El socialista valenciano Vicent Garcés, que ha sido observador de 
las elecciones en Venezuela, asegura que en el país hay "una 
insurrección de la oligarquía" Adolf  Beltran 
    
    
 
    
Acaba de volver de Venezuela, donde 
ha formado parte del grupo de una treintena de "acompañantes 
internacionales" que han ejercido de observadores por invitación del 
Consejo Nacional Electoral durante la polémica elección de una Asamblea 
Nacional Constituyente.
Vicent Garcés (Llíria, 1946) 
es un político del PSOE, dirigente de la corriente Izquierda Socialista,
 que ha sido concejal en Valencia, diputado en las Corts Valencianes y 
europarlamentario. En su juventud, vivió en Chile el golpe de Estado de 
Pinochet que en 1973 acabó con el gobierno de Salvador Allende. 
Actualmente preside la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del
 Mediterráneo.
 ¿Por qué le han invitado a hacer de observador en la votación?
Nos invitó el Consejo Nacional Electoral, que es como la Junta 
Electoral en España aunque con competencias que lo convierten en un 
poder más del Estado. Fuimos en calidad de acompañantes internacionales.
 Invitan a quienes consideran oportuno. Tras nuestra presencia, hemos 
hecho un informe. Cuando era parlamentario europeo ya me habían invitado
 en alguna ocasión.
 Dice la 
empresa Starmatic, que gestiona los procesos electorales en Venzuela, 
que se ha manipulado el resultado, que se ha hinchado en más de un 
millón de votos. En cambio, ustedes hablan de la "pulcritud" del 
proceso...
Ha habido una absoluta pulcritud.
 Hay que poner todas esas noticias en sordina. Unas son reales, otras 
no, no se pueden verificar. Ya ha ocurrido en otras ocasiones. La 
oposición dijo que el proceso electoral era fraudulento, pero cuando los
 resultados la favorecieron hace dos años no dudaron en aceptarlos.
 Es el consejero delegado de la empresa que ha gestionado el recuento quien lo dice...
Mientras no haya pruebas.. Ha habido 21 procesos electorales en 
Venezuela y en ninguno se han podido aportar pruebas verificables de 
fraude.
 ¿Qué sensación se trae de su viaje?
Hay una gran polarización social y política dentro del país que se ha 
exacerbado en los últimos tiempos, desde que la oposición tiene la 
mayoría en la Asamblea Legislativa y ha estado utilizándola como ariete 
contra el presidente Maduro. El país está muy radicalizado. Las fuerzas 
del gobierno están un poco a la defensiva frente a la radicalización 
violenta de la derecha, de la oligarquía, a la que Estados Unidos da 
cobertura. El objetivo de la CIA y de Trump era no llegar a la votación 
del día 30. Se han utilizado muchas formas de violencia dentro del país.
 Una violencia que era desconocida, con enfrentamientos e incluso 
atentados terroristas.
 ¿Le han parecido una elecciones normales?
El día de la votación pasamos por muchos colegios electorales en las 
zonas populares de Caracas y todo el personal votaba con tranquilidad. 
En cambio, en las zonas donde vive la derecha, la burguesía y la gente 
más rica, habían bloqueado muchas avenidas y se habían producido 
atentados contra sedes electorales. El Consejo Nacional Electoral 
trasladó algunos colegios a un estadio para que la gente pudiese ir a 
votar. El resultado es inapelable. Son ocho millones de personas. Una 
participación del 42%, pese a que la oposición no acudió a votar, es 
mucho.
  Es difícil entender 
desde fuera la disputa por la legitimidad entre un Parlamento surgido de
 unas elecciones y una Asamblea Constituyente surgida de otras. ¿Lo 
puede explicar?
La primera batalla que ha 
perdido la oposición es que la votación se ha hecho. La Asamblea 
Nacional Constituyente ya es electa. Queda en sus manos la elaboración 
de la Constitución. En condiciones normales, deberían convivir el poder 
ejecutivo del presidente, la Asamblea Legislativa y la Constituyente. El
 Tribunal Supremo ha venido retirando atribuciones que indebidamente se 
intentaba arrogar la Asamblea Legislativa. A partir de ahora habrá un 
conflicto porque el Parlameto no reconoce a la Asamblea Nacional 
Constituyente. Habrá que ver cómo se resuelve.
 ¿No habría sido conveniente evitar que se acrecentara el conflicto?
El conflicto existe porque hay una insurrección de la oligarquía. Lleva
 18 años fuera del poder y ha perdido muchos privilegios. Quiere 
recuperar poder por la vía que sea.
  ¿Es razonable reformar una Constitución sin un mínimo consenso, sin que participe la oposición?
La oposición podía haberse presentado, decía que tenía la mayoría electoral, y no lo ha hecho.
 Pero se ha criticado que el proceso estaba organizado de manera que beneficiaba claramente a los partidarios del gobierno...
No es cierto, eso forma parte de la campaña de desinformación. El problema es político. La oposición no lo ha aceptado.
 Usted ha luchado siempre contra la existencia de presos políticos. ¿Qué
 le parece lo que ocurre con los presos políticos en Venzuela?
Los denomina así la prensa internacional. Lo que dice el sistema 
judicial venezolano es que los detenidos, aún pendientes de juicio, no 
lo son por cuestiones políticas sino por haber llamado a la insurrección
 y haber ordenado ataques violentos. Si al final se les puede considerar
 presos políticos está por ver.
 Pero no son lo únicos responsables de la violencia.
Entre los muertos que se han producido hay de todo, desde el que ha ha 
sufrido un ataque al corazón al que ha sido quemado o ha sido alcanzado 
por un cartucho de gases lacrimógenos. Atribuir la responsabilidad al 
gobierno es una opinión que hay que filtrar. La realidad es que en todos
 los barrios populares había tranquilidad, mientras en los barrios ricos
 no se podía votar.
 ¿Qué posibilidades existen de solucionar el conflicto?
Sería posible si la oposición se sentara a hablar en serio y quisiera 
llegar a acuerdos. Pero no quiere. Cuando ganó las elecciones dio un 
plazo de seis meses a Maduro para que se fuera. Como no se fue, dio 
otros seis meses para convocar un referéndum revocatorio para el que no 
reunió suficientes firmas. El presidente propuso la vía de la Asamblea 
Constituyente para salir del conflicto, pero la oposición tampoco la ha 
aceptado. Está intentado un golpe de estado. No lo ha dado porque no ha 
encontrado el apoyo de fuerzas militares para darlo. Promueve que se 
aísle internacionalmente a Venezuela, com ocurrió con Cuba.
 Está usted en desacuerdo con otro miembro de su partido, el 
expresidente Felipe González, que sostiene posiciones muy distintas...
Discrepo absolutamente de Felipe González. Ha ido escorándose hasta 
barajar hace pocos días incluso una intervención militar. José Luis 
Rodríguez Zapatero, en cambio, ha pedido diálogo para buscar fórmulas 
políticas. Esa posición sí que la comparto. La que no quiere diálogo es 
la oposición, que está muy radicalizada, y Estados Unidos, que pretende 
recuperar su hegemonía en todo el continente. El golpe institucional 
contra Dilma Roussef en Brasil fue el último eslabón de una cadena, que 
antes afectó a Honduras y Paraguay, contra aquellos gobiernos que buscan
 una integración de América Latina.
 ¿Corre peligro Venezuela de verse inmersa en una guerra civil?
Creo que no. Solo podría propiciar algo así una intervención exterior. 
Las fuerzas militares venezolanas están muy compactas en defensa de la 
legalidad. No se ha detectado movimiento alguno que apunte a un golpe 
cívico-militar. Recuerdo muy bien cuando estaba en Chile que eran muy 
evidentes antes del golpe de Pinochet los movimientos que preconizaban 
una intervención militar. En Venezuela no se ven. Las alarmas por una 
guerra civil forman parte de la desinformaicón que se vive en Europa. 
Estoy en contra de las posiciones que ha adoptado el Parlamento Europeo,
 haciendo seguidismo de Estados Unidos. Los Estados Unidos actuales 
tendrán muchas tensiones con China y Rusia. Por eso intentan más que 
nunca tener América Latina controlada.
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