domingo, 25 de febrero de 2018

Ocho razones para defender la sanidad pública

Es vital recordar el valor de la sanidad pública y por qué hay razones de sobra para defenderla frente a estos tiempos de crisis. 

La Marea Blanca en su última manifestación por las calles de Murcia / Foto: Satse
Imagen de archivo de una manifestación a favor de la sanidad pública
La hoja de ruta del actual Gobierno ha sido y es reducir gradualmente la inversión en sanidad pública hasta el año 2020 con un porcentaje del PIB del 5.6%. Como consecuencia lógica, el gasto sanitario privado se ha ido incrementando año por año, transfiriendo los costes de la sanidad hacia las familias, y todo indica que esta tendencia irá a más. Ante este panorama, es vital recordar el valor de la sanidad pública y por qué hay razones de sobra para defenderla frente a estos tiempos de crisis que se aprovechan como excusa para realizar decisiones basadas en ideología y no en el beneficio de la sociedad española a largo plazo. Así pues, aquí van 8 razones de peso sobre por qué es esencial invertir en sanidad pública:
1. Los países que disfrutan de una sanidad pública potente tienen cobertura universal o mucho más amplia que aquellos países donde predomina la sanidad privada, donde existen sectores de la población sin acceso a atención sanitaria o con un acceso restringido. Estados Unidos, posiblemente el ejemplo más llamativo en este aspecto, contaba en 2016 con 27.6 millones de personas no aseguradas.
2. Cuando no existe una cobertura sanitaria universal, el sector de población sin acceso a sanidad puede terminar afectando también a la población con cobertura, como puede ser el caso de la transmisión de enfermedades infecciosas. En cuestión de salud pública, todos salimos ganando cuando todos tenemos acceso sin barreras a la sanidad. En Grecia, por ejemplo, con un importante desmantelamiento de su sanidad pública, los casos de VIH y tuberculosis se han ido multiplicando considerablemente en los últimos años.
3. Independientemente del nivel socioeconómico, la sanidad pública garantiza un acceso igualitario a la atención sanitaria. Con la sanidad privada este acceso depende del tipo de cobertura médica en función del dinero aportado y a los antecedentes médicos de la persona. Si, por cuestión del azar, una persona nace con una enfermedad hereditaria o posee antecedentes familiares de enfermedades importantes, puede verse en la situación de que una aseguradora privada se niegue a cubrir el tratamiento de dichas enfermedades o tengan que pagar una fortuna por ello. Que es lo que pasa de forma habitual, de nuevo, en Estados Unidos, símbolo mundial de la sanidad privada.
4. En la sanidad privada, el beneficio económico es el objetivo principal, lo cual entra irremediablemente en conflicto con los principios éticos y los objetivos de la medicina. La sanidad privada no se basa en los principios de la solidaridad y altruismo, sino de la rentabilidad y se aplican incentivos perversos para reforzar las ganancias. Por ejemplo, en Alemania se detectó que las clínicas semiprivadas operaban en muchos casos sólo para obtener mayores ingresos, sin una justificación médica detrás.
5. Determinados tratamientos médicos (como los trasplantes) son beneficiosos para la salud de las personas, pero son tan increíblemente caros y complejos que no resultarían rentables ofrecerlos a través de una sanidad privada, salvo con pagos prohibitivos que no serían posibles para la gran mayoría de los pacientes. En España, existen multitud de tratamientos médicos que no están disponibles en la sanidad privada por las razones anteriores y, en estos casos, se suele recurrir a la derivación de los pacientes a la pública, de forma que se filtra a los pacientes no rentables.
6. Los costes por la atención sanitaria aumentan con la sanidad privada en comparación con la pública. Esto se debe a varios factores: Por un lado, las aseguradoras quieren mantener o incrementar su margen de beneficios, por otro, no hay realmente un libre mercado y una competencia real de precios y los usuarios son usuarios cautivos. Además, los sistemas de salud públicos potentes tienen un gran poder de negociación con empresas farmacéuticas, de dispositivos médicos... que abarata los costes de los tratamientos médicos. Como ejemplo llamativo: un día hospitalizado en Estados Unidos cuesta doce veces más que en la sanidad pública en España.  
7. Las investigaciones de tratamientos médicos en sus etapas más tempranas, cuando aún no son interesantes para empresas privadas como farmacéuticas, que tienen lugar en hospitales públicos o institutos de investigación asociados a hospitales, difícilmente podrían desarrollarse en instituciones privadas debido a las pocas probabilidades iniciales de retorno económico. Por ejemplo: el primer tratamiento aprobado en España con células madre para la enfermedad de Crohn se desarrolló gracias a la labor inicial conjunta de profesionales de la sanidad pública y casi toda la financiación fue por fondos públicos hasta que una empresa se interesó para comercializarla.
8. Es más seguro para los pacientes recibir tratamiento en la sanidad pública que en la privada. Concretamente, estudios comparativos entre sanidad pública/privada de diferentes países han documentado menor riesgo de efectos adversos y mortalidad cuando los pacientes son atendidos en la sanidad pública en comparación con la privada. Como ejemplo, una vez más, en Estados Unidos, un estudio observó que los pacientes tratados en hospitales privados tenían un riesgo incrementado del 2% de muerte.  



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