Los militantes de ISIS ordenaron que los 80 hombres de la aldea se pusiesen en fila junto a una de las paredes de la escuela. Inmediatamente fueron ejecutados con fusiles automáticos.
Nadia, que entonces tenía 21 años, fue obligada a contemplar la masacre junto a las demás mujeres. Ellas fueron testigos de cómo ISIS abría fuego y mataba a sus padres y hermanos.
“Después nos empujaron al interior de la escuela y nos dijeron que seríamos utilizadas como esclavas. Esa noche nos metieron en coches y nos condujeron hasta Mosul. A mí me entregaron a un militante de ISIS. Durante semanas me violó mientras me golpeaba. Una vez intenté escapar pero unos guardas me atraparon, se desvistieron y me violaron en grupo hasta que me desmayé”.
Masacres como la ocurrida en Kocho se sucedieron en otros pueblos y aldeas del Shingal: Qiniyeh, Hardan, Ramadi Jabal, Dhola, Khana Sor…
El terror se extendió a toda la región: más de 100.000 yazidíes corrieron a esconderse en las cuevas del Monte Sinjar [su refugio tradicional durante décadas de persecuciones], sin agua ni comida y completamente rodeados por ISIS.
Además de todos los que murieron en la montaña de sed, enfermedades y cansancio, quienes no pudieron huir acabaron en manos del ISIS. A finales del mes de agosto alrededor de 5.000 hombres yazidíes habían sido asesinados y enterrados en fosas comunes alrededor de Sinjar. Más de 6.000 mujeres y niñas habían sido secuestradas.
Los yazidíes son una minoría iraquí de menos de un millón de personas que ha mantenido durante siglos una religión sincrética, con elementos tomados del Cristianismo (el ritual del bautismo), del Islam (el ritual de la circuncisión) o del Zoroastrismo (la reverencia al fuego como una manifestación de Dios) junto a creencias pre-islámicas de la antigua Mesopotamia y la Civilización Asiria.
¿Cuál es la característica de los yazidíes que más “molesta” a ISIS? Que los yazidíes rezan a Melek Tawwus, el equivalente a “Satán”, el “Angel Caído”. En la tradición judeocristiana Lucifer era el arcángel favorito de Dios, pero se rebeló contra él y fue condenado a caer desde el Cielo al Infierno, para convertirse en Satán, el Diablo. Para los yazidíes, Satán no cayó del Cielo al Infierno, sino a la Tierra y, al ver el sufrimiento en la vida de los hombres, lloró. Sus lágrimas cayeron sobre las llamas del Infierno y las apagó. Así, los yazidíes no consideran a Satán como “El Diablo”, bien al contrario es un Redentor.
Para ISIS son “adoradores del Diablo” que deben ser eliminados de la Tierra.
No es la primera vez que han intentado ser eliminados. Durante el mandato Otomano en los siglos XVIII y XIX, los yazidíes fueron sometidos a 72 masacres conocidas. Y desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, más de 800 habían muerto en ataques de Al Qaeda con coches bomba.
Al igual que Nadia, cientos de mujeres y niñas fueron entregadas a militantes de ISIS. Miles más fueron vendidas en mercados de esclavas.
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OTRA COSA: Primero de política: mucho peor que perder la disputa por la legitimidad es perder la de la imagen. Segundo..., de Fernando Broncano R
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