La funcionaria 
Ana Garrido denunció la trama Gürtel
 en el Ayuntamiento madrileño de Boadilla y desató la caja de los 
truenos: las presiones que recibe desde entonces -económicas y sociales-
 la han puesto contra las cuerdas, subsistiendo a duras penas, sin más 
respaldo moral que el de un puñado de personas de su máxima confianza. 
Apenas alcanza a vivir con las pulseras y collares que ella misma vende.
 Y teme que el tumor que le descubrieron hace dos años -“la angustia se 
somatiza”, asegura- pueda suponerle un grave problema de salud. Todo 
ello, afirma, son las consecuencias de denunciar la corrupción.
A 
Roberto Macías también le ha salido caro destapar
 las malas prácticas en el sindicato UGT Andalucía:
 “Sólo encuentro puertas que se cierran, nadie me quiere contratar: 
recibo una ayuda de 426 euros mensuales que está a punto de terminar y 
no sé que será de mis dos hijos de 2 y 5 años”, grita desesperado.
El teniente del Ejército de Tierra 
Luis Gonzalo Segura y 
Azahara Peralta,
 exdirectora de obra en Acuamed -empresa implicada en el escándalo de 
adjudicaciones públicas hídricas y medioambientales-, son otros dos 
nombres que, en terrenos diferentes, denunciaron corruptelas en su 
propia casa. Y lo pagaron con el acoso al que se vieron sometidos.
El próximo lunes 8 de mayo a las 20.30 en el Ateneo de Madrid estos cuatro ciudadanos honestos recibirán 
un homenaje organizado por la Plataforma por la Honestidad al que asistirán un centenar de personas para darles su apoyo e impulsar la 
Ley de Protección del Denunciante.
 “Lo que queremos es que se siga hacienda partícipe a la sociedad, a la 
clase política y a los medios de comunicación que ser valiente, como lo 
han sido ellos, no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena”, 
explica 
Pedro Arancón, presidente de dicha asociación.
Una
 cena que cuesta 35 euros (30 euros son para pagar el menú y 5 euros 
para sufragar los gastos del plato de los agasajados y fondos para su 
subsistencia) a la que se espera acuda un centenar de personas y a la 
que 
han invitado a todos los grupos políticos salvo a uno: el PP.
 “Sería una vergüenza invitar a un partido cuyo presidente es un cobarde
 y un desalmado ya que no ha ido de forma voluntaria a testificar en el 
caso Gürtel, o que algunos de sus representantes estuvieran sentados 
junto a una persona que, como Ana Garrido, sabe desde hace diez años lo 
caro que sale denunciar la corrupción de su partido”, añade.
Precisamente
 Ana Garrido, denunciante de la trama Gürtel en el Ayuntamiento de 
Boadilla, fue la razón de la fundación y puesta en marcha de esta 
Plataforma, que lucha por la dignidad y la protección de quienes dan un 
paso al frente ante los abusos. “Su caso tan sangrante me decidió a 
hacer algo que, de forma totalmente desinteresada, le pudiera ayudar a 
ella y a otras personas a sobrellevar el calvario por el que pasan 
cuando denuncian: 
la ruina económica, la falta de trabajo, la soledad, la depresión, las calumnias o las amenazas de muerte”, recalca Arancón.
DEL AYUNTAMIENTO AL MERCADILLO
Garrido lleva diez años, con sus días y sus noches, viviendo las consecuencias de sacar a la luz todo lo que se cocía en el 
Ayuntamiento de Boadilla del Monte
 (Madrid) a raíz de la Gürtel. Ella, como directora del área de Juventud
 en el Consistorio -cargo al que accedió en 2007- fue testigo de las 
corruptelas que después denunció.
 Arturo González Panero, 
el Albondiguilla,
 alcalde desde 1999 y uno de los principales protagonistas de la trama, 
había sido antes su amigo, pero la amistad entre ambos terminó por culpa
 de estos tejemanejes.
La denuncia de Ana Garrido, lejos de amilanar a los culpables y poner
 sobre la mesa un mal demasiado endémico en nuestro país, marcó un antes
 y un después en su vida. No solo perdió su puesto de trabajo como 
funcionaria -y con ello su sueldo asegurado y acomodado-; también sufrió
 amenazas de muerte, se quedó sin casa y desde entonces arrastra una 
deuda de 10.000 euros solo en abogados.
Ha tenido que trasladarse a
 una pequeña localidad de Mallorca “para poder vivir en una casa con una
 renta en alquiler asequible”, y 
subsistir con lo que saca vendiendo sus pulseras o collares que ella misma diseña en mercadillos y 
en la web en la que aloja sus diseños -que
 le han hackeado ya en tres ocasiones-. “He llegado a comer de lo que me
 han dejado en platos en la puerta de mi casa. Además he tenido varios 
problemas de salud desde que comenzó esta pesadilla. El estrés y la 
angustia durante tanto tiempo, se somatizan de algún modo. Es algo de lo
 que nunca he hablado, pero en mi caso creo que lo que más tengo que 
cuidar es 
un tumor que me detectaron hace dos años, y 
que he de revisar con regularidad. Afortunadamente sigue siendo benigno.
 Mi día a día es muy en solitario. Echo en falta la compañía de mi 
gente”, nos confiesa.
Si en lugar de denunciar el delito 
que usted descubrió (artículo 262 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal),
 hubiera mirado a otro lado y se hubiera puesto pinzas en las narices 
para no oler tanta corrupción, ¿dónde cree que estaría? ¿Quién sería?
Seguramente
 seguiría con mi trabajo, con un súper sueldazo de por vida, tendría una
 segunda vivienda, un cochazo, etc... Así es cómo viven los técnicos que
 firmaron los informes favorables para adjudicaciones a empresas de la 
trama Gürtel. Yo sería una persona aparentemente feliz a la que la vida 
le sonríe, pero con un sentimiento de culpa tremendo. Y lo que es peor, 
me avergonzaría cada día de mí misma.
¿Ha dejado de sentirse acorralada y muerta de miedo?
Bueno,
 muerta de miedo me he sentido en algunos momentos de mi vida. En cuanto
 al acorralamiento, hubo un año que fue horrible; no me dejaban ni 
respirar. Cada día me levantaba con una noticia falsa sobre mí, 
injurias, calumnias, denuncias que acababan siendo archivadas… el acoso 
fue brutal. Y la imputación por “infidelidad en la custodia de 
documentos” que fue archivada a petición de la Fiscalía. Pero cuando 
estás viviendo tantos ataques a la vez, es un desgaste tremendo y te 
preguntas: “¿Cuándo me van a dejar en paz?”. Estas pasadas Navidades 
hicieron correr un bulo diciendo que me habían encontrado ahorcada en un
 árbol en el monte de Boadilla. Al principio me enteré porque llamó una 
persona a mi teléfono, pensando que le iba a dar el pésame a mi madre. 
Después ya me lo contaron varias personas a las que les había llegado. 
Pensé: “¡Qué mente más perversa y siniestra!”; pero ellos son así, 
gentuza sin escrúpulos. ¡No sé de qué me sorprendo a estas alturas!
Ahora
 ha disminuido bastante esa sensación de acorralamiento, y creo que ha 
sido porque no les ha servido. La gente no es tonta, mi caso ha tenido 
repercusión a nivel internacional, he invertido mi tiempo y esfuerzo 
como activista contra la corrupción en mi lucha por conseguir que exista
 en España una Ley de Protección al Denunciante. Creo que ese cúmulo de 
circunstancias ha hecho que me dejen un poco en paz, ya que se les 
estaba volviendo en contra.
¿Cree que la impunidad de algunos llegará a su final?
Desafortunadamente,
 creo que la impunidad no llegará a su final, al menos para todos. No 
existe una Justicia universal, y menos aún una Justicia justa, valga la 
redundancia, en España. No es ningún secreto la lentitud a la que nos 
vemos sometidos las víctimas de la Justicia por falta de medios, que por
 supuesto al Gobierno no le interesa resolver. Por otro lado, lo que 
antes era desconocido, hoy es un secreto a voces. A pesar de que existen
 jueces y fiscales que defienden con uñas y dientes su vocación y sus 
responsabilidades, no hace falta que comente lo que está ocurriendo con 
la Fiscalía en España y las presiones a las que se ven sometidos 
determinados jueces. Es algo que está saliendo en las noticias cada día.
 Y respecto a los legisladores, es para morirse de la vergüenza lo que 
están haciendo con los ciudadanos: penas desmesuradas para delitos 
menores y penas irrisorias para auténticos delincuentes que llevan años 
expoliando el patrimonio de nuestro país.
¿A qué le saben 
las últimas lágrimas de Esperanza Aguirre, quien siempre ha presumido de
 haber destapado la trama Gürtel, ante las informaciones de Ignacio 
González?
Que yo sepa, antes que yo aportara mi 
dossier/denuncia a la Fiscalía Anticorrupción, el primero que denunció, 
aunque yo no lo sabía en aquel momento, fue 
José Luis Peñas [quien puso en manos de la Fiscalía Anticorrupción conversaciones grabadas con los cabecillas de la Gürtel]. En cuanto a 
Esperanza Aguirre,
 tengo un tuit que responde a tu pregunta a la perfección: “Ante los 
llantos de Aguirre; entiendo cómo se siente: acorralada y muerta de 
miedo. Le dedico los últimos 10 años de mi vida 
#Anacontragurtel”.
NO PODER DAR DE COMER A LOS HIJOS
El mexicano 
Roberto Macías, al igual que Ana, también sabe lo que es llorar por ser honesto. Este administrativo afincado en Sevilla trabajó para
 UGT Andalucía
 seis años hasta que un día decidió señalar la línea que separaba la 
sociedad de bien de quien la corrompe: “No me compensaba seguir callando
 lo que yo y todos mis compañeros veíamos y callábamos por miedo y 
decidí hablar”, resume.
Macías declaró ante la 
UCO el tejemaneje de un 
sindicato nacional que se financiaba inflando o inventando facturas para
 después desviar subvenciones a cursos de formación: “Vi cómo se 
cocinaba en UGT ese sistema para desviar sistemáticamente ayudas de la 
Junta de Andalucía a través del cobro de mordidas y rápel a los 
proveedores con el sistema de los botes”, recuerda. Su declaración como 
testigo fue determinante. Con ella, la Fiscalía Anticorrupción imputó a
 Manuel Pastrana y 
Francisco Fernández Sevilla (responsables de UGT-A entre 1998 y 2013) por su “participación directa” en la “financiación ilícita” del sindicato.
Una
 decisión que desde hace 3 años le ha arruinado económica y 
anímicamente. “Lo absurdo de todo esto es que a pesar de haber destapado
 este escándalo, los responsables del fraude siguen recibiendo apoyo y a
 mí se me piden cuatro años de cárcel y 60.000 euros de indemnización. 
Me indignan las palabras de
 Jose María Álvarez -nuevo 
secretario general de UGT- que habla de limpiar la corrupción en las 
cloacas del Estado, pero él no hace nada por limpiar la suya propia. Al 
contrario, los que están blindados son sus exlíderes históricos 
imputados en la causa de las facturas falsas”, explica. “Estoy arruinado
 y desesperado. Con dos hijos de 2 y 5 años cobro una ayuda de 426 euros
 que se me acaba ya. Busco trabajo por todos lados y solo encuentro 
puertas que se cierran. Nadie me quiere contratar. No me llaman ni para 
una entrevista. En cuanto buscan mi nombre por internet y ven quien soy 
me desechan”, dice triste y apesadumbrado.
Y es que este administrativo y defensor de la honestidad
 ya no puede seguir tirando de su familia en México
 para que le ayuden: “Hasta ellos tienen un límite económico para poder 
mandarme dinero. Hace meses que no puedo pagar la luz, debo la 
comunidad... Me siento estigmatizado y lo peor es que se me parte el 
corazón cuando veo a mis dos hijos y no les puedo dar nada. A ellos no 
les falta lo más importante, que es amor, pero más allá de eso no 
disfrutan de lo que deberían”, añade Macías. Y para muestra de su amor 
de padre desesperado comenta dos simples ejemplos: “A mi hijo 
Alejandro
 de 5 años le voy engañando como puedo. Siempre le digo que tendremos 
vacaciones. Cuando llega el verano le digo que serán en Navidades, 
cuando llegan las Navidades le digo que en Semana Santa y así va pasando
 el tiempo y nunca nos vamos a ninguna parte porque lo más importante es
 que podamos llevarnos a la boca algo que comer. Hace tres meses 
conseguí juntar dinero para llevarle al cine a ver una película y fue 
maravilloso para él y muy, muy triste para mí”, cuenta con voz 
entrecortada.
Ahora Macías, a punto de quedarse sin nada, está pendiente de una 
llamada de teléfono que le vendría como agua de mayo. Hace unas semanas 
pidió un microcrédito de 6.000 euros para montar 
una agencia inmobiliaria
 y poder sacar adelante a su familia, pero también a su dignidad. “Me 
aferro a esta posibilidad y deseo de todo corazón que por fin se acabe 
todo esto y por fin podamos ser una familia feliz. Solo quiero que mis 
hijos tengan todo lo que se merecen y que no les he podido dar hasta 
ahora”, añade.
Si volvería a denunciar, lo tiene claro: “A veces 
tengo la impresión de ir a la guerra con una espada de palo, pero hay 
que luchar contra este mal endémico de la sociedad española que es la 
corrupción. No puede ser que el que denuncia sea perseguido hasta estos 
niveles de vergüenza”, subraya.
LOS VALORES NO SE ROBAN
La tercera homenajeada en la cena de la Plataforma por la Honestidad es
 Azahara Peralta, exdirectora de obra en 
Acuamed
 y a quien sus superiores echaron por negarse a firmar sobrecostes de 40
 millones de euros en diferentes proyectos; una conducta intachable que 
le acarreó un calvario personal y profesional como nunca imaginaba. Y es
 que esta ingeniera sufrió un “despido disciplinario camuflado en una 
auditoria” cuando se negó a “ceder al acoso del contratista”. Peralta 
tiene claro que, a pesar de que denunciar puede arruinar la vida, no hay
 que callarse ni debajo del agua: “La culpa la tienen mis padres. Me han
 educado para tener unos valores y unos principios, y uno fundamental es
 que no se roba”.
Otro que tampoco calla es el 
exteniente del Ejército de Tierra Luis Gonzalo Segura, cuarto y último homenajeado en la cita. En su caso sacar a la luz en dos libros -
Un paso al frente (2014) y
 Código rojo
 (2015)- las turbias idas y venidas del dinero en las Fuerzas Armadas le
 han traído por la calle de la amargura. En ambos libros (con cuya 
recaudación viven él y su familia a falta de ningún otro ingreso) habla 
del fraude de
 facturas falsas del Ejército del Aire 
(500 facturas falsas al año durante 5-6 años, entre 60 y 150 oficiales y
 suboficiales imputados y 10 millones y medio de euros); o del 
despilfarro de presupuestos
 “en un submarino que no flota (S-80), un avión que no vuela (A400M), 
carros de combate despiezados y almacenados porque no podemos pagar el 
combustible (Leopard), aviones también almacenados por no poder asumir 
un aumento del gasto (EF-2000 Eurofighter), fusiles defectuosos (HK que 
han sido cambiados por los alemanes), aeronaves en pésimo estado de 
mantenimiento (helicópteros del Servicio Aéreo de Rescate) y un sinfín 
de disparates propios del Ejército de Gila, millones en armamento 
defectuoso, negligentemente mantenido y/o adquirido o almacenado (al 
tiempo que se expulsa a aquellos que lo denuncian) o las enormes puertas
 giratorias”, dice.
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