Gabriel Flores Sánchez · Lledoners
Todas
las fichas del tablero político están en movimiento, por lo que resulta
muy difícil orientarse en un juego tan ajetreado. Las elecciones están
muy cerca y la ansiedad, la improvisación y las prisas de muchos
jugadores les hacen cometer errores que empeoran su posición y promueven
dinámicas autodestructivas que escapan a su control.
En ese escenario caótico, leo la entrevista a Junqueras. Muestra a un político catalán independentista que, pese a estar preso, tiene mucho que decir sobre el presente y el futuro inmediato de Catalunya y España. Más de un año de cárcel y las negras perspectivas carcelarias que le preparan jueces poco respetuosos con los procedimientos jurídicos y los valores y principios democráticos no lo han doblegado, defiende sus ideas y objetivos independentistas, democráticos y europeístas y plantea avanzar hacia una solución (no sólo una salida) democrática, pacífica y multilateral (y, por tanto, negociada). Y mientras esta solución se intenta tejer en medio de enormes dificultades y contra poderosos enemigos empeñados en aumentar la crispación y perpetuar la crisis política, Junqueras se muestra dispuesto a seguir dando testimonio de los valores democráticos y pacifistas que defiende en circunstancias y condiciones muy difíciles.
No coincido con las ideas y objetivos independentistas de Junqueras ni con su respaldo a la resolución de declaración unilateral de independencia de octubre de 2017. Pero ni sus ideas ni aquella declaración justifican su encarcelamiento, que es un despropósito jurídico y político que debería ser reparado de inmediato con su libertad y la de sus compañeros y compañeras encarcelados. Los políticos independentistas encarcelados no pueden (ni deberían pretender) eludir el juicio por los delitos que se les imputan, pero hay que exigir a la Justicia y a los jueces que actúen con responsabilidad, imparcialidad, mesura y justicia. Y tras la sentencia, siempre habrá la posibilidad de que el poder político aprecie la situación y obre en consecuencia, en legítimo y legal ejercicio de sus competencias.
Mientras tanto, el Gobierno de Sánchez tiene que dar contenido al diálogo y aportar propuestas y reformas concretas para desinflamar el conflicto y cooperar en la búsqueda de una solución democrática que sólo puede hacerse con el concurso del independentismo democrático. Hacer propuestas para dar sentido al diálogo conlleva riesgos elevados, no hacerlo supondría apostar por la derrota electoral de las fuerzas progresistas y de izquierdas y dejar el camino libre a la vía punitiva que defiende la derecha españolista excluyente. Una vía punitiva y represiva que, de prevalecer, enquistará el conflicto e incrementará la polarización social y política y la represión, porque el nacionalismo españolista no ofrece ni busca ninguna salida que no pase por la reafirmación de un españolismo excluyente y por la humillación, la derrota y la erradicación de cualquier otro nacionalismo que defienda, aún sea democrática y pacíficamente, la independencia del Estado español.
La lectura de la entrevista a Junqueras (a pesar de lo insidioso de algún comentario de El País) ayuda a entender la visión y la misión de uno de los actores principales en la búsqueda de soluciones democráticas a la crisis catalana.
En ese escenario caótico, leo la entrevista a Junqueras. Muestra a un político catalán independentista que, pese a estar preso, tiene mucho que decir sobre el presente y el futuro inmediato de Catalunya y España. Más de un año de cárcel y las negras perspectivas carcelarias que le preparan jueces poco respetuosos con los procedimientos jurídicos y los valores y principios democráticos no lo han doblegado, defiende sus ideas y objetivos independentistas, democráticos y europeístas y plantea avanzar hacia una solución (no sólo una salida) democrática, pacífica y multilateral (y, por tanto, negociada). Y mientras esta solución se intenta tejer en medio de enormes dificultades y contra poderosos enemigos empeñados en aumentar la crispación y perpetuar la crisis política, Junqueras se muestra dispuesto a seguir dando testimonio de los valores democráticos y pacifistas que defiende en circunstancias y condiciones muy difíciles.
No coincido con las ideas y objetivos independentistas de Junqueras ni con su respaldo a la resolución de declaración unilateral de independencia de octubre de 2017. Pero ni sus ideas ni aquella declaración justifican su encarcelamiento, que es un despropósito jurídico y político que debería ser reparado de inmediato con su libertad y la de sus compañeros y compañeras encarcelados. Los políticos independentistas encarcelados no pueden (ni deberían pretender) eludir el juicio por los delitos que se les imputan, pero hay que exigir a la Justicia y a los jueces que actúen con responsabilidad, imparcialidad, mesura y justicia. Y tras la sentencia, siempre habrá la posibilidad de que el poder político aprecie la situación y obre en consecuencia, en legítimo y legal ejercicio de sus competencias.
Mientras tanto, el Gobierno de Sánchez tiene que dar contenido al diálogo y aportar propuestas y reformas concretas para desinflamar el conflicto y cooperar en la búsqueda de una solución democrática que sólo puede hacerse con el concurso del independentismo democrático. Hacer propuestas para dar sentido al diálogo conlleva riesgos elevados, no hacerlo supondría apostar por la derrota electoral de las fuerzas progresistas y de izquierdas y dejar el camino libre a la vía punitiva que defiende la derecha españolista excluyente. Una vía punitiva y represiva que, de prevalecer, enquistará el conflicto e incrementará la polarización social y política y la represión, porque el nacionalismo españolista no ofrece ni busca ninguna salida que no pase por la reafirmación de un españolismo excluyente y por la humillación, la derrota y la erradicación de cualquier otro nacionalismo que defienda, aún sea democrática y pacíficamente, la independencia del Estado español.
La lectura de la entrevista a Junqueras (a pesar de lo insidioso de algún comentario de El País) ayuda a entender la visión y la misión de uno de los actores principales en la búsqueda de soluciones democráticas a la crisis catalana.
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OTRA COSA: Desastre en la Mina de cobre Las Cruces, municipio de Gerena, Sevilla
OTRA COSA: Desastre en la Mina de cobre Las Cruces, municipio de Gerena, Sevilla
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