La cueva de Maltravieso, uno de los focos más destacados de arte rupestre de la Península Ibérica, protagoniza un hallazgo vital que va a modificar conceptos del estudio de la evolución humana. La noticia ocupa la portada de la revista Science y tiene una importante repercusión internacional. Estudios de datación llevados a cabo por un grupo de investigación europeo han concluido que una de las pinturas que se hallan en las paredes de esta oquedad tiene una antigüedad de al menos 66.700 años, más del triple de lo que se estimaba hasta el momento, ya que la edad de las célebres manos en positivo y negativo se fijaba en 20.000 años. Marcos García Díez, profesor de la universidad Isabel I de Burgos es uno de los estudiosos que ha participado en este análisis, que encabezan el profesor de la Universidad de Southampton Alistair Pike y el profesor alemán Dirk Hoffmann del Instituto Max Planck de Antropología, entre otros. Los expertos de la Junta de Extremadura Hipólito Collado, Juan Carlos Aguilar y José Ramón Bello también han participado en el estudio de Maltravieso. Las muestras se tomaron en dos ocasiones diferentes, en diciembre de 2014 y abril de 2016.
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Para Marcos García Díez las conclusiones no dejan ninguna duda porque «los primeros sapiens aparecen hace 45.000 años». Uno de los aspectos más interesantes de esta investigación es delimitar las características de los neandertales y sus cualidades cognitivas, más allá de los propios atributos físicos.
Rasgos comunes
Según figura en la nota emitida por la consejería de Cultura, el investigador Paul Petitt de la Universidad de Durham afirma que el hecho de tener ejemplos de tres cuevas a 700 kilómetros de distancia «evidencia de que esta fue una tradición con gran recorrido, en el que los neandertales fueron los primeros humanos en dejar marcas permanentes y significativas en cuevas profundas. Es muy posible que el arte rupestre similar documentado en otras cuevas de Europa occidental, que durante tanto tiempo se supuso que era obra de nuestra especie, tenga un origen neandertal».Las tres cuevas tienen en común pinturas paleolíticas en su mayoría en rojo (ocre), ocasionalmente en negro, que contienen grupos de animales, puntos, signos geométricos, huellas de manos en negativo y positivo y grabados, explica la nota enviada por la administración regional. Los investigadores descartan todo tipo de creación arbitraria, ya que su elaboración implicó planificar una fuente de luz, buscar con precisión una fuente adecuada y mezclar los pigmentos para colorear las figuras.
Las cuevas de Ardales en Málaga y La Pasiega en Cantabria ofrecen dataciones similares
Para Hipólito Collado,
jefe de la Sección de Arqueología de la Junta de Extremadura, este
hallazgo indica «que las huellas más antiguas del mundo se localizan en
esta pequeña cavidad cacereña, donde los neandertales tomaron conciencia de su propia identidad
y dejaron sobre la pared aquello que más les identificaba como humanos:
la huella de su propia mano». Según la nota de la Junta Collado lleva
años trabajando en una línea de investigación sobre el origen Neandertal
del arte rupestre. Al parecer las investigaciones se habían visto
obstaculizadas por la falta de datos concluyentes. El radiocarbono como
fórmula para datar estos restos podía dar fallos, ya que «las muestras
de pigmentos de radiocarbono son propensas a la contaminación y pueden
dar estimaciones de edad falsas, la obtención de muestras de carbón
necesarias para este método es destructiva para las figuras». La
dificultad surge también al estar muchas de estas pinturas hechos con
pigmentos minerales como el ocre, que no contienen ningún material
orgánico y por tanto es imposible fechar. Se ha trabajado con depósitos
de carbonato similares a pequeñas estalagmitas que contienen rastros de
uranio radiactivo y torio, las sustancias encargadas de revelar cuándo
se formaron los depósitos.
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