9 de junio de 2017 https://periodicobuenasnoticias.blogspot.com.es/2017/06/la-base-de-un-cerebro-sano-es-la-bondad.html
Hoy comparto la entrevista de Ima Sanchís a Richard Davidson,
doctor en Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva, para La Contra de La Vanguardia:
Nací en Nueva York y vivo en Madison (Wisconsin), donde soy
profesor de Psicología y Psiquiatría en la universidad. La política debe
basarse en lo que nos une, sólo así podremos reducir el sufrimiento en el
mundo. Creo en la amabilidad, en la ternura y en la bondad, pero debemos
entrenarnos en ello.
Yo investigaba los mecanismos cerebrales implicados en la
depresión y en la ansiedad.
...Y acabó fundando el Centro de Investigación de Mentes
Saludables.
Cuando estaba en mi segundo año en Harvard se cruzó en mi
camino la meditación y me fui a la India a investigar cómo entrenar mi mente.
Obviamente mis profesores me dijeron que estaba loco, pero aquel viaje marcó mi
futuro.
...Así empiezan las grandes historias.
Descubrí que una mente en calma puede producir bienestar en
cualquier tipo de situación. Y cuando desde la neurociencia me dediqué a
investigar las bases de las emociones, me sorprendió ver cómo las estructuras
del cerebro pueden cambiar en tan sólo dos horas.
¡En dos horas!
Hoy podemos medirlo con precisión. Llevamos a meditadores al
laboratorio; y antes y después de meditar les tomamos una muestra de sangre
para analizar la expresión de los genes.
¿Y la expresión de los genes cambia?
Sí, y vemos como en las zonas en las que había inflamación o
tendencia a ella, esta desciende abruptamente. Fueron descubrimientos muy
útiles para tratar la depresión. Pero en 1992 conocí al Dalái Lama y mi vida
cambió.
Un hombre muy nutridor.
“Admiro vuestro trabajo, me dijo, pero considero que estáis
muy centrados en el estrés, la ansiedad y la depresión; ¿no te has planteado
enfocar tus estudios neurocientíficos en la amabilidad, la ternura y la
compasión?”
Un enfoque sutil y radicalmente distinto.
Le hice la promesa al Dalái Lama de que haría todo lo posible
para que la amabilidad, la ternura y la compasión estuvieran en el centro de la
investigación. Palabras jamás nombradas en ningún estudio científico.
¿Qué ha descubierto?
Que hay una diferencia sustancial entre empatía y compasión.
La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. La compasión es
un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el
sufrimiento.
¿Y qué tiene que ver eso con el cerebro?
Los circuitos neurológicos que llevan a la empatía o a la
compasión son diferentes.
¿Y la ternura?
Forma parte del circuito de la compasión. Una de las cosas
más importantes que he descubierto sobre la amabilidad y la ternura es que se
pueden entrenar a cualquier edad. Los estudios nos dicen que estimulando la
ternura en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar
emocional y su salud.
¿Y cómo se entrena?
Les hacemos llevar a su mente a una persona próxima a la que
aman, revivir una época en la que esta sufrió y cultivar la aspiración de
librarla de ese sufrimiento. Luego ampliamos el foco a personas que no les
importan y finalmente a aquellas que les irritan. Estos ejercicios reducen
sustancialmente el bullying en las escuelas.
De meditar a actuar hay un trecho.
Una de las cosas más interesantes que he visto en los
circuitos neuronales de la compasión es que la zona motora del cerebro se
activa: la compasión te capacita para moverte, para aliviar el sufrimiento.
Ahora quiere implementar en el mundo el programa Healthy
minds (mentes sanas).
Fue otro de los retos que me lanzó el Dalái Lama, y hemos
diseñado una plataforma mundial para diseminarlo. El programa tiene cuatro
pilares: la atención; el cuidado y la conexión con los otros; la apreciación de
ser una persona saludable (encerrarse en los propios sentimientos y
pensamientos es causa de depresión)...
...Hay que estar abierto y expuesto.
Sí. Y por último tener un propósito en la vida, algo que está
intrínsecamente relacionado con el bienestar. He visto que la base de un
cerebro sano es la bondad, y la entrenamos en un entorno científico, algo que
no se había hecho nunca.
¿Cómo se puede aplicar a nivel global?
A través de distintos sectores: educación, sanidad,
gobiernos, empresas internacionales...
¿A través de los que han potenciado este mundo oprimido en
el que vivimos?
Tiene razón, por eso soy miembro del consejo del Foro
Económico Mundial de Davos, para convencer a los líderes de que hay que hacer
accesible lo que sabe la ciencia sobre el bienestar.
¿Y cómo les convence?
Mediante pruebas científicas. Les expongo, por ejemplo, una
investigación que hemos realizado en distintas culturas: si interactúas con un
bebé de seis meses a través de dos marionetas, una que se comporta de forma
egoísta y otra amable y generosa, el 99% de los niños prefieren el muñeco
cooperativo.
Cooperación y amabilidad son innatas.
Sí, pero frágiles, si no se cultivan se pierden, por eso yo,
que viajo muchísimo (una fuente de estrés), aprovecho los aeropuertos para
enviar mentalmente a la gente con la que me cruzo buenos deseos, y eso cambia
la calidad de la experiencia. El cerebro del otro lo percibe.
Apenas un segundo para seguir en lo suyo.
La vida son sólo secuencias de momentos. Si encadenas esas
secuencias, la vida cambia.
El mindfulness es hoy un negocio.
Cultivar la amabilidad es mucho más efectivo que centrarse en
uno mismo. Son circuitos cerebrales distintos. A mí no me interesa la
meditación en sí misma sino cómo acceder a los circuitos neuronales para
cambiar tu día a día, y sabemos cómo hacerlo..............................................
OTRA COSA: Adolescencia y culpa en la última novela de Sergio del Molino
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