Paco de Jerez · 5/1/2019
Avocados
al desastre mundial en 2019, del que nuestra Hidra Derechista de 3
cabezas (PP+Vox+C's) es sólo un síntoma premonitorio más. Artículo de
inprescindible lectura.
En 2003, fecha de la invasión de Irak, había 17 millones de desplazados. Hoy son 62 millones. ÁLVARO GUZMÁN BASTIDA (CTXT)
Como una avalancha. Así describe el crítico iraní Hamid Dabashi el año que se fue en un personalísimo texto para Al Jazeera.
Dabashi cuenta cómo se crió usando tres calendarios: el solar de su
país, el persa; el lunar de su religión, el musulmán; y el del Imperio,
que “ciñe una sombra colonial en nuestras vidas”, el gregoriano. Al
tiempo que se emplea en disquisiciones sobre los diversos almanaques que
han regido su vida, a los que sumó el judío y el chino al mudarse a los
Estados Unidos, Dabashi repasa los grandes sobresaltos de 2018, desde
los más sonados a los conspicuamente ausentes del relato de los medios
de comunicación.
“Se advierte imposible detenerse por un momento a preguntarse qué nos ha sucedido durante el último año”, escribe. “Pero debemos hacerlo”. Y se detiene en los mortíferos conflictos de África y Oriente Medio, como el de Yemen, donde “la horrenda campaña asesina del príncipe saudí Mohamed [bin Salmán] continúa bajo el patronato de sus aliados estadounidense, europeo e israelí”. El crítico cita un informe de las Naciones Unidas que predice que 132 millones de personas de 42 países necesitarán asistencia humanitaria en 2019, con Yemen, Siria, Afganistán y la República Centroafricana a la vanguardia de esta “calamidad causada por la codicia desenfrenada, el militarismo imbécil y la indecencia absoluta”.
Más grande que Francia o Reino Unido. El vigésimo país más grande del mundo, con más de sesenta millones de habitantes, la mitad niños o adolescentes. Así sería, de existir, el Estado de los sin Estado; la patria de los apátridas; la tierra de los desterrados. Un detallado informe de la web Axios repasa desde un sinfín de perspectivas la “mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial”. De los muchísimos datos que ofrece, hay dos que dan qué pensar: La inmensa mayoría de desplazados provienen de Oriente Medio y África, y sus países de acogida son, abrumadoramente, sus vecinos en la región, y no la Europa que rechaza barcos de rescate o los Estados Unidos que levanta campamentos en el desierto para detenerlos. En 2003, fecha de la invasión de Irak, apenas había 17 millones de personas. Hoy son 62 [cerca de 68 millones si se incluyen los más de cinco millones de palestinos bajo el mandato de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo].
Las cifras no incluyen los cinco millones y medio de refugiados palestinos que, recuerda Dabashi, se manifestaron durante 39 semanas consecutivas en Gaza para reclamar su derecho al retorno y el fin de la ocupación israelí. Lo pagaron caro. “Desde que empezaron las manifestaciones, más de 215 palestinos han sido asesinados y 18.000 resultado heridos por acción de las fuerzas israelíes”. Donde también reaccionó masivamente un pueblo al límite fue en Sudán, que vio cómo cientos de miles de personas salían a las calles para protestar contra el régimen de Omar al Bashir. “Mientras las demandas de las manifestaciones viraban de los asuntos socioeconómicos a la caída del régimen, el presidente Al Bashir desató la fuerza mortal de su aparato de seguridad, que acabó con la vida de decenas de manifestantes pacíficos” (...)
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OTRA COSA: Abuela mía que estás en mi memoria, y en ella habitas, y en ella permaneces, de Marisa Peña
“Se advierte imposible detenerse por un momento a preguntarse qué nos ha sucedido durante el último año”, escribe. “Pero debemos hacerlo”. Y se detiene en los mortíferos conflictos de África y Oriente Medio, como el de Yemen, donde “la horrenda campaña asesina del príncipe saudí Mohamed [bin Salmán] continúa bajo el patronato de sus aliados estadounidense, europeo e israelí”. El crítico cita un informe de las Naciones Unidas que predice que 132 millones de personas de 42 países necesitarán asistencia humanitaria en 2019, con Yemen, Siria, Afganistán y la República Centroafricana a la vanguardia de esta “calamidad causada por la codicia desenfrenada, el militarismo imbécil y la indecencia absoluta”.
Más grande que Francia o Reino Unido. El vigésimo país más grande del mundo, con más de sesenta millones de habitantes, la mitad niños o adolescentes. Así sería, de existir, el Estado de los sin Estado; la patria de los apátridas; la tierra de los desterrados. Un detallado informe de la web Axios repasa desde un sinfín de perspectivas la “mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial”. De los muchísimos datos que ofrece, hay dos que dan qué pensar: La inmensa mayoría de desplazados provienen de Oriente Medio y África, y sus países de acogida son, abrumadoramente, sus vecinos en la región, y no la Europa que rechaza barcos de rescate o los Estados Unidos que levanta campamentos en el desierto para detenerlos. En 2003, fecha de la invasión de Irak, apenas había 17 millones de personas. Hoy son 62 [cerca de 68 millones si se incluyen los más de cinco millones de palestinos bajo el mandato de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo].
Las cifras no incluyen los cinco millones y medio de refugiados palestinos que, recuerda Dabashi, se manifestaron durante 39 semanas consecutivas en Gaza para reclamar su derecho al retorno y el fin de la ocupación israelí. Lo pagaron caro. “Desde que empezaron las manifestaciones, más de 215 palestinos han sido asesinados y 18.000 resultado heridos por acción de las fuerzas israelíes”. Donde también reaccionó masivamente un pueblo al límite fue en Sudán, que vio cómo cientos de miles de personas salían a las calles para protestar contra el régimen de Omar al Bashir. “Mientras las demandas de las manifestaciones viraban de los asuntos socioeconómicos a la caída del régimen, el presidente Al Bashir desató la fuerza mortal de su aparato de seguridad, que acabó con la vida de decenas de manifestantes pacíficos” (...)
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OTRA COSA: Abuela mía que estás en mi memoria, y en ella habitas, y en ella permaneces, de Marisa Peña
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