En una ocasión no muy lejana, con Mariano Rajoy al
 borde del precipicio sin saberlo y durante una comida en la que estaban
 presentes un ministro del PP, un periodista gallego y el presidente de 
la Xunta, se comentaba la visita a Galicia de ese ex integrante del 
Gobierno PP. Su viaje desde Madrid esa mañana había cumplido los 
objetivos propagandísticos para el inquilino de Monte Pío, cargado de 
promesas, unas realizables y otras, no, aunque Alberto Núñez Feijóo no dudó en enunciarlas todas como factibles ante los gallegos/as y los medios presentes en el acto (muchos, controlados obscenamente por él, como la TVG), y ante la sorpresa del ministro visitante.
Comentaban esa parte del discurso, precisamente, en 
un entorno de tensión creciente, pues la relación entre ese ministro y 
Feijóo nunca ha sido buena. En un momento de esos en los que -según 
quienes le conocen muy bien- el presidente gallego "se quita la careta"
 y hace política a su manera, le espetó al ministro que no había opción,
 que tenía que cumplir lo que había dicho en el acto sí o sí. El 
ministro, molesto por la presencia del periodista gallego, hizo un gesto
 a Feijóo pidiéndole contención, pero el sucesor de Fraga lo tranquilizó
 señalando al cabizbajo presunto informante: "Tranquilo, éste es de confianza". 
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