23 noviembre, 2016     http://madinamerica-hispanohablante.org/la-enfermedad-de-la-positividad-desbordante-asun-pie-balaguer/   
La sociedad de la positividad en la que vivimos, denunciada por 
Byung-Chul Han, genera nuevos tipos de sufrimiento y exclusión. El autor
 nos dice lo siguiente: “la sociedad disciplinaria es una sociedad de la
 negatividad. La define la negatividad de la prohibición. “(Byung-Chul 
Han, 2015). Pero la nuestra no es una sociedad disciplinaria sino del 
rendimiento, que se define por otras características: el poder sin 
límites. Significa esto que el plural afirmativo y colectivo Yes, we can 
 (Sí, podemos) expresa una positividad desbordante. Los proyectos, las 
iniciativas y la motivación sustituyen la prohibición, el mandato y la 
ley. Si antes la sociedad se regía por el “no”, produciendo locos y 
criminales, ahora la sociedad del rendimiento produce depresivos y 
fracasados. Este yes we can  significa que debemos poderlo todo y
 en todo momento. No hay lugar para la apatía, el no poder o no querer, 
para la desidia, el cansancio o el agotamiento. Debemos sacar provecho 
de cualquier cosa para volvernos productos a nosotros mismos, 
empresarios de sí. Y ello bajo mecanismos de autosujeción que nos 
imponemos a nosotros mismos. Cuando Santiago López Petit afirma que no 
existe un afuera del capitalismo, señala la imposibilidad de abandonar 
esta lógica interna. En estas circunstancias, ¿poner en el centro la 
vulnerabilidad humana es la única de las resistencias posible frente al 
capital? En un contexto neoliberal que todo lo quiere rentabilizar y 
explotar, desvelar lo que nos hace humanos puede convertirse en una 
política afirmativa de la vida. Negar la muerte, la caducidad, la 
enfermedad o el sufrimiento, nos enajena de la vida porque esta está 
formada de claroscuros. La asunción de estos límites permite aferrarse a
 la vida con intensidad, dar otra resonancia a la existencia, es útil 
para construirse sentidos, aunque sean provisionales y que, en 
definitiva, seguirán estando allí nos guste o no. Si aceptar la 
vulnerabilidad común permite otorgar un lugar a lo que nos hace humanos,
 ¿por qué en nuestra sociedad contemporánea no se aceptan los límites? 
¿por qué no son rentables? ¿por qué impiden un mercado desbocado del 
todo vale? ¿por qué escapan al registro mercantil? ¿por qué 
imposibilitan que el neoliberalismo continúe avanzando? Producirnos como
 sujetos empresarios de nosotros mismos es el nuevo mandato. Ante esto, 
quizás hay que hacer apología de la “inutilidad”. No-poder-poder-más  es una forma de resistencia que pone la vida por delante del capital.  
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OTR COSA: 
La primera manifestación ecologista fue sepultada por mentiras oficiales 
 
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