DIEGO HERRANZ http://www.publico.es/internacional/noche-paz-mundo-hay-40-conflictos-armados-activos.html
Otro año que vivimos 
peligrosamente... con más de una cuarentena de conflictos armados a lo 
largo y ancho del planeta. Algunos de larga duración, como el del Sáhara Occidental, con entre 14.000 y 21.000 muertos, que inició las hostilidades en 1970. O el colombiano,
 que aún mantiene en vilo a las fuerzas de seguridad con las FARC, el 
ELN, los paramilitares y los capos de la droga y sus poderosos cárteles,
 y que se inició allá por 1964 y ha acabado con la vida de más de 
220.000 personas desde entonces. Pero también el de la República del Congo y
 que, a día de hoy, tiene al Ejército en una ofensiva en la región 
sureña de Katanga para combatir al movimiento rebelde e independentista 
Mai-Mai y que sólo desde 1997, año a partir del cual la contabilización 
de las víctimas se elabora con rigor objetivo, ha dejado más de 2.700 
víctimas mortales.
Las más longevas de las confrontaciones bélicas no 
respetan continentes. Ni sistemas políticos. También han estado activas 
largas décadas, pese a los esfuerzos diplomáticos internacionales por 
conseguir algún tipo de armisticio. Cuatro de los más representativos 
siguen con la llama del enfrentamiento encendida. El conflicto palestino-israelí colisiona,
 desde 1948 -es decir, desde el instante mismo de la proclamación del 
Estado hebreo- la defensa del territorio, principio en el que asienta la
 doctrina de Tel Aviv, con la búsqueda del reconocimiento mundial a la 
creación de un Estado palestino en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. Más de 120.000 personas han perdido la vida desde entonces.
En este escalafón hay que mencionar la guerra declarada
 y abierta entre las dos Coreas. A cuenta del paralelo 38, una 
superficie de 160 millas de largo y 2,5 de ancho que sigue siendo uno de
 los puntos más conflictivos del planeta desde la conflagración que duró
 entre 1950 y 1953 y que dividió en dos la península coreana. Más de 900 muertos.
 Una tensión permanente que guarda muchas similitudes con Cachemira. En 
este caso, entre Pakistán, India y grupos rebeldes que, desde 1947, 
reivindican este territorio al borde del Himalaya, entre los dos 
gigantes asiáticos, que conservan sus rencillas desde su segregación. 
Entre 47.000 y 100.000 muertos, según las fuentes que se consulten. 
¿Demasiadas? No parece, si se tiene en cuenta que no ha pasado ni un 
sólo día, desde esa lejana fecha, en el que no haya habido algún 
intercambio de disparos.
El cuarto en discordia afecta a Indonesia, donde
 aún persisten ataques esporádicos a lo largo de la llamada Línea, entre
 movimientos separatistas indígenas de la Papúa indonesa y de la Papúa 
Occidental, que ocupan la mitad de Nueva Guinea, y que ha costado la 
vida, desde 1969, a unas 100.000 personas.
El centro de investigación IRIN -originariamente, Integrated Regional Information Network- que, durante 17 años, hasta enero de 2015, perteneció a la estructura de Naciones Unidas
 y que, a partir de esa fecha, se auto-declara organización 
independiente dedicada a la información y el análisis de los conflictos 
bélicos asegura que, en 2017, hay más de cuarenta hostilidades activas 
en todo el mundo, que involucran, en mayor o menor medida, a 67 países, 
para un total de 775 grupos rebeldes armados, bien sean milicias, 
guerrillas o movimientos anarquistas, separatistas o terroristas. De 
ellos, África sufre el mayor número de embestidas. Nada menos que
 29 de sus naciones, con 240 movimientos. Le sigue Asia, con 16 países y
 171 grupos, Europa -10 Estados y 81 facciones- y Oriente Próximo, con 7
 países, pero con una cifra más que notable de insurgencia activa: 253 
organizaciones. América ha soltado lastre de manera extraordinaria: 6 
naciones y 27 movimientos insurrectos, la práctica totalidad de ellos, 
cárteles de narcotráfico. 
De todos ellos, 43 obtienen el tratamiento oficial de conflicto de origen independentista: 21 en Asia y 12 en Europa.
De todos ellos, 43 obtienen el tratamiento oficial de conflicto de origen independentista: 21 en Asia y 12 en Europa.
Sin embargo, también hay conflictos olvidados. 
Alejados de los focos de atención mediática de guerras como la de Irak, 
Siria, Afganistán o Ucrania. Aunque sean pasajeros en el tiempo. Estos 
son diez de esas guerras abiertas sin apenas repercusión internacional. 
Muchos de ellos pueden considerarse conflictos larvados. En estado 
latente. Otros, mantienen una intensidad oscilante, según los años. Pero
 todos están en activo y conservan su capacidad de destrucción.
10.- Guerra civil de Somalia
Estado creado en 1960, colapsó en 1991 cuando el presidente Siad Barre
 fue depuesto de sus funciones. Sin gobierno, el país fue presa de 
grupos insurgentes y señores de la guerra durante varios años. Un 
Ejecutivo débil y muy variopinto en su configuración política logró 
formarse en 2000. Fue un intento baldío de controlar el país. Hasta que,
 en 2012 se celebraron las primeras elecciones desde 1967.
El nuevo gabinete que salió de las urnas intentó 
estabilizar Somalia, pero su misión se ha visto permanentemente 
violentada por las acciones de grupos insurgentes que se relacionan con Al-Shabab y Al-Qaeda.
 Tropas estadounidenses entraron en 2007 en el país en otro intento de 
instaurar la paz, pero los movimientos armados lo impidieron.
9.- Guerra de Darfur
No news, good news? En este caso, la premisa 
no se cumple. Darfur continúa siendo atacado por parte de las fuerzas 
gubernamentales sudanesas. El año 2016 fue especialmente sangriento para
 la población civil. Hasta el punto de que, además, Naciones Unidas
 estima que la región soportó el desplazamiento de más de 190.000 
personas. Las fuerzas de pacificación de la ONU han sido asediadas por 
el Ejército sudanés, que se ha hecho con el control de la zona. Más de 
2,6 millones de personas han tenido que trasladarse para evitar los 
efectos de la guerra. Y la lucha continúa.
8.- Guerra civil de Myanmar
Antes conocido como Burma. En guerra desde hace 
décadas. La contienda civil se inició en 1948. Desde el golpe militar de
 1962, varios grupos armados se oponen al control militar del poder. Hay
 numerosos grupos étnicos que combaten por ser el movimiento dominante 
que se enfrente al gobierno militar. Desde el Ejército Arakan de 
Liberación, al Ejército Chin Nacional o el Kachin. Pero hay una docena. 
Todo pretende crear el caos en Myanmar. Un acuerdo de cese el fuego fue 
firmado por la cúpula armada del gobierno y varios de los grupos 
insurgentes en 2016. Sin embargo, tres de ellos se negaron a rubricar el
 tratado y mantienen activas las hostilidades. En los últimos tiempos, 
estos movimientos tuvieron fricciones en la frontera china. No hay visos
 de que pueda pararse tampoco esta guerra de más de siete décadas.
7.- Guerra civil de Sudán del Sur
El último estado en nacer tampoco ha tenido un parto
 incruento. Desde diciembre de 2013, más de 50.000 personas han perdido 
la vida en este conflicto nacional que también cuenta con 1,6 millones de desplazados.
 A pesar de que hay cerca de 14.000 cascos azules que han tratado de 
impedirlo. En un intento de acabar con la guerra civil, el presidente Salva Kiir
 firmó un acuerdo de paz con el líder rebelde Machar en 2015 por el que 
hacía a este último vicepresidente. Pero en 2016 la violencia rompió el 
trato y todo intento posterior de restablecer la estabilidad. Pese a que
 Machar abandonó el país, Sudán del Sur sigue en pie de guerra. Está, 
incluso, en una nueva escalada, con aumento del número de muertos y la 
reducción a casi la mitad (7.500) de efectivos de la ONU.
6.- La insurgencia en el Norte del Cáucaso
Esta región rusa ha protagonizado una violencia 
habitual desde hace dos décadas. A pesar de que se ha reducido el número
 de muertos en los últimos dos años. Pero, aun así, varios grupos 
insurgentes se han unido al Estado Islámico, que han realizado 
emboscadas contra el Ejército de Rusia. Oficialmente, el Kremlin dice 
haber cesado sus actividades de contra-terrorismo en el área pero, 
extraoficialmente, las escaramuzas y los ataques continúan rompiendo el 
frágil equilibrio en la región, que delimita con los mares Negro, Azov y
 Caspio.
5.- La Guerra de la Cabinda, en Angola
Conocida también como la Guerra Civil de Angola o la
 Guerra olvidada de Angola. Región rica en petróleo, varios líderes 
insurgentes han intentado la separación del resto del estado y acceder 
así a la fuente de riqueza del oro negro. El gobierno angoleño ha 
repelido todos los intentos, la mayor parte de ellos, cruentos. En 2009,
 las autoridades del país declararon acabada la guerra; sin embargo, las
 hostilidades son frecuentes. Y los intentos de la autoproclamada República de Cabinda de
 conseguir el reconocimiento exterior a una hipotética independencia, 
también. Tan sólo Francia lo ha hecho. Para el resto del mundo, Cabinda 
pertenece a Angola.
4.- La Guerra del terror en Egipto
El grupo terrorista Walayat Sinai lleva 
atacando las instituciones egipcias desde 2005, aunque la intensidad de 
sus actos ha experimentado numerosos altibajos. En los últimos tiempos 
declara una alianza con el Estado Islámico. Su objetivo declarado es el 
gobierno egipcio, pero las víctimas han sido, mayoritariamente, civiles.
 Las autoridades de El Cairo han intensificado las reacciones contra 
Walayat Sinai. Amnistía Internacional ha mostrado una creciente 
preocupación por la desaparición misteriosa de supuestos terroristas de 
esta organización en manos del gobierno lo que, a su juicio, dificulta 
las negociaciones de paz.
3.- La Guerra híbrida de África
Empezó en Mozambique, pero se extendió por África 
central y meridional hasta naciones como Zambia, Angola o Malawi. 
Inicialmente, surgió entre el gobierno mozambiqueño y RENAMO, el 
movimiento de resistencia nacional del país. La violencia se intensificó
 en 2013 y las tenciones siguen abiertas. De hecho, otro grupo, FRELIMO,
 el llamado Frente de Liberación, es el que tiene el control actual en 
la región. Entre ambos movimientos hay una lucha sin cuartel. El 
gobierno de Mozambique, una de los poderes económicos del subcontinente 
africano, teme la extensión del conflicto a otras latitudes si 
interviene de forma más directa.
2.- Tensiones militares en el Mar de China Oriental
Durante meses, Japón y China han elevado el tono por la hegemonía en el Mar de China Oriental.
 Ambos han incrementado, además, su presencia militar en la zona. Y se 
han producido algunas escaramuzas. China ha ampliado recientemente su 
flota naval y el número y la afluencia de sus patrulleras en las aguas 
internacionales. También Japón ha incrementado a más de 500 vuelos 
directos la frecuencia de sus incursiones aéreas. En disputa, las islas Senkaku/Diaoyu,
 que fueron reclamadas por Japón desde 1895. China reaccionó en los 
setenta del siglo pasado solicitando la soberanía sobre nueve de las 
islas de este micro-archipiélago. Japón echó más leña al fuego en 2012, 
cuando su gobierno adquirió tres islas de manos privadas.
1.- El conflicto de Nagorno-Karabaj
La violación del cese el fuego en abril de 2016 
muestra que las tensiones por la disputa de las fronteras de esta región
 limítrofe entre Armenia y Azerbaiyán están lejos de remitir. Con un 95%
 de población armenia, de culto cristiano ortodoxo, el territorio 
pertenece a Azervaiyán, con unos habitantes mayoritariamente musulmanes.
 Tras el colapso de la Unión Soviética, iniciaron las 
hostilidades, en guerra abierta. A comienzos de los noventa, la región 
declaró su independencia. Desde el acuerdo de paz de 1994 las 
violaciones del acuerdo han sido frecuentes. Y violentos. Cinco soldados
 azeríes fueron asesinados por separatistas armenios en febrero de 2017 
durante una batalla fronteriza entre ambas fuerzas.
Fuera de este decálogo, hay otro conflicto, el de 
Yemen, que no sólo se podría encuadrar dentro de las contiendas bélicas 
semi-olvidadas. También es otro ejemplo de control de información y de 
opacidad. Sobre todo, desde que Arabia Saudí se hizo con la 
comandancia militar de la alianza del Golfo. Sin olvidar su capacidad 
para extender las tensiones a toda la región, otra de las más convulsas,
 ya de por sí, del planeta. Porque Riad ha gastado sumas ingentes de 
dinero en esta guerra, hasta descuadrar un presupuesto que habitaba en 
el superávit por los petrodólares, que también está utilizando para 
hostigar a su enemigo, Irán.
Yemen sufre una guerra civil que es un auténtico 
collage: luchas tribales, movimientos yihadistas y grupos que, 
sencillamente, luchan por la supervivencia. Pero, por encima de todo, lo
 que está en juego es la hegemonía del wahabismo saudí (suní) y la 
milicia chií Huthi, apoyada por Teherán. Naciones Unidas cree que tres 
cuartas partes de sus 28 millones de habitantes precisan de algún tipo 
de ayuda humanitaria. Su economía está colapsada y la esperanza de vida 
de la gente resulta una quimera. Por si fuera poco, a comienzos de 
diciembre, se hizo oficial el asesinato de Abdalá Saleh, el ex 
presidente del país y antiguo aliado rebelde. Probablemente a manos 
huthies, que le consideraban un traidor, según fuentes saudíes.
El último Global Peace Index, del Institute for Economics and Peace,
 que incluye datos de 2015, ya revelaba que eran malos tiempos para la 
paz. Durante ese año, el número de muertes en combate había sido el más 
alto de los últimos 25 años, debido a los altos niveles de intensidad 
terrorista y a la mayor oleada de refugiados y desplazados desde la Segunda Guerra Mundial.
 La violencia, dice el estudio, tiene un alto coste. Nada menos que de 
13,6 billones de dólares, si se mide en poder de capacidad de compra. 
Más que la economía de China a precios actuales del mercado. O cinco 
dólares por persona y día, si pagáramos todos los habitantes del 
planeta. U once veces el montante de la Inversión Extranjera Directa (FDI, según sus siglas en inglés) que fluye cada ejercicio económico por el mundo. Sólo en 2015.
Su versión de 2017 reconoce una ligera mejoría, que queda en stand by
 ante el creciente gasto militar de las grandes potencias. Estos son los
 cinco países que, a juicio de este barómetro, de reconocido prestigio 
internacional, lograron los mejores y peores resultados en los exámenes 
sobre pacificación de sus territorios. 
 
 
 
 
 
 
 
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