lunes, 20 de mayo de 2019

¿Por qué España no es una democracia?

Marchas de la Dignidad Granada ·   kaosenlared.net  Por Xavier Díez... 20/4/2019

España no es una democracia. Y no lo será hasta que se sacuda de encima la tóxica herencia franquista; la de las instituciones, pero aún más importante, la que todavía impregna el subconsciente de millones de españoles.
Para los amantes de las series históricas, una recomendación. Hořící keř es una miniserie checa de HBO que evoca la corrupción moral y la miseria política y judicial de la antigua Checoslovaquia durante el período de la dictadura comunista. En enero de 1969, Jan Palach, un joven estudiante de historia, se prende fuego en el centro de Praga como protesta ante la ocupación soviética producida meses atrás, y la falta de libertad y perspectivas en un país sin esperanza. Para evitar que el hecho desencadene una protesta generalizada que cuestionara el orden impuesto por los tanques soviéticos meses atrás, algunos dirigentes del régimen se dedican a inundar con mentiras el hecho y las circunstancias que lo rodean (...) 
Mirar Hořící keř puede resultar un buen ejercicio para comprender por qué España, aunque se parapete tras una constitución de grandes principios y escasos resultados, exista una apariencia de separación de poderes o forme parte del club de países europeos, no es una democracia. No es difícil establecer paralelismos entre la dictadura checa de los sesenta y el “estado de derecho” español actual. Convendría releer las obras de Milan Kundera o Václav Havel para comprendernos mejor a nosotros mismos. Los juicios contra el procésparecen filmados por una Agnieska Holland, cineasta polaca, que sabe perfectamente lo que es vivir bajo una dictadura fundamentada en el miedo, la represión, y por encima de todo, la mentira. Pero incluso el propio Pablo Iglesias, una especie de líder de la oposición moderada al régimen, sabe lo que es estar vigilado por la policía política, como lo era Havel, monitorizado por los servicios (no tan) secretos. O basta contemplar la impunidad de una ultraderecha que puede agredir físicamente a ciudadanos sin que ninguno de ellos tenga que pasar ante un juez mientras personas que han participado en protestas pacíficas, han sido perseguidos, difamados, multados, encarcelados, exiliados o confinados, sin pruebas, sino por presiones extrajudiciales (a menudo muy reales), como es el caso de Tamara Carrasco o diversos músicos o activistas sociales (...)
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