Mayte Pisa Solans y Spanish Revolution han compartido un enlace. kaosenlared.net
Tras más de dos meses intentando su 
activación por parte de las distintas Administraciones españolas 
competentes para la ejecución de lo establecido en el articulo 59 bis LO
 4/2000, así como en los distintos Tratados Internacionales vinculantes 
para España, que al margen de las Directivas comunitarias de aplicación,
 como la Directiva 2011/36/UE  del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5
 abril de 2011, relativa a la prevención y lucha contra la trata de 
seres humanos y a la protección de las víctimas y por la que se 
sustituye la Decisión marco 2002/629/JAI del Consejo (DO L 101 de 
15.4.2011), han quedado expuestos en anteriores artículos de Punto Crítico , el Protocolo marco sigue sin activarse.
El viernes día 1 de junio de 2018 el 
Juzgado competente por estar de guardia, el Juzgado de Instrucción num. 3
 de La Palma del Condado (Huelva), se negó a recoger la denuncia, 
referida a más de cien mujeres marroquíes, temporeras de la fresa, a las
 que la empresa había encerrado para evitar que pudiesen denunciar los 
graves abusos laborales y sexuales, incluyendo violaciones, de los que 
habían venido siendo objeto, como habían relatado las periodistas 
alemanas de Corrective. Org semanas antes.
Sobre todo, querían denunciar el hecho 
de haber sido forzadas -más que inducidas- a la prostitución mediante 
coacción, en la que jugaba un papel principal el hambre; todo ello con 
el chantaje en el fondo: “Este año nos han traído a los campos de Huelva a las putas de Marruecos. Las tocas y te denuncian“; “las casas de prostitución“; “los videos los vamos a mandar a vuestras familias a Marruecos“.
El Juzgado se negó a recoger la 
denuncia, emplazándonos a ir a denunciar tres día después, el lunes día 4
 de junio. El mismo viernes, día 1 de junio, tras sernos impedida la 
denuncia en el Juzgado, se denuncia en la Guardia Civil de Almonte. En 
ese momento se le entregan a la Guardia Civil el listado con los datos 
personales de las más de cien temporeras secuestradas por la empresa, 
que habían encargado a los abogados de AUSAJ comunicar a la Guardia 
Civil su intención de denunciar.
El domingo día 3, con la colaboración activa y principal de la Guardia Civil de Almonte,
 todas las trabajadoras que se encontraban en dicho listado fueron, de 
una forma u otra, forzadas a subirse a autobuses, siendo trasladadas a 
Marruecos. Con la excepción de un pequeño grupo que escapó y  a las que 
no pudo capturar la Guardia Civil y los empleadores.
El lunes día 4 no quedaba ninguna de 
ellas en la finca, con la excepción, al parecer, de un grupo de ellas 
que habían sido engañadas por la empresa para que firmasen una 
contradenuncia falsa, como se evidencia con las pruebas que exponemos a 
continuación.
El lunes día 4, nueve de las temporeras 
que habían conseguido escapar comparecen y presentan denuncia ante la 
Inspección de Trabajo en Huelva; lo hacen en nombre propio y en el de 
las trabajadoras que no han podido comparecer. Desde ese primer momento 
las jornaleras pusieron de manifiesto no solo que no les había sido 
entregada nunca copia de su contrato de trabajo, ni habían recibido sus 
salarios, ni siquiera habían podido conocer sus propias nóminas, que no 
sólo no se les había pagado, sino que las terribles condiciones en las 
que se les obligaba a vivir y los abusos sufridos, vulneraban su 
dignidad (y la de todos).  El día 6 de junio, conforme información 
aparecida en prensa, tiene lugar la visita de inspección en la empresa 
denunciada cuyo resultado, igualmente se afirma, fue el de absoluta 
“normalidad” de la actividad de la empresa Denunciada.
Por su parte, el Juzgado nos impidió el 
acceso a las actuaciones judiciales hasta hace escasos días; sin 
embargo, como se acredita más abajo, las alcahuetas de los empresarios 
ya conocían el contenido de las actuaciones judiciales, y lo 
aprovecharon para intentar engañar y coaccionar, comprar, a las 
trabajadoras hoy denunciantes, ofreciéndoles arreglarles los papeles, 
contratarlas los años sucesivos y pagarles el dinero adeudado por sus 
nóminas, con la finalidad de que retirasen la denuncia  planteada contra
 la empresa y que acusasen en falso a todos aquellos que las habían 
ayudado a escapar de su cautiverio (“Habla con ellas a ver si las convences para que retiren aquello, fueron engañadas por parte de aquellos…“;”Tú no apareces en la denuncia. Las que aparecen son…“). Se aportan las transcripciones correspondientes más abajo.
Tampoco hemos conseguido el propósito 
buscado, ni acudiendo a la Brigada Central de la Unidad de Redes de 
Inmigración y Falsedades Documentales, UCRIF, ni acudiendo ante la 
propia autoridad gubernativa. Así, se ha intentado repetidamente poner 
todos los hechos en conocimiento de la  UCRIF, por considerarlo el cauce
 más adecuado a la situación, sobre todo teniendo en cuenta los 
mecanismos que prevén los Protocolos de actuación en prevención de la 
trata de personas.
Todos nuestros intentos han resultado 
vanos, rechazándose nuestra petición de formular denuncia por parte de 
la UCRIF HUELVA, a la que se nos derivó desde la propia Brigada Central,
 rechazo que se produce, se dice, para evitar duplicidad de 
investigaciones (claro subterfugio pues sería tan sencillo como 
cualquier novedad en la investigación que se alcanzase remitirla al 
órgano jurisdiccional que se entienda competente; ello al margen de que 
no existen actuaciones judiciales incoadas por Trata de Personas, ni por
 delitos de Lesa Humanidad).  De la misma forma, amén de los obstáculos 
burocráticos que ha conllevado varias semanas de gestiones,  la 
Subdelegación tampoco ha tenido iniciativa hasta ahora para la 
aplicación del Protocolo, para la protección de las víctimas, viéndose 
en este sentido condicionado por la propia inactividad de los 
investigadores policiales, que no han puesto en marcha el mecanismo 
ordinario  de activación -al margen de que la Subdelegación podría y 
puede, de hecho, estaba -y está- obligada a ejecutar efectivamente el 
Protocolo Marco.
Pues bien, al contrario de lo que 
falsamente se afirma tanto por CGPJ, como por la Fiscalía General del 
Estado y por el mismo Ministerio del Interior, la ausencia de condenas 
por los gravísimos delitos de trata de personas y de lesa humanidad (por
 esclavitud y trabajo forzoso), no se debe a que las víctimas no quieran
 ir a juicio y abandonen voluntariamente el país antes de ir a juicio. Se
 debe a que las expulsan ilegal, violenta y delictivamente para que no 
vayan a juicio vulnerando con ello la legislación española y los 
Tratados Internacionales a los que hacíamos antes referencia; 
precisamente para impedir las condenas de los tratantes de esclavos, y 
proxenetas, que se quieren hacer pasar por empresarios agrícolas.
Pareciera que el trabajo forzoso y 
esclavo constituya una verdadera cuestión de estado; todas las 
Administraciones Públicas competentes, el Poder Judicial, la Fiscalía, 
los Cuerpos policiales y los principales medios de comunicación, están 
participando activamente en destruir cualquier posibilidad de que estos 
hechos sean, ya no juzgados, sino ni siquiera investigados.
Esta solicitud de residencia y permiso 
de trabajo, que reproducimos hoy, se realiza de conformidad con la 
Directiva comunitaria de aplicación y con la legislación nacional 
especial en la materia, y recordemos que quienes la solicitan son madres
 de hijos de corta edad cuyo máximo deseo y aspiración es volver a su 
país y reencontrarse con sus hijos y familias. Pero, como dicen todas 
ellas, “con la cabeza bien alta”. Y la cabeza bien alta, en los
 países musulmanes, significa sin mancha, significa acreditar que todos 
sus sufrimientos son ciertos y que ellas nunca han sido, ni deseado ser,
 prostitutas. Se han defendido de las agresiones hasta límites 
inauditos, pero el hecho mismo de haber sido abusadas, en el mundo rural
 musulmán, constituye causa de exclusión social; transforma a la mujer 
en algo “sucio”. Hay una responsabilidad ajena a cualquier culpabilidad.
 Y, sobre todo, necesitan llevar a sus familias el dinero por el que tan
 duro han trabajado y tanto han sufrido; para mantener a sus hijos 
menores, que lo necesitan de una manera vital. (...)

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