miércoles, 29 de marzo de 2017

Ni olvido ni perdón

Roberto y Manuel, dos vecinos de Curtis hoy octogenarios tras trabajar para la ONU en el desarrollo de los pobres, están sumados a la querella desde Argentina por el fusilamiento de su padre y la persecución a su madre. 29.01.2017 http://www.laopinioncoruna.es/gran-coruna/2017/01/29/olvido-perdon/1147596.html


El doctor Calvelo e Isabel Ríos, en diciembre de 1936, 5 días antes de ser fusilado él y condenada ella a perpetua.
"La única máquina de escribir que había en Curtis estaba en su casa. En ella se escribían los partes de la Guardia Civil y los escritos de Foucellas", cuenta el periodista Antón Ferreiro. En esa máquina estaban las dos Españas. Y en esa casa donde se refugió tantas veces el legendario guerrillero Benigno Andrade, vivía la familia de Isabel Ríos Lazcano, encarcelada y perseguida muchos años tras serle conmutada la pena de muerte mientras que su marido, el doctor Manuel Calvelo López, fue fusilado en 1936. Hace un mes, el pasado 31 de diciembre, se cumplieron 80 años de la "hemorragia interna" que según el certificado oficial de defunción le causaron al doctor Calvelo. Y ese día apareció en un periódico un anuncio pequeñito en el que los hermanos Roberto y Manuel decían que querían "compartir la memoria" de su padre asesinado "en un espurio consejo de guerra" porque "los culpables aún no han sido juzgados y condenados".
Roberto y Manuel, los hijos del asesinado doctor Calvelo y la represaliada Isabel Río (que montó la primera célula comunista en un sitio como Curtis), superan hoy los ochenta años con una cabeza muy lúcida y que no olvida. Manuel desde Chile donde reside, presentó en 2014 junto a su hermano la denuncia para sumarse a la querella admitida a trámite por la juez María Servini de Argentina para que se investiguen los crímenes de la dictadura franquista. Y lo han hecho cuando los dos superan los ochenta años y después de una vida entera dedicada a formar a campesinos de zonas rurales de Latinoamérica para ayudarlos a progresar, a mejorar su bienestar y su futuro.
Una labor que realizaron para la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Manuel Calvelo es una personalidad de relevancia internacional, inventor de un sistema educativo por el que incluso recibió el premio SEN de la FAO, algo así como el Nobel en este ámbito. Los hijos de Isabel y Roberto cumplieron así, con su vida y sin pretenderlo, con los ideales de igualdad y justicia de sus padres. El veterano periodista de la TVG (donde fue redactor jefe), Antón Ferreiro, prepara un libro sobre Manuel.

En Argentina es casi un lema contra la desmemoria, además del título de dos canciones, la frase Ni olvido ni perdón, y Manuel y Roberto la suscriben. "Estoy de acuerdo. Si olvidamos perdemos definitivamente a los que se fueron injustamente, no se merecen el olvido. En cuanto al perdón, para darlo primero alguien tiene que pedirlo y que yo sepa, salvo muy raras excepciones -el Martín Balza del Nunca Más-, ninguno de los miserables que causaron tanto daño a tanta gente han pedido perdón. No sólo siguen mandando los hijos, nietos, sobrinos, herederos de aquellos que cometieron los crímenes, sino que muchos de los que los sufrieron, a veces indirectamente, se han hecho cómplices y los avalan", cuenta Manuel Calvelo Ríos a sus 84 años recién cumplidos, desde Chile.
"Los sucesivos gobiernos, incluso el socialista, no han tomado medidas que sí se han hecho en otros países como Alemania. Primero tendría que haber un levantamiento de todos los cadáveres que están enterrados por toda España y después, que se pidiese perdón a las víctimas de una guerra que no apoyaron. La República sólo se defendió, fue una víctima, no el agresor", relata Roberto Calvelo desde su casa en Oviedo, a donde regresó desde Chile en 1986.




El doctor Calvelo y sentado ante él, Nóvoa Santos. | I.R.
"Nuestros padres fueron juzgados ilegalmente por un grupo de insurrectos que atentaron contra la democracia y la legalidad. Queremos dejarlo claro porque sino aceptamos que nuestro padre era culpable y solo fue culpable de ser leal a un Gobierno, una persona comprometida. Por eso nos sumamos a la querella de la jueza Servini. Desde 2014 que pusimos la denuncia no se ha avanzado nada porque el Gobierno español no responde a las rogatorias. Pero no lo damos por perdido, hay que librar la pelea. Yo me daría por satisfecho conque la justicia reconociera que fueron enjuiciados injustamente por un grupo de bandoleros, que no fueron traidores a la patria. No hablo de restitución económica como en Alemania, sino de limpiar su nombre, porque ni mi madre ni mi padre eran delincuentes", explica Manuel Calvelo.
Roberto, el hermano mayor, tenía seis años cuando fusilaron al doctor Calvelo y Manuel, tres. "Apenas me acuerdo de mi padre... solo de cuando le visitamos en la cárcel y habías unas ratas que se comían la comida de los presos... Mi madre tampoco no se explayó demasiado pero por lo que contaba estaban muy enamorados", apunta Roberto.

Isabel Ríos Lazcano, su madre, nació en Curtis en 1907. Aprobó una oposición para Hacienda y logró una plaza en Gijón. En Curtis conoció a Manuel Calvelo López, de Santiago, que estaba de veraneo, y se casaron. Vivieron muy felices en La Palma donde Manuel comenzó como médico. Volvieron cada vez a Curtis para que naciesen allí sus dos hijos y después se fueron a Madrid donde el famoso médico Nóvoa Santos (que pudo ser premio Nobel) le nombró profesor adjunto en la cátedra de Patología. En 1934 Isabel se afilió al Partido Comunista y organizó la primera célula en el municipio. De niña le impactó cómo un expedicionario se perdió en el Polo y los únicos que fueron a rescatarlo fueron los soviéticos, cuando a ella le habían dicho que éstos "se comían crudos a sus hijos". Calvelo organizó el partido socialista y unos sindicatos tabaqueros.
La mujer de Foucellas era sirvienta en la casa de Isabel Ríos (su familia tenía una fonda) y allí se refugió él muchas veces. "Estaba por temporadas en el sótano. Les llevábamos alimentos, documentos que nos envolvían en un paquete", cuenta Manuel. "Me regaló un reloj", recuerda Roberto sobre Benigno Andrade, vecino de Cabrui, también de Curtis. El doctor Calvelo, aún cuando estaba en prisión, le mandó una receta para su difteria e Isabel le ayudó y veló cuando estuvo herido y fue amiga de su hija.



 El doctor Calvelo en una reunión política en Canarias. | I. R. 

  Tras el golpe militar en julio de 1936, al mes siguiente detienen al matrimonio y los trasladan a Santiago donde son condenados a pena de muerte. Iban a fusilarlos el 24 de diciembre, Nochebuena, así que el día anterior comieron con los hijos en la cárcel, los amigos les habían enviado marisco. Isabel y Manuel se despiden. "Nos decimos adiós como si fuera otro día cualquiera y no el último que íbamos a vivir", cuenta Isabel Ríos en Testimonio de la Guerra Civil, libro que escribió con 78 años, y que publicó Ediciós do Castro, donde recogió todas sus vivencias para que nunca quedasen en el olvido. Les aplazan la muerte y el día 30 a ella le dicen que le conmutan la pena por la perpetua. A él no.
"Durante las tres últimas horas de su vida charlamos de nuestras cosas, de nuestra vida en común, de nuestro amor...", relata Isabel, que añade que no soltó ni una lágrima porque había visto cómo los guardias se reían cuando a otras mujeres les mataban el marido. "Junto a las tapias del cementerio de Boisaca fueron pasados por las armas esta mañana, para cumplir sentencia recaída en consejo de guerra, el médico Manuel Calvelo López y Manuel Sánchez". Fue el breve apunte que apareció en un periódico.

Manuel Calvelo cuando en 2015 recibió un homenaje en Perú por su aporte a la educación rural.
  Días antes del fusilamiento, Manuel (que atesoraba una fama de gran médico que perduró décadas en Curtis) escribe cartas despidiéndose de la familia y dándoles las gracias a las hermanas de Isabel por cuidar de sus dos hijos. "Muchas gracias por vuestro interés hacia los niños y que os dure pues van a necesitar de vosotros mucho tiempo. Educadlos bien (...) Dadles muchos besiños", escribe a Aurora Ríos. "No sabes cuánto os agradezco a tí y a Angelito vuestra excelente disposición con respecto a mis hijos pues de este modo nos liberamos de la preocupación que supone el que pudiera faltarles protección al desaparecer nosotros (...) que os sonría la fortuna un poco más de lo que nos ha sonreído a nosotros", escribe a su otra cuñada, Luisa.
Isabel Ríos está en la cárcel de Santiago de Compostela, en Saturrarán (País Vasco) y en Betanzos. Es puesta en libertad condicional en 1943. Manuel y Roberto, que vivían con un tío en Ponferrada, la ven dos veces en esos siete años de prisión. Ya libre, viven en A Coruña pero la policía la acosa constantemente y decide irse a Buenos Aires. En Argentina después les coge, en el 66, el golpe militar de Onganía y la familia se traslada a Chile. "Tengo mi vida marcada por tres generales: por el general Franco que mató a mi padre y quiso hacer lo mismo con mi madre; por el general Onganía que nos obligó a huir del que ya era un difícil exilio en Argentina; y el general Pinochet que cortó mi colaboración con el gobierno socialista de Allende". Ésta es una de las declaraciones que Manuel, el hijo pequeño, realiza al periodista Antón Ferreiro, quien tiene horas de grabación con él además de haber participado en uno de sus seminarios.


Manuel Calvelo en la estación de Curtis en 2013. | A. F.
  El otro hijo de Isabel, Roberto, la anima a volver a España al saber que podía recuperar la plaza en el Ministerio de Hacienda en Madrid y allí trabaja un año, hasta su muerte en 1997. "No me llevó a la lucha ambición alguna, mejor dicho, me llevó una ambición inmensa, la de querer aportar mi granito de arena a la transformación de una sociedad injusta, deshumanizada, cruel, en otra más justa que abarcara a todos los seres y en la que todos encontraran la posibilidad de vivir a nivel humano", cuenta Isabel en su libro.
Entre Argentina, Chile y Perú, se van formando los hermanos Calvelo Ríos. Manuel estudia geología pero después pasa a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Buenos Aires para hacerse cargo del departamento de televisión educativa. Es uno de los fundadores de la Televisión Nacional de Chile pero en lugar de convertirse en el rey del audiovisual de Latinoamérica, opta por ayudar a los más desfavorecidos, tarea en la que le ayuda Roberto.


Calvelo, con el periodista Antón Ferreiro en Madrid.| A. F. 
  Manuel crea un modelo teórico de comunicación donde el protagonismo lo tiene no el profesor sino el alumno, tras darse cuenta de que el modelo tradicional de pedagogía no servía para capacitar a la población indígena y rural, muchos de ellos analfabetos. Cuando en 1983 la FAO le otorga el prestigioso premio SEN a Manuel (es el único español que posee esta máxima distinción), el representante de Perú cuenta cómo éste llevó televisores a las montañas, sobre llamas y burros, y cómo cuando querían cerrarle el grifo de financiación le enseñan a los del ministerio sus vídeos: cómo hacer una casa con materiales locales y cómo hacer parir a una vaca cuando no hay veterinario. "Se emocionaron tanto que obtuvieron un dispositivo legal para asignarle 500.000 dólares a este proyecto".
El currículo de Manuel, uno de los más reconocidos expertos internacionales en el campo de la comunicación para el desarrollo, es impresionante, y aún hoy es consultor jubilado de la FAO, dirige cursos y tesis sobre cine y vídeo y da clases en la Universidad. Su hermano Roberto trabajó con él en todos estos proyectos educativos con la FAO, enseñando en el rural, con vídeos, cómo sembrar, métodos fitosanitarios sencillos... Con una disciplina de trabajo rigurosa, formaron a campesinos de Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, Nicaragua, Honduras, El Salvador, México, Níger, India, Corea...



Manuel en sus primeros años de profesor en Buenos Aires. | A. F. 
  "Manuel es el creador de la historia de la comunicación en América Latina. Es una persona tan generosa, tan coherente, tan sólida. Inventó un modelo de pedagogía audiovisual. Quedé fascinado con sus proyectos, tan bien diseñados. Es una persona vital, comprometida, un líder natural, con una capacidad intelectual increíble, e injustamente tratado en su tierra", afirma Antón Ferreiro.
Manuel Calvelo desde Chile habla de su mujer Carmen, con la que lleva 48 años casado. Carmen, a sus 72 años, va de gira por el mundo con otras compañeras de la misma edad dentro de una compañía de danza contemporánea. Tienen dos hijos: Roberto, un piloto de helicópteros que apaga incendios; y Daniel, especialista en inteligencia artificial y miembro de la directiva de Google Europa. El doctor Calvelo e Isabel Ríos han dado origen a una estirpe extraordinaria de gente valiente, honesta, sabia y llena de dignidad porque, como dijo Celso Emilio Ferreiro: "Pode o corpo ser vencido, pode o dereito ser torto, mais o lume que alampea xamais o verdes morto".

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