miércoles, 16 de mayo de 2018

La insólita guerra de los Flor: el nepotismo universitario español, explicado en un caso

Joaquín García Sansegundo ha compartido un enlace.    16/4/2018
 

La comisión de reclamaciones ha obligado repetir cuatro veces el proceso de selección para una plaza docente a la que opta, sin éxito, el hijo de un veterano profesor de Geología…    elconfidencial.com - 15.04.2018
Dieciocho años lleva Germán Flor Blanco haciendo lo apropiado para conseguir una plaza en la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo. Su padre, Germán Flor Rodríguez, veterano profesor titular, se ha desvivido también para que sea así. Dirigió la tesina y la tesis doctoral de su hijo y después lo metió a dedo en proyectos divulgativos, de investigación y en evaluaciones de impacto ambiental pagadas con dinero público.
Consiguió incluso introducir físicamente a su vástago en el departamento, en un despacho situado en su área, la de Estratigrafía, estancia que ocupa aún hoy, a pesar de no tener ninguna vinculación laboral conocida con la universidad. Durante largos años han trabajado juntos, a menudo en virtud a contratos públicos y acuerdos con la fundación de la universidad. Ambos eran rostros habituales en televisiones y periódicos locales cuando tocaba hablar de su especialidad: sedimentación y geomorfología en las costas asturianas.
Germán Flor Blanco envió un 'e-mail' a los compañeros de su padre pidiéndoles que apoyasen la creación de una plaza adaptada a su perfil
Los compañeros de Flor Rodríguez (el padre) dicen que esta situación nunca les había molestado. Que veían hasta cierto punto normal la colaboración y el tutelaje, que tomaban café y mantenían una relación cordial. Los problemas empezaron a raíz de un 'e-mail' que recibieron el 16 de febrero de 2015. Flor Blanco (el hijo) les estaba pidiendo ayuda para solicitar ante el vicerrectorado la creación de una plaza a su medida. Decía en su correo: “De acuerdo con lo que os ha estado comentando mi padre a lo largo de la semana pasada, os adjunto la carta que queremos presentar”. Y después de subrayar que “aquí el que no llora no mama”, continuaba: “Creemos que ha llegado el momento de hacer esta petición después de 15 años trabajando en la universidad sin recibir contrapartida alguna”.
Dos de los profesores del área se negaron a firmar la petición, pero los otros tres lo apoyaron tras pactar un par de cambios en la redacción del texto final. La iniciativa se elevó después al vicerrectorado y consiguió prosperar. En mayo de 2015 salía la convocatoria para una nueva plaza bajo la siguiente fórmula: profesor ayudante doctor en régimen laboral para el Área de Estratigrafía del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. Después de tantos años trabajando y esperando su turno, parecía que Flor Blanco podría por fin seguir la estela de su padre, quien además estaba ya a punto de la jubilación.


Los cinco miembros de la primera comisión de selección. (Imanol Rimada/Atlántica XXII)
Los cinco miembros de la primera comisión de selección. (Imanol Rimada/Atlántica XXII)

Empiezan los problemas

A partir de aquí es cuando todo empezó a salir mal para los Flor. A la convocatoria se presentaron 10 geólogos y la comisión —elegida por sorteo entre profesores del departamento— no aupó al hijo del veterano profesor, sino a una auténtica desconocida, una tal Emma Quijada Van Den Berghe, una mujer que entonces no llegaba a los 30 años, procedente de la Universidad Complutense de Madrid, con tres estancias en el extranjero (Francia, Italia y EEUU), becas doctorales de prestigio y un currículo impresionante. Consultados por El Confidencial, los profesores que participaron en dicha comisión durante el verano de 2015 coinciden en que ella era la mejor con diferencia. “De las 10 personas que se presentaron, había muchos currículos muy buenos, pero el suyo era apabullante”, resume uno de ellos.
La decisión de escoger a alguien de fuera no termina de encajar en los esquemas de la universidad española, donde tradicionalmente se ha elegido al candidato más cercano, al formado en casa, antes de abrirse a la búsqueda del mejor preparado. Según sucesivos estudios del CSIC, y aunque parece haber una lenta progresión, más del 90% de los profesores españoles consiguió plaza después de trabajar durante un periodo en esa misma universidad; y en torno al 70% de los titulares se presentó como candidato único.



Después de toda la vida esperando y haciendo méritos, Germán Flor Blanco no consiguió pasar del sexto puesto: sexto de 10 en la competición por una plaza que sentía suya hasta el punto de que fue él quien la solicitó. Desatada la frustración, padre e hijo iniciaron una pantagruélica batalla de reclamaciones que se alarga hasta hoy. Alegan muchas cosas que se resumen en dos: los criterios aplicados durante la selección son injustos y les perjudican, y, más en general, están siendo víctimas de una conspiración capitaneada por un grupo de profesores del departamento que quieren sacarlos de la universidad.
La guerra de los Flor ha contado, de alguna manera, con el respaldo del rectorado. Desde 2015 hasta hoy, el proceso de selección se ha repetido cuatro veces, con dos comisiones diferentes y un resultado casi idéntico: Germán Flor ha escalado un par de posiciones al modificar los baremos, mientras que el primer lugar lo ha ocupado una y otra vez la misma persona: Emma Quijada.
A los cinco días de la resolución [de la primera comisión evaluadora], mi mujer tuvo un aborto fuerte y casi muere
La joven geóloga acude a la facultad, imparte clase e investiga, pero su puesto no está consolidado y pende de un hilo, ya que el Consejo de Gobierno de la universidad ha aceptado todas las reclamaciones de los Flor hasta ahora. "He salido primera las cuatro veces, pero en una de estas dicen que la plaza es para otra persona y adiós muy buenas", dice ella, manteniéndose cauta y evitando comentar la situación. Varios miembros de la primera comisión aseguran sentirse “atónitos” e "indefensos" ante la actitud de las autoridades universitarias. El rectorado, mientras tanto, guarda silencio. “El rector prefiere no hacer declaraciones hasta la resolución de la plaza [porque] en este momento el tribunal está atendiendo a dichas reclamaciones, por lo que considera más adecuado no pronunciarse al respecto”, explican desde su departamento de prensa en un correo electrónico.
Flor Blanco explica toda la polémica como una persecución contra él y contra su padre, una confabulación para dejarlo fuera de la universidad retorciendo los criterios de selección. “¿Nepotismo? Si hubiese nepotismo ya estaría trabajando en la universidad. Aquí me han destrozado literalmente la vida, lo estoy pasando fatal”, dice al teléfono. “Y no solo a mí, también a mi familia. A los cinco días de la resolución [de la primera comisión evaluadora], mi mujer tuvo un aborto fuerte y casi muere. Pasé partes médicos a los instructores de las reclamaciones para que viesen el daño moral. Tengo 41 años y 18 de profesión. Soy una persona reconocida dentro del mundillo y ellos ponen por delante a una chica que lleva siete años trabajando como investigadora y que acaba de hacer la tesis. Es surrealista”. A su padre, enfatiza, le han hecho un "daño irreparable". “Está hecho un auténtico guiñapo, lo han destrozado. Y lo peor es que tenemos a un tribunal en contra al que le da igual todo”.


Una imagen de la Universidad de Oviedo durante el acto conmemorativo de Santo Tomás de Aquino. (EFE)
Una imagen de la Universidad de Oviedo durante el acto conmemorativo de Santo Tomás de Aquino. (EFE)

Gritos por los pasillos

La situación ha tensado el ambiente en la facultad. Una de las profesoras que participaron en la primera comisión de selección, Marta Valenzuela, presentó una queja formal al vicerrectorado tras un enfrentamiento en los pasillos. “Les di los buenos días y padre e hijo salieron insultando, gritando y amenazando, acusándonos de prevaricación y con insultos que prefiero no repetir. Yo no abrí la boca y tengo una parte grabada en el teléfono. Desde ese momento no me han vuelto a dirigir la palabra”, recuerda. Emma Quijada, por su parte, intentó trasladar el tema a la justicia ordinaria y puso una demanda. El juzgado de lo contencioso administrativo de Oviedo la desestimó a principios de 2017, circunscribiendo la polémica al ámbito universitario y a sus mecanismos autónomos de gestión.
Con el tiempo, el conflicto ha ido escalando. En julio de 2017, Flor Rodríguez, recién jubilado, optó por denunciar ante la Comisión de Disciplina de la Universidad de Oviedo a los miembros de la primera comisión de selección. Pidió que se les abriese un expediente acusándolos de desobedecer órdenes de sus superiores al fijar los criterios de la plaza y de haber llegado a un "acuerdo ilegal" para vetar a su hijo. Son faltas graves, según el código universitario, que habrían costado la suspensión de empleo y sueldo durante seis años para los funcionarios y el despido del único contratado no funcionario del tribunal.
Flor Rodríguez, ya jubilado, denunció a los miembros de la primera comisión y pidió su inhabilitación durante seis años
Precisamente la instrucción del expediente contra los miembros del tribunal saltó a la prensa local e hizo que una prestigiosa revista local ('Atlántica XXII') se interesase por el caso. Los acusados recibieron también el apoyo por escrito del Departamento y la Facultad de Geología y de más de 150 profesores e investigadores de toda España. Finalmente, el pasado 26 de marzo, la Comisión de Disciplina de la universidad decidió archivarlo, descartando las faltas graves y dando por prescrita una única falta leve (“incumplimiento de los deberes del empleado público”). Una solución que no convence a los miembros de la comisión, ya que consideran que se hace "una interpretación de los hechos parcial".
A día de hoy, la plaza de "profesor ayudante doctor en régimen laboral para el Área de Estratigrafía del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo" sigue en vilo. La segunda comisión de selección hizo la cuarta evaluación el 13 de febrero de 2018. Eligió a la candidata Emma Quijada, que a su vez volvió a ser impugnada por Germán Flor Blanco, devolviendo la pelota a la Comisión de Reglamentos y Reclamaciones. Y vuelta a empezar.


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