Por Roberto Santos  http://nuevarevolucion.es/la-mayor-marea-negra-vivida-espana-prestige-15-anos-despues/
Han pasado 15 años de una de las mayores
 catástrofes medioambientales que han tenido lugar en nuestro país. Uno 
de esos momentos que muchos españoles tenemos aún bastante fresco en la 
memoria por el gran impacto que supuso. Os hablo de la tragedia del 
Prestige, la mayor marea negra que ha vivido nuestro país. Un momento 
que despertó la solidaridad de toda España y que también nos mostró lo 
peor de nuestros políticos, alguno de ellos, hoy sigue en activo y en la
 misma línea, la de mentir a los ciudadanos. Pero esto no es una 
historia solo de políticos, sino que es también la historia de un 
desastre ecológico, la historia de familias de pescadores que vieron 
como su fuente de ingresos se tenía de negro, la de miles de voluntarios
 que acudieron a limpiar y en definitiva una historia de todos que hoy 
os quiero recordar, así que empecemos por el principio.
Tal día como hoy…
El 13 de noviembre de 2002, a las 15:15 
hora peninsular española, el Centro de Coordinación de Salvamento (CCS) 
Finisterre recibe una señal de auxilio. La señal ha llegado a través de 
una llamada selectiva digital, un sistema que permite al buque en apuros
 identificarse y señalar su posición con solo apretar un botón. Dos 
minutos después llega al CCS un entrecortado “Mayday” proveniente del 
buque en apuros. Se trata del Prestige y aunque en ese momento nadie 
sabe las dimensiones que alcanzara esa señal de socorro, nos encontramos
 ante una de las mayores tragedias ecológicas sufridas en España.
¿Qué era el Prestige?
Antes de continuar con lo ocurrido ese día conviene que recordemos exactamente lo que era el Prestige, un buque monocasco fabricado en Japón, que transportaba 77.00 toneladas de fuel desde San Petersburgo, Rusia, a Gibraltar, Reino Unido.
En el momento del incidente el buque 
contaba ya con 26 años de antigüedad y apenas le quedaban dos años y 
medio para ser retirado de circulación, ya que la normativa europea 
obliga a los barcos a navegar por aguas comunitarias con doble casco. El Prestige no pasaba ningún control desde el año 1999.
El petrolero tenía bandera de las 
Bahamas, pero su dueño era liberiano (Mare Shipping), su armador era 
griego (Universe Maritime), disponía de un certificado estadounidense 
para navegar (ABS), lo había fletado una sociedad suiza (Crown 
Ressources), estaba asegurado por una mutua británica (The London 
Steamship Owners) y navegaba bajo el mando de un capitán griego 
(Apostolos Mangouras).
¿Qué ocurrió?
Volvamos a ese 13 de Noviembre de 2002, 
por lo que sabemos aproximadamente a las 15:10 una gran ola impacta 
contra el Prestige abriéndole un boquete en el costado de estribor. 
Dicho boquete se encuentra por debajo de la línea de flotación, lo que 
hace que el buque esté embarcando agua al impresionante ritmo de 700 
toneladas por minuto.
A las 15:20 el Prestige está ya al borde
 del colapso, cabeceando ante olas de ocho metros, con una escora de 
24.º y casi un metro y medio más hundido de lo que estaba solo 10 
minutos antes. A esto debemos sumarle que la escora ha activado la 
alarma de parada de emergencia del motor principal y su ulular se suma 
al de la alarma general, lo que lleva al pánico a la tripulación, 
compuesta por filipinos con escasa experiencia. Esto lleva a su capitán,
 Apostolos Mangouras, a tomar una decisión que más tarde tendrá 
resultados adversos, solicita a Salvamento Marítimo que evacuen a su 
tripulación.
Mientras en el CCS Finisterre todo sigue
 en marcha, a las 15:34 el remolcador Ría de Vigo se pone en camino, ya 
que se ha ordenado acudir a todos los buques que se encuentren en la 
zona. A las 16:00 el Walilly, que estaba a solo dos millas en el momento
 de recibir el aviso informa: la escora del Prestige está inclinada y en el agua hay fuel.

A partir de aquí comienza a desatarse la
 tragedia. El barco está soltando fuel, la noticia corre como la pólvora
 y el Gobierno central entra en escena, a la vez que todos los servicios
 informativos del país ponen sus ojos en el Prestige.
Francisco Álvarez Cascos, entonces ministro de Fomento bajo el gobierno de José María Aznar, ordena que el buque se envíe “al quinto pino”
 y se adentre en el mar lo más posible. Por lo que el buque fue 
remolcado durante seis días en los que recorre 437 kilómetros, primero 
hacia el norte y luego es remolcado hacia el sur, en un intento 
desesperado de buscar aguas más tranquilas en las que efectuar el 
trasvase de fuel a otro navío, hasta que finalmente el buque se parte por la mitad el 19 de noviembre, a solo 250 kilómetros de la costa gallega. La corriente de Navidad
 pilla de lleno al petrolero, esparciendo su vertido por toda la costa 
desde la desembocadura del Miño hasta la costa suroeste francesa. Esto 
hace que el desastre medioambiental adquiera proporciones nunca vistas, 
proporciones que vendrían acompañadas de terribles consecuencias.

Toda España se estremece ante la imagen 
del vertido que queda desparramado por la costa gallega. El 20 de 
noviembre se hace evidente la falta de medios para combatir la marea. 
Las barreras de contención instaladas en las costas se rompen por los 
embates del temporal. El fuel cubre ya 295 km de costa.
El “chapapote” inundó 
playas paradisiacas y obligó a prohibir la pesca durante meses en 1.000 
km de litoral. Las Cámaras de Comercio hablan de perdidas de más de 
1.400 millones de euros. El desastre ecológico es tal, que durante más 
de nueve meses se recogen más de 23.000 aves cubiertas de fuel, (17.000 
de ellas muertas). El informe pericial de la Fiscalía cuantifica en 
3.862,42 millones el impacto ambiental y económico para el Estado 
español.

Las tareas de limpieza comenzaron sin 
que nadie informara sobre si dicho vertido era tóxico o no para las 
personas que trabajaban en la descontaminación. Miles de voluntarios 
acuden a Galicia para ayudar a limpiar las playas. Con sus trajes 
blancos y sus mascarillas se convirtieron en el símbolo de la 
solidaridad de la ciudadanía con los afectados por esta tragedia. La 
respuesta popular fue desbordante e inédita. Tanto que en enero, en 
Vigo, ya había una lista de espera de 11.000 personas que deseaban 
colaborar en las tareas de recogida. Según los datos oficiales, más de 65.000 personas acudieron de toda España y Europa para luchar contra el fuel.
 El trabajo fue duro y peligroso. Solo dos meses después de que se 
hundiese el Prestige, y según la Xunta, se atendieron a 1.087 
voluntarios por vómitos, irritación ocular y de la faringe, problemas 
respiratorios y dolores de cabeza relacionados con la limpieza del 
carburante.

El pueblo de Muxía nunca olvidó a las 
gentes de todo el mundo que acudieron a recoger chapapote y por eso, 
cinco años después de la catástrofe comenzaron una campaña para 
identificar a todas y cada una de ellas para agradecerles su 
solidaridad.
El vertido del Prestige amenazó 
directamente el sustento de 30.000 pescadores. Los hombres y mujeres de 
la mar se volcaron desde el primer momento en la lucha contra el 
chapapote.en jornadas como la del 17 de febrero 350 barcos pesqueros del País Vasco, Cantabria, Galicia y Asturias, recogieron 1.500 toneladas de fuel.
Este duro trabajo se extendió durante 
meses, pero las consecuencias indirectas del naufragio del Prestige se 
dejaron sentir en la economía y en el trabajo de los pescadores durante 
mucho más tiempo. Dos años después, y según datos de la coordinadora de 
Cofradías Afectadas por el Prestige, las capturas aun eran un 25% 
inferiores a las de un ejercicio normal, lo que se tradujo en una 
pérdida de 17,3 millones de euros.
Además de la lucha contra la 
contaminación, muchos de estos pescadores, concretamente unos 12.000 
englobados en la coordinadora de Cofradías Dañadas por el Prestige, 
entablaron también una lucha contra la Administración. El Gobierno 
aprobó un real decreto que reguló el adelanto de las indemnizaciones. 
Este exigía que quienes deseasen acogerse al mismo renunciasen a 
emprender acciones judiciales por su cuenta.

Nunca Máis
La actuación del Gobierno y la 
falta de información clara sobre el suceso indignan a la población y 
originan el movimiento ciudadano Nunca Máis, que exige dirimir responsabilidades y actuar para evitar más catástrofes.
La plataforma surge solo dos días 
después de la catástrofe. A través de numerosas movilizaciones por todas
 las ciudades gallegas, los manifestantes extendieron sus reclamaciones,
 que Galicia fuese declarada “zona catastrófica” y se activasen las 
ayudas económicas para recuperar la zona, limpiar el vertido tóxico y 
compensar a los sectores afectados en una zona de tradición marítima, 
así como exigieron responsabilidades penales para los responsables de la
 catástrofe.

El acto más importante de la 
organización tuvo lugar el 1 de diciembre de 2002, cuando cerca de 
200.000 personas se manifestaron en Santiago de Compostela bajo el lema 
Nunca Máis, convocados por la plataforma del mismo nombre. El 23 de 
febrero de 2003, cien días después del hundimiento, se organizó otra 
marcha en la Puerta del Sol de Madrid a la que acudieron 240.000 
personas. En todas ellas no faltaron las duras críticas a la gestión 
política que llevaron a cabo la Xunta de Galicia, encabezada por Manuel 
Fraga, y el Gobierno de España liderado por José María Aznar 
(presidente) y Mariano Rajoy (vicepresidente).
¿Quiénes fueron los políticos al cargo?
-José María Aznar, en ese momento era el presidente del Gobierno. Delegó la coordinación de la crisis en su vicepresidente primero, Mariano Rajoy.
-Mariano Rajoy fue el 
encargado de informar del desarrollo de los acontecimientos, aunque en 
su línea habitual, tardó en reconocer la gravedad de los hechos. En un 
principio habló de que el buque, ya hundido, vertía “unos pequeñitos hilitos como de plastilina”,
 la gran frase que indigno a media España, que alucinaba ante la 
evidencia en imágenes de la catástrofe y la desfachatez de su 
vicepresidente. Días después tuvo que reconocer que el buque expulsaba 
125 toneladas de fuel al día. También tuvo que desmentir una información
 de la Delegación del Gobierno que aseguraba que se habían establecido 
18.000 metros de barreras anticontaminación alrededor del Prestige, 
cuando en realidad solo había 9.000. Vamos que lo de la información 
veraz y tal es algo que por lo que sea al Partido Popular le viene 
costando desde hace muchos años.
 
 
 - Francisco Álvarez Cascos
 era el ministro de Fomento durante esa época y el que ordenó alejar el 
barco de la costa, a pesar de que los estudios realizados sobre buques 
en condiciones similares recomendaban llevarlo a puerto, acotarlo e 
intentar frenar los daños.  Fue duramente criticado porque se fue de 
caza durante los días siguientes al accidente, cuando ya era evidente 
que el buque estaba perdiendo fuel, algo que más tarde imitaría Ana 
Botella, cuando en plena catástrofe del Madrid Arena se fue a un SPA en 
Portugal.
- Jaume Matas en ese 
entonces era el ministro de Medio Ambiente, tardó también en asumir la 
magnitud de la catástrofe, pues pasó el fin de semana posterior al 
accidente en el parque nacional de Doñana junto al ministro de Interior,
 Ángel Acebes, y la ministra de Sanidad, Ana Pastor.
- Federico Trillo, ministro de Defensa, confesó días después del hundimiento que habían barajado opciones muy extremas para librarse del buque: “Pensamos en bombardear el Prestige para hundirlo o hacer arder el fuel”. Lo de consultar con expertos y hacerles caso se ve que no fue lo primero que se les pasó por la cabeza.
-Manuel Fraga, presidente de la Xunta, fue muy 
criticado por encontrarse fuera de Galicia cuando el fuel empezaba a 
llegar a las costas, ya que se encontraba de cacería, “Permanecí menos de 24 horas fuera de Galicia, estuve en la cacería cuatro horas y me volví sin comer”
 manifestaba tiempo después un Fraga poco acostumbrado a dar 
explicaciones. También fue criticado por la inacción y división en el 
seno de su propio gobierno, que se debatía entre los que exigían una 
mayor exigencia al Gobierno de Aznar y los que optaban por la sumisión, 
por callar ante la pésima gestión del desastre que se estaba llevando a 
cabo. Finalmente Aznar acabó imponiendo la salida de su delfín, Xosé Cuíña Crespo,
 ofreciendo a cambio un plan de infraestructuras llamado Plan Galicia. 
Pese a la contestación en las calles y todo lo ocurrido, a los pocos 
meses el PP salió ganador en la mayoría de las poblaciones costeras 
afectadas por la marea negra.¿Cuáles fueron las consecuencias judiciales del Prestige?
La Audiencia Provincial de A Coruña 
absolvió al Estado y al capitán del delito medioambiental, un delito que
 sí reconocería después el Supremo, pero solo para el capitán, Apostolos
 Mangouras. Quedaban por tanto exculpados, como no, los responsables 
políticos.
La sentencia del alto tribunal corrigió 
el dictamen anterior y abrió la puerta al cobro de indemnizaciones, 
además declaró la responsabilidad civil de la propietaria del buque, la 
liberiana Mare Shipping, y de la aseguradora, The London P&I Club, 
lo que abre la puerta a que esta última asuma el pago de las 
compensaciones por daños materiales y al medioambiente. No obstante, el 
límite de cobertura en la póliza es de 1.000 millones de dólares (943 
millones de euros), frente a los 4.328 millones que reclama la Fiscalía 
fruto del peritaje realizado por una experta de la Universidad de 
Santiago, que analizó los daños ecocómicos y sociales, aunque “a la 
baja” al no poder alargarse en el tiempo más allá de 2006.
Ahora bien, en caso de que ese dinero, 
los 1.000 millones de dólares, porque el resto es del todo imposible 
cobrarlo, se irían directamente para el Estado porque suma a su propio 
perjuicio todo el dinero que tuvo que adelantar, ya que el Gobierno 
central fijó los decretos de indemnización a los afectados y se subrogó 
la reclamación ante terceros, imposibilitándoles a estos beneficiarios 
la vía judicial.
Quince años después sabemos que hubo una
 concatenación de sucesos, que se iniciaron con la decisión de alejar el
 barco. A partir de ahí, ya no se podía hacer nada. En una marea
 negra la decisión más importante es la inicial, según los expertos, y 
en este caso el Gobierno del Partido Popular actuó de la peor forma 
posible. Luego siguieron embarrándolo mintiendo a la ciudadanía como hizo Mariano Rajoy al hablar de hilillos de plastilina
 cuando realmente se vertían 125 toneladas de fuel al día. Pese a la 
pésima gestión política, la ciudadanía si estuvo a la altura y son 
muchos en Galicia los que todavía recuerdan cargados de emoción a esos 
miles de voluntarios que acudieron en su ayuda, a trabajar, a limpiar 
sus costas, de forma absolutamente desinteresada. Son las dos caras de 
una misma moneda, que ya forma parte de la historia de nuestro país.
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