viernes, 21 de julio de 2017

El mundo se beneficia de la riqueza de África


Los 48 países subsaharianos recibieron 161.600 millones de dólares del exterior en 2015 y enviaron fuera, mediante repatriación de beneficios o evasión, 203.000 millones. Mark Curtis / Tim Jones - 21 de Junio de 2017 http://ctxt.es/es/20170621/Politica/13372/Africa-expolio-riqueza-ayuda-occidente.htm

<p>Imagen general de la mina de coltán Luwowo, cerca de Rubaya, en República Democrática del Congo. Marzo de 2014.</p>
Imagen general de la mina de coltán Luwowo, cerca de Rubaya, en República Democrática del Congo. Marzo de 2014. MONUSCO/Sylvain Liechti


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África [1] es rica, en su potencial abundancia de minerales, en trabajadores cualificados, en nuevos negocios en auge y en biodiversidad. Su gente debería tener éxito y sus economías deberían prosperar, pero muchos de los que viven en los 48 países del África subsahariana siguen atrapados por la pobreza, mientras las personas de fuera del continente extraen gran parte de su riqueza.
La investigación  recogida en este informe calcula la circulación de recursos financieros que entra y sale de África y algunos de los costes clave que el resto del mundo impone sobre África. El resultado obtenido es que los países de África son en su conjunto acreedores netos del resto del mundo por valor de 41.300 millones de dólares en 2015 [2]. Por tanto, hay mucha más riqueza abandonando el continente más pobre del mundo que la que ingresa.
En 2015, los países de África recibieron 161.600 millones de dólares, en su mayoría mediante créditos, remesas de particulares y ayuda en forma de donaciones. Aun así, 203.000 millones salieron de África, tanto de manera directa (mediante la repatriación de los beneficios de las grandes corporaciones y el el traslado ilegal de dinero fuera del continente, sobre todo) como indirecta, a causa de los costes que el resto del mundo impone por el cambio climático.
Los países africanos reciben aproximadamente unos 19.000 millones de dólares de ayudas mediante donaciones, pero más de tres veces ese importe (68.000 millones de dólares), escapa en fuga de capitales
--Los países africanos reciben aproximadamente unos 19.000 millones de dólares de ayudas mediante donaciones, pero más de tres veces ese importe (68.000 millones de dólares), escapa en fuga de capitales, porque las compañías multinacionales manipulan de forma deliberada el valor de sus importaciones o exportaciones para pagar menos impuestos [3].
--Aunque los africanos reciben remesas particulares del extranjero por valor de 31.000 millones de dólares, las empresas multinacionales que operan en el continente repatrían beneficios de regreso a sus países por un importe similar (32.000 millones de dólares) cada año.
--Los gobiernos africanos recibieron préstamos por valor de 32.800 millones de dólares en 2015, pero pagaron 18.000 millones de dólares en intereses de la deuda y pagos de capital, lo que resultó en el rápido crecimiento del nivel total de endeudamiento.
--Se calcula que las prácticas ilegales de explotación forestal, pesca y comercio de fauna y flora silvestre, sustraen cerca de 29.000 millones de dólares de África cada año.
El resto del mundo extrae los recursos de África de otras formas también, pero no existen cifras al respecto. Por ejemplo, las políticas comerciales dan como resultado que los bienes agrícolas sin procesar a menudo se exporten de países africanos para ser refinados en otros países, lo que causa que la mayor parte de su valor se obtenga fuera.
Los números demuestran que el resto del mundo se beneficia de la riqueza del continente, más incluso que la mayoría de sus habitantes, pero los gobiernos de los países ricos sencillamente cuentan a sus ciudadanos que los programas de cooperación están ayudando a África, aunque esto no sea más que una maniobra de distracción y un engaño.
Nuestras cifras comprenden tanto el desplazamiento de recursos financieros como dos tipos de costes que el resto del mundo impone a los países africanos. En primer lugar, está el coste de que los países africanos se adapten al cambio climático (un proceso que ha sido causado en su mayor parte por los países ricos industrializados e industrializadores, no por África), que asciende a 10.600  millones de dólares al año. Y luego está el coste para África de mitigar el cambio climático (reorientar las economías africanas en una senda de bajas emisiones de carbono), consecuencia también de la necesidad de hacer frente al cambio climático, que supone un coste anual todavía mayor: 26.000  millones de dólares. Estos costes se incluyen aquí porque conllevan un gasto para África, una pérdida de recursos, en procesos que no son de su responsabilidad [4].
Es hora de replantear la situación
Los que aseguran que están ayudando a África necesitan replantearse su papel. Su prioridad debería ser: lo primero es no hacer daño, porque en la actualidad se está causando mucho daño. En particular, se siguen robando miles de millones a los ciudadanos africanos por las insuficientes medidas globales para reducir la elusión de impuestos. El gobierno británico es particularmente responsable porque encabeza la enorme red de paraísos fiscales extranjeros (una descripción más apta de los cuales sería jurisdicciones secretas) que facilitan este desfalco, una situación que podría empeorar bastante después del Brexit. Otros países ricos tampoco colaboran para evitar la elusión fiscal que practican sus empresas multinacionales [5].
La segunda prioridad de las personas de fuera de África debería ser reconsiderar la ayuda para hacerla servir como reparación por la extracción continuada de riqueza y otros daños causados. La ayuda debería fijarse en relación con el daño causado, y dejar de ser una cantidad arbitraria que los propios gobiernos fijan en base a su ‘generosidad’. Además, la redistribución de la riqueza es importante para cualquier sociedad porque sirve para abordar las injusticias y garantizar que todo el mundo pueda vivir una vida digna. Uno de los problemas actuales de la ‘ayuda’ es que sitúa a los países occidentales en el papel de benevolentes benefactores que entregan su riqueza a los países pobres, pero la realidad demuestra todo lo contrario. Como describió Jason Hickel, de la London School of Economics, la ayuda no existe en ningún sentido de la palabra, si tenemos en cuenta los flujos actuales de riqueza [6].
La extracción actual de la riqueza de los países pobres hacia los ricos es la continuación de una tendencia histórica. En su libro Capitalism and Colonial Production (Capitalismo y producción colonial), Hamza Alavi calcula que el flujo de recursos de India hacia el Reino Unido entre 1793 y 1803 fue de aproximadamente 2  millones de libras al año, el equivalente de muchos miles de millones de hoy en día [7]. El teólogo británico Robert Beckford ofreció un cálculo aproximado que situaba en 7,5 billones de libras la riqueza que el Reino Unido había sustraído a los países africanos mediante el tráfico de esclavos [8].
África es rica
África no es pobre. Aunque muchas personas de África viven en la pobreza, el continente posee una riqueza considerable. Uno de los problemas principales es que el resto del mundo, sobre todo los países occidentales, extraen mucho más de lo que ingresan. Mientras tanto, impulsan modelos económicos que promueven la pobreza y la desigualdad, a menudo en connivencia con las élites africanas.
En 2015, los países africanos exportaron al resto del mundo minerales y petróleo por valor de 232.000  millones de dólares. El valor de las reservas minerales sobre el terreno es todavía mayor
África genera grandes cantidades de riqueza y, en algunos aspectos, es un continente en auge. Por ejemplo, las 500 empresas africanas más importantes registraron un volumen de negocios colectivo de 698.000 millones de dólares en 2014 [9]. En 2015, los países africanos exportaron al resto del mundo minerales y petróleo por valor de 232.000  millones de dólares [10]. Por supuesto, el valor de las reservas minerales sobre el terreno es todavía mayor: el potencial de riqueza mineral de Sudáfrica se calcula aproximadamente en 2,5 billones de  dólares [11] y el valor las reservas minerales por descubrir en la República Democrática del Congo se calcula en la astronómica cifra de 24 billones de  dólares [12].
Estas cifras son muy elevadas, pero las razones que explican por qué la mayoría de las personas de África no se beneficia de ellas y por qué en realidad el actual modo de extracción de minerales conduce a un mayor empobrecimiento son diversas, entre ellas:
1. Las empresas extranjeras se quedan la mayor parte de los beneficios que genera la riqueza natural de África
Cuando las empresas extranjeras exportan bienes primarios como por ejemplo los minerales de países africanos, a menudo estos gobiernos obtienen solo beneficios marginales, puesto que la recaudación tributaria que reciben de esas empresas es mínima. En sectores clave como la minería, el gas o el petróleo, las empresas tienden a pagar muy pocos impuestos o reciben incentivos fiscales que reducen la carga todavía más. En todo caso, las empresas saben cómo evitar con facilidad el pago de sus obligaciones tributarias utilizando prácticas de planificación fiscal a través de paraísos fiscales. Muchas de las políticas fiscales africanas son el resultado de las duraderas políticas de gobiernos occidentales que insisten en que África reduzca sus cargas fiscales para atraer inversión.
El dinero sale de África en parte porque la riqueza de África en recursos naturales sencillamente pertenece y es explotada por empresas extranjeras y privadas. Los gobiernos africanos solo tienen participaciones en una minoría de las inversiones extranjeras y, cuando las tienen, suelen ser pequeñas, por lo general en torno al 5-20% [13]. Hace poco, un informe realizado por War on Want concluyó que 101 empresas que cotizan en la London Stock Exchange (Bolsa de Londres) controlan en África recursos declarados por valor de 1,05 billones de  dólares en solo cinco productos básicos: petróleo, oro, diamantes, carbón y platino. Estas 101 empresas llevan a cabo operaciones mineras en 37 países africanos y son principalmente británicas, 59 de ellas constituidas en el Reino Unido. Sin embargo, unas 25 de las 101 empresas que cotizan en la LSE están constituidas en paraísos fiscales, fundamentalmente en las Islas Vírgenes Británicas, Guernesey y Jersey [14].
Por citar el ejemplo de un país, las cifras del Banco de la Reserva de Sudáfrica relativas a 2016 muestran cómo las empresas extranjeras sacan beneficios de Sudáfrica mucho más rápido de lo que reinvierten o de lo que las compañías nacionales traen de vuelta al país. El flujo de salida neto que se abonó a los propietarios de capital extranjero alcanzó los 174.000 millones de rands (11.900  millones de dólares) solo en el primer cuarto de 2016. Al caer los precios de los bienes primarios, las empresas multinacionales mineras como Lonmin, Anglo American y Glencore experimentaron una caída en el valor de sus acciones y estaban desesperadas por contentar a sus accionistas extranjeros, por lo que los dividendos de exportación aumentaron más rápido que los dividendos obtenidos en el extranjero de las empresas Sudafricanas. La liberalización de los controles de capital resulta en una casi nula capacidad de acción del gobierno de Sudáfrica para evitar este flujo de salida de capitales [15].

Las empresas roban riqueza
Los 68.000 millones de dólares que se han hurtado a África usando flujos internacionales de capital ilícitos suponen aproximadamente el 6,1% de todo el PIB del continente. Las empresas multinacionales están robando 48.200  millones de dólares solo con la facturación engañosa [16], según las cifras obtenidas por Global Financial Integrity [17]. Anteriores investigaciones realizadas por la Comisión Económica de Naciones Unidas para África obtuvieron cifras similares: las empresas multinacionales robaron cerca de 40.000  millones de dólares al año de los países africanos usando una facturación comercial falsa en la década anterior a 2010 [18].
Otro problema tremendo es la compra de concesiones por parte de las empresas a falsos precios de saldo, con frecuencia vinculados a casos de corrupción y a paraísos fiscales. En 2013, el Africa Progress Panel y Global Witness examinaron cinco importantes operaciones de venta de derechos de explotación minera en la República Democrática del Congo, cuyos acuerdos incluían compañías registradas en las Islas Vírgenes Británicas. Descubrieron que las compañías pagaron al menos 1.360  millones de dólares por debajo del valor real de mercado (casi el doble de lo que DR Congo gasta cada año en sanidad y educación juntas) [19].
Los que controlan los paraísos fiscales posibilitan que se robe la riqueza de África
Se está robando la riqueza a la gente de África mediante un proceso que permite que una pequeña minoría de africanos se enriquezca dejando que la riqueza salga de África. En este sentido, según un reciente informe sobre la riqueza de África, existen actualmente alrededor de 165.000 individuos con alto poder adquisitivo en África, que acumulan en conjunto posesiones por valor de 860.000  millones de dólares [20]. En 2016, había 24 milmillonarios en África con una riqueza combinada de 80.000  millones de dólares [21]. ¿Dónde guardan mayoritariamente estas personas su riqueza? En lugares secretos inscritos en paraísos fiscales con una baja tributación, como por ejemplo las Islas del Canal, Suiza o el Reino Unido [22]
Gabriel Zucman, un profesor de la London School of Economics, calculó en 2014 que los ricos de África acumulaban una cantidad que ascendía a 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales, lo que equivaldría al 30% de toda la riqueza financiera de África. Como esta riqueza no paga impuestos, eso significa que las élites africanas han robado 15.000  millones de dólares de sus propios países, según el conservador cálculo de Zucman [23].

La pobreza de África es mucho más profunda de lo que suele divulgar el Banco Mundial
La pobreza de los africanos normales y corrientes está infradiagnosticada y sigue aumentando. Por lo general, las cifras que se emplean son las del Banco Mundial, que afirma que el número actual de personas en situación de extrema pobreza ha subido a los 388 millones, en comparación con los 284 millones de 1990 (aunque el porcentaje ha disminuido, y ha pasado de 56% a 43%) [24]. Sin embargo, el Banco Mundial define extrema pobreza como aquellas personas que viven con 1,90 dólares al día o menos [25]. Este argumento es engañoso porque alguien que vive con dos dólares al día es obvio que todavía es extremadamente pobre. Aunque tales umbrales de pobreza son problemáticos y arbitrarios en esencia, si se eleva el umbral, la escala de pobreza aumenta significativamente:
-- El Banco Mundial señala que un 67% de africanos vive con 3,10 dólares al día o menos (cerca de 670 millones de personas).
-- El Banco Mundial también indicó en 2013 que un 65% de africanos vivía con 3,10 dólares al día o menos (cerca de 615 millones de personas). Esto contrasta con los 500 millones de 1999, ya que según este cálculo el número de pobres en África ha aumentado hasta la fecha en más de 100 millones en el siglo XXI [26].
-- Otros cálculos sitúan la cifra en niveles mucho más elevados. Por ejemplo, el Banco de Desarrollo Africano calculó en 2011 que un 82% de africanos vivía con menos de 4 dólares al día (lo que equivaldría a más de 800 millones de personas) [27].
El hecho de que la pobreza en África sea tan abrumadora, y siga creciendo, pone de manifiesto la urgencia con la que hay que actuar para revertir el sistema de extracción de la riqueza de África.

Hace falta tomar medidas
El principal reto es desmantelar el sistema que extrae la riqueza de África. Para conseguirlo, hace falta que las organizaciones de la sociedad civil africana presionen para introducir cambios en sus países y que las organizaciones de la sociedad civil de los países que permiten que se extraiga esta riqueza, como por ejemplo el Reino Unido, hagan lo mismo. Las élites mundiales no tienen ningún interés personal en cambiar un sistema que les está beneficiando. Es crucial que las organizaciones de la sociedad civil hagan público el papel que desempeñan las empresas multinacionales y los gobiernos de los países del norte en el empobrecimiento de África, y que intensifiquen el trabajo de elaboración de coaliciones que acaben con la elusión fiscal y con otras injustas transferencias de recursos fuera de África.
Hemos elaborado una lista (no exhaustiva) de nueve políticas que podrían ayudar a invertir los flujos de recursos:
1. Promover políticas económicas que realmente conduzcan a un desarrollo equitativo.
La economía de África ha crecido a un ritmo del 5% en los últimos años, pero la pobreza todavía está muy arraigada y sigue aumentando, lo que demuestra que los actuales modelos económicos de crecimiento no están por lo general beneficiando a los más pobres. Durante décadas, los gobiernos occidentales han animado u obligado a los gobiernos africanos a que promuevan la liberalización y privatización del comercio y la inversión, como si la apertura de las economías fuese un fin en sí mismo. Estas políticas han enriquecido sobre todo a los inversores extranjeros, pero apenas han beneficiado a los habitantes de África. Hay que permitir y ayudar a que los gobiernos africanos puedan fomentar modelos de desarrollo que: creen y redistribuyan la riqueza de manera justa, creen trabajos para los ciudadanos, promuevan el bienestar social, garanticen la progresividad tributaria de los ricos y protejan los recursos naturales, los ecosistemas y los derechos y medios de vida de las comunidades que dependen de ellos. Las políticas económicas que apuestan por las empresas nacionales en lugar de por inversores extranjeros tienen más posibilidades de influir de forma positiva en el desarrollo. El este de Asia, que ha conseguido reducir los niveles de pobreza de forma drástica en las últimas décadas, lo hizo implementando una política clave que permitía la intervención del Estado en el fomento y desarrollo de las industrias nacionales. Con frecuencia, esto significaba imponer barreras comerciales proteccionistas que mantuvieran alejados a los competidores extranjeros hasta que las industrias fueran lo suficientemente fuertes como para competir en los mercados internacionales [28].
2. Reconsiderar la ‘ayuda’ como una reparación que, al menos, compense la riqueza que se extrae de África.
Hace falta un proceso internacional independiente que determine el grado de responsabilidad de cada país en la extracción de riqueza de África
Hace falta un proceso internacional independiente que determine el grado de responsabilidad de cada país en la extracción de riqueza de África. Ese proceso deberá incluir evaluaciones de todos los flujos de recursos que aparecen en este análisis, e incluir los costes asociados de adaptarse y mitigar el cambio climático. Las organizaciones de la sociedad civil y académica podrían elaborar análisis de la transferencia de recursos entre sus países y el resto del mundo. Hay que avanzar en el desarrollo de un sistema internacional de ayudas que no se base en donaciones voluntarias, sino en reparar el daño causado.
3. Transformar la ayuda en un proceso que realmente beneficie a África.
Actualmente, una gran parte de la ‘ayuda’ de los gobiernos occidentales, que aquí hemos considerado entradas, en realidad contribuye más a las salidas de África: pues se trata de ayudas que presionan para privatizar sectores clave (como los servicios públicos), para instaurar el libre comercio o una inversión privada sin restricciones puede dejar las economías a merced de una mayor explotación por parte de las empresas extranjeras. Si se pretende que la ayuda beneficie a África, tiene que desvincularse de los intereses empresariales de occidente y basarse en una lista de prioridades africanas negociadas mediante procesos abiertos en cada país. Para asegurarse de que funciona, el escrutinio sobre los programas de cooperación en el ámbito nacional e internacional tiene que ser mucho mayor.
4. Prohibir que las empresas multinacionales con filiales en paraísos fiscales operen en África.
Los gobiernos del norte y del sur deberían dejar de posponer la toma de medidas para abordar el problema de los paraísos fiscales. Ningún país debería consentir que operaran en sus países empresas con filiales en paraísos fiscales. Además, las bolsas de valores, como por ejemplo la de Londres, no deberían permitir que empresas cotizaran en ellas a menos que pudieran demostrar que sus estructuras no emplean paraísos fiscales y que pagan sus impuestos de manera justa en todos los países.
5. Permitir préstamos transparentes y responsables.
Los préstamos a los gobiernos pueden ser una buena fuente de financiación para realizar inversiones útiles, pero con mucha frecuencia se conceden de forma irresponsable. Se fomenta la irresponsabilidad entre las instituciones crediticias privadas porque cuando se produce una crisis de deuda, la respuesta del FMI, el Banco Mundial y otras instituciones es prestar más dinero, lo que permite que se paguen los altos intereses a las instituciones crediticias privadas mientras la deuda sigue creciendo. Hacen falta leyes que garanticen que todos los préstamos a los gobiernos sean transparentes en el momento de concederse, sobre todo en los EE.UU. y el Reino Unido, bajo cuyas leyes se conceden el 90% de los préstamos internacionales a los gobiernos [29]. También habría que crear en el seno de las Naciones Unidas un proceso de reestructuración de la deuda transparente e independiente que exija a las instituciones crediticias la cancelación de la deuda cuando sea necesario. Este proceso recibió el apoyo de 136 países de la ONU en 2015, y solo seis países se opusieron: EE.UU., Reino Unido, Alemania, Japón, Canadá e Israel [30].
6. Los gobiernos africanos tienen que dejar de depositar toda su fe en el sector extractivo, aunque donde continúe, deberían garantizar que paga una justa proporción de impuestos.
Los gobiernos africanos deberían conceder una menor prioridad al sector extractivo y centrarse en promover actividades económicas alternativas que favorezcan un crecimiento sostenible e inclusivo
Hoy en día, la existencia de una ‘maldición de los recursos’ recibe un amplio consenso: la paradoja, con algunas excepciones, según la cual los países con riqueza mineral, combustibles fósiles y recursos naturales no renovables en abundancia sufren democracias subdesarrolladas, un crecimiento económico más débil y peores efectos del desarrollo que los países con menores recursos naturales. Incluso el Banco Mundial afirma actualmente que “a medida que aumenta la proporción de riqueza nacional derivada de la extracción, empeoran los efectos sobre el desarrollo humano” [31]. Algunos países están empezando a reconocerlo mediante cambios legislativos [32]. Los gobiernos africanos deberían conceder una menor prioridad al sector extractivo y centrarse en promover actividades económicas alternativas que favorezcan un crecimiento sostenible e inclusivo. Cuándo y dónde continúe la extracción, las empresas deberían ser obligadas a pagar una justa proporción de impuestos y los costes del efecto negativo que provocan.
7. Los gobiernos de fuera de África tienen que compensar a África para que pueda afrontar los costes del cambio climático e intensificar las medidas para acabar con su adicción a los combustibles fósiles.
El volumen actual de ayuda financiera prometida a África para que pueda adaptarse y mitigar el cambio climático es flagrantemente insuficiente y equivale a que África siga pagando por el deterioro medioambiental que provoca el resto del mundo. Los países ricos industrializados e industrializadores tienen que ponerse de acuerdo y ejecutar urgentes recortes vinculantes en sus emisiones, en línea con su contribución histórica al problema del cambio climático y con sus recursos a día de hoy, además de entregar la compensación económica tantas veces prometida a los países, como los de África, que han hecho tan poco para causar este problema.
8. Los gobiernos africanos deben insistir a las empresas para que promuevan amplias políticas de corte local.
Para que los países africanos puedan beneficiarse de la inversión extranjera y conservar los beneficios potenciales de estas operaciones en cada país, tienen que insistir en que las empresas contraten y formen a un gran porcentaje de su plantilla con habitantes del país y que compren una gran parte de sus bienes y servicios en el ámbito nacional. Para conseguirlo, hace falta legislar e implementar la legislación, asegurar que las empresas respetan las leyes y no confiar en las promesas voluntarias de las empresas.
9. Diversos sectores de los medios de comunicación y la comunidad de ONG tienen que dejar de afirmar que los países occidentales, incluido el Reino Unido, están desempeñando papeles principalmente positivos o de ‘liderazgo’ en el desarrollo internacional, porque es falso.
En su lugar, tienen que hacer pública la realidad de las relaciones financieras de los países de occidente con África y centrarse menos en defender los programas de ayuda y más en abordar las causas reales de la pobreza y la desigualdad.
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Esta investigación, realizada por Mark Curtis, del Curtis Research, y Tim Jones, de Jubilee Debt Campaign, está publicada en el informe Honest Accounts 2017. How the world profits from Africa’s wealth.
Este análisis fue financiado por Global Justice Now y está basado en estudios anteriores realizados por Health Poverty Action y sus colaboradores.
Traducción de Álvaro San José.
Notas:
1. En este informe utilizaremos África para referirnos a los 48 países que el Banco Mundial considera el África subsahariana. Hemos decidido no emplear el término África subsahariana por los numerosos problemas asociados a este término. Sin embargo, reconocemos que África también puede ser un término problemático puesto que este informe no incluye el norte de África.
2. El informe utiliza cifras de 2015 siempre que sea posible. Sin embargo, algunas cifras son un promedio de años anteriores, si creemos que este promedio refleja mejor la realidad que las cifras de un único año.
3. Esta práctica, que se conoce como trade misinvoicing (facturación engañosa o, a veces, manipulación de precios) es un método que permite desplazar dinero entre fronteras de forma ilícita, tergiversando de forma deliberada el valor de una transacción comercial que aparece en una factura que se entrega al servicio de aduanas.
4. Hay que tener en cuenta también que no se puede ser muy estricto con lo que se considera una entrada y una salida. Puede que muchas de las entradas que aquí se detallan no constituyan entradas reales de recursos. Por ejemplo, una gran parte de la ayuda no se ingresa en un país, sino en empresas o consultoras del país anfitrión (incluso cuando no se trata formalmente de ayuda vinculante). Además, puede que una gran parte de la inversión extranjera en los países de África no constituya un ingreso como tal, por ejemplo, si una compañía minera que extrae oro invierte 100  millones de dólares, pero gasta 75 en proveedores externos de equipamiento que beneficia a países no africanos, esta inversión podría todavía beneficiar al país (aunque también podría dañarlo, ya que una gran parte de la inversión extranjera puede dañar el medio ambiente o los derechos humanos, por ejemplo), pero no constituye un flujo de dinero en sí.
5. Véase en particular Narrative Report on the United Kingdom (Informe descriptivo sobre el Reino Unido).
6. Jason Hickel, Aid in Reverse: How Poor Countries Develop Rich Countries (Ayuda al revés: cómo los países pobres desarrollan a los países ricos), 18 de diciembre de 2013.
7. Citado en George Monbiot, Outsourcing Unrest (Externalizar el malestar), 17 de junio de 2009.
8. Documental de la BBC, The Empire Pays Back (El imperio devuelve el dinero)
9. Top 500 companies: How to thrive in 2016 (Las 500 empresas más grandes: Cómo prosperar en 2016), 24 de marzo de 2016.
10. Calculado a partir de la Tabla 2.1A, p.26, UNCTAD Handbook of Statistics 2016 (Manual de estadísticas de la UNCTAD 2016).
11. South Africa’s Minerals Worth Trillions of US Dollars – Committee Told (Los minerales de Sudáfrica valen billones de dólares, se hizo saber al Comité), 11 de junio de 2015.
12. UNEP Study Confirms DR Congo’s Potential as Environmental Powerhouse but Warns of Critical Threats (Un estudio de la PNUMA confirma el potencial de RD Congo como potencia medioambiental, pero advierte de la existencia de graves amenazas), 10 de octubre de 2011.
13. War on Want, The New Colonialism: Britain’s Scramble for Africa’s Energy and Mineral Resources (El Nuevo colonialismo: la pelea del Reino Unido por la energía y los recursos minerales de África), julio de 2016.
14. ibid.
15. Patrick Bond, That Whooshing Sound is Corporate Profits Leaving South Africa (Ese sonido sibiliante son las ganancias de las empresas saliendo de Sudáfrica), 22 de junio de 2016.
16. Esta práctica, que se conoce como trade misinvoicing (facturación engañosa o, a veces, manipulación de precios) es un método que permite desplazar dinero entre fronteras de forma ilícita, tergiversando de forma deliberada el valor de una transacción comercial que aparece en una factura que se entrega al servicio de aduanas.
17. Global Financial Integrity, Illicit Financial Flows from Developing Countries: 2004-2013, 2015 (Flujos financieros ilícitos en los países en vías de desarrollo: 2004-2013, 2015), pp.12, 37.
18. Africa Progress Panel, Illicit Financial Flows (Flujos financieros ilícitos), 2015, p.33.
19. Caroline Kende-Robb, Africa is rich in resources – but tax havens are keeping its people poor (África es rica en recursos, pero los paraísos fiscales hacen que la gente siga siendo pobre), 17 de mayo de 2016.
20. Africa Wealth Report 2016 – Research and Markets (Informe sobre la riqueza de África 2016, investigación y mercados), 15 de marzo de 2016.
21. Africa’s 50 Richest (Las 50 personas más ricas de África).
22. Africa Wealth Report 2016 – Research and Markets (Informe sobre la riqueza de África 2016, investigación y mercados), 15 de marzo de 2016.
23. Gabriel Zucman, Taxing across Borders: Tracking Personal Wealth and Corporate Profits (Impuestos entre fronteras: un seguimiento de la riqueza individual y los beneficios corporativos), Journal of Economic Perspectives, 2014, p.140.
Global Financial Integrity calculó que en 2011 los habitantes de África poseían 263.000  millones de libras en paraísos fiscales. Global Financial Integrity, Financial Flows and Tax Havens (Flujos financieros y paraísos fiscales), 2015, p.63.
24. Banco Mundial, Ending Extreme Poverty and Sharing Prosperity: Progress and Policies (Acabar con la pobreza extrema y compartir la prosperidad: progreso y políticas), Nota de investigación sobre políticas, 2015, p.6.
26. El Banco Mundial afirma que el porcentaje de personas que vive con menos de 3,10 dólares al día ha bajado del 77% en 1999 al 65% en 2013. Banco Mundial, Base de datos de Indicadores del Desarrollo Mundial.
27. Banco de Desarrollo Africano, The Middle of the Pyramid: Dynamics of the Middle Class in Africa (La mitad de la pirámide: dinámicas de la clase media en África), Informe de mercado, abril de 2011.
28. Véase, por ejemplo, Ajit Singh, How did East Asia grow so fast? (¿Por qué ha crecido tan rápido el este de Asia?), Noviembre de 1994.
29. FMI, Strengthening the contractual framework to address collective problems in sovereign debt restructuring (Reforzar el marco contractual para abordar los problemas colectivos de reestructuración de la deuda soberana), Octubre de 2014.
30. Jubilee Debt Campaing, UN votes for new debt rules but UK tries to block (La ONU vota nuevas reglas de deuda, pero el Reino Unido intenta bloquearlas), 10 de septiembre de 2015.
31. Kathleen Beegle, Africa is rising! But are people better off? (¡África crece!, pero ¿mejoran las condiciones para las personas?), 14 de diciembre de 2015.
32. Por ejemplo, en abril de 2017, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en promulgar una prohibición total sobre la extracción de minerales para proteger las reservas de agua, los medios de vida nacionales y la sostenibilidad ecológica a largo plazo.

Autor: Mark Curtis / Tim Jones

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