David Torres Julio 3, 2017 http://blogs.publico.es/davidtorres/2017/07/03/orgullo-madrileno-verguenza-vaticana/ 
La fiesta más loca y despendolada de todas las celebraciones del 
Orgullo Gay no tuvo lugar en Madrid, sino en el Vaticano, en el 
apartamento del ex secretario del cardenal Francesco Coccopalmerio, que 
tiene un apellido como para bautizar un reservado en Chueca. De hecho, 
el apartamento está ubicado en el palacio del Santo Oficio, y la policía
 tuvo que intervenir después de varias quejas de los vecinos por el 
escándalo de los coches que no dejaban de llegar al guateque. Los 
agentes intervinieron un vehículo de lujo con matrícula de la Santa Sede
 que supuestamente habían usado para transportar drogas. El funcionario 
sacerdotal fue enviado primero a un hospital para desintoxicarse y 
después a un retiro espiritual en un convento. Salir del sagrario 
siempre ha sido algo más fácil que salir del armario, que por algo los 
curas llevan falda. Probablemente lo del tercer género lo inventaron 
ellos, en dura competencia con los clanes escoceses.
La noticia de esta sacrosanta orgía ha coincidido con el juicio 
contra el cardenal George Pell, responsable de finanzas del Vaticano y 
consejero directo del Papa Francisco, implicado en un tenebroso asunto 
de abusos a menores en Australia. Se ve que muchos sacerdotes no acaban 
de entender aquel mensaje cristiano de “dejad que los niños se acerquen a
 mí”. Prefieren acercarse ellos. George Pell es conocido, entre otras 
cosas, por su abnegada defensa en el caso de Gerard Ridsale, un violador
 de niños en la escuela de Saint Alpius en Ballarat, en el estado 
australiano de Victoria, un centro escolar célebre por los abusos 
cometidos contra los alumnos. Ridsale fue condenado a 18 años de cárcel 
por 54 acusaciones de violación. Las cifras son monstruosas: durante la 
década de los setenta hubo unos cuatro mil casos denunciados de 
pederastia sólo en Ballarat, y la policía calcula que al menos cuarenta 
suicidios en la zona de Victoria están relacionados con estos abusos.
¿Qué ha hecho la Iglesia Católica ante esta catarata de mierda? 
Su especialidad: lavarse las manos. En 2004 proporcionaron albergue al 
cardenal Bernard Francis Law, máxima autoridad de la archidiócesis de 
Boston, cuando gracias al trabajo de unos reporteros de The Boston Globe
 salió a la luz otro escándalo de proporciones bíblicas: más de cinco 
mil casos de abusos encubiertos bajo la púrpura de su manto. La película
 Spotlight, ganadora del Oscar en 2016, narra la odisea que 
supuso desenmascarar ese nido de criminales y la feroz resistencia que 
opusieron las autoridades eclesiásticas para intentar acallar a testigos
 y periodistas sin dejar de remover sus turbias influencias políticas.
¿El resultado? Law evitó los tribunales gracias al Vaticano, el cual 
premió a uno de los mayores pederastas de la historia nombrándolo 
arcipreste de la Iglesia de Santa Maria Maggiore, una de las principales
 basílicas de Roma. Lo escondieron bien dentro del sagrario y aun hoy, 
ya jubilado, Law sigue siendo arcipreste emérito de Santa Maria y 
arzobispo emérito de Boston. El máximo gesto de repudio que hizo el Papa
 Francisco, en marzo de 2013, fue negarse a darle la mano. Un poco más y
 lo deja sin postre. Si tu mano derecha te escandaliza, maquíllatela y 
luego hazte una paja.
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OTRA COSA: El lince ibérico hallado muerto en Sierra Morena tenía cien plomos de munición del seis 
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