El 18 de julio de 1936 se  produjo un 
golpe de Estado militar contra el Gobierno de la II  República, cuya 
legitimidad procedía de las urnas, que condujo a España a  una brutal y 
sanguinaria Guerra Civil. Y este es un dato clave e  imposible de pasar 
por alto: el conflicto estalla y España se desangra  durante tres largos
 años porque un grupo de militares con el apoyo de  civiles monárquicos y
 de la Italia de Mussolini, entre otros, deciden  dar un golpe de Estado
 para imponer su voluntad por encima de las urnas.
Pero  un golpe de Estado no se perpetra 
de la noche a la mañana. Y sobre  todo, un golpe de Estado no triunfa 
sin un apoyo financiero sólido  detrás tanto para el armamento 
necesario, el mantenimiento de las tropas  y, sobre todo, el 
sostenimiento del nuevo Estado que nace después de  una Guerra Civil tan
 devastadora como la que sufrió España.
El  economista, banquero, marqués y un 
sinfín de epítetos más José Ángel  Sánchez Asiaín (Barakaldo, 1929) 
publicó en 2013 la obra La financiación de la Guerra Civil española (Crítica),
  que, además de ser premiada con el Premio Nacional de Historia de  
España de ese año, recoge al detalle los apoyos económicos y financieros
  que obtuvieron por un lado los golpistas del 18 de julio, y, por otro,
  una vez comenzada la Guerra Civil, los respaldos financieros que 
obtuvo  la República y los franquistas.
En este sentido,  cabe destacar que una 
de las principales conclusiones que se puede  obtener de la detenida 
lectura de la obra es que prácticamente nadie  salvo la URSS y de una 
manera muy discreta Francia se atrevió a  comerciar con la República ya 
sea por miedo al comunismo o a los aliados  nazi-fascistas. Mientras 
que, por otro lado, el golpe de Estado que  provocó la Guerra Civil y 
que tuvo su única justificación en la consigna  de “salvar a España” 
estuvo financiado prácticamente en su integridad  por capital extranjero
 que impuso altos intereses. Por lo que el  autodenominado Movimiento 
Nacional no era tan Nacional como alardeaba.
Cuando se cumplen 80 años del golpe de Estado militar que arrastró a España a la Guerra Civil, Público recupera
  la obra de Sánchez Asiaín poniendo el foco en aquellos países, bancos y
  personajes que financiaron el golpe de Estado del 18 de julio y que le
  dieron soporte financiero en sus primeros meses, a pesar de haber  
fracasado en buena parte del territorio y de saber que ese dinero estaba
  destinado a la destrucción del país.
Juan March
El  banquero y contrabandista Juan 
March, cuya familia sigue disponiendo de  una amplia fortuna, era el 
hombre más rico e influyente de la España de  1936 y no tuvo ningún 
reparo en financiar todo tipo de acciones para  socavar la República. 
Primero, alentando la “conspiración”. Después,  facilitando medios para 
que la rebelión fuera una realidad en 1936 y,   posteriormente, siendo 
generoso con su dinero especialmente en los  primeros momentos a la hora
 de financiar la compra de todo tipo de  material de guerra.
Es  imposible cuantificar cuánto dinero 
puso March a disposición de los  militares sublevados. Las cifras de 
historiadores y periodistas han  oscilado entre los mil millones de 
pesetas y los 15 millones de libras  esterlinas más la financiación de 
buena parte de la intervención  italiana en Mallorca. De cualquier modo,
 sí está claro que ya March en  los primeros días del golpe de Estado 
puso a disposición del general  Mola 600 millones de pesetas de la época
 a través de una cartera de  Valores. Así, también pagó el alquiler del avión inglés que llevó a Franco de Canarias a Marruecos y
  en avalar cuantos créditos fueran necesarios para la causa franquista,
  no sin antes establecer unos intereses beneficiosos para él y sus  
socios.
El banquero, asegura la obra de Sánchez 
Asiaín, también se  ocupó de dar solución a una cuestión de tanta 
importancia para un  conflicto militar como el suministro y financiación
 del petróleo que  utilizó el llamado ‘Gobierno de Burgos’. March 
ofreció las garantías  suficientes a la empresa norteamericana Texaco 
para financiar los  primeros envíos de petróleo a los sublevados, que 
dejaron de suministrar  petróleo a la República, a pesar de los acuerdos
 firmados con ésta. El  autor, además, añade: “No está documentado pero 
parece también claro que  España recibió petróleo de Portugal siendo 
también March el financiador  de esas compras”.
El dinero de Juan March también  sirvió 
para sufragar las escuálidas arcas de Falange. El propio José  Antonio 
Primo Rivera había afirmado en 1934 que “uno de los primeros  actos del 
Gobierno de la Falange será colgar al multimillonario  contrabandista 
Juan March”. Sin embargo, 1936 el dinero de March ya  fluía en las arcas
 revolucionarias de los falangistas, primero a  disgusto de José Antonio
 y después con su aprobación.
La Portugal de Salazar
Escribe  Sánchez Asiaín que “la ayuda de
 Portugal a la sublevación fue realmente  importante y generosa. Aunque 
dada la limitación de recursos que  Portugal disponía, esa ayuda fue, en
 su volumen y regularidad, muy  inferior a la ayuda prestada por 
italianos y alemanes”. La importancia  de la ayuda de Portugal fue que 
se produjo en los primeros días del  golpe cuando los sublevados estaban
 en una situación de inferioridad.
El  país luso se convirtió, de hecho, en
 el receptor formal de armas por  cuenta de Franco. El país pasó de 
prácticamente no existir en la lista  de receptores de armas a ocupar el
 tercer lugar mundial en la lista de  clientes de la industria bélica de
 la Alemania nazi y la primera  europea. El apoyo fue clave para salvar 
el pacto de no-intervención y  como retaguardia de apoyo logístico ya 
que servía de comunicación de la  zona franquista, que había quedado 
partida en dos tras el fallido golpe  de Estado.
La obra acredita además que el gobierno 
de la dictadura  portuguesa puso a disposición de los franquistas todo 
tipo de recursos  financieros, créditos de bancos portugueses y una 
amplia protección  política y diplomática. “Así, queda constancia de que
 en 1937 y desde el  Banco Espíritu Santo de Lisboa se comunicaba a 37 
representantes  diplomáticos españoles que les remitían unas 
determinadas cantidades  económicas”.
La Diputación Foral de Navarra
Navarra  gozaba de un régimen foral que 
otorgaba a la Diputación Foral el  control económico y fiscal del 
territorio. El economista y banquero  acredita que la Diputación Foral 
de Navarra mantuvo una “importante,  generosa y constante ayuda 
institucional a los sublevados”. El mismo 24  de julio de 1936, el 
general Mola dio orden a la Diputación para que le  habilitara un 
crédito por dos millones de pesetas para hacer frente a  los gastos 
originados por “el movimiento emprendido para salvar España”,  crédito 
que posteriormente sería liquidado sin ser abonado.
La  Diputación de Navarra también creó 
una serie de impuestos de guerra que  sirvieron para recaudar 13.942.813
 pesetas que fueron puestos a  disposición de la “causa nacional”. Este 
dinero sirvió para, entre otras  cosas, adquirir aviones para la defensa
 de Pamplona, cancelar el  crédito a Mola, poner un coche blindado a 
disposición de Franco,  motocicletas para el general Varela, una pensión
 de 1.840 pesetas a las  hijas de Mola para gastos educativos o el pago 
de la factura de 4.700  pesetas presentada por el Colegio de Arquitectos
 vasco-navarro por la  confección del proyecto del chalet para la viuda 
del General Mola.
Carlistas
Otra  importante fuente de financiación 
de la sublevación fueron los  donativos que hizo un grupo muy selecto de
 carlistas, económicamente  bien situados, entre los que pueden citarse 
Joaquín Baleztena, Miguel  María Zozaya y Fernando Contreras. Pero lo 
que constituyó una  excepcional fuente de financiación, explica el 
autor, fue el sistema  regular de cuotas que los carlistas tenían 
establecidos desde 1934, de  acuerdo con el cual todos los afiliados 
debían pagar al “Tesoro de la  Tradición” una suma, “por lo menos igual a
 la pagada en imposición  directa al Estado”.
Carlistas
 
 
Francesc Cambó
El  político catalán, cofundador y líder
 de la Liga Regionalista, descrito  por Romanones como “el mejor 
político del siglo XX”, ayudó a recaudar en  el extranjero 410 millones 
de pesetas para financiar la sublevación de  los militares golpistas. 
Asimismo, avaló o ayudó a conseguir créditos  que pudieron ascender a 35
 millones de dólares.
Aportaciones judías
A  pesar de las amenazantes frases 
lanzadas en Radio Sevilla por Queipo de  Llano, las grandes familias 
judías de Melilla “destinaron cuantiosas  sumas de dinero a la causa 
rebelde”. Franco, que estaba gestionando  créditos con la banca judía de
 Tetuán y Tánger, se vio obligado a  desautorizar estas emisiones 
antisemitas y el 15 de agosto de 1936  dirigió una carta al Consejo 
Comunal Israelita de Tetuán pidiéndoles que  no prestarán atención 
alguna a las emisiones antisemitas.
La Italia fascista
El  autor argumenta que hay dos tipos de
 razones que justifican la ayuda de  Mussolini a los franquistas con la 
intensidad con la que lo hizo. Unas  son razones de tipo político y 
económico, y se refieren a la voluntad de  Mussolini de dominar como 
fuera el Mediterráneo y, en todo caso,  impedir su bloqueo mediante un 
pacto hispano-francés. Las otras se  refieren a la creencia de Mussolini
 de que su misión en la Historia era  luchar contra el comunismo. “En 
todo caso, también influyó el hecho de  que España ofrecía un buen campo
 de experimentación para el nuevo  armamento”, añade el autor.
Más allá de la cuantiosa ayuda militar que Italia destinó a España en forma de aviones Savoia y cazas Fiat, armas y militares de las que el historiador Ángel Viñas ha dado buena cuenta, cabe destacar que una vez acabada la guerra, representantes italianos y españoles, valoraron que el total del crédito que Italia había puesto a disposición de los golpistas ascendía a 6.926 millones de liras.
No  obstante, el Gobierno italiano, 
mucho más generoso que el alemán,  propuso fijar en 5.000 millones de 
liras la deuda total del Gobierno  español por suministro de material de
 guerra de todas clases y  diferentes gastos hechos hasta el 31 de 
diciembre de 1939. El resto  quedaba condonado.
La Alemania nazi
El  proceso oficial de petición de ayuda
 de los sublevados a Alemania  comenzó el 21 de julio de 1936, cuando 
Franco, tratando de llegar a  Hitler de la forma más directa posible y 
rápida, recibió a Johannes  Bernhard, del que se sabía que estaba en 
condiciones de contactar con  facilidad y sin trámites administrativos 
con el dictador nazi.
Cuando  la petición de ayuda llegó a 
Hitler, los ministros del Aire, Goering, y  de Guerra, Blomberg, 
animaron a Hitler a prestar ayuda e involucrarse  en la operación tanto 
“por simpatía hacia sus planteamientos  anticomunistas, como para 
utilizar el conflicto español como un  laboratorio para mejorar las 
técnicas de los ejércitos alemanes”.  Goering también recordó a Hitler 
que, a cambio de los aviones, Alemania  podría obtener de España los 
minerales que tanto necesitaba.
Adolf Hitler
De  tal manera que la intervención 
alemana en la Guerra Civil española,  dice el autor, no puede entenderse
 sin tener en cuenta la política de  aprovisionamiento de materias 
primas, especialmente de minerales  aplicados a las necesidades de la 
guerra. Sobre esta base, los rebeldes  firmaron con Hitler el 20 de 
marzo de 1937 un Protocolo de Amistad. Las  operaciones entre ambos 
países durante la guerra fueron múltiples, todas  con “olvido 
sistemático” de las opiniones españolas imponiéndose en  todo momento el
 deseo alemán.
Una parte considerable de la deuda  que 
España contrajo con Alemania fue pagadas por compensación, es decir,  
con exportaciones españolas a Alemania, sobre todo de minerales. Una  
vez terminada la guerra Alemania fijó la deuda en 372 millones de  
marcos, incluyendo el coste de la Legión Cóndor, que los alemanes  
cifraron en 99 millones de marcos.
No obstante, la dictadura de  Franco y 
la de Hitler jamás llegaron a un acuerdo para calcular el  importe de la
 deuda aunque sí que encontraron una solución política de  entendimiento
 mutuo para demorar el problema. Esta solución fue firmada  en 1941 y 
permitía a los alemanes hacer compras en España sin pagar su  importe. 
“Y minerales, aceite y naranjas, entre otras cosas, fueron  enviados a 
Alemania sin generar divisas para la economía española”,  añade el 
autor.
Sociedade Geral de Comércio, Industria e Transportes Limitada
Este  holding de empresas portugués 
dispuso de un crédito de hasta 175.000  libras esterlinas para los 
golpistas el 8 de agosto de 1936 con un  interés del 5,5% anual.
Compañía General de Tabacos de Filipinas
Dispuso un crédito de un millón de dólares, ampliado en 200.000 dólares más. Fue otorgado el 22 octubre de 1936. Sin intereses.
Kleinwort, Sons & Co
El  banco inglés otorgó un crédito de 
800.000 libras con una remuneración  del 4% anual el 15 de septiembre de
 1937. Apenas un mes después, la  misma entidad concedió otro crédito de
 hasta 1.500.000 libras esterlinas  con un interés del 3% anual.
Société de Banque Suisse
Concedió otro crédito de hasta un millón de libras esterlinas el 20 de octubre de 1938.
Caixa Geral de Depósitos
La  entidad bancaria portuguesa concedió
 un crédito hasta el límite de 50  millones de escudos portugueses el 28
 de febrero de 1939 con un interés  del 4% anual.
Consorcio bancos italianos
Independientemente  de la ayuda prestada
 por el Estado italiano, un consorcio de bancos  italianos que presidía 
el Banco de Italia, con la colaboración de los  bancos Hispano Americano
 y Español de Crédito puso a disposición de los  sublevados un crédito 
de hasta 125 millones de liras el 20 de noviembre  de 1937 alcanzando un
 total de 300 millones de liras en 1939.
Autor: Alejandro Torrús









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