Se preparan actos conmemorativos de la batalla que rompió la 
resistencia republicana en el norte y que en dos meses arrasó esta 
localidad del Alto Aragón
7.000 soldados soportaron el asedio del doble de tropas nacionales. Huidos a Francia, la mayoría regresó para luchar en el frente de Cataluña hasta el final de la Guerra Civil
Exposiciones fotográficas, rutas y la exhumación de una fosa común figuran en el programa que se comenzará a desarrollar en 2018
  
    Miguel Barluenga
  
  
  
  
  - Huesca
7.000 soldados soportaron el asedio del doble de tropas nacionales. Huidos a Francia, la mayoría regresó para luchar en el frente de Cataluña hasta el final de la Guerra Civil
Exposiciones fotográficas, rutas y la exhumación de una fosa común figuran en el programa que se comenzará a desarrollar en 2018
 
    
Es otro capítulo de la Guerra Civil 
poco recordado. La Bolsa de Bielsa, derribada tras dos meses de 
infatigable resistencia, supuso el último reducto republicano en el 
Pirineo aragonés. Más allá de lo que marca la cronología de este 
conflicto bélico, cerró el frente norte, fue la antesala de la Batalla 
del Ebro y también un eficaz vehículo de propaganda para el Gobierno 
entonces encabezado por Juan Negrín. Como Guernica, la localidad fue 
reducida a cenizas con la ayuda de aviación alemana e italiana y el 
desenlace sirvió de banco de pruebas para pulsar la actitud de Francia 
ante la inminente victoria de Franco.
Se van a 
cumplir 80 años y se preparan varios actos de celebración para 
reivindicar 63 días que encierran la síntesis de lo sucedido de 1936 a 
1939. Entre el 14 de abril y el 15 de junio de 1938 se decidió a más de 
1.000 metros de altura sobre el nivel del mar la suerte del Alto Aragón 
en la Guerra. Aquel verano se abrieron valiosísimas vías de acceso del 
ejército sublevado hacia Cataluña. Frente a frente, la 43ª División del 
Ejército Popular de la República, aislada después de la paulatina caída 
de Huesca en manos franquistas, y la Tercera División Navarra del 
general  José Iruretagoyena.
No fue una confrontación al uso, y no solo por la 
particular orografía, entre colosos montañosos. La guerra de guerrillas y
 de resistencia se terminó decantando hacia el bando que contaba con más
 medios. Con una desordenada retirada hacia el norte de Aragón, los 
republicanos se aferraron a la política de tierra quemada y alcanzaron 
el Valle del Ara destruyendo tras de sí todos los puentes, raíles e 
infraestructuras que pudieran dar soporte al enemigo.
Los azares de “El Esquinazau”
Antonio Beltrán Casaña, “El Esquinazau”, dirigía la 43ª División y 
merecería muchas páginas aparte. Condensa en su vida cuatro décadas de 
historia de España. Nacido en Canfranc en 1897, a los 13 años se marchó a
 Estados Unidos en busca de fortuna, se topó con la revolución mexicana 
de Pancho Villa y terminó enrolado en la legión estadounidense con rumbo
 a la I Guerra Mundial. De regreso a España, El Esquinazau (“cansado”, 
en fabla) fue detenido por estafador y exiliado a Francia y Argentina  
para volver amnistiado por la dictadura de Primo de Rivera.
Simpatizante azañista, se unió a la sublevación de Jaca en 1930 pero no
 compartió el destino de los fusilados capitanes Galán y García 
Hernández. Con la Guerra Civil recién iniciada huyó a Barcelona, se 
enroló en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y luchó en 
el frente pirenaico. Recorrió después medio mundo hasta su muerte, en 
1960, arruinado y olvidado en México. Frente a las numerosas referencias
 a los vencedores, borradas o todavía no, El Esquinazau solo cuenta con 
una calle dedicada en Jaca.
Beltrán y los suyos poco 
pudieron hacer para evitar las caídas a su paso de poblaciones como 
Torla, Broto y Fanlo. En esta última y entre Laspuña y Escalona se logró
 poner freno al avance franquista y los republicanos establecieron su 
base de operaciones, su fuerte y su trinchera en Bielsa, a los pies del 
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Contaba con apenas 7.000 
hombres y solo cuatro cañones frente al asedio de 14.000 soldados, 30 
cañones y apoyo aéreo. Los historiadores explican una resistencia de dos
 meses en las dificultades del terreno, el mal tiempo y el tesón de los 
integrantes de la Bolsa.
Aislados y agotados
Aislada frente a un enemigo reforzado, la resistencia republicana se fue
 quedando sin recursos y perdiendo empuje y en mayo se asomó al abismo 
de la rendición. Fue necesario evacuar a 4.000 civiles con rumbo a la 
frontera francesa. La noche del 16 de junio de 1938, la Bolsa se rompió y
 buscó el amparo francés. Antes había servido de heroico ejemplo para 
otras tropas republicanas en dificultades y el propio Negrín se interesó
 personalmente por el estado de las tropas de “El Esquinazau”.
Una vez en Francia, el Gobierno de Albert Lebrun organizó un referéndum
 entre los soldados españoles para hacerles escoger entre regresar a 
territorio republicano o pasarse a territorio nacional. Sólo 411 
soldados y cinco enfermeras eligieron la segunda opción, mientras que 
6.889 soldados viajaron a Cataluña a través de la frontera por Portbou 
para alegría de los servicios de propaganda del presidente de la 
República y su lema “Resistir es vencer”.
80 años 
después, la Bolsa de Bielsa pervive en un museo, placas y 
reconocimientos que puntean esta localidad de la comarca de Sobrarbe. 
Cuenta incluso con una ruta senderista, la PR HU-182, que reproduce los 
movimientos de las tropas entre Labuerda y Bielsa. Pero la gran labor de
 conservación de la memoria la realiza la Asociación La Bolsa, presidida
 por Rubén Barranco y que celebró el pasado sábado una asamblea para 
empezar a concretar los actos del aniversario.
 
    “Todo es poco por recuperar su dignidad”
Así, se presentará el libro  El infierno y sus puertas,
 de Pepe Sedano Moreno, sobre españoles en campos de concentración 
nazis. Dos de sus protagonistas estuvieron presentes en la Bolsa de 
Bielsa. Además, mantienen contactos con el Ayuntamiento de Saint-Lay 
Lousan, donde va a organizarse una exposición fotográfica, y se pretende
 crear un “sendero de la memoria” en el paso de Puerto Biello a Francia.
Barranco explica que está pendiente de encontrar la localización exacta
 de una fosa común de guerrilleros en la zona: “Todo es poco por 
recuperar la dignidad y sacar del olvido a los que todo lo perdieron por
 su lucha por la libertad”.
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