Hacen un guiño a Full Monty el mismo día en que la presidenta de
Coca-Cola en 13 países de Europa y su familia se embolsarán 19 millones
de euros en dividendos.
Siempre en primera línea de la lucha, las espartanas han logrado destapar la vulneración de los derechos de los trabajadores. Olga Rodríguez 04/06/2017 -
http://www.eldiario.es/zonacritica/espartanas-Coca-Cola-destapan_6_650994913.htmlSiempre en primera línea de la lucha, las espartanas han logrado destapar la vulneración de los derechos de los trabajadores. Olga Rodríguez 04/06/2017 -
Este lunes algunas de las mujeres del colectivo Coca-Cola en lucha protagonizan
reportaje y portada en una revista de tirada nacional. La publicación
sale el mismo día en que la presidenta de Coca-Cola European Partners y
su familia se embolsarán 19
millones de euros en dividendos tras la salida a Bolsa de la empresa.
Todos los inversores recibirán 21 céntimos por acción en forma de
retribución al accionista.
La presidenta de Coca-Cola
European Partners se llama Sol Daurella y es la misma que reclamó 8
millones de euros a los empleados que formaron parte del campamento de
Fuenlabrada para reivindicar derechos y empleo.
Las personas trabajadoras de la planta de Coca-Cola en
Fuenlabrada, conocida antaño como "la perla" por su eficiencia, fueron
víctimas en 2014 de un ERE en el que desde el inicio vieron una vía para
lograr ahorro a corto plazo por parte de la empresa a costa del futuro
de las personas que allí trabajaban.
“Mi vida se paró aquél día”, recuerda una empleada.
“Siempre decíamos que si un día cerraba Coca-Cola es que el país había sufrido una hecatombe”, comenta otro trabajador.
Pero no fue necesaria una hecatombe, sino simplemente la intención de
pasar por encima de los empleados, vulnerando su derecho fundamental a
la huelga, esquivando la comunicación con sus representantes e
incumpliendo directivas europeas en materia de información, tal y como
la propia Audiencia Nacional estableció al declarar nulo el ERE tiempo
después.
Nada de lo que ha pasado habría sido posible
sin la perseverancia de los trabajadores y trabajadoras y sin el
campamento que instalaron, que les sirvió no solo de base de la
protesta, sino de lugar de encuentro diario, de gabinete psicológico en
el que compartieron angustias y preocupaciones, como la de no tener ni
para vivir al día.
Durante todo ese tiempo de
protesta la mayoría de los medios de comunicación del país silenciaron
la lucha o sesgaron el relato en favor de la empresa, tildando el ERE de
“generoso”. Pero aún así los trabajadores resistieron y ganaron. La
planta terminó reabriendo (más de un año después de la sentencia) y
fueron readmitidos.
Uno a uno, una a una, entraron en
la fábrica de nuevo mientras sus compañeros anunciaban sus nombres por
megafonía, como homenaje a su perseverancia. Y luego empezó otra
batalla.
La empresa, tras perder, buscó otros
caminos. Ha transformado la planta de producción en un centro logístico y
a los trabajadores los tiene moviendo cajas y botellas vacías en la
fábrica. Así, ocho horas al día pasan muy lentamente. La sensación de
sentirse inútil es inevitable. A pesar de ello, el Tribunal Supremo ha
considerado que no se ha incumplido ni la sentencia ni las condiciones
laborales acordadas.
Los afectados disienten: “Siguen
desmontando la fábrica. Saben que si en este tiempo sacan todo ningún
juez se atreverá a decir que metan de nuevo las maquinas”, denuncian.
“Hay vallas metálicas soldadas con pasillos de menos de un metro para
que vayamos de uno en uno [los trabajadores], hay vigilantes jurado por
todas partes, vas al servicio y hay un vigilante jurado, entran en las
secciones sindicales”, protesta una trabajadora.
La lucha no ha terminado. Las trabajadoras y trabajadores están dispuestos a
acudir al Tribunal Constitucional por vulneración de la tutela judicial
efectiva y del derecho de huelga, y también al Tribunal de Estrasburgo
si fuera preciso. En todo este tiempo se han convertido en símbolo y
referente.
Ellas han estado en primera línea en las
manifestaciones, en el campamento, en las protestas. Ahora protagonizan
reportaje y portada en Interviú, posando en un guiño a Full Monty. “Es
un orgullo haber creado ejemplo en una clase trabajadora dormida”, dice
una de ellas, Gema Gil.
Lo que las espartanas de Coca-Cola destapan es la vulneración de sus
derechos y cómo desde la lucha por recuperarlos se construye unión y
tejido social.
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OTRA COSA: Carles Capdevila. El director que no quiso ser hijoputa
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OTRA COSA: Carles Capdevila. El director que no quiso ser hijoputa
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