Febrero 1, 2018 - JORGE VENTURA http://extraconfidencial.com/noticias/casi-20-000-ninos-huerfanos-espanoles-no-pueden-ser-adoptados-las-trabas-burocraticas-se-suman-a-las-sustanciosas-subvenciones-que-reciben-los-orfanatos-privados-de-la-iglesia-y-de-las-ong-s/
Si hay más de 18.000 niños en España que residen en Orfanatos, tanto de las Administraciones, como de la Iglesia y ONG, s y centros privados, ¿por qué no los pueden adoptar padres españoles? España es, además, el segundo del mundo en solicitudes de adopción,
 pero tienen que dirigirse a otros países y pasar por un sinfín de 
trámites burocráticos y extensas demoras hasta ver satisfechas sus 
aspiraciones. El negocio, que no entiende de sentimientos y ansiedades, 
podría estar detrás de las dificultades que impiden que niños españoles o
 residentes en España sean adoptados por padres españoles: cada niño 
recibe una subvención de unos 3.000 euros al mes.
La adopción es una 
acción altruista por la que los padres adoptantes eximen al Estado de la
 carga económica y la responsabilidad educativa de los huérfanos para asumirlas ellos. Las familias de acogida
 son un segundo escalón, pues los acogedores no pueden optar a la 
adopción y la estancia de los huérfanos en sus domicilios es siempre 
temporal. Un país como España, donde las familias solicitantes de 
adopción se calculan en 33.000 debería de facilitar la adopción de las 
dos decenas de miles de niños internados en orfanatos. Pero la realidad 
es la contraria. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, donde hay más 
de 3.000 niños huérfanos, apenas se resuelven unas 50 adopciones al año.
La razón parece desvelarse en términos 
económicos: la adopción altruista es la fachada de un negocio bastante 
saneado. Cada orfanato recibe una subvención de 3.000 euros mensuales 
por cada huérfano a su cuidado. Si tomamos una media de 20.000 
huérfanos, suponen un ingreso de 60 millones al mes, que son 720.000.000
 al año y que, si se mantuviera esa cifra hasta el final de la edad 
oficial de orfandad, sumaría un total de 12.960 millones de euros en 
toda la vida de esas dos decenas de miles de huérfanos, que serán 
‘licenciados’ a los 18 años, sin familia y con una pensión de orfandad 
de 300 euros al mes. Eso si contamos de 18.000 a 20.000 huérfanos. 
Porque el Ministerio de Sanidad aseguró en 2015, con motivo de la presentación del proyecto de nueva norma de Protección a la Infancia y la Adolescencia,
 que “en la actualidad en España hay casi 35.000 menores bajo tutela o 
guarda de las administraciones”, con lo que las cifras casi se 
doblarían…
Una cuantía que quizás explique el por 
qué es tan difícil adoptar niños españoles en España y, en cambio, es 
relativamente fácil el régimen de acogida: en este caso, sólo 300 euros 
mensuales van a ayudar a la familia de acogida.
Este estado de cosas, que ha reducido 
drásticamente el número de huérfanos españoles dados en adopción, ha 
tenido la desgraciada secuela que una gran mayoría de los niños 
internados tienen edades superiores a los seis años –en la Comunidad de Madrid
 se calcula que el 90 por ciento–, lo que, prácticamente, les condena a 
vivir en Orfanatos hasta su mayoría de edad, porque son contados los 
casos de adopción de niños entre seis y ocho años.
Obligados a recurrir al extranjero
Así las cosas, las familias adoptantes tienen que recurrir a las adopciones en el extranjero, aunque en este punto también tropiezan con obstáculos: el Gobierno mantiene a 45 países en una lista negra a
 los que no permite dirigir solicitudes de adopción. La prohibición 
parece que responde a las escasas garantías que ofrecen esos países 
sobre la procedencia de los niños huérfanos que ofrecen, pero las ONG, s españolas que sirven de enlace en las adopciones señalan que la mayor parte de esos países sospechosos de tráfico de niños para el Gobierno español no lo son para otros países de la Unión Europea, que mantienen relaciones de adopción con ellos sin conflictos ni querellas.
Estas organizaciones, que son 
indispensables para que las familias puedan transitar por las espesuras 
burocráticas de los diversos países que ofrecen niños adoptables, 
también se quejan que el Gobierno, que en 2015 asumió las 
responsabilidades antes diseminadas en las Comunidades Autónomas, no 
haya desarrollado el reglamento que ponga orden en lo que si son bosques
 en otros países, aquí es jungla.
Y, finalmente, subrayan una anomalía 
sospechosa: los Informes que aprueban la idoneidad de una familia 
adoptante para un niño español los realizan los mismos técnicos que 
trabajan en los Orfanatos. Lo que si en principio parece razonable, por 
su conocimiento del huérfano solicitado, deja de parecerlo cuando se 
revela que son juez y parte al mismo tiempo: con cada niño adoptado, el 
Orfanato pierde una subvención de 3.000 euros mensuales.
Jorge Ventura
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OTRA COSA: Despidos y miseria laboral en los museos de la Comunidad de Madrid
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