El
 28 de junio, el Congreso condecoró de la mano del Rey a Martín Villa 
como prohombre de la Transición, cuando está imputado por delitos de 
lesa humanidad por la jueza María Servini, de la querella argentina. El 
acto refleja perfectamente el punto en que está anclado el PP; la 
impunidad que alberga de siempre.
Al
 encarársele en el pasillo del Parlamento familiares de las víctimas del
 3 marzo, el exministro condecorado no se arrugó un pelo y se escudó 
donde siempre: «Yo no era Ministro de Gobernación… No quiero parapetarme
 en la amnistía de 1977… Sí quiero declarar ante la jueza argentina…». 
¿Quién te lo impide hacerlo?
Los
 5 obreros asesinados y 100 heridos en la asamblea obrera de Gasteiz, 
siendo ministro de Relaciones Sindicales, no son los únicos que obran en
 la cuenta de Martín Villa. Nombrado ministro de Gobernación el 7 de 
julio de 1976, su mandato acumuló más de 40 muertos y muchos heridos. A 
dos días de su nombramiento fue asesinada María Norma Menchaca por 
agentes parapoliciales, al final de una manifestación pro amnistía en 
las fiestas de Santurtzi. En las fiestas del 8 setiembre en Hondarribia 
cae fulminado Jesús Maria Zabala por tiros de la policía en un callejón.
Especialmente
 sangrienta fue la segunda Semana por la Amnistía, del 8 al 12 de mayo 
del año siguiente, en la que se le contabilizan 9 muertos y 11 heridos 
en Euskal Herria y 25 muertos en España, amén de decenas de detenciones,
 4 casos de denuncia de torturas, etc. Sucesor de Fraga («La calle es 
mía»), a Martín Villa le apodaron «la Porra de la Transición». Sin 
embargo, ni los medios locales, ni los de la península han reparado en 
la abultada lista de sucesos criminales en su haber. Carlos Slepoy, 
abogado de la querella argentina recién fenecido, puso gran interés en 
incorporar a la querella, en febrero de 2015, en el Consulado argentino 
de Madrid por videoconferencia, a cinco de estos testimonios, que 
estrechan de modo definitivo el cerco en torno al arrogante imputado.
Veamos
 algunos. El día 12 en Orereta, la Guardia Civil abrió fuego real contra
 la multitud, matando a Rafael Gómez Jauregui, de 72 años, e hiriendo de
 bala a otras 7 personas, dos en estado crítico. El viernes 13, José 
Luis Cano Pérez, natural de Orereta, recibió un disparo en la nuca tras 
ser golpeado en Iruñea (Pamplona) por la Policía Armada. En Orereta, 
Gregorio Marichalar Ayestarán, de 63 años, fue tiroteado en el pecho en 
el balcón de su casa, muriendo a los diez días.
El
 14, en Iruñea (Pamplona), Luis Santamaría Miquelena, de 72 años, 
falleció de infarto a consecuencia de los impactos de bala en su balcón.
 El día 15, Manuel Fuentes, de 30 años, cae fulminado en Ortuella por 
disparos de la Guardia Civil al salir de un bar tras una despedida de 
soltero. La última muerte en esta semana trágica, claro exponente del 
sadismo y la impunidad dominantes, fue la de Francisco Javier Núñez, 
golpeado por antidisturbios el día 15. Al acudir al Palacio de Justicia a
 denunciar lo ocurrido, varias personas le secuestran a la salida, le 
propinan una paliza y le obligan a ingerir coñac y aceite de ricino 
reventándole el hígado. Todas las sospechas recaen sobre agentes de la 
comisaría de Indautxu. Hospitalizado, murió a los días.
Corresponde
 también a su mandato la muerte de Germán Rodríguez en los sanfermines 
de 1978 a tiros de la policía. Las órdenes de «tirar a matar» en la 
plaza de toros y cercanías coinciden con las dadas contra la asamblea 
obrera de Gasteiz. No es coincidencia, era la norma. Es el Estado 
obligado a sembrar el terror para sostener el régimen que tambaleaba. El
 denominador común de la necrología macabra es que nunca se dirimieron 
las responsabilidades políticas y judiciales. En los juicios, cuando los
 hubo, se aducía desconocer el autor material de quien provenía la bala 
asesina.
Como
 ministro de Gobernación, Martín Villa debe asumir la responsabilidad 
política de la serie de luctuosos sucesos en su mandato. Las víctimas de
 la violencia del Estado siguen sin ser reconocidas tras 40 años. La 
condecoración define perfectamente la postura del Gobierno: galardonan a
 la sobreviviente más relevante, sin solución de continuidad del régimen
 franquista. Ante esto, las declaraciones de los jóvenes peperos de la 
CAV –«yo personalmente condeno la guerra y la dictadura franquistas»–, 
no ofrecen ninguna credibilidad. Donde deben presentar la condena es en 
las Cortes de Madrid. Pero la impunidad sigue elevada a principio de 
Estado.
Mientras,
 Martín Villa persiste en sus balandronadas. A las víctimas del 3 Marzo:
 «No me importa ser juzgado por responsabilidades políticas. Pero en 
ninguna manera soy corrupto». ¡Vaya jerarquía de valores! ¿Prefieres el 
crimen a la corrupción? Pues, en cuanto a lo primero estás reclamado por
 instancias internacionales, y en cuanto a lo segundo, eres el campeón 
de las puertas giratorias, por ejemplo, al frente de Endesa que 
privatizaste. ¿Mayor corrupción política?
(Este artículo fue publicado en Gara el 18 de julio de 2017)
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OTRA COSA: Huescomic: V Jornada Cómic de Huesca. V Encuentro Estatal Mareas Blancas. Zaragoza Rebelde por Torrero, 9Sept.
OTRA COSA: Huescomic: V Jornada Cómic de Huesca. V Encuentro Estatal Mareas Blancas. Zaragoza Rebelde por Torrero, 9Sept.
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