Rosa María García fue detenida en 1975 y estuvo siete días sometida a palizas y amenazas en la Dirección General de Seguridad de la policía franquista
Su historia forma parte de la nueva campaña de Amnistía Internacional para pedir al Estado que investigue las violaciones de derechos humanos de la dictadura
"Me invalidaron más estas cosas que los golpes porque los insultos me afectaron de una forma especial. Sentías la humillación, la humillación como mujer"
http://www.eldiario.es/sociedad/Torturada-franquismo-amenaza-golpes-violar_0_706229877.html
Su historia forma parte de la nueva campaña de Amnistía Internacional para pedir al Estado que investigue las violaciones de derechos humanos de la dictadura
"Me invalidaron más estas cosas que los golpes porque los insultos me afectaron de una forma especial. Sentías la humillación, la humillación como mujer"
http://www.eldiario.es/sociedad/Torturada-franquismo-amenaza-golpes-violar_0_706229877.html
Dejarlo apartado en un rincón de la
memoria ha servido a Rosa María García de artimaña contra los vaivenes
del pasado. Recuerda con absoluta claridad lo que ocurrió la noche del
24 de agosto de 1975, cuando, con 19 años y un futuro como médica por
delante, le empezó a cambiar la vida. "Creo que es lo que solemos hacer
todos, dejarlo aparcado. Contarlo es duro, pero también es como un peso
que te quitas de encima y alguien tiene que hacerlo. Supongo que pasará
el tiempo y volverá al lugar de la memoria en el que tiene que estar",
cuenta su voz serena al otro lado del teléfono.
Rosa
María García es una de las tantas víctimas del franquismo que todavía
esperan justicia. Fue detenida y torturada por militar en el Frente
Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y pasó una semana en la
Dirección General de Seguridad (DGS), el principal centro de detención
de la policía franquista situado en la Puerta del Sol de Madrid. Nada
más entrar a las dependencias de la DGS, Rosa María se dio de bruces con
uno de los torturadores más conocidos, Antonio González Pacheco, apodado Billy el Niño.
Su historia forma parte de la campaña puesta en marcha
por Amnistía Internacional #EstaNavidadToca, con la que la organización
pide al Estado español que investigue y reconozca "las graves
violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y el
franquismo". Rosa María no solo fue objeto de palizas, también tiene
clavados en la memoria los insultos y las amenazas machistas que recibió
durante los siete días de detención y que demuestran la doble represión
de Franco sobre las mujeres: ideológica y de género.
"Los insultos sexistas, como guarra y otros de ese estilo, eran
constantes. La amenaza común entre golpe y golpe era que me iban a
violar y a matar, que me iban a llevar a la Casa de Campo y nadie iba a
saber dónde estaba...Ese día llevaba un vestido y, cuando me tiraban al
suelo, gritaban burlándose 'mira qué guarra, que se le ven las bragas'",
relata.
"Era muy común entre las mujeres. Todas las
que nos juntamos después en la cárcel de Yeserías lo hablábamos y a
todas nos había pasado. A mi me invalidaron más estas cosas que los
golpes porque los insultos me afectaron de una forma especial. Sentías
la humillación, la humillación como mujer", prosigue.
Para buscar justicia sobre la represión específica de las mujeres durante la dictadura la organización Women's Link ha pedido a la jueza Servini
que amplíe la querella argentina, la única causa que investiga los
crímenes franquistas en el mundo, para que incluya estos delitos. "S
e persiguió y castigó a las mujeres que se hubieran atrevido a salir
del ámbito doméstico y especialmente a las que participaron en
actividades políticas contrarias al régimen. Al no encajar en los
valores e imagen de la mujer construida por el franquismo no había
problema en detenerlas, encarcelarlas y violarlas", explica Teresa
Fernández, abogada de la organización.
La detención y la cárcel
Eran aproximadamente las once de la noche y Rosa María volvía de estar
con el que después se convertiría en su marido. En medio de la calle,
varios agentes de la policía franquista vestidos de paisano le pidieron
la identificación y la detuvieron. Poco después supo que casi al mismo
tiempo detenían también a su novio y a otros tantos militantes del
Frente. "A nuestros compañeros también les amenazaban con que nos iban a
violar a nosotras", relata.
Recuerda que Billy el
Niño la recibió con golpes e insultos y que en aquella época era muy
conocido "por su sadismo" porque "disfrutaba torturando y eso te lo
puede decir cualquiera que haya pasado por sus manos". Rosa María estuvo
una semana en la DGS, un tiempo en el que la pasearon por Madrid en
busca de lo que ellos llamaban pisos francos: "Nada más llegar me
hicieron poner de rodillas y empezaron a darme golpes en las plantas de
los pies con la porra. Luego me pasaban a otro y me pegaba, era muy
caótico, pasando de agente en agente. Me amenazaban con matarme...y yo
pensaba que casi lo de morir era un alivio".
Tras su
estancia en el centro de detención la encarcelaron en la prisión
madrileña de mujeres de Yeserías, donde después de estar cuatro días
incomunicada en los calabozos, la pasaron a las celdas. "Allí era
diferente, había una cama, un vaso de agua.. Además eramos muchas y nos
apoyábamos unas otras. Los días que había comunicación nuestras madres
–¡Qué hubiera sido de nosotras sin las madres!, exclama– nos traían
comida y la compartíamos", esgrime.
Rosa María estuvo encerrada en el módulo de presas políticas, mujeres que para el régimen eran traidoras de su género. U
na visión sostenida en las "investigaciones científicas" del psiquiatra
y militar Antonio Vallejo-Nájera, que dirigió los Servicios
Psiquiátricos del bando nacional y que ha pasado a la historia por sus
"estudios" misóginos sobre la mujer republicana. Dijo cosas como que "el
psiquismo femenino tiene muchos puntos con el infantil y el animal" y
fue un no de los impulsores de la segregación entre hijos y madres
"rojas".
Luchar aunque no sea para ganar
Tres meses después Rosa María salió de la cárcel tras morir Franco y
pagar sus padres una fianza de 30.000 pesetas que consiguieron gracias a
la ayuda de familiares, amigos y vecinos. Pero tanto ella como su
marido seguían teniendo juicio pendiente por asociación ilícita y
propaganda ilegal. Por eso, se fueron a vivir a Valencia, donde
estuvieron dos años antes de regresar a Madrid de nuevo. "Tuve que irme
de casa de mis padres porque no podía dormir por miedo a que volvieran",
explica.
Más de 40 años después ha decidido
denunciar y ser rostro público de la campaña de Amnistía Internacional,
que ha enviado al Congreso diez recomendaciones en aplicación de
las indicaciones que varios organismos internacionales, como la ONU, han
dado a España para lograr los derechos de verdad, justicia y reparación
en relación con el franquismo y la Guerra Civil. Pero además, Rosa
María está preparando una denuncia conjunta con otras víctimas contra 'Billy el Niño'.
Su objetivo es "que se abra camino" y se reconozca "a las personas que
se vieron obligadas a enfrentarse a la represión. Habla de su origen, de
su familia de republicanos y 'rojos' –"como nos llamaban en aquella
época"–, de su barrio, Vallecas, y del miedo y la represión, pero
también de la ilusión por el cambio. Recuerda a Concepción Tristán y
María Jesús Dasca Penelas, dos mujeres con las que compartió cárcel y
que fueron condenadas a muerte, aunque finalmente no fueron ejecutadas.
Ellas formaron parte del juicio en el que fueron condenados los últimos
fusilados del franquismo, tres de ellos militantes del Frente
Revolucionario Antifascista y Patriota. Rosa María asistió al homenaje
por el 40º aniversario de las ejecuciones y se enteró de que las dos
mujeres estaban ya fallecidas. "Me impresionó saber que las había
conocido. Eran de mi edad, habían sufrido muchas torturas y pensé que
ellas ya no podían hacer nada, así que casi por ellas decidí denunciar",
cuenta.
Sobre si cree que ganarán con la denuncia,
responde con un rotundo "no". Pero añade que eso no le echa para atrás:
"A veces luchar no consiste en saber qué vas a conseguir. A veces
consiste simplemente en plantar cara, aunque no vayas a ganar. En poner
un granito de arena, en dar un pequeño paso. Aunque no vayas a conseguir
nada, te queda la dignidad de no haberte agachado".
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