetivo es que Podemos no existía 
como partido y tuvo que inventarse. En los primeros momentos se sostuvo 
sobre el trabajo voluntario y generoso de mucha gente perteneciente a un
 espectro intergeneracional. En el intermedio ya no: había muchos 
cargos, asesorías, trabajos, poder, etc. implicados y se formó 
rápidamente una carrera por las colocaciones, un cursus honorum donde lo que contaba era el curriculum vitae
 de activismos, no la competencia para el puesto. Pero esto tampoco es 
malo: era previsible y la política es así. Una nueva generación de 
políticos y funcionarios de partido entra en liza. De eso está hecha la 
política realmente existente. Pero el miedo a perder lo conseguido es un
 potente desencadenante del mecanismo del odio al otro. Pese a todo, me 
parece, ninguno de los dos factores objetivos explica el suicidio. 
Tampoco el mecanismo psicológico del terror a perder lo obtenido.
Mi hipótesis es la siguiente: la autodestrucción de la
 izquierda es un desastre de dimensiones históricas para España, pero 
más aún para Europa y diría que para el planeta. La posibilidad de un 
cambio en el sur de Europa, en un país industrializado, habría sido un 
elemento desencadenante de nuevas posibilidades en Europa. El problema 
es que nadie va a pedir responsabilidades por este desastre. La derecha 
sí lo puede hacer porque es responsable ante los poderes fácticos. A la 
izquierda le salen gratis los fracasos. Perderán poco a poco puestos, 
unos se irán a sus casas (y trabajos quienes los tuvieran), otros 
quedarán lamentándose y acusando al otro, pero nadie les pedirá 
responsabilidades históricas.
El no voto no es una petición de responsabilidades. No
 es suficientemente temible. Nunca lo ha sido en la izquierda (ni 
Anguita ni Rubalcaba han pedido perdón por la destrucción de sus 
respectivos partidos. Siguen por ahí conspirando). Los partidos de 
izquierda se suicidan porque les sale gratis. Porque consideran la 
política un juguete y no les importa romperlo. 
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