martes, 3 de octubre de 2017

España y Cataluña son más que sus exaltados, sus patrioteros, sus manipulados, sus ricos atrincherados o sus humildes desconcertados, de Enrique Gracia Trinidad

Enrique Gracia Trinidad está con Netwriters Eu. · 2/10/2017
CATALANES Y ESPAÑOLES SOMOS EXACTAMENTE LO MISMO

Hoy lo único que me cabe en la cabeza y en las tripas es la tristeza. A lo largo de los últimos tiempos he pasado por la sorpresa, el estupor, la incredulidad, el enfado, pero hoy sólo tristeza, la tristeza de quien ve que predominan el engaño, la barbarie, la insolidaridad y el fanatismo.
Le pese a quien le pese, los que se dicen catalanes y los que se dicen españoles somos iguales. Si alguien se cree mejor que otro es que está loco o es un canalla. Si unos dicen ser más demócratas, más inteligentes, más trabajadores, más fuertes o más lo que sea que los demás, es que tiene un complejo de inferioridad reciclado en superioridad o es que alguien le ha llevado al huerto o se ha metido él mismo sin encomendarse a nadie.
Da igual la bandera que se enarbole, da igual el idioma en que se sueñe, da igual que se cuente la historia de una manera o de la contraria; todo da igual: somos todos hijos de este tiempo y responsables del tiempo que vendrá y que más vale que lo hagamos mejor, más honrado, más solidario y más decente, en vez de todo lo contrario que parece que es en lo que estamos empeñados con tanta ceguera como corre por las calles.

Dos millones de votos secesionistas no son gran cosa frente a una población total de casi siete millones y medio en Cataluña.
Miles de policías obedeciendo las órdenes de un gobierno corrupto y autoritario no son el reflejo de un país de más de cuarenta y seis millones.
España y Cataluña son más que sus exaltados, sus patrioteros, sus manipulados, sus ricos atrincherados o sus humildes desconcertados. Mucho más que una bandera, una consigna, una soflama o la decisión partidista de unos cuantos.
España y Cataluña son hoy la misma herida, la misma torpeza esgrimida como arma arrojadiza, la misma ceguera de no querer ver la postura del otro y conciliarla con la propia.
Caminar por la locura del enfrentamiento es la peor servidumbre que han ejercido siempre los seres humanos. A lo largo de los siglos, millones de personas han sido manipulados por sus gobernantes para aporrearse entre ellos en nombre cualquier consigna, al servicio de los intereses de sus dirigentes, como carne de cañón, como peones del macabro juego de los poderosos.
Hoy, una vez más, los ciudadanos de allí y de aquí —que es el mismo lugar porque las fronteras son un engaño más— nos vemos arrastrados a un enfrentamiento absurdo y miserable que no hemos buscado nosotros sino los poderosos de siempre, con sus rastreros intereses de siempre.
Malditos sean los que se inventan diferencias, los que provocan enfrentamientos, los que nos empujan al odio y al enfrentamiento, se llamen españolistas, catalanistas o lo que quieran. Es a ellos a quienes tendríamos que apartar de nuestras vidas como la peste que son. Malditos sean.

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