En Bangladesh, donde dos de cada tres niñas son
obligadas a casarse antes de los 18 años, cada vez son más las
adolescentes que deciden luchar para cambiar un destino que las condena a
ser adultas antes de tiempo.
Este es el testimonio de tres de ellas: Ruby, Sahanaj y Jesmin, alumnas de las escuelas de Educo en Dhaka. 13/12/2016 http://www.eldiario.es/educo/educacion-matrimonio_infantil-Bangladesh-secundaria-oportunidad_6_590450961.html
Este es el testimonio de tres de ellas: Ruby, Sahanaj y Jesmin, alumnas de las escuelas de Educo en Dhaka. 13/12/2016 http://www.eldiario.es/educo/educacion-matrimonio_infantil-Bangladesh-secundaria-oportunidad_6_590450961.html
Jesmin.
A pesar de que la ley prohíbe el matrimonio
infantil, el gobierno bangladesí no controla su cumplimiento ni aborda
los factores que lo posibilitan. En muchas comunidades, las niñas son
consideradas una carga económica y las familias creen que entregando a
sus hijas a un marido –a menudo mucho mayor que ellas–, les asegurarán
su supervivencia y manutención, además de protegerlas ante agresiones
sexuales. La práctica de la dote, muy extendida, tampoco ayuda: cuanto
más joven sea la novia, menor será la cantidad a entregar.
La realidad, sin embargo, es amarga. Las niñas casadas dejan la
escuela, tienen más posibilidades de sufrir malos tratos, engendrarán
más hijos y tendrán menos posibilidades de contar con ingresos propios,
lo que perpetuará su dependencia del marido. Además, las muertes
relacionadas con embarazos precoces son la primera causa de mortalidad
en adolescentes. En este contexto, la educación y la sensibilización son
claves para luchar contra esta lacra.
En las escuelas de Educo en Bangladesh
protegemos a las alumnas contra el matrimonio infantil al que muchas se
verían abocadas. En primer lugar, mentalizando a las propias niñas de
cuáles son sus derechos, así como también a sus compañeros de clase, y,
en segundo lugar, hablando con las familias para concienciarlas de la
necesidad de que sus hijas completen los estudios.
Sahanaj (a la derecha), junto a su madre en la escuela donde estudia
Los casos de Jesmin, Sahanaj y Ruby
Jesmin
(15 años) cursa 9º de primaria en la escuela de Educo en Hazaribag, uno
de los mayores slums de Dhaka. Cuando estaba en sexto de primaria, con
12 años, su padre la quiso casar con un hombre que se había fijado en
ella porque tenía la piel más clara que la de su hermana mayor. Pero la
niña se opuso con todas sus fuerzas y alegó que todavía estaba
estudiando. Con el apoyo de su madre, Noor, pudo evitarlo. Hoy, además
de estudiar, da clases a un grupo de siete niños y ahorra para pagarse
su formación en el futuro. Quiere ser maestra.
Sahanaj
(14 años) también vive en Hazaribag. Su padre la quería casar para
seguir la tradición y porque consideraba que de este modo estaría más
protegida y evitaría posibles abusos de otros hombres. Pero ello se
rebeló contra su destino y su madre la apoyó para eludir las dos
proposiciones de matrimonio que tuvo de dos vecinos. Su caso se trató en
el comité de padres y madres de la escuela, donde se convenció a su
progenitor para que esperara, al menos, a que finalizara la educación
primaria. Ella sueña con ser doctora.
Ruby (17
años) escapó de su marido y sus suegros y caminó cinco kilómetros hasta
llegar a casa de su abuela. Su caso fue un ejemplo para sus compañeros
en la escuela de Educo y sirvió para que los profesores tratasen el
tema. “Ninguna niña más de ese curso se casó”, afirma la maestra. Ruby
estudia secundaria en la escuela de Educo en el slum de Shampur y desea
llegar a la universidad para estudiar comercio.
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